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MITOLOGÍA
Hadas y Brujas
Monstruos y Seres Malignos
Duendes y Seres Traviesos
Genios y Otros Seres




Hadas y Brujas
La Anjana
Quizás la más conocida de entre los personajes de la abundante mitología de nuestra región, la Anjana es el hada buena de Cantabria. De pequeño tamaño ( apenas mide seis cuartas ) es de graciosa y extraordinaria belleza. Viste un rico manto chispeante de estrellas y se corona con lirios y rosas. Empuña una vara florida que brilla cada día de la semana con luz distinta. Vive en las fuentes y manantiales de donde sale para bendecir las aguas, los árboles y el ganado, ayudando a los pobres, a los que sufren y a los que se extravían en el bosque.

La Viejuca de Vispieres
Se trata de una anciana bruja inofensiva, encorvada y descolorida, que recorre los pradros las noches de luna llena, apoyándose en un cayado de oro con regatón de plata que siempre está limpio aunque toque en pozas y barros. Viste una capa de color encarnado intenso y corizas de piel de comadreja. Eternamente solitaria, se hace invisible cuando algún curioso la sorprende en sus paseos nocturnos.

Las Brujas - Las Brujas de Ongayo
Todos los sábados las brujas de Cantabria, tras churrar en las cenizas del hogar y al grito de "¡Sin Dios y sin Santa María, por la chimenea arriba!" parten volando en escobas o transformadas en cárabos, rumbo a Cernégula, pueblo de Burgos donde celebran sus reuniones brujeriles alrededor de un espino, para, después del bailoteo, chapuzarse en una charca de agua helada. Otras, más corretonas, amanecen en Sevilla, al pie de la Torre del Oro. En una gruta cerca de Suances, junto a una bolera de oro soterrada, celebran el aquelarre estas señoras, o parten en humeante enjambre hacia Cernégula, cual explica el cantar: "De la cueva de Ongayo / salió una bruja / con la greña caída / y otra brujuca. / Al llegar a Cernégula / ¡válgame el Cielo! / un diablo cornudo / bailó con ellas. / Por el Redentor, / por Santa María, / con el rabo ardiendo / ¡cómo bailarían...!"

Las Hechiceras de Valderredible
Estas hadas son muy bondadosas y hermosas, aunque en esencia son idénticas a las Anjanas del resto de Cantabria, son características de esta comarca de nuestra región. Se caracterizan por lucir largos cabellos negros que coronan con espigas de trigo y andar descalzas, sembrando la alegría y la riqueza en los hogares desamparados y en los corazones que sufren alguna pena. También frecuentan el silencio de las ruinas, el sosiego de los caminos apartados y la paz de las riberas de los arroyos.

Las Mozas del Agua
Estos hermosos y pequeños seres habitan en los manantiales y en los remansos de los ríos y se caracterizan por lucir una estrella sobre la frente, caminar descalzas, vestir con capas de plata, y salir cada alborada a tender las madejas de oro que hilan por la noche. Cuentan las viejas leyendas que si algún mozo logra coger una hebra de las madejas, las Mozas tiran del hilo arrastrando al muchacho a sus palacios subterráneos, llenos de riquezas, para casarlo con la más guapa de todas.





Monstruos y Seres Malignos
El Cuegle
Ser achaparrado y gordo, con tres brazos, cinco ristras de dientes y un cuerno en la cabeza. Nunca harto de comer, traga cuantos bichos se ponen a su alcance, aunque sean mayores que él, pues tiene mucha fuerza. También se come a los niños pequeños, robándolos incluso con cuna y todo, si esta no tiene un ramín de cebo y otro de roble, cuyas hojas aborrece este glotón.

El Culebre
Este dragón de boca llameante y alas membranosas sembró el pánico por los contornos de San Vicente de la Barquera, amenazando con destruir la villa si no le daban una doncella al año. Su fin llegó de la mano del Apóstol Santiago, al que invocó su última víctima. El Santo del corcel blanco abatió al monstruo, dejando el caballo la señal de sus herraduras frente a la caverna abierta sobre los acantilados de Santillán.

El Ojáncano y La Ojáncana
Este gigante de fuerzas sobrehumanas se caracteriza por tener un solo ojo y largas barbas y melenas rojizas. Sólo piensa en hacer el mal, arrancando las peñas, destrozando cabañas y arbolados, cegando las fuentes... Lucha con los osos y los toros tudancos, y siempre sale victorioso de estas lides. Sólo se acobarda ante las Anjanas, pues sabe que si llegasen a arrancarle un pelo cano de su barba moriría sin remedio. La mujer del Ojáncanu es mil veces más sanguinaria y maligna que él. Devora cuanto encuentra a su paso, tiene colmillos de jabalí y unos pechos tan deformes que se los echa a la espalda. Algunas Ojancanas, como la que habitó en la cueva de Altamira, sólo muestran un ojo, lo que las convierte en el único caso de cíclopes hembras. Curiosamente, este ser tan terrible, siente un inmenso pavor ante la minúscula monuca galana o comadreja.

La Guajona
Uno de los más curiosos seres mitológicos cántabros, terror de los niños de nuestra región durante muchísimo tiempo es la mujer vampiro, una vieja flaca, vestida toda de negro. Usa su único diente, afilado y largo, clavándoselo en la vena a los niños y mozos de buen color, chupándoles la sangre fresca que necesita para vivir hasta dejarles descoloridos y débiles. Vive escondida de la luz del día bajo tierra y sólo sale por la noche para colarse allí donde duermen sus víctimas.

La Juáncana de Siete Villas
Aquí vive la Juáncana feroz, mezcla de mujer, de osa y de cabra, con un solo ojo, alas muy grandes y pechos enormes que cuelgan hacia atrás. Sale volando de su cueva a la caza de niños, a quienes lleva por los aires hasta una cumbre donde los devora crudos. Otras veces se divierte en orinar desde lo alto y cuentan que a quien le cae un gota en la cabeza se queda calvo sin remedio.

Los Mengues
Son gusanos malignos que se cogen bajo los helechos en lo alto del monte, en una media noche con luna llena. Después se guardan en un alfiletero pués otorgan poderes extraordinarios a quien los capturó. Sin embargo es preciso darles dos libras de carne al día porque si no, se comen a su dueño. Sólo quien lleve en una bolsuca "el rézpede de coliebra" se verá libre de la magia infernal y de la fuerza hipnótica de los Mengues.





Duendes y Seres Traviesos
El duende de los Extravíos
Este pequeño duende siempre va deprisa, cuestas arriba y cuestas abajo, calzado con corizas de piel amarilla o con zapatones de madera de fresno y suela de piedra. Porta una honda y un catalejo con el que ve las cosas más lejanas y con el que ayuda a las personas buenas a encontrar los objetos que han perdido, pero no socorre a quienes tengan mala intención, burlándose de estos desde su escondite en la espesura.

El Tentirujo
Enano vestido de rojo y tocado con una boinuca de rabo tieso, a quien una hechicera transporta por los aires allí donde haya muchachas obedientes y buenas, para que este diablejo intente que dejen de serlo, sirviéndose para ello del poder de la mandrágora, planta embrujada con raíz de forma humana. Asi, cuando una mozuca se vuelve descarada de la noche a la mañana, se dice: "¡Esa ya tropezó con el Tentiruju!"

El Trasgu
Este travieso duende se caracteriza por ser cojo y vestir con cortezas de aliso, puestas por el reves, cosidas con hiedra. Durante el día sube a los árboles y lanza chinitas a la gente, burlándose de ellos. Por la noche baja por la chimenea, revolviendo y escondiendo las cosas para que nadie las encuentre, imita los sonidos de todos los animales de la cuadra y asusta a quien duerme con sus ayes y risotadas.

El Trastolillu
Duendecillo alocado, enredador y burlón, que vive en las moradas de los hombres. Cubierto de pelusa, luce rabuco y cuernos chiquitines, siendo su principal afición cerner la harina - fuera de la artesa, claro - por lo que también recibe el nombre de "Diablillo Cernedor". Otras de sus travesuras preferidas son beber la leche, aflojar lsa tarabillas los días de viento y requemar los quisos. Luego, muy hipocrituca, finge lamentarse por el estropicio que ha causado.

El Trenti
Criatura formada de hojas, musgos y raíces. Durante el invierno duerme en las torcas, y en verano, bajo los árboles. Se alimenta de panojas y endrinas, pero no bebe agua pués es veneno para él. Es un ser muy bromista y travieso que se divierte escondiéndose al atarcecer en los bardales para tirar de las faldas de las muchachas y pellizcarles las pantorrillas escapando después entre las zarzas dando volteretas.

Las Ijanas del Valle de Aras
Estos seres femeninos, revoltosos y glotones, saquean las colmenas y entran en las viviendas a robar comida. Luego se hartan de agua, bebiendo de bruces en los regatos. Van desnudas y todas tienen un pecho enorme que voltean sobre el hombro derecho. El cura de San Pantaleón decidió acabar con ellas mandando prender fuego a las cuevas donde vivían, pero al poco ellas regresaron, dispuestas a quemar las casas del vecindario empezando por la del cura.

Los Cuines de Silió
Se trata de los enanos también llamados "Familiares" que actúan por parejas haciendo el bien, especialmente a los niños, a quienes divierten con sus piruetas, muecas y gracioso gañir de cerditos recién nacidos. Visten una capucha encarnada y botines blancos como la nieve. Se sabe de "Familiares" semejantes en Polaciones, mientras que en Valdáliga son blancos y color de cereza y sólo se muestran a los inocentes.





Genios y Otros Seres
El Arquetu
Se trata de un anciano de largas melenas rojas y una cruz verde en la frente rodeada de llaves y candados pintados. Se viste de blanco y lleva siempre consigo un arca de oro y una talega que enseña a la gente para que no malgaste los caudales. En sus viajes por toda la región reparte monedas relumbrantes entre los pobres que han perdido su hacienda, pero siempre con la condición de que las empleen en recuperarla, pues, de lo contrario, los castiga a pedir limosna de por vida.

El Musgosu
Se trata de un hombre alto, sombrío, con aire cansado, que anda por las brañas vestido con una zamarra de musgo, sombrero de hojas y escarpines de piel de lobo, mientras toca un son triste en su flauta para guiar a los pastores en apuros. Por las noches silba desde las cumbres cuando un peligro se cierne sobre ellos. Compasivo y trabajador infatigable, repara las chozas de los vaqueros derribadas por el temporal.

El Pécu
Este "pájaro de cuenta" que anuncia la primavera y que sabe que moza se casará y cuál no, abandona Cantabria en los alrededores de la fiesta de San Juan con una cereza en el pico. Dicen que fue primero un crío muy malo y desobedientetan distraído en la escuela que nada más aprendió la "p" y la "q". Como castigo, quedó trasnformado en un cuclillo que repite sin cesar ambas letras cuando canta: "¡Pe-cu, pe-cu, pe-cu...!"

El Sol de los Muertos
Así es conocido el Sol último de la tarde que envían los difuntos. Muy reverenciado antaño, se le rezaba una oración al oscurecer, cara al poniente, honrándole con una fiesta anual en un santucu. En otros lugares de Cantabria se denomina así al sol que surge entre la llovizna, afirmando que tal agua no moja, y que es entonces cuando resucitan los muertos y llueven ranas y sapucos del bardal.

La Luna
En la pálida superficie de la Luna algunos creen ver a Longines cargado con un haz de espinos. Otros, dicen ver a una vieja a quien absorvió la Luna por robar leña. En las noches radiantes los niños cantaban a la Luna para que les concediera sus deseos: "Luna, lunera, cascabelera, los siete perrucos a la cabecera..." refiriéndose de este modo, a los siete astros que forman la constelación de El Carro u Osa Mayor.

Los Caballucos del Diablo
En la noche de San Juan, mágica como ninguna, aparecen estos seres cruzando los espacios entre nubes de azufre y escalofriantes bramidos y destruyendo los tréboles de cuatro hojas nacidos esa noche, y su presencia, volando al resplandor de las hogueras, es señal de grandes desgracias. Ni las Anjanas tienen poder ante sus galopadas, ya que sólo podrá conjurarlas la planta llamada verbena o yerbuca de San Juan, planta sagrada que ahuyenta los males.

Los Enanucos Bigaristas
Estos pequeños seres, solitarios y misteriosos, no mayores que un puño, se esconden en las toperas o entre la mies y se pasan las horas silbando como el miruello, o tocando el bígaro con cientos de notas diferentes. A veces se dejan ver por los mortales, aconsejándoles sobre esto o aquello, pero si no se obedecen sus indicaciones, se vuelven malos y vengativos, como cierto enanuco de Iguña, reyezuelo del contorno, que envenenaba las fuentes al atardecer.

Los Nuberos
Genios chiquitujos y malignos que cabalgan sobre la tempestad y a quienes las campanas de las aldeas tratan de conjurar con el triste toque del tentenú. Por Liébana aseguran que un nubarrón dejo en el suelo a cierta señorina de dos palmos - desnuda, arrugada y negra como una pasa, el pelo arrastrando - que no hacía más que gimotear hacia lo alto: "¡Eli, Eliii..., ven y llévameee...! ¡Elí, Eliii..., ven y llévame...!" Hasta que regresó la nube y se la llevó.

Los Ventolines
Geniecillos con grandes alas verdes, y ojos del color de las olas al desenredarse, que viven sobre la mar, en las nubes rojizas de poniente. Ayudan a los pescadores viejos a recoger las redes, abrigándoles con sus alas cuando hace frío, mientras sopla suave brisa en la vela de la barca. Encima del Buciero, en Santoña, unos puntitos fosforescentes ascienden hacia los arreboles de la tarde. Cuentan que son los Ventolines que tornan a su hogar.