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TURISMO Y SALUD
Nuevas formas de turismo




Nuevas formas de turismo
Las nuevas formas de turismo, las nuevas tendencias y alternativas y los nuevos destinos turísticos conllevan un mayor contacto con la naturaleza, con el medio natural, con ambientes rurales asociados a la vida sana, lugares menos degradados y escasamente influenciados por los modos de vida urbanos. En la época de la posguerra y consiguiente recuperación de la economía en Europa culminó la conquista de varios derechos laborales como las vacaciones anuales pagadas de los trabajadores de la industria y de los servicios lo que originó un aumento del poder adquisitivo, de la renta, y también aseguró un tiempo de ocio durante el año. Junto a esto, cabe destacar también la generalización de los medios de transporte y en concreto del automóvil, lo que facilitó enormemente los desplazamientos. Al mismo tiempo, llegó el arraigo y consolidación de la nueva moda de los "baños de sol" en las costas mediterráneas del sur de Europa, que impulsaría el turismo de sol-playa de forma explosiva y continua durante la segunda mitad del S. XX. La recuperación de los viejos enclaves balnearios surge como respuesta a la gradual pérdida de la calidad ambiental y la masificación en los principales destinos turísticos. Al mismo tiempo aparecen grupos sociales con nuevas formas de concebir el tiempo libre y los períodos vacacionales. Se buscan nuevos destinos que conllevan un mayor contacto con la naturaleza, con el medio natural, con ambientes rurales asociados a la vida sana, lugares menos degradados y escasamente influenciados por los modos de vida urbanos. Se persigue una vuelta a los orígenes con la promoción de hábitos de consumo respetuosos con el medio, y con el individuo y su salud y, dentro de esto, de actividades de ocio y tiempo libre ligadas al cuidado del cuerpo y de la mente. En este contexto emergen nuevas formas de turismo, nuevas tendencias y alternativas y nuevos destinos. El wellness está de moda en los hoteles españoles. Un nuevo término acuñado por el mundo anglosajón para expresar, en consonancia con la mística zen o la doctrina feng-shui de los orientales, la enorme espiritualidad que reside en el placer y la salud cuando éstos van armoniosamente unidos. La novedad no está en el qué, sino en el cómo. La Roma clásica ya consideraba las termae como centros de descanso y placer para reconstituir el cuerpo y la mente. Durante el siglo XVI, la ciudad belga de Spa, en la provincia de Lieja, adoptó el acróstico latino de spa -salus per aquam- y se dio a conocer mundialmente por las propiedades curativas de sus aguas termales. A mediados del siglo XIX, siguiendo la estela europea, los balnearios cobraron un auge impensable en España y terminaron por convertirse, a principios del XX, en la referencia snob de un turismo incipiente y burgués. Con la explosión del turismo masivo de sol y playa, la práctica del balnearismo aristocrático en España se fue extinguiendo y, a diferencia de lo habitual en numerosos países centroeuropeos -donde esta terapia es incluso sufragada por la Seguridad Social-, los centros termales en España quedaron para uso exclusivo de la tercera edad. Sólo en fecha reciente, gracias a la consolidación del estado de bienestar, se observa un desarrollo silencioso de una nueva modalidad balnearia que aúna las propiedades salutíferas de las aguas (naturales o mineralizadas) con su mero disfrute vacacional. Como resultado, cada vez más centros termales modernizan sus instalaciones y los complejos hoteleros más lujosos se apuntan a la moda del wellness o la talasoterapia (del griego, thalasso: mar, y therapia: curación), cuyos tratamientos se orientan a la utilización simultánea del aire y el agua del mar a temperatura corporal, con lodos, limos y algas, además de otros minerales marinos como el yodo, el azufre, el calcio y el magnesio. Ello ha animado a otros alojamientos conceptualmente distintos, como los hoteles rurales o los especializados en clientela de negocios, a incluir en el equipamiento de sus habitaciones bañeras de hidromasaje como forma de combatir el estrés diario. "En la actual cultura de las marchas forzadas, la gente necesita desconectar de las tensiones y la vorágine del trabajo. Es algo saludable y, además, es un placer", asegura la responsable de marketing de la cadena Rafaelhoteles, Elena Valcárcel. Mientras la oferta de tratamientos resulta de lo más variada y pintoresca, el perfil de usuarios que los solicitan se reduce a "clases medias, entre 30 y 50 años, de procedencia urbana y con presencia más acusada de mujeres que de hombres, en sesiones demandadas individualmente", confirma el departamento de promoción de ventas y marketing del área salud y belleza de Viajes El Corte Inglés. Lo más recomendable es optar por los circuitos temáticos que incluyen servicios variados (estrés, circulación, obesidad, estética...) en sesiones diarias y en programas de hasta siete días. Baños con diferentes elementos y técnicas, duchas a presión, tratamientos de estética facial y corporal, masajes, terapias de relajación, aplicación de algas y barros marinos, electroterapia, curas específicas... La oferta básica de un complejo de salud y belleza se asimila a la de un gimnasio moderno y un centro médico de estética juntos, sólo que en el caso de los balnearios y los centros de talasoterapia el agua adquiere el mayor protagonismo. Las propiedades del líquido elemento son aplicadas al paciente a través de diferentes técnicas: cura hidropínica (agua bebida), baños, vapor, presión del agua (ducha escocesa, circular, filiforme...), masajes (hidromasaje, masaje vichy...). Estas aplicaciones a menudo se combinan con otros elementos curativos y sedantes como las algas, los lodos o los parafangos. Dentro del área de fitness destaca la modalidad acquagym, que consiste en la realización de ejercicios dirigidos dentro de la piscina, con o sin aparatos específicos, que permiten tonificar la musculatura y relajar al paciente. La mayoría de los centros de salud y belleza incluyen salas de vapor que permiten relajar el cuerpo y la mente, además de eliminar toxinas. Existen dos fórmulas distintas: la sauna (calor seco) y el baño turco (calor húmedo). En el caso de la estufa, el vapor procede de las propias aguas minero-medicinales. Uno de los servicios más solicitados, por su efecto sedante y reconstituyente es el masaje. Dentro de las terapias manuales existen diversas técnicas indicadas para afecciones respiratorias, de circulación o de estrés, como el drenaje linfático manual o la reflexología podal. Para relajar la mente se proponen baños colectivos, aromaterapia, musicoterapia y técnicas más exóticas de influencia asiática y árabe, como shiatsu, loomi-loomi, rebalancing o rasul. No menos originales resultan ciertas inmersiones en vino, frutas, hielo escarchado, caviar o rosas en bañeras con aguas importadas incluso desde el lejano Mar Muerto. Los bolsillos que no puedan permitirse las tarifas de estos tratamientos, no tienen por qué privarse de la bondad de las aguas, ya que algunos complejos comercializan diversos productos termales que pueden aplicarse en casa.