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OPINIONES
Una
fiesta convertida en artimaña de Satanás
Una tradición
europea, no norteamericana
Una
fiesta convertida en artimaña de Satanás
Dawlin A. Ureña
(Dawlin A. Ureña es Pastor, y miembro de la
Asociación Científica
CRS - Creation Research Society)
Una de las artimañas de Satanás es disfrazar
las cosas más nocivas de cosas que aparentemente
son inofensivas. Hay cosas que cuando los seres humanos
las hacemos, nos afectan, no solamente física,
sino también espiritualmente. Muchos han transado
con cositas pequeñas en pos de obtener lo que
se ha bautizado con el nombre de "tradición",
"entretenimiento" o "fiestas",
etc. Pero
¿qué hay detrás
de ciertas celebraciones que el hombre contemporáneo
encuentra en su calendario? ¿Qué hay
detrás de una celebración llamada Halloween?
En Cantar de los Cantares, el rey Salomón dijo:
"Las zorras pequeñas (son las) que echan
a perder la viña" Cantares 2:15. Cuando
nosotros comprometemos nuestras creencias, la doctrina
firme y santa del Evangelio en pos de celebrar una
fiesta cuya procedencia es altamente cuestionable,
una fiesta durante cuyo transcurso ocurren abducciones
de infantes, asesinatos, ritos satánicos
¿No estamos acaso permitiendo que sean las
"pequeñas zorras" las que echen a
perder la viña? Aparentemente para muchos cristianos,
el hecho de que un país cuya cultura es predominante
en nuestro hemisferio celebre una fiesta llamada Halloween,
es suficiente como para adoptarla como suya, sin antes
cuestionar sus orígenes. Es por eso que he
decidido llevar este mensaje de esclarecimiento a
mis lectores para que yo, al saber la "falta
de conocimiento" que tiene el Pueblo Santo de
Dios con respecto a los orígenes de Halloween,
no continúen perdiéndose porque nadie
les dijo la verdad. En realidad la celebración
llamada Halloween es el día más satánico
en el calendario pagano. Ningún cristiano debe
participar en la celebración de las actividades
llevadas a cabo ese día. En mi iglesia se han
organizado varias otras celebraciones alternativas,
a las que han bautizado "carnaval divino"
para los niños. Si no lo hacemos, ¡los
niños no entenderán! Al ser tan pequeños
y llenos de vida, ellos ven que en la escuela todo
está siendo organizado para la gran celebración
de Halloween, y sin embargo, sus padres (los miembros
de la iglesia a donde asisto) no están entusiasmados
por lo que ellos ven que será una gran celebración.
La realidad es que en nuestra iglesia estamos intentando
darle a nuestros niños alguna celebración
alternativa para que no tengan la motivación
de irse a celebrar una fiesta que en sus entrañas
está dedicada a la alabanza de fuerzas malignas.
Durante la celebración de Halloween, los niños
se visten de brujas, duendes, fantasmas, pequeños
demonios, y adivinos. Todos estos son representantes
del reino de las tinieblas. Los juegos jugados durante
Halloween promueven miendo en los niños y se
basan en casas tenebrosas llenas de telas de araña,
sangre, esqueletos, gatos negros, murciélagos,
y cuartos oscuros. Pero la celebración no es
completada hasta que no aparece la gitana con su bola
de cristal para decir la suerte de los participantes.
Satanás ha ganado la aprobación para
la celebración de esta fiesta haciéndola
una "tradición". Una vez algo se
convierte en una tradición, las generaciones
futuras no cuestionan los orígenes, sino que
siguen la celebración simplemente porque es
"parte de la tradición". En Marcos
7:13 la Palabra de Dios nos dice: "Así,
por la tradición que se transmiten entre ustedes,
anulan la palabra de Dios. Y hacen muchas cosas parecidas".
Sin embargo, esta celebración no es buena en
lo absoluto. No está basada en ninguna victoria
bélica, ninguna fecha conmemorativa importante,
etc. ¡No! De hecho, durante el día de
la celebración de Halloween se cometen más
crímenes y actos tenebrosos que ningún
otro día del calendario estadounidense. Los
dueños de gatos negros los encierran por temor
a su desaparición. El año pasado, sólo
en una ciudad de Texas se reportó la desaparición
de más de 240 gatos negros en los días
cercanos a al celebración de Halloween. A los
niños se les enseña a ir de puerta en
puerta diciendo "trick or treat " lo cual
significa "o me regalas algo (generalmente dulces)
o te juego una broma". Pero, ¿Es de cristianos
amenazar a alguien con darte dulces bajo la amenaza
de jugarle una broma? ¡Por supuesto que no!
Es gracias a ese tipo de actitud en los niños
que se encuentran en las calles en las horas tempranas
de la noche de Halloween que la policía es
puesta en alerta para atender a la descomunal cantidad
de hechos vandálicos que se registran entre
las 6 de la tarde y las 6 de la mañana de la
noche de la celebración de Halloween. Los satanistas
celebran la noche de Halloween como el día
más "santo" en su calendario, donde
se insta a las sectas satánicas a ofrecer sacrificios
humanos y animales al demonio (¡lo que se desea
es sangre!). Hasta hace pocos años los cristianos
de Estados Unidos no habían cuestionado la
celebración de Halloween, pero la gran cantidad
de niños infantes y gatos negros desaparecidos
que se reportan alrededor de ese día es escandalosa.
Eso ha puesto a la defensiva a la Iglesia de Jesucristo.
Las primeras celebraciones de Halloween nunca fueron
llevadas a cabo por la iglesia, sino por los sacerdotes
de una orden llamada Druida. La celebración
de Halloween se hacía en honor a Samhain, el
"señor de la muerte", y sus demonios,
cuyo festival caía el 1 de noviembre. De hecho,
la definición etimológica de la palabra
Halloween es "noche totalmente santa". De
acuerdo con el diccionario Webster, la palabra Halloween
viene de las palabras inglesas "All Hallo Even".
Esta "noche totalmente santa" del 31 de
octubre -amanecer 1 de noviembre - era también,
de acuerdo con el Calendario Romano, un día
santo para recordar las almas de los muertos. De ahí
la confusión por la mezcla de ambas celebraciones.
Por su parte los Católicos recordaban a los
santos muertos, como lo hacen la Iglesia Episcopal
y la Iglesia Ortodoxa Griega, pero los sacerdotes
de Druida, una orden pagana, tomó la misma
noche para celebrar - no el recuerdo de los muertos
- sino para brindar loo al "señor de la
muerte"
Samhain. Este festival tiene la
intención de honrar a los mártires,
conocidos y desconocidos que hayan muertos por la
Iglesia (en realidad fue la iglesia de Roma la que
mató a la gran mayoría). Durante los
tiempos de Constantino, estos dos días festivos
- el eclesiástico y el pagano - se mezclaron
en un intento volicional, consciente y calculado para
"tratar de cristianizar" el día pagano.
¡Pero qué error! La Iglesia no logró
cristianizar a los paganos. Sucedió lo contrario,
como siempre que se intenta transar con el mal
.
los paganos influyeron más el día eclesiástico
que viceversa. La celebración introduce a los
niños a involucrase en ritos que en el mejor
de los casos no son cristianos y que en definitiva
no le dan la gloria a Dios. Cuando a los niños
se les enseña que está bien jugar con
la oscuridad, con esqueletos, máscaras tenebrosas,
gatos negros, sangre, brujería, adivinación,
etc., también se le introduce al virtual envolvimiento
con ritos cultistas en el futuro. Cuando las cosas
de Satanás parecen normales para los niños,
¿Qué esperanza tenemos de que en el
futuro estos niños puedan discernir apropiadamente
entre el bien y el mal, espacialmente cuando comience
la Gran Tribulación y la Nueva Era comience
su entrenamiento masivo con el liderazgo del Falso
Profeta? Es ese pequeño zorro que puede echar
a perder la vida espiritual de nuestros hijos al ser
introducidos a prácticas cultistas. Como cristianos
debemos concientizar a otros que quizás ignoran
a lo que se están exponiendo al celebrar la
tradición de Halloween. "Porque pueden
estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir,
idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia
en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie los engañe
con argumentaciones vanas, porque por esto viene el
castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia.
Así que no se hagan cómplices de ellos.
Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son
luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el
fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia
y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor.
No tengan nada que ver con las obras infructuosas
de la oscuridad, sino más bien denúncienlas,
porque da vergüenza aun mencionar lo que los
desobedientes hacen en secreto." Efesios 5:6-12
Una
tradición europea, no norteamericana
Gerardo Beorlegui
Montreal, Canadá. En ese afán de echarle
la culpa de todo a los gringos, uno va circulando
por la vida, como buen latinoamericano adoctrinado,
con la clara consigna de que el Halloween es otra
más de sus invenciones mercantiles y, sácatelas,
resulta que nanais, su paternidad se achaca a las
Europas y su condición de festejo redituable
para trocar tradiciones por dólares es igual
de efectiva en Canadá, Estados Unidos, México
y quién sabe cuántos lugares. De lo
segundo yo ya era un ferviente convencido como fiel
seguidor de nuestra cada vez más maquillada
celebración del Día de Muertos y de
lo primero, me vine a enterar en uno de tantos centros
comunitarios que existen en Montreal con la titánica
tarea de integrar a los inmigrantes y refugiados
en la cultura local, mientras se les enseña
el idioma oficial de la provincia de Quebéc.
Bueno, pues ahí en la escuelita, al lado
de las compañeras colombianas, ecuatorianas,
guatemaltecas, iraníes, mexicanas, peruanas,
salvadoreñas, sirias y ucranianas, la maestra
Suzanne se aventó, en un claro francés
que nada tiene que ver con el que te destempla los
oídos en la calle, toda la historia de la
calabaza y el Halloween. Y más o menos con
estas palabras comenzó: "Sin duda se
dieron cuenta que desde hace algunos días
la ciudad se vistió de naranja. El otoño
ya está aquí y las hojas empezaron
a cambiar de color. Pero también hay muchos
adornos nuevos en las calles: gatos, máscaras,
calabazas, escobas y brujas decoran los árboles,
las casas y las tiendas. Nos estamos preparando
para festejar el Halloween". Sin duda, pensé
para mis adentros con una risita burlona: estamos
pero no tanto como para dejar de percatarnos que
a estos güeritos ya les cayó el chahuistle
de los otros güeritos, y que nada más
esperamos la llegada del día "D"
para ver a los ultraquebecuás salir a pedir
su "treat or trick (convite o maña,
dulce o travesura o como se quiera)" al mejor
estilo gabacho. Aunque eso sí, con acento
de la madre patria. Y nada, antes de seguirle dando
brío a mis elucubraciones, que me refrescan
mi ignorancia con la novedad de que el Halloween
es una tradición que se remonta 400 años.
Sucede, de acuerdo al reporte de la profesora, que
los habitantes de un pueblo irlandés sumamente
supersticioso creían que la noche del 31
de octubre se alborotaban las almas de los muertos
y, que ya entradas en gastos, les daba por aparecerse
de nuevo en la tierra. Como muchas de ellas podían
ser visitas indeseables, o séase, malos espíritus,
esa noche se colocaban, enfrente de cada casa, unas
linternas hechas con nabos. Para confeccionarlas
se vaciaba el núcleo de la legumbre y se
ponía una vela en su interior. Luego la superficie
exterior del nabo se recortaba intentando representar
un gesto mal encarado, con el propósito de
que al proyectarse la luz se viera rete macabra
y, entonces, se abstuvieran las almas errantes de
mala vibra de siquiera poner un pie cerca de casa.
Los niños por su parte, esa misma noche del
31 de octubre, iban a tocar de puerta en puerta
a las casas de los vecinos solicitando una ofrenda
para los muertos y, en su trajín, tenían
chance de hacer bromas a quienes se negaran a darles
algo de buena gana. De cómo, cuándo
y por dónde se fue propagando esta costumbre
en las Europas ya ni me dijeron, ni me he puesto
a indagar y, es más, ni siquiera podría
asegurar que todavía subsista la tradición
en el Viejo Continente. A cambio de eso sí
me comentaron que a las Américas del norte
llegó el festejo, a mediados del siglo XIX,
junto con miles de emigrantes irlandeses, quienes
mandaron al nabo los nabos una vez que vieron las
calabazotas naranjas que se dan por acá y,
sin disimular ni un ápice su cara de satisfacción,
dijeron: "Ahora sí les vamos a dar una
buena lampareada a esas ánimas", según
registraron los historiadores de la época.
Tampoco estoy enterado de cada una de las transformaciones
que ha sufrido esta celebración hasta alcanzar
las nefastas degradaciones del presente, como sucede
con las ofertas especiales de temporada en lentes
de contacto Wildeyes (ojos salvajes) y sus diferentes
presentaciones: velo blanco, incendiarios, resplandecientes,
extraterrestres, hipnóticos, puntiagudos,
ojo de gato y, la novedad, mirada glacial, por sólo
800 pesos más impuestos. O como el insulto
que le acaban de propinar a nuestro grandioso Santo,
el enmascarado de plata, incluyendo su ya clásico
enfrentamiento con la Mujer Vampiro, en una velada
cinematográfica de horror llamada Fantasía
Halloween 2000, junto con otras producciones menores
del género. Lo que sí me consta es
que los habitantes de esta isla le meten corazón
y calabazas a la decoración de sus hogares
para revivir año con año una de sus
costumbres importadas. Por supuesto, unos más
que otros se preocupan por apegarse a la tradición
original, pero tanto chicos como grandes se divierten
por igual el día de la cacería de
dulces. El Halloween pasado unos amigos me invitaron
a vivirlo en su casa. Ellos habitan en el Plateau
Mont-Royal, el barrio más cálido de
Montreal, no sólo por lo peculiar de su estilo
arquitectónico, sino también porque
ahí ronda de tocho: creadores artísticos,
bohemios, estudiantes, indigentes, periodistas,
alivianados, snobs, cuasi mafiosos, entes casi parecidos
a punks y, ese día en especial, hasta clanes
de brujas cuarentonas con toda la disposición
de llenar con golosinas los bolsillos de los infantes.
Gracias a los cuates se me hizo ver el folclore
de esas reinas de belleza del más allá
y cuadras enteras de ambos lados de la acera adornadas
con todo tipo de decoraciones acordes al festejo.
Y, entre todo ese marasmo, toparme con una casa
habitación de tres pisos que de plano acaparó
las fotos y la atención, pues del suelo al
techo colgaron por fuera de la fachada una gran
telaraña. Atrás de ésta se
encontraban perfectamente disfrazados de personajes
de cuentos de hadas los dueños de la misma,
actores profesionales de teatro, quienes sentados
en sus tronos encomendaban a los pediches a hacer
cualquier tipo de gracia para ganarse los caramelos.
Al final de la noche todo transcurrió con
saldo blanco. Cientos de niños fueron de
puerta en puerta, acompañados casi todos
por sus papás o una persona mayor, solicitando
de manera más que civilizada una ofrenda
para calmar su desenfrenadaadicción a la
glucosa y, de paso también, recabando unas
cuantas monedas para apoyar las causas de Unicef.
Para este año, entre que son peras o son
manzanas, apelo a los poderes persuasivos de la
bruja que se estrelló en el maple de atrás
de mi casa para que me resguarde de las ánimas,
como lo hizo de manera perfecta durante la noche
del Halloween anterior el fulano colgado en ese
mismito árbol.
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