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RUTAS LITERARIAS
Camino de la lengua castellana
Ruta de Goethe
Rutas literarias por Salamanca
Recorrido de Shakespeare
Proust, sin perder el tiempo
Camino del Cid
Un día en la vida de... Joyce
Cervantes y La Mancha



Camino de la lengua castellana
Una ruta para descubrir la cuna, la luz, los silencios y los trazos más agitados de una lengua, el castellano, que cada día acaricia más oídos en la tierra. Allá por el siglo XI cierto estudiante o predicador anotó, en los márgenes de un texto latino, el primer testimonio escrito en romance castellano que ha llegado hasta nosotros. Son las famosas "Glosas Emilianenses" del Monasterio riojano de San Millán de la Cogolla, cuna de un idioma con el que se comunican en la actualidad más de cuatrocientos millones de personas. Estos primeros balbuceos del castellano continúan en las "Glosas Silenses", registradas en el cenobio burgalés de Santo Domingo de Silos. Las universidades de Salamanca y Valladolid imprimieron al castellano dimensiones imperiales y universales. La capacidad de pensar e imaginar quedaba patente en grandes novelas como El Lazarillo de Tormes y La Celestina. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz plasmaron su hálito creador en los conventos y retiros abulenses. Finalmente, el castellano alcanza su cima en Alcalá de Henares, patria chica del genial autor de El Quijote.Volver a los orígenes y recorrer los hitos de este Camino de la Lengua visitando los monumentos y reliquias, sus arrugas y adornos, para que nos vayan desgranando las glorias del pasado.

San Millán de la Cogolla. Cuna del castellano
Monasterios de San Millán de Suso y de Yuso. La Rioja. Inscritos en 1997 como Patrimonio de la Humanidad. La comunidad monástica fundada por San Millán a mediados del siglo VI se convirtió en un lugar de peregrinaje y, en honor de este santo, se construyó en Suso una bella iglesia románica que aún sigue en pie. Aquí se escribieron los primeros textos en lengua castellana, de la cual proviene uno de los idiomas más hablados del mundo. A principios del siglo XVI la comunidad se albergó en un bello monasterio nuevo, Yuso, debajo del complejo más antiguo que continúa utilizándose en la actualidad.

Santo Domingo de Silos. Un canto a la lengua
Este centro de peregrinación, que fundó Fernán González en el año 954, fue renovado por Domingo de Cañas, enviado del monarca Fernando I para ejercer las funciones de abad. Santo Domingo, que restauró los edificios, consagró en 1073 el primitivo templo románico. A partir del siglo XIII el lugar fue denominado con el nombre del santo. La primitiva iglesia románica fue sustituida en el siglo XVIII por el templo actual.

Valladolid. Cultura en Castellano
Valladolid habla, piensa y siente en castellano. Y su universidad y sus gentes han transmitido a través de los siglos, y de un modo incesante, sus reflexiones, sus conocimientos y sus sentimientos. Siempre en castellano. En 1494 Pedro González de Mendoza funda el Colegio de Santa Cruz, que habría de servir 'para bien universal de los hombres pero, sobre todo, de aquellos que, aunque dotados de ingenio y ansiosos de saber, no pueden consagrarse al cultivo de las letras, por su pobre condición'. Por sus calles paseó Cervantes, allí nació José Zorrilla, estudió Quevedo y habitó Santa Teresa de Jesús; nació Rosa Chacel y aquí vive y escribe Miguel Delibes.

Salamanca. Camino del saber
En 1492 Antonio de Nebrija, que había sido catedrático de su universidad, establece en su "Gramática de la Lengua Castellana" las primeras normas de uso. La madurez y expansión del castellano continuó, hasta consolidarse como una lengua importante. A ello contribuyó la labor de la Universidad de Salamanca, donde han estudiado y escrito autores considerados entre los mejores de nuestra literatura. De Fray Luis de León a San Juan de la Cruz. De Luis de Góngora a Miguel de Unamuno.

Ávila, ciudad de santos y piedras
Ávila es la ciudad medieval amurallada mejor conservada del mundo. Sus murallas, impresionantes por su monumentalidad, tienen forma rectangular, con un perímetro aproximado de dos kilómetros y medio, unos doce metros de altura y tres de ancho. Los muros están reforzados por macizos torreones cada veinticinco metros. Ciudad vieja de Ávila e iglesias extra-muros. Inscrito en 1985 como Patrimonio de la Humanidad. Fundada en el siglo XI para proteger los territorios reconquistados a los árabes, esta "ciudad de santos y de cantos", lugar de nacimiento de Santa Teresa, mantiene su austeridad medieval. Su pureza de formas aún puede apreciarse en su catedral gótica y en sus fortificaciones que, con 82 torres semicirculares y 9 puertas, son las más completas de España.

Alcalá de Henares. Universidad y Cervantes
Alcalá de Henares, fundada por los romanos con el nombre de Complutum, de donde proviene el gentilicio de "complutense", vio pasar distintas civilizaciones. Allí nacieron el Arcipreste de Hita y Miguel de Cervantes. Universidad y recinto histórico. Inscrito en 1998 como Patrimonio de la Humanidad. Fundada por el Cardenal Ximénez de Cisneros a principios del siglo XVI, Alcalá de Henares fue una de las primeras ciudades universitarias planeadas del mundo. También fue el modelo original de la Civitas Dei (ciudad de Dios), comunidad urbana ideal que los misioneros españoles trasladaron a América y, asimismo, fue modelo de universidades europeas y de otros países.





Ruta de Goethe
El padre de las letras alemanas nació en Francfort, ciudad cuya Feria del Libro la pone también cada año en el centro del mundo literario. O al menos el de los negocios editoriales. Cerca del Römerberg, la parte central del barrio antiguo de la ciudad, se conserva la casa donde Goethe nació el 28 de agosto de 1749. La dirección precisa es el 23 de Grosser Hirschgraben, aunque vale recordar que se trata de una reconstrucción (la original fue destruida por un bombardeo en 1944). Allí comenzó a escribir sus primeras obras, las del período que hoy la historia literaria califica como Sturm und Drang, un violento romanticismo que pone por encima de todo la libertad del artista y su tormentosa fuerza creadora. El libro más emblemático, Las desventuras del joven Werther, es la historia de un desengaño amoroso que provocó en su tiempo una escandalosa ola de suicidios. El escritorio donde vieron la luz algunas páginas de esa novela epistolar se conservan en la Goethe Haus, así como las habitaciones, la sala de música, el teatro de marionetas y la biblioteca. Junto a la casa fue instalado el Museo Goethe. Y no habría que dejar Francfort sin antes subir a la Goetheturm, la torre de Goethe, que permite divisar la moderna silueta de una ciudad al ritmo de las finanzas de media Europa. Viajero inquieto, Goethe vinculó su obra literaria y su vida personal con otras ciudades: en Lepzig, capital de los artistas en su tiempo, se enamoró de la baronesa Charlotte Von Stein, una historia no correspondida de la que quedan cartas como testimonio. Fulda y Eisenach, dos localidades cercanas, también fueron visitadas por Goethe, que se encontró con Napoleón en Erfurt, en 1808. La otra gran capital de esta ruta es Weimar, capital del ducado del que Goethe fue ministro, y donde logró dar -según evoca en sus cartas- "un feliz rumbo" a su existencia. Allí pasó 50 años, los últimos de su extensa vida, de los cuales estuvo 40 en la misma casa de Frauenplan, hoy abierta al público. También aquí está su escritorio -donde solía escribir parado-, su lecho de muerte y algunos manuscritos. Aquí Goethe dio forma a su obra cumbre, Fausto, a la vez que compartía su vida con una simple modista llamada Christiane Vulpius. Weimar, donde además de la Goethe Haus hay un Museo Goethe, tiene más blasones literarios: por aquí también se siente la presencia de Herder y Schiller, que cuenta con su propia Schiller Haus, y se puede visitar el Archivo Nieztsche. Goethe y Schiller están sepultados en el Cementerio Histórico de Weimar.






Rutas literarias por Salamanca
Más de quinientos años lleva la tierra salmantina dando frutos literarios, fuera por los personajes de ficción que la recorrieron o por los creadores de la palabra a los que dio aula universitaria, cátedra y residencia. Así ganó carta de naturaleza moderna, a la par que leyenda para muchos de sus rincones. De entrada, Salamanca se enorgullece de poseer, abierto como jardín público, el huerto de Melibea, esa dama cuyo cortejo desencadenó la tragicomedia que Fernando de Rojas titulaba, en 1499, "La Celestina". Una pieza dialogada, precursora de nuestras letras realistas, que dejó otras ambientaciones de su capital, en el actual promontorio llamado "Peña de Celestina". Liquidados los valores feudales, la moraleja de "La Celestina" apuntaba a la mezquindad del dinero, como árbitro de las nuevas relaciones humanas. Y, al poco, en 1554, el libro titulado "Lázaro de Tormes" inició nuestra tradición picaresca, rebautizando épicamente los parajes por los que su autor anónimo paseó las aventuras y desventuras de un mozo correfortunas. Toda una ruta iniciática en pos de la honra, que a Lázaro, natural del pueblo charro de Tejares, le llevó a tomar apellido del río donde fue encontrado de niño. A ejemplo de Moisés, líder bíblico cuya cuna meciera el Nilo, el buen caballero andante tenía que haber surgido de las aguas. Lo hizo Amadis de Gaula y Lázaro, hablando sobre sus orígenes en términos de parodia, no podía dar a entender menos... Por lo demás, estaba destinado a buscarse la vida golpe tras golpe, así que Salamanca aún conserva el berraco de piedra, donde el ciego al que comenzó sirviendo le golpeó la cabeza, cuando, a sugerencia suya, Lázaro se acercó a la escultura para escuchar no se sabe qué gran ruido "El mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo...". Al invidente le urgía espabilarle pronto y le enseñó de entrada a no fiarse ni de su padre, al que, por cierto, ni había conocido.

La Universidad salmantina, cuna de grandes plumas desde sus principios
Antes de que La Celestina y el Lazarillo le sacaran brillo didáctico a la geografía salmantina, en su capital ya se enseñaban y aprendían lecciones magistrales. Aparte del leguleyo Fernando de Rojas, allí, en su universidad, habían estudiado Antonio de Nebrija y Juan del Encina, padres de la gramática y el teatro español, respectivamente. Después, en 1561, con los nombres menores del dramaturgo Lucas Fernández y el poeta Cristóbal de Castillejo en esta misma nómina, Fray Luis de León ganó su cátedra de Teología y dio clases universitarias a San Juan de la Cruz, que aún no era ni santo, ni místico. Fray Luis escribió buena parte de su poesía en Salamanca, mientras Teresa de Jesús hacía lo propio, fundando conventos en sus alrededores. Y si hubiera que escoger alguno de sus poemas, con punto de referencia en la ciudad y sus personajes, ese sería sin duda su "Oda a Salinas", dedicada al catedrático y organista ciego que tenía por entonces la universidad salmantina. La Inquisición castigó con cinco años de prisión a Fray Luis, por traducir el Cantar de los Cantares bíblico al castellano... Y se cuenta que, cuando los cumplió y volvió a su cátedra, se presentó a los nuevos alumnos con estas palabras: "Como decíamos ayer...".

El Siglo de Oro
Hacia 1587 fue desterrado de Castilla Lope de Vega, lo que le llevó a residir y escribir en Alba de Tormes. Ahora bien, entre 1613 y 1615, es Cervantes quien volvería a poblar de personajes literarios las tierras charras, a cuenta de su novela ejemplar titulada "El Licenciado Vidriera" y su entremés "La Cueva de Salamanca". Sansón Carrasco se llama el universitario salmantino que anuncia a Don Quijote la fama de sus peripecias, en las páginas con que se abre la segunda parte de su libro. Pero, puestos a rastrear la Salamanca del Siglo de Oro en Cervantes, hay que seguir mejor los pasos a Tomás Rodaja, personaje enloquecido y hechizado, en cuya boca pone el escritor todo el sentido común y las verdades que su época ocultaba. Un licenciado en leyes que se creía de vidrio... Otros autores de nuestro Siglo de Oro, como Mateo Alemán, Vicente Espinel, Góngora, Ruíz de Alarcón y el propio Calderón de la Barca pasarían también por las aulas de la universidad charra, antes y después de que el dramaturgo Tirso de Molina, como Lope, ambientara algunas de sus obras por estas tierras. Las miradas dieciochescas sobre la ciudad, correrían a cargo del poeta Meléndez Valdés y Diego de Torres y Villarroel, que editó una agitada autobiografía de pícaro local, al poco de publicar por entregas "El gran Piscator Salmantino".

En los siglos XIX y XX
Y, a lomos del romanticismo, llegaron Larra y Espronceda, con la "Carta a Andrés escrita desde las Batuecas" y "El estudiante de Salamanca", en uno y otro caso.

"La famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias".

Así comienza rezando el famoso poema de Espronceda, donde el libertino caballero Don Félix de Montemar llega a contemplar su propio entierro, por la calle del Ataúd... Nada que ver, desde luego, con el canto lírico que Unamuno le dedicó en las páginas de su "Salamanca" a la provincia:

"Bosque de piedras que arrancó la Historia
a las entrañas de la tierra madre,
remanso de quietud, ¡yo te bendigo,
mi Salamanca".

Miguel de Unamuno obtuvo en 1891 la cátedra de Griego en la universidad salmantina, fue rector de ella de 1900 a 1914, luego decano de su Facultad de Letras y, al volver del destierro que le impuso Primo de Rivera, catedrático de Historia de la Lengua y nuevamente rector. Es más, incluso ejerció de concejal y diputado en Salamanca. A su pluma posada en el paisaje charro le había precedido la de Galdós con su "Batalla de los Arapiles" (Episodios Nacionales) y la del lírico Gabriel y Galán, nacido en Frades de la Sierra. Ya en el siglo XX, sobre esta provincia y su capital escribirían así mismo Fernández Santos, Torrente Ballester y Tierno Galván, que de 1953 a 1965 fue catedrático de Derecho Político en Salamanca.





Recorrido de Shakespeare
Se podría viajar por muchos lugares visitando los sitios entre reales e imaginarios donde William Shakespeare ambientó sus dramas. Pero todo recorrido debería empezar en su ciudad natal, Stratford-upon-Avon, en Warwickshire, a orillas del río Avon, que gracias al escritor se convirtió en uno de los principales centros turísticos británicos. Shakespeare nació en 1564 en una casona de techo a dos aguas donde vivieron hasta el siglo XIX algunos de sus descendientes y que hoy presenta una exhibición sobre la vida de Shakespeare y su contexto histórico, y conserva numerosos manuscritos y libros de la época. En la ciudad hay otras cuatro casas relacionadas con él: New Place, donde vivió desde 1597 hasta su muerte en 1616, fue demolida en el siglo XVIII, pero se conservan sus cimientos y un antiguo jardín; Hall´s Croft, donde residió Susanna, su hija mayor, cerca de la Holy Trinity Church -donde está sepultado el escritor- ofrece visitas guiadas en la planta baja y al jardín; el Anne Hathaway´s Cottage, residencia de la esposa Shakespeare antes de su casamiento en 1582; y la Mary Arden´s House, en las afueras, una granja estilo Tudor donde creció la madre del poeta, Mary Arden, antes de casarse y mudarse a Henley Street. En Stratford, otro ineludible centro shakespereano es la Shakespeare Centre Library, que incorporó la biblioteca del Royal Shakespeare Theatre. Ambas fueron fundadas en la última mitad del siglo XIX y unidas en 1064 en un centro único. Sus colecciones cubren todos los aspectos de la vida del poeta y sus tiempos, incluyendo ediciones originales de sus obras teatrales a partir de 1623. En Warwickshire hay también una mansión, Charlecote Park, en cuyos jardines se dice que el joven Shakespeare gustaba cazar. Pero el rastro de sus huellas literarias debe seguirse más allá aún, en la capital: Londres es la sede del Globe Theatre, para el cual escribió la mayor parte de sus obras. El edificio original es de 1599, en tanto el Globe que hoy se visita es una completa reconstrucción: el primer teatro era de madera y ardió en un incendio en 1613, y aunque fue reconstruido más tarde no escapó a la presión de los puritanos y terminó demolido. El actual Shakespeare´s Globe Theatre reproduce fielmente aquel teatro al aire libre donde trabajó el escritor, y entre mayo y septiembre presenta producciones de sus obras, sus contemporáneos y autores modernos. Como cuatro siglos atrás, es posible sentarse en las gradas de madera o quedarse de pie, y por supuesto se espera del público que aplauda o abuchee sin reparos, como Shakespeare fuera un contemporáneo más y no el mito literario en que lo convirtió el tiempo. En Londres, también se puede visitar la catederal de Southward, donde hay un monumento al poeta. Y, para un poco más de realismo, ¿por qué no pasar por el Museo de Cera de Mme. Tussaud´s? Entre los más célebres personajes, no podía faltar el bardo de Stratford-upon-Avon.





Proust, sin perder el tiempo
Para sus lectores más fervientes, Marcel Proust es simplemente Marcel, y cada una de sus reliquias es venerada con auténtica devoción. Bien lo saben los vecinos de Illiers-Combray, pueblo que cambió de nombre gracias a él (el originario, Illiers, tomó su doble denominación en 1971 para homenajear la transposición literaria que Proust hizo de él en el Combray de En busca del tiempo perdido). Cuando los ven llegar, bajar del tren o manejar despacio para divisar desde la ruta, como Marcel, el campanario de la iglesia, ya saben que son proustianos que entrarán en la panadería local para probar las magdalenas auténticas antes de visitar los dos iconos de la ciudad: la casa de la tía Léonie (donde Marcel pasó las vacaciones de su infancia) y el jardín del Pré Catelan (en la novela, el parque de Tansonville, donde el narrador ve por primera vez a la pequeña Gilberta Swann). Saliendo de la casa, hay que caminar unas manzanas por una avenida arbolada para llegar al Pré Catelan, un jardín cerrado con estanques donde todavía parecen entreverse las siluetas de Marcel y Gilberta cuando eran niños. La peregrinación Proust sigue en Normandía, donde la Balbec literaria puede descubrirse en la Cabourg real, con retazos de otros balnearios vecinos. Antigua estación balnearia de renombre, conserva el imponente Grand Hotel donde el pequeño Marcel golpeaba con los nudillos la pared para comunicarse con la habitación de su abuela. También París tiene numerosas huellas de Proust: en el 102 Boulevard Haussmann, primer piso, se encuentra la habitación tapizada de corcho donde escribía toda la noche (hoy es el banco Varin-Bernier), y en la calle Hamelin 44 está el edificio donde murió (hoy es un hotel, y la habitación fue reconstruida en el Museo Carnavalet, en el distrito parisiense del Marais). Finalmente, en el cementerio del Père-Lachaise los admiradores dejan siempre flores frescas sobre la tumba del escritor, sepultado junto a sus padres.





Camino del Cid
Tramos
Vivar del Cid (BU) - Santo Domingo de Silos (BU)
El visitante que se adentre en el Camino cidiano tiene su primera parada obligada en Vivar del Cid a 10 km al norte de Burgos. Vivar es el inicio de este Camino y también inicio del Cantar de Mío Cid. Según el poema, el Cid salió de Vivar con la orden real de abandonar Castilla en nueve días. Se ha colocado un conjunto escultórico en Vivar, donde se señala la Legua 0, el inicio del Camino. En el Convento del Espino se guardó durante siglos el manuscrito del Cantar de Mío Cid, hoy en la Biblioteca Nacional. Conmemorando la muerte del Cid en Valencia, el 10 de julio de 1099, Vivar del Cid celebra anualmente una semana cidiana. Tras pasar por Quintanilla de Vivar, el siguiente hito es Burgos, donde algunos caballeros burgaleses y vasallos se unieron a Rodrigo en su aventura. Todo en la ciudad de Burgos recuerda al Cid. Tras atravesar el Arco de San Martín, y a los pies del Castillo, se alza El Solar del Cid, con un sencillo monumento a su memoria. La tradición enmarca en la iglesia de Santa Águeda la legendaria Jura de Santa Gadea, en la que el Cid obligó a jurar al rey Alfonso VI que no había participado en el asesinato de su hermano, el rey Sancho. Por la puerta de Santa María abandonó el Cid la ciudad, cruzando el Arlanzón y acampando extramuros, en la glera, ya que el rey Alfonso había prohibido a los burgaleses que ayudaran al Cid o le dieran posada bajo pena de perder sus bienes "y los ojos de la cara". Antes, el Cid se arrodilló en la desaparecida iglesia de Santa María, donde hoy se alza la Catedral gótica, Patrimonio de la Humanidad. En la Catedral se hallan actualmente los restos de Rodrigo y doña Jimena. En el Arco de Santa María pueden verse, entre otros, una reproducción de la espada Tizona, así como una reproducción facsímil del Cantar y el hueso radio del brazo izquierdo del caballero castellano. Recordando al Cid, sobre el puente de San Pablo, hay 8 estatuas de Lucarini que representan a los amigos del caballero; presidiendo el conjunto, se alza la estatua ecuestre del Cid, de Juan Cristóbal. También destacan los impresionantes murales de Vela Zanetti en la cúpula del Palacio de la Diputación Provincial. Aguas arriba se halla el Monasterio de San Pedro de Cardeña, donde según el Cantar quedaron Jimena y sus hijas María y Cristina (Doña Elvira y doña Sol en el poema). El monasterio, íntimamente ligado a la mitología cidiana, fue fundado por el Císter en 899, constituyendo un importante centro cultural y espiritual de la época. Del monasterio románico, saqueado en el 953 por Abderramán III, aún queda la vieja torre del siglo X y su interesante claustro románico. En San Pedro reposaron los restos del Cid y su esposa hasta que fueron trasladados a la Catedral en el siglo XX; sin embargo, su mausoleo policromado, del siglo XII, aún puede visitarse. El Camino por Burgos sigue hacia Covarrubias por Cubillo del Campo y Mecerreyes. En este itinerario literario del Cantar, las huestes cidianas atravesaron probablemente Covarrubias, villa medieval de gran interés en la que destacan la antigua Colegiata y el Torreón de Fernán González, del siglo X. Siguiendo los bellos parajes del valle del Arlanza, el Camino prosigue por Retuerta, una pequeña localidad de alto valor etnográfico, hasta Santo Domingo de Silos, monasterio donde el abad Domingo había comenzado años atrás las obras del claustro románico. La historia de Silos es la historia de Castilla: aunque Almanzor, a finales del siglo X, provocó grandes destrozos, tuvo un enorme esplendor entre los siglos XI-XIII, gracias a su impulsor Santo Domingo quien, alrededor del año 1000, reedificó el monasterio, convirtiéndose en un gran centro espiritual, cultural y artístico.

Santo Domingo de Silos (BU) - San Esteban de Gormaz (SO)
Desde Santo Domingo de Silos los trazados por carretera y por sendero se bifurcan para volver a encontrarse en la localidad soriana de Alcubilla de Avellaneda. Antes, el camino senderista cruza por Peñacoba, villa que perteneció al Cid y fue donada por mitad en 1076 a Silos, para llegar a Spinaz de Can, lugar en donde, según el Cantar, el Cid acampó antes de abandonar la actual provincia de Burgos. Aunque la localización exacta de Spinaz de Can es desconocida, algunos estudiosos lo enclavan en el despoblado de Pinarejos, muy cerca de Doña Santos. Desde Pinarejos el Camino prosigue hacia Huerta de Rey. Desde allí el Camino entra en Soria no sin antes atravesar las localidades burgalesas de Quintanarraya e Hinojar del Rey. El trazado por carretera que une las localidades de Santo Domingo de Silos y Alcubilla de Avellaneda transita por lugares de gran interés. A pocos kilómetros de Silos se halla el Espacio Natural de La Yecla. La Yecla es una profunda y estrecha garganta excavada en caliza por la que el visitante puede adentrarse a través de una serie de puentes y pasarelas colgantes. Tras pasar Espinosa de Cervera se llega a la importante localidad de Caleruega, patria chica de Santo Domingo de Guzmán (siglos XII-XIII), fundador de la Orden de los Predicadores (Dominicos). Entre Peñalba de Castro e Hinojar del Rey, cerca de Coruña del Conde se halla la ciudad romana de Clunia, una de las ciudades más importantes de la Hispania romana. La ruta en su variante por carretera abandona Burgos por un camino rural no asfaltado que enlaza Coruña del Conde con Brazacorta, entrando en Soria por Alcoba de la Torre. La precisión con la que el Cantar de Mío Cid describe las tierras sorianas ha llevado a pensar a algunos estudiosos que el Cantar fue escrito por juglares de San Esteban de Gormaz o de Medinaceli. En esta obra, Soria aparece claramente con identidad propia en dos ocasiones: en la Ruta del Destierro y la Afrenta de Corpes. En este camino cidiano ambos eventos se han unido para facilitar el tránsito de la ruta. El camino se adentra en Soria por Alcoba de la Torre y Alcubilla de Avellaneda hasta llegar a uno de los grandes hitos cidianos, San Esteban de Gormaz, que fuera señorío del Cid y que cuenta con un importante patrimonio románico, en el que sobresale la iglesia de San Salvador -que aún se estaba construyendo cuando el Cid fue desterrado- y la iglesia del Rivero. San Esteban de Gormaz, "aquella buena ciudad", fue repoblada en 912 por Gonzalo Fernández, aunque, siendo territorio de frontera con los reinos musulmanes, cambió de manos en varias ocasiones durante el siglo X. San Esteban es citada reiteradamente en el Cantar, que alaba a sus moradores como hombres mesurados y prudentes. Dentro del Camino del Cid resulta imprescindible la visita a Castillejo de Robledo, lugar donde la mayoría de los estudiosos emplaza la afrenta sufrida por las hijas del Cid a manos de sus esposos, los infantes de Carrión. Rescatadas por su primo, Félez Muñoz, las hijas del Cid reposarán en San Esteban hasta reponerse de sus heridas. El visitante puede rememorar este pasaje cidiano partiendo de San Esteban de Gormaz por Langa de Duero. A su paso, la atalaya de Langa de Duero recuerda el pasado fronterizo de esta zona en el siglo XI y anuncia la vista de otras muchas que jalonan la comarca. Esta torre es el último vestigio del castillo que defendía el puente medieval que cruza el río Duero. Cruzar este puente de doce ojos es rememorar una parte de nuestra historia, en la que el río era no sólo fuente de vida sino también frontera y lugar de enfrentamientos entre musulmanes y cristianos. Se llega así a Castillejo de Robledo, lugar de referencia dentro de la mitología cidiana. El topónimo proviene de su castillo, en tiempos propiedad de la Orden del Temple. La iglesia de la Asunción, de origen románico, fue declarada Monumento Nacional en 1985, y posee unas interesantes pinturas que hacen de esta iglesia visita imprescindible. Castillejo es lugar de leyendas, una de ellas, la más importante, es la que enclava, en un paraje extraordinario, junto a la ermita de la Virgen del Monte, la Afrenta de los Infantes de Carrión. Desde Castillejo se retorna a San Esteban por Valdanzo, Miño de San Esteban y Aldea de San Esteban.

San Esteban de Gormaz (SO) - Atienza (GU)
Tras atravesar Alcubilla del Marqués, y según el Cantar, el Cid y sus hombres entran en la "tierra de nadie", zona de frontera entre cristianos y musulmanes bajo la influencia del rey de Castilla Alfonso VI. El Camino deja a su izquierda el importante yacimiento arqueológico romano de Uxama -asentamiento que en tiempos de la antigua Roma comunicaba con Ocilis (Medinaceli), Segontia (Sigüenza) y Clunia, todas ellas pertenecientes al Camino del Cid- y sigue por Osma hasta Burgo de Osma. Burgo de Osma es ciudad monumental de reconocida gastronomía con sede episcopal desde el siglo XII; de su importancia da cuenta el hecho de que en el siglo XVI contara con Universidad (Universidad de Santa Catalina). Su impresionante catedral gótica guarda entre sus muchos tesoros el famoso beato, escrito por el clérigo Pedro y miniado por Martino en 1086, considerado como uno de los códices más preciados del siglo XI. La escultura románica del Santo Cristo del Milagro, el sepulcro gótico de piedra policromada de San Pedro de Osma o el retablo mayor renacentista obra de Juan de Junio y Juan Picardo, son otras de las sorpresas que esperan a quien acuda a la catedral del Burgo. Según el Cantar, los hombres del Cid cruzaron el Duero por Navapalos, hoy centro de técnicas arquitectónicas tradicionales que posee una atalaya islámica. Cuenta el Cantar que, estando el Cid durmiendo en un paraje cercano a Navapalos, se le apareció el arcángel Gabriel, quien le auguró buena suerte en sus empresas. Se llega así a Gormaz, fortaleza califal, la más grande fortaleza europea de su época, de la que sería alcalde el Cid -posiblemente lo fue también de Gormaz, Langa y Berlanga-. El magnífico paisaje que se vislumbra desde la atalaya es clarificador de su importancia estratégica. Durante los siglos X y XI fue una de las posiciones estratégicas más codiciadas por musulmanes y cristianos. Construida por los árabes en el año 965, fue conquistada en 1060 por Fernando I, padre de Alfonso VI. En el año 1081 fue atacada por un contingente musulmán, lo que provocaría una dura represalia del Cid por territorios musulmanes aliados de Castilla. Este hecho desencadenaría el primer destierro de Rodrigo. El Camino prosigue hacia Berlanga de Duero, de la que, según la Crónica General de 1344, fue alcalde don Rodrigo. Este señorío le habría sido concedido en 1089 por Alfonso VI. Berlanga, de acuerdo con el Cantar, serviría de posada a las hijas del Cid en su regreso a Valencia. La villa, que junto a las citadas anteriormente formaban en el siglo XI la línea defensiva del Duero, es visita ineludible en este tramo del Camino, y entre sus atractivos destacan su castillo de planta renacentista -asentado sobre otro anterior del siglo XII-, la ex-colegiata -siglo XVI- y su gastronomía. Muy cerca de Berlanga se encuentran la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga, de imprescindible visita por su arquitectura y murales -parte de los cuales se encuentran en el Museo Metropolitan de Nueva York-, así como el pueblo medieval amurallado de Rello, por lo que Berlanga se constituye en lugar de partida y descanso hacia otros puntos de interés en la zona. La última localidad soriana en esta parte del Camino es el Retortillo de Soria, paso obligado para cruzar la Sierra de Pela, por la que el Cid descendería con sus hombres, justo cuando se cumplía el plazo de nueve días otorgado por el rey Alfonso VI para abandonar sus tierras. Al Cid le acompañan, además de un número indeterminado de hombres a pie, trescientos caballeros. Se entra así en la actual provincia de Guadalajara por Miedes de Atienza. Estas tierras pertenecían en 1081 al reino musulmán de Toledo, bajo la protección del rey castellano-leonés Alfonso VI quien, en 1086, las incorporaría a su reino tras la conquista de Toledo. De la importancia histórica de Miedes de Atienza, dan buena cuenta sus casas señoriales -como las de Beladíez, Recacha, o la de la Inquisición-, y su monumental iglesia del siglo XVIII, de primitiva planta románica. Para no ser descubiertos, las huestes del Cid cabalgan de noche y descansan por el día, evitando fortalezas como la de Atienza, cuyo pasado medieval puede evocarse no sólo en sus calles sino también en la fiesta de "La Caballada", que tiene su origen en la liberación por los habitantes de la villa, en 1162, del rey niño Alfonso VII. Bajo la silueta de su castillo, siempre dominante, el tiempo parece haberse detenido en las empinadas calles, en sus iglesias de origen románico, o en las plazas soportaladas, típicamente castellanas.

Atienza (GU) - Medinaceli (SO)
Desde Atienza, el Camino prosigue por villas y aldeas de la llamada Arquitectura Negra, como Robledo de Corpes, en cuyo Robledal de la Lanzada hay quien localiza la afrenta de Corpes. Se llega así hasta el "Castejón" del Cantar, "el que es sobre el Henares". Algunos historiadores lo identifican con Castejón de Henares, y otros con Jadraque. En ambas poblaciones pueden hallarse reminiscencias cidianas de origen popular, como el castillo de Jadraque, del siglo XV, llamado "del Cid"; o "la casa del Cid", en Castejón. El Cid, necesitado de víveres y plata para pagar a sus hombres, comienza sus campañas en territorio musulmán tomando Castejón. Simultáneamente, Álvar Fáñez marcha con doscientas lanzas a saquear la cuenca del Henares, en una cabalgada conocida como "la algarada de Álvar Fáñez". Esta algarada conforma en nuestra ruta el Ramal de Guadalajara. Desde Castejón, y tras obtener un gran botín, el Cid remonta el Henares. Nuestra siguiente visita obligada es Sigüenza conjunto histórico artístico, que aún conserva su castillo. La construcción de este castillo data del primer cuarto del siglo XII, si bien sufrió profundas remodelaciones entre los siglos XIV-XVI. Popularmente es denominado "Castillo de los obispos", ya que durante siglos sirvió de sede episcopal. De entre todos los tesoros que guarda Sigüenza, el más célebre es, sin duda, el Doncel de Sigüenza. Se trata del sepulcro de Martín Vázquez de Arce, caballero muerto en 1486 durante la guerra de Granada. La sepultura, que se halla en la magnífica catedral de la localidad, es, por su original composición, su ejecución minuciosa y su ingrávida belleza, uno de los grandes hitos de la escultura gótica. De gran importancia ya desde los tiempos de la antigua Roma, Sigüenza deparará numerosas sorpresas a quienes la visiten. El Camino prosigue por Alcolea del Pinar hacia Anguita que mantiene su torre medieval, y donde se hallan las cuevas citadas en el Cantar. Desde allí el Camino cruza el Jalón y atraviesa Maranchón para entrar de nuevo en Soria por el valle de Arbujuelo, por Layna -este es uno de los pasos más transitados en el Cantar, y en tiempos una vía natural de comunicación-, hasta llegar a la importante villa medieval de Medinaceli, reconocido Conjunto Histórico-Artístico: su arco romano de triple arquería, único en España, domina el valle del Jalón. Villa de historia y leyenda, fue habitada por celtíberos, romanos, y musulmanes. Aunque el Cantar la cita como plaza castellana, en realidad fue territorio musulmán en vida de don Rodrigo. La tradición cuenta que Almanzor, muerto de regreso a Córdoba tras saquear San Millán de la Cogolla, fue enterrado en Medinaceli con parte de su tesoro.

Medinaceli (SO) - Calatayud (ZA)
Desde Medinaceli el Camino prosigue por las localidades sorianas de Lodares, Jubera, Arcos de Jalón, Aguilar de Montuenga, y Montuenga de Soria. Termina el periplo por tierras sorianas en el Monasterio Cisterciense de Santa María de Huerta, fundado en el siglo XII por Alfonso VII, en el que destaca su refectorio, una de las grandes obras del gótico puro. Una parte muy importante del Camino del Cid discurre por los dominios musulmanes del célebre reino taifa de Zaragoza. El camino se adentra en Zaragoza siguiendo el cauce del río Jalón. La primera noche, el Cid acampó entre Ariza -que conserva restos medievales del barrio de la judería, del castillo y de la muralla- y Cetina. A la mañana siguiente siguió hacia Alhama de Aragón, localidad famosa por sus aguas termales ya reconocidas en la antigüedad clásica -Aquae Bibilitanorum- y en los tiempos de la dominación musulmana -Alhama, topónimo árabe, significa "la fuente termal"-. Desde aquí merece la pena desviarse y visitar el monasterio de Piedra, antigua fundación cisterciense, convertido en el siglo XIX en uno de los jardines románticos más apreciados de Europa. El siguiente hito cidiano, Bubierca, está próximo a Castejón de las Armas, denominación que procede de las antiguas fábricas de armas blancas que templaban su precioso metal en las aguas del Jalón. En Ateca se enseñorea la torre mudéjar de la iglesia parroquial de Santa María (siglos XIII-XIV): el cuerpo inferior se construyó siguiendo el modelo de alminar almohade. Tras dejar Ateca, el Cid puso su campamento en un otero "redondo, fuerte y grande", cerca de la actual Peña de la Mora con la intención de cobrar parias a los poblados musulmanes y, posteriormente, conquistar el castillo de Alcocer, del que se desconocía su paradero hasta que novísimas excavaciones arqueológicas han dado con su ubicación. Es en Alcocer donde tiene lugar una de las batallas más duras y sangrientas del Cantar. Tres mil musulmanes acuden desde Valencia a derrotar al Cid. Éste sufre un asedio en el castillo de Alcocer durante tres semanas. Sin agua ni alimentos, se ve obligado a enfrentarse en batalla campal contra los musulmanes, de la que sale victorioso, obteniendo un considerable botín de "oro, plata", "de escudos y de armas", "e quinientos y diez caballos". Desde Ateca se puede seguir la ruta por carretera, que nos lleva a Calatayud, o por la ruta senderista, cuyo trazado podría parecerse al tomado por el Cid del Cantar para evitar las fortalezas y los pueblos guarnecidos del valle del Jiloca. Tomando la primera opción, se llega a Terrer, donde destaca la torre mudéjar de la iglesia de la Asunción, en cuyo cuerpo bajo se concentra toda la decoración brindando un verdadero catálogo de motivos en ladrillo. Calatayud fue fundada en 716 por los musulmanes, y significa "el castillo de Ayub", nombre del gobernador de la ciudad. De este esplendoroso pasado se conservan todavía restos de gran interés, como la puerta califal de la muralla (siglo X), que a buen seguro pudo admirar el Cid. La ciudad fue conquistada por Alfonso I el Batallador en 1120. Destaca la Colegiata de Santa María La Mayor, levantada, como era costumbre, sobre la antigua mezquita mayor de la ciudad. Consta de tres naves. Del estilo mudéjar originario se conserva el claustro, el ábside y la torre octogonal, de 68 metros de altura. Calatayud se halla muy cerca de la ciudad romana de Bilbilis, cuna del gran poeta Marcial. Desde Calatayud el Camino prosigue hacia Daroca y Molina de Aragón. Si por el contrario el viajero quiere seguir el camino senderista, deberá tomar en Alcocer el desvío que lleva a Valtorres y que, por la Sierra de Pardos, une esta localidad con Daroca.

Calatayud (ZA) - Molina de Aragón (GU)
El Camino senderista en Zaragoza se separa de la ruta por carretera en Ateca. Según el Cantar, tras vencer a los musulmanes en la batalla de Alcocer, el Cid se dirigió hacia Poyo del Cid, en Teruel. Como el poeta del Cantar nada dice al respecto, es muy posible que evitara Calatayud y las poblaciones de la vega del Jiloca, muy pobladas y bien guarnecidas, por lo que se plantea un itinerario senderista que parte de Ateca y cruza la sierra de Pardos, atravesando localidades como Valtorres o Munébrega, hasta converger ambos caminos en Daroca. El Camino por carretera sigue desde Ateca a Calatayud, donde se enlaza por la N-234 hasta Daroca, siguiendo el valle del Jiloca, afluente del Jalón, en cuyo margen derecho se alzan localidades de enorme interés, como Maluenda, Velilla de Jiloca, Fuentes de Jiloca, Montón o Villafeliche. Todas ellas asombran por la monumentalidad de sus fortificaciones e iglesias, algunas de ellas de estilo mudéjar, que ponen de manifiesto la riqueza que la vega del Jiloca proporcionó a sus habitantes. Las imponentes murallas de Daroca dan una idea aproximada de la ciudad medieval que fundaron árabes del Yemen en el siglo VIII. Entre sus atractivos, destacan la colegiata de Santa María, que alberga la capilla de los Sagrados Corporales, protagonistas de un milagro que durante siglos convirtió a Daroca en lugar de peregrinación; la Puerta Baja, uno de los símbolos de la ciudad; y la iglesia románica de San Miguel, que posee unas hermosas pinturas góticas. A Daroca puede llegarse también a través del camino senderista que se abre desde Ateca por la Sierra de Pardos. Daroca es también el inicio del anillo senderista que conduce a las lagunas de Gallocanta. Desde Daroca, el camino entra en Teruel por San Martín del Río. Paralelo a la carretera y siguiendo el cauce del Jiloca, corre un camino senderista. Desde Calamocha surge a nuestra izquierda el Anillo de Montalbán. Continuando hacia Teruel, se llega a la pequeña localidad de Poyo del Cid. Una estatua del Campeador da la bienvenida a los visitantes, y recuerda que en su cerro el Cid construyó una plaza fuerte. Del cerro de San Esteban dice el Cantar que es "poyo maravilloso y grande". Según el poema, el Cid lo utilizó como lugar seguro para sus cabalgadas por el valle del río Martín y el cobro de parias a poblaciones como Daroca o Molina de Aragón. Los restos de una fortaleza romana y de un pequeño campamento fortificado medieval delatan la importancia estratégica del cerro. En junio, Poyo del Cid celebra una festiva representación popular sobre las andanzas del Cid en la zona. Este tramo por Teruel finaliza en Monreal del Campo, donde el Cid se detendría en una de sus correrías a esperar refuerzos. En el término municipal de Monreal del Campo se produce un curioso fenómeno natural, denominado los "ojos del río Jiloca". Esta zona es punto de descarga de aguas subterráneas que dan lugar a manantiales conectados entre sí en forma de rosario, y que constituyen el nacimiento natural del río Jiloca. Desde Monreal el Camino entra en tierras de Guadalajara, hacia Molina de Aragón. La ciudad de Molina de Aragón posee numerosos atractivos, entre los que destacan su espléndido castillo - alcázar medieval y la torre de Aragón -que dan cobijo al puente románico sobre el río Gallo-, el barrio de la judería, las casonas blasonadas, o la destacable arquitectura religiosa. Molina es también inicio de numerosas rutas paisajísticas. Según el Cantar, Avengalbón, el honorable señor musulmán de Molina, "que es buen amigo y de paz", está unido al Cid por vínculos de amistad, y ofrecerá en varias ocasiones cobijo y protección a sus gentes. Al parecer, la figura literaria de Avengalvón tiene su origen en la figura histórica de Ibn Galbun, héroe musulmán a caballo entre los siglos XI y XII. En tiempos de don Rodrigo, Molina era un territorio independiente, tributario de la taifa de Valencia, y posteriormente aliada del rey Alfonso VI contra el rey de Toledo, Almamún. Desde hace unos años, en junio, se realiza en Molina una representación musical del Cantar.

Molina de Aragón (GU) - Albarracín (TE)
Desde Molina de Aragón, el Camino se desliza hacia el sureste, hacia Albarracín. Parada obligada es el Santuario de Nuestra Señora de la Hoz, ubicada entre espectaculares farallones rocosos que posibilitan numerosas rutas de carácter senderista. La ruta desde el Santuario anuncia una impresionante orografía que discurre desde las vegas del río Gallo hacia las estribaciones del Alto Tajo. En Tierzo, en cuyo término municipal se sitúan las singulares salinas de Almallá, la tradición ubica una posada en la que habría pernoctado el Cid. Las peculiaridades de los pueblos de esta zona parecen concentrarse en la pequeña localidad de Chequilla, cuya obra arquitectónica más singular es una plaza de toros tallada en roca. Desde Orea, último pueblo del Camino perteneciente a Guadalajara, la ruta atraviesa sugestivos parajes serranos por localidades turolenses como Orihuela del Tremedal o Bronchales -donde según el Cantar se albergaron algunos caballeros del Cid de camino a Medinaceli-, hasta llegar a Albarracín. Santa María de Albarracín fue, en tiempos del Cid, capital del reino bereber de los Banu Razín. Emplazada en un marco natural impresionante, toda la ciudad, amurallada en los siglos XIII y XIV, está declarada Monumento Nacional. La catedral, las casas solariegas o el laberinto de callejuelas estrechas y empinadas, típicamente medieval, configuran una visita única teñida por el color rojizo del yeso característico de la zona. Albarracín es también inicio de numerosas rutas senderistas y excursiones por una sierra de alto valor paisajístico y medioambiental. En el Cantar, Albarracín es para los compañeros y parientes del Cid un lugar neutral de paso entre Valencia y Castilla. Históricamente, las relaciones entre el Cid y Abu Marwan, rey de la taifa, no fueron tan pacíficas: en 1093 el rey musulmán rompió el tratado de paz firmado con el Cid; en represalia, éste lanzó un ataque por las tierras de Albarracín, sufriendo, en una de las escaramuzas, un lanzazo en el cuello que a punto estuvo de costarle la vida.

Albarracín (TE) - Rubielos de Mora (TE)
Desde Albarracín el Camino se dirige a Gea de Albarracín, y desde allí a Cella. Cella, "la del Canal", es citada repetidamente en el Cantar en alusión al acueducto romano que, bordeando la carretera, viene de Albarracín. El acueducto fue utilizado hasta la Edad Media, en que fue abandonado al abrirse en Cella, en el siglo XII, la conocida como "Fuente de Cella", que está considerada como el mayor pozo artesiano de Europa. Es Cella el lugar que el Cid del Cantar elige para esperar a los refuerzos que le ayudarán a conquistar Valencia. La siguiente parada obligada es Teruel, la que el mismo Cid metió en paria y capital del mudéjar aragonés, del que dan buena cuenta sus cuatro torres y el artesonado de la Catedral, decorado con figuras vegetales y geométricas y escenas de la vida medieval. Los artistas mudéjares fusionaron las técnicas arquitectónicas cristianas y el empleo de ornamentación árabe para crear un estilo único en el mundo, el mudéjar. En 2001, el mudéjar aragonés fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Destaca también, por su importancia, su acueducto y, por su singularidad e historia, la plaza del Torico. Desde Teruel, a la altura de la Puebla de Valverde, el Camino se dirige hacia la Sierra de Gúdar. El paisaje cambiante parece anunciar los impresionantes parajes de la Sierra. Dos son las poblaciones principales de visita imprescindible: Mora de Rubielos y Rubielos de Mora. Mora de Rubielos es toda una sorpresa para quien desconoce los vestigios medievales de esta localidad, entre los que destaca su castillo: inicialmente fortaleza musulmana, en el siglo XII fue conquistado por Alfonso II; su imponente figura fue testigo de las luchas entre las coronas de Castilla y Aragón. Pero más allá de sus hitos significativos, el paseo por sus calles dará ocasión al viajero de descubrir, en las formas y detalles de su arquitectura, toda una época en la que Mora ocupó un lugar importante. Separada de su hermana por 12 km, Rubielos de Mora, por su arquitectura y su entorno paisajístico, es uno de los conjuntos urbanos más atractivos de la geografía turolense: sus casas solariegas y sus edificios religiosos, donde sobresalen las líneas góticas y renacentistas, merecen una visita pausada que nunca defraudará al viajero. Desde Rubielos de Mora surge el Anillo del Maestrazgo, que recorre tierras de Teruel y Castellón y enlaza con el Anillo de Morella, ambos de un enorme valor histórico y paisajístico.

Rubielos de Mora (TE) - Segorbe (CS)
Desde Rubielos de Mora la ruta desciende por Olba hasta entrar en la primera población castellonense del Camino: Puebla de Arenoso, enclavada en un sorprendente paisaje serrano y bañada por el río Mijares, que el imponente castillo de Arenós, del siglo XI, parece vigilar. Como muchas otras localidades de la zona, Puebla de Arenoso debió pagar tributos al Cid, en concreto 6.000 dinares, según el historiador Escolano. 10 km separan Puebla de Arenoso de Montanejos, igualmente tributaria del Cid histórico. Montanejos ha sido asentamiento de numerosas culturas, una de ellas, la musulmana, dejó huellas de su paso en las ruinas de su castillo y en sus atalayas. Lugar privilegiado, rico en aguas y paisaje, es la entrada castellonense a los Anillos del Maestrazgo y de Morella. Entre sus numerosas fuentes, destaca la de los Baños, famosa por su caudal y la temperatura estable a la que mana: 25º. Prosigue la ruta hacia Jérica, plaza conquistada por el Cid a los musulmanes en 1098, y en la que, según una interpretación del Cantar, pudo reclutar tropas musulmanas para el asedio de Valencia. Situada en el Camino Real que unía Teruel y Valencia, su particular orografía y la presencia del río Palancia originan la estructura semicircular de sus calles, entre las que sobresale la torre campanario, de origen mudéjar, y su castillo, de origen árabe. El camino deja Jérica para llegar a Navajas, localidad habitada por moriscos hasta 1609, año en que fueron expulsados, siendo repoblada por cristianos procedentes de Jérica. Entre Navajas y Segorbe se halla Altura, enclava en el corazón del Paraje natural de la Sierra Calderona. A pocos kilómetros, se encuentra Segorbe, ciudad monumental, entre cuyos tesoros artísticos destaca la catedral y el convento y la iglesia de los Mercedarios. Declarada Bien de Interés Cultural en 2002, las numerosas culturas que en ella se asentaron han dejado interesantes huellas de su paso: ciudad celtíbera, poseyó un importante castro romano fortificado; fue también sede episcopal visigoda antes de la llegada de los árabes; de época medieval son las murallas y torres que rodean su casco antiguo, en el que es visita imprescindible el claustro gótico de la catedral, del siglo XIII, y la capilla del Salvador. Segorbe es también conocida por la riqueza y abundancia de sus aguas. Una red de fuentes y manantiales abastece la ciudad de Segorbe desde tiempos remotos. La Fuente de los Cincuenta Caños o su acueducto, de origen musulmán, no son sino el máximo exponente de una ciudad donde el agua tiene un especial protagonismo.

Segorbe (CS) - Valencia (V)
Desde Segorbe, el Camino desciende por Torres Torres y Estivella hasta Sagunt , la Murviedro del Cantar. Se entra así en la última parte del itinerario, donde la costa, y por ende el luminoso Mediterráneo y las agradables playas de la Comunidad Valenciana, será ya fiel acompañante del viajero. De la importancia estratégica del emplazamiento de Sagunt dan buena cuenta los complejos amurallados que rodean la ciudad, que parecen guardar aún los cuantiosos tesoros artísticos legados por las numerosas culturas que allí se ubicaron, entre los que es imposible dejar de destacar su teatro romano o el barrio judío. Aunque el Cantar narra cómo el Cid tomó la ciudad antes de conquistar Valencia, en realidad apenas llegó a ocuparla años después, en 1098, poco antes de su muerte. En Sagunt, el Camino se bifurca por el Sur hacia Valencia, y por el Norte hacia Castellón. Desde Sagunt, el Camino prosigue su paso hacia Puig -en el Cantar, Çebolla-. Los musulmanes edificaron en esta población el castillo de Yubala, que daba protección al acceso norte de la ciudad de Valencia. El origen del monasterio del Puig es anterior a la dominación musulmana; los restos del castillo y la torre árabe fueron sin duda testigos de la llegada del Cid a la localidad. Desde Puig nace el Ramal de Olocau. A pocos kilómetros de Puig queda Valencia, posteriormente denominada Valencia del Cid, "Balansiya Ibn Saíd" en árabe. Su conquista en el año 1094 supuso un hito único en su tiempo y encumbró al Cid como guerrero y estratega. Históricamente, tras varios intentos frustrados de conquistar Valencia al asalto, la ciudad cayó después de un duro asedio de seis meses. Según las crónicas, las condiciones debieron de ser extremas para la población y los combatientes. Allí moriría Rodrigo Díaz, como señor de Valencia, el 10 de julio de 1099. Tras su muerte, su esposa Jimena abandonaría la ciudad ante el empuje musulmán en 1102, y lo haría con el cadáver del Cid, que finalmente sería enterrado en Cardeña. La ciudad, hoy ejemplo de modernidad, aún conserva abundantes restos de la antigua muralla musulmana. La posterior ocupación cristiana transformó la ciudad, pero la documentación histórica y los hallazgos arqueológicos sitúan con facilidad algunos de los hitos cidianos, como el puente de Alcántara, donde hoy se encuentran las torres de los Serranos, o la Mezquita mayor, consagrada por el Cid en 1096, donde hoy se levanta la Catedral. La torre-campanario del Miquelete, uno de los símbolos de la ciudad, muestra, con sus estilos románico, gótico, renacentista y barroco, la continua transformación de esta ciudad que aún guarda entre la Avenida del Cid y la Plaza de España, un último recuerdo al Cid: la estatua ecuestre del Campeador, obra de Ana Hyatt Huntington, unida por lazos invisibles a su homónima en Burgos. Visita imprescindible es también la Lonja de Valencia, uno de los ejemplos más fascinantes de la arquitectura civil gótica, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1996. En los alrededores de Valencia se halla Quart de Poblet . En esta localidad tuvo lugar, en 1094, la batalla de Cuarte, en la que el Cid venció a los almorávides que asediaban la ciudad de Valencia. En este hecho histórico parece inspirarse el Cantar para narrar la batalla contra el ficticio rey de Sevilla.

Ramales
Ramal de Álvar Fáñez
El Cid, necesitado de víveres y plata para pagar a sus hombres tras abandonar las tierras de Castilla, comienza sus campañas en territorio musulmán tomando Castejón. Mientras el Cid conquistaba Castejón, Alvar Fáñez, acompañado por doscientas lanzas, realizó una veloz y audaz cabalgada por el Henares, saqueando las localidades ribereñas hasta llegar a Alcalá, dejando a su paso poblaciones como Hita o Guadalajara. A su vuelta a Castejón, retornaría con "muchos ganados de ovejas y vacas" y otras "grandes ganancias" que bien servirían para abastecer a las necesitadas tropas. En su veloz ataque, Álvar pasaría por Hita. La villa medieval de Hita, conocida por su Festival Medieval, posee también una profunda raigambre literaria: esta población, que ya aparece citada en el Cantar, tuvo como Arcipreste, en el siglo XIV, a Juan Ruiz, autor del Libro del Buen Amor, y como señor, un siglo después, al Marqués de Santillana. La ciudad de Guadalajara cuyo nombre árabe (Wad-al-Hayar) significa "el río de piedras", marca el fin de este itinerario. Plaza estratégica de la calzada romana de Mérida a Zaragoza, de su antigua muralla perviven dos torreones, ambos de origen árabe: el del Alamín -que defendía la muralla del Alcázar- y el de Álvar Fáñez -en honor al caballero del Cantar quien, según la tradición, conquistó sus murallas una noche de San Juan-. Aunque sin duda, el edificio emblemático de la ciudad es el Palacio de los Duques del Infantado, proyectado por Juan Guas, y una de las obras más significativas de la arquitectura civil del siglo XV.

Ramal de Castellón
Desde Sagunt, el Camino entra en Castellón por Almenara, que fue tomada por el Cid como paso previo a la conquista de Sagunt; para ello, según la tradición, reunió a sus huestes en un monte cercano, que hoy en día conserva el nombre de "punt del Cid". La historia, sin embargo, nos enseña que la conquista de Almenara no fue sencilla, ya que el Cid sólo consiguió doblegar la ciudad en 1098, tras tres meses de duro asedio. El pasado musulmán de la localidad está grabado en su nombre -Almenara, palabra de origen árabe, significa "el faro"-. Cuenta la localidad con restos de poderosas fortificaciones: su castillo, casi inaccesible, y sus dos torres vigía de origen árabe delatan su importancia estratégica y la relevancia de su puerto, existente ya en época de los romanos. Tras pasar las localidades de La Llosa, Chilches, y Mascarell, se llega a Burriana. Es aquí donde, según una interpretación posible del Cantar, las huestes del Cid habrían accedido por primera vez al mar. Como si quisiera corroborar este pasaje, Burriana posee excelentes playas de fina arena, en las que el viajero hallará su merecido descanso. Históricamente, Burriana fue en 1094 el punto de encuentro entre el Cid histórico y Pedro I; conquistada definitivamente en el siglo XIII por Jaime I, posee la primera iglesia románico-gótica del antiguo Reino de Valencia. Cuenta además, entre otros atractivos, con el primer museo de Europa dedicado a la Naranja. Por último, su situación geográfica la convierte en el punto de partida de numerosas excursiones hacia el interior de la provincia. Desde Burriana nos acercamos al final de este ramal: la ciudad de Castellón, no sin antes pasar por Vila-Real. Castellón, la "Castejón" que el Cid del Cantar rindiera en su deseo de controlar todo el Levante. Para los numerosos viajeros deseosos de descubrir nuevos itinerarios, la diputación de Castellón ha creado una atractiva ruta, que parte de la ciudad de Castellón, por localidades de alto valor histórico artístico, y que sigue la estela del Cid histórico y mítico. Así, el anillo discurre por poblaciones como Benicassim, Oropesa, y Cabanes, conquistadas por el Cid en la última década del siglo XI. Peñíscola, y en concreto la silueta de su castillo costero, pertenece por méritos propios a la simbología cidiana, gracias a la película "El Cid", rodada por Anthony Mann en 1961. Por último, Sant Mateu -conjunto de gran interés histórico y monumental, y capital histórica del Maestrazgo-, y Cuevas de Vinromá -una de las poblaciones de la Valltorta, donde existe uno de los conjuntos de arte rupestre más importantes del Mediterráneo, declarado Patrimonio de la Humanidad- completan este fascinante recorrido por la Historia.

Ramal de Olocau
Desde Puig -en el Cantar, Cebolla-, lugar elegido por los musulmanes para edificar el castillo de Yubala, que daba protección al acceso norte de la ciudad de Valencia-, nace un ramal de naturaleza cicloturista que transita por las localidades de Náquera y Serra. El Castillo de Serra, fortaleza árabe que cuenta con impresionantes vistas, tuvo un importante valor estratégico durante la Edad Media. Desde esta localidad, situada en pleno Parque Natural de la Sierra Calderona, pueden realizarse interesantes recorridos senderistas. A pocos kilómetros de Serra se halla Olocau -según algunos estudiosos, el "Alucad" citado en el Cantar-, localidad emplazada entre atractivos paisajes serranos. Destaca en Olocau el castillo de Ali Maimo, de origen musulmán como su nombre delata. Este castillo formaba parte de la línea defensiva del norte de Valencia. Según la Historia Roderici, Rodrigo rindió su castillo en 1094. La tradición cuenta que Al Qadir, señor de Valencia, eligió este castillo como el lugar más idóneo para guardar sus tesoros; de hecho su ubicación enriscada lo convirtió en un baluarte defensivo de gran importancia, siendo uno de los últimos castillos en rendirse a Jaime I, ya en el siglo XIII. Desde Olocau, la diputación de Valencia ha creado un ambicioso anillo, de naturaleza senderista y cicloturista, que sigue los pasos del Cid y su hueste en su afán por someter a los señores locales y asegurar su posición en Valencia. La ruta, jalonada por restos de fortalezas de la época, se dirige a través de magníficos paisajes hacia la rica y próspera Alpuente, conjunto histórico artístico, que fue taifa independiente desde 1031, y que en 1089 se rindió ante la mesnada de Rodrigo. Desde Alpuente se desciende hacia Valencia, no sin antes atravesar parajes y localidades cidianas, como Requena o Buñol.

Ramal de la Defensa del Sur (Alicante)
El Camino en Alicante se adentra por Baneyeres de Mariola y Beneixama a través del valle que flanquean las altas sierras de la Solana y Fontanella. Probablemente de origen almohade, el castillo de Banyeres fue construido en el siglo XII. Por su emplazamiento y su prominente torre del homenaje fue de vital importancia durante la Edad Media para controlar las comunicaciones de la zona. Desde Cañada la ruta prosigue por Biar hasta Villena. Antes, vale la pena detenerse en Biar, por donde, según la tradición, pasó el Cid camino de Petrer y Monforte del Cid, en el valle del Vinapoló. El actual castillo fue construido en el siglo XII por los almohades sobre un asentamiento romano anterior, y destaca por su torre del homenaje, de dieciocho metros de altura. Cerca de Biar queda Castalla, un municipio que cuenta con un importante castillo roquero del siglo XII, integrado en la línea defensiva de castillos del Vinapoló. Villena -Belliana en la Estoria Roderici-, capital del Alto Vinapoló, posee numerosos atractivos, entre los que cabe destacar su castillo de la Atalaya (siglo XI), que recibe al visitante desde la carretera, o la iglesia arciprestal de Santiago (siglos XIV-XVI), uno de los conjuntos gótico renacentistas más importantes de la Comunidad Valenciana. Según la Historia Roderici, el rey Alfonso VI pidió infructuosamente al Cid que le esperara en esta ciudad para unirse a las tropas reales contra el invasor almorávide. El desencuentro entre el rey y su vasallo propiciaría un nuevo destierro. La ruta deja Villena por el interesante yacimiento paleolítico de Cabezo Redondo. Una sucesión de localidades donde la impronta musulmana aún es patente nos acompaña desde Villena hasta Orihuela por geografías serranas de gran interés estratégico durante la Edad Media, razón por la que el visitante podrá contemplar un gran número de castillos a su paso por este tramo. En el valle del Vinalopó, junto a la autovía Alicante - Madrid, nos topamos en primer lugar con el municipio de Sax, situado en la cara sur de una gran peña que es coronada por un impresionante castillo roquero, que parece hermanarse con el Castillo de Petrer, población de fundación romana. La actual configuración del castillo de Sax, conocido como el "Castillo de Piedra", data con toda probabilidad del siglo XIV, aunque se tiene noticia de su existencia anterior: ya en el siglo XIII la inexpugnabilidad de sus muros dieron al traste con varios intentos de conquista. Tras su fallido viaje a Aledo, en el que se proponía ayudar a su rey, Alfonso VI, el Cid pudo pasar por Monforte, hoy denominado del Cid, y atravesar el estrecho paso de la Sierra de Tabaza, controlado por el castillo del Río, en Aspe, hasta llegar a la ciudad de Elx/Elche, donde instaló su campamento y pasó las Navidades de 1088. La ciudad mantiene la impronta árabe que marcó su devenir. Rodeada en otro tiempo de murallas, y defendida por su castillo-alcazaba, quedan en la ciudad algunas puertas importantes, como la puerta de Calahorra y la Torre del Consell. Elche es cita de numerosas culturas que han dejado su huella en la ciudad. Sin duda, la Dama de Elche es uno de sus símbolos de la ciudad. Esculpida en el siglo V a.C., desde su descubrimiento en el yacimiento de La Alcudia en 1897 es, por su serena belleza, uno de los grandes tesoros arqueológicos del arte ibérico. El Palmeral de Elche está formado por un conjunto de huertos de palmeras datileras. Su cultivo fue desarrollado por los árabes mediante un sistema de huertos regados por acequias. Sin duda este palmeral, declarado Patrimonio de la Humanidad, es uno de los ejemplos de cómo el hombre puede transformar positivamente el paisaje. Pero Elche guarda aún otros motivos de asombro para el visitante, entre los que destacan la Basílica de Santa María (siglos XVII-XVIII), o El Misterio de Elche, drama de origen tardo medieval que recrea la Muerte, Ascensión y Coronación de la Virgen María, y que se celebra todos los años los días 14 y 15 de agosto. Por su riqueza, esta representación, de un valor único y excepcional dentro del teatro religioso europeo, fue declarada en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad. Desde Elx, falto de plata para pagar a su soldada, y con la necesidad de afianzar su posición en una zona claramente hostil, el Cid recorrerá con sus mesnadas buena parte de la comarca, sin dejar, como canta la Primera Crónica General, "piedra enhiesta, ni señal de puebla ninguna". Una vez abandona Elx, el Camino, ya en su último tramo, se prolonga por Crevillente y Albatera hasta llegar a Cox. Como muchas otras localidades de la zona, Cox, conquistada a los musulmanes en el siglo XIII por la tropas de Alfonso X, fue una antigua alquería musulmana. La iglesia de San Juan Bautista, es un edificio barroco de mampostería. Poco después el Camino depara al visitante la grata sorpresa de Callosa de Segura, población enclavada al pie de la sierra, y que posee un interesante ejemplo de arquitectura renacentista en su iglesia de San Martín, del siglo XVI. Redován es la última parada antes de llegar al final de este Camino: Orihuela. En palabras de Ben Alcama, uno de los grandes cronistas árabe de la época, antes de la llegada de los almorávides la relación de plazas tributarias del Cid se extendían "desde las tierras de Tortosa hasta Orihuela". La riqueza de su huerta y su enclave geográfico hizo de Orihuela una localidad codiciada durante la Edad Media. Su época de esplendor llegaría en el siglo VIII, con la llegada de árabes y bereberes, convirtiéndose en la capital de la Cora o provincia de Tudmir. Dominio que desaparecía cinco siglos más tarde tras su conquista en 1265 por Jaime I. Durante los siglos XVI y XVII, sería residencia de muchos nobles que dejaron su huella en los numerosos edificios civiles y religiosos que hacen de Orihuela una ciudad monumental. El Colegio de Santo Domingo, iniciado en el siglo XVI, es un ilustre ejemplo de arquitectura del Renacimiento. La Catedral del Salvador, la iglesia de las Santas Justa y Rufina, o el Convento de las Clarisas, son algunas muestras del rico patrimonio artístico de la ciudad. Asentada a los pies del monte de San Miguel, en el valle del Segura, posibilita excursiones por la Sierra de Orihuela, de alto valor ecológico, o por el palmeral que nace a sus pies, cuyo origen se remonta a la época islámica.

Anillos
Anillo de Gallocanta
Desde Daroca, surge un anillo senderista de indudable interés medioambiental que se dirige a Gallocanta, localidad que algunos estudiosos identifican con el "Alucad" del Cantar -uno de los lugares que el Cid utilizaría como base de operaciones para sus cabalgadas-. En el término de Gallocanta se ubica la laguna del mismo nombre, que cada invierno concentra hasta 100.000 aves, siendo el lugar de reunión de grullas más importante de Europa. Además, concentra un buen número de especies de aves acuáticas, esteparias y rapaces. Tal riqueza convierte a la laguna de Gallocanta en uno de los paraísos ornitológicos más importantes de Europa. El trazado de esta atractiva ruta circular, apto también para cicloturistas, transcurre por poblaciones de la provincia de Zaragoza y de Teruel.

Anillo de Montalbán
Viniendo de Daroca, y ya en la provincia de Teruel, el Camino deja la N-234 una vez pasada la localidad de Luco de Jiloca para entrar en el Anillo de Montalbán por la A-2512, en dirección a Lechago. Por carreteras secundarias se dirige hacia Monforte de Moyuela y Huesa del Común. El castillo de Peñaflor de Huesa del Común (siglos XII-XIII), se alza sobre un promontorio con interesantes vistas. Si bien la localidad albergó mayoritariamente población de origen mudéjar, aún se conserva la puerta de una sinagoga, que confirma la presencia judía. Desde allí, la ruta se encamina a Montalbán, si bien antes veremos el solitario torreón de La Hoz de la Vieja, población desde donde podemos realizar algunas rutas de interés. Montalbán aparece finalmente como uno de los grandes hitos de este anillo. Montalbán fue sede de la Encomienda Mayor de Santiago, una de las órdenes de caballería más importantes junto a la del Temple, el Hospital y Calatrava. Esta localidad exige una visita pausada por sus calles de aliento medieval, entre las que surge imponente la magnífica iglesia de Santiago el Mayor. Sin duda, la iglesia destaca por su monumentalidad; de estilo gótico y mudéjar, es obra de los siglos XIII y XIV. Desde esta localidad pueden realizarse itinerarios senderistas por el Parque Cultural del Río Martín. Uno de esos recorridos llega a la Peña del Cid, paraje enclavado a dos kilómetros. El recorrido entre Montalbán y Calamocha transcurre por pueblos y parajes de indudable encanto, como Martín del Río, en cuyo término nace el río Martín, zona abrupta y de atractivos paisajes.

Anillo del Maestrazgo
El Anillo del Maestrazgo, con sus doscientos kilómetros de longitud, nos invita a recorrerlo en varias jornadas. El visitante que se acerque a estos parajes se adentrará en paisajes de intensa belleza, un auténtico paraíso natural del que podrán disfrutar los amantes de la Naturaleza y de la Historia. En algunas localidades de este trazado existen numerosas oportunidades para realizar actividades como el senderismo o los deportes de aventura. El Anillo del Maestrazgo tiene dos entradas posibles: en Teruel por Rubielos de Mora, y en Montanejos, por Castellón de la Plana. Desde Rubielos de Mora nace el recorrido turolense de este anillo. Las diversas localidades turolenses que jalonan este trazado, enmarcadas, como Linares de Mora, en un escenario natural excepcional, poseen todos los atractivos de la arquitectura de montaña, aún libre del desarrollo urbanístico. Tras pasar Mosqueruela, el visitante podrá seguir por el puente románico de Sant Miquel de la Pobla el itinerario castellonense del anillo o enlazar por la Iglesuela del Cid con el Anillo de Morella. Desde Villafranca del Cid se desciende por poblaciones de alto interés como Benassal -villa de origen árabe que aún guarda restos de su antigua muralla-, Culla -villa cedida en 1303 a la Orden del Temple, y que aún guarda su sabor medieval en su casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico- o Ribesalbes -antigua alquería musulmana-, hasta llegar a Onda, parada imprescindible en el recorrido cidiano. Conquistada por el Cid en 1090, presenta numerosos atractivos para el visitante, entre los que destaca el Castillo de las 300 torres, así llamado por los numerosos torreones y atalayas que presentaba. El pasado de Onda, y también su futuro, se refleja también en su artesanía, y puede disfrutarse en el interesante Museo Municipal de Cerámica y Azulejo, que cuenta con miles de piezas desde el gótico hasta nuestros días. Desde Onda, el visitante puede regresar al Eje por Montanejos, atravesando parajes de gran interés paisajístico.

Anillo de Morella
La ruta parte de la turolense Iglesuela del Cid -donde, en un bello rincón de la serranía, se halla la ermita de la Virgen del Cid-, y puede realizarse en ambos sentidos, siendo su objetivo principal la imponente Morella. En Iglesuela, los templarios edificaron un castillo sobre los cimientos de otro anterior. Aunque desapareció en el siglo XIV, aún se conservan la fortaleza y la torre del homenaje. Hacia el noroeste, la ruta pasa por pueblos de indudable encanto, como Cantavieja o Mirambel. Ubicada en los imponentes paisajes del Maestrazgo, Cantavieja invita al paseo entre sus calles de resonancia medieval. Su Ayuntamiento, de estilo gótico, sus casonas blasonadas o la iglesia gótico-templaria de San Miguel, son buena prueba del pasado de la localidad. Muy cerca, los tesoros de Mirambel parecen esconderse tras la muralla que rodea la ciudad. Su torreón de planta irregular, sus casas de impresionantes aleros, y las formas medievales de su recorrido urbano, hacen de Mirambel visita ineludible para quien se acerque a los increíbles paisajes del Maestrazgo. Olocau del Rey es, según algunos estudiosos, el "Alucad" citado en el Cantar. Olocau del Rey es una localidad vinculada estrechamente con el Cid histórico, ya que allí levantó un auténtico nido de águilas con el fin de controlar la zona. De aquellos tiempos quedan las ruinas del castillo del siglo XI, llamado "del Cid". No es éste el único recuerdo cidiano que existe en la zona; en todo caso, los parajes que lo rodean bastan para entender la importancia estratégica del lugar. A 70 km al norte de Olocau, queda la monumental e histórica Alcañiz, que posee un rico legado medieval. Tras dejar Todolella, los esfuerzos de los cicloturistas que deseen transitar este atractivo anillo se ven recompensados con la imborrable visión de la inexpugnable Morella. Presidida por su castillo medieval y rodeada por dos kilómetros de murallas, posee, en su recorrido urbano, numerosas referencias medievales que la configuran como una de las paradas inexcusables del Camino. A sus empinadas calles escalonadas se asoman pintorescas fachadas con balcones de madera y la Basílica de Santa María, una de las iglesias más llamativas de la Comunidad Valenciana. Existe numerosa documentación histórica que testimonia el paso del Cid por Morella, a veces al servicio del rey musulmán de Zaragoza y otras por su cuenta o en breves alianzas con Sancho Ramírez. Morella puede ser el inicio de una visita a otros dos hitos cidianos en tierras turolenses: el Pinar de Tévar y Alcañiz. Muy cerca de Morella, en un lugar aún no determinado entre Monroyo y La Puebla de Alcolea, tuvo lugar la famosa batalla del Pinar de Tévar, en la que el Cid hizo prisionero al conde Barcelona, Berenguer. Los versos 957-1084 del Cantar narran la famosa batalla del Pinar, hecho que efectivamente tuvo lugar en el verano de 1090. En esta batalla, el Cid, en minoría numérica, venció a las numerosas fuerzas del conde, al que acompañaba un contingente de caballeros francos. El conde y numerosos caballeros fueron capturados y, como era usual, posteriormente liberados tras el pago del correspondiente rescate. Esta fue sin duda la victoria más grande del Cid frente a un ejército cristiano. Más al norte, se halla la impresionante Alcañiz, cuyas tierras el Cid saqueara en busca de fortuna. El castillo de los Calatravos, la lonja y el Ayuntamiento, la iglesia gótica de Santa María, así como sus numerosos palacios, caserones y pasadizos, hacen de Alcañiz ciudad monumental y capital artística del Bajo Aragón. Desde Morella, el anillo se cierra por Cinctorres y Portell de Morella, hasta volver al punto de partida: Iglesuela del Cid.

Anillo de la Taifa de Valencia
Este anillo, de naturaleza senderista y cicloturista, parte de Valencia y, por la costa, hacia el sur, se adentra en La Albufera. La riqueza de este Parque Nacional lo convierte en uno de los grandes hitos medioambientales del Camino. La belleza y magnitud de la Albufera valenciana fue descrita desde la Antigüedad por autores como Plinio o Estrabón. Ya fuese como lugar de recreo o bien como fuente de riqueza, su posesión era muy codiciada. La tradición nos dice que el Cid entregó la Albufera a la taifa de Zaragoza por su ayuda en la conquista de Valencia. Siempre por la costa, la ruta sigue hasta Cullera, población que el Cid del Cantar saqueó en su campaña de desgaste para debilitar Valencia. Bañada por el Mediterráneo, Cullera vivió una de sus épocas más florecientes durante el periodo musulmán. Su castillo, del siglo XIII, fue construido como era usual sobre las ruinas de otro anterior, de origen árabe. Desde Cullera el Camino entra en el interior hasta Corbera. El castillo de Corbera, de origen romano, fue reconstruido por los árabes. Históricamente, el Cid no fue sólo un líder militar, sino también un diestro político. Su estrategia de pactos para asegurar la conquista de Valencia le llevó en 1093 a aliarse con los alcaides musulmanes de Corbera y Xátiva. Este tipo de acuerdos era muy usual en aquella época. Tras abandonar Corbera, el Camino vuelve a la costa. A lo largo del litoral valenciano existen numerosas localidades, como Tavernes de Valldigna o Xeraco, dotadas con excelentes playas e infraestructuras para el descanso y la práctica de actividades náuticas. La situación geográfica de Gandía, capital de la comarca de La Safor, la sitúa entre las montañas del interior y el mar Mediterráneo, lo que posibilita combinar numerosas actividades de ocio que hacen de esta ciudad un conocido centro turístico. Desde allí el Camino se dirige al interior por Rótova, hacia el quebrado Benicadell. En Beniatjar se asienta la Peña Cadiella; este inexpugnable farallón, por su trascendental ubicación geográfica, fue elegido por el Cid para establecer su más importante fortaleza en Valencia: Peña Cadiella, clave en la defensa de su señorío frente a la amenaza almorávide. Desde Beniatjar el Camino retorna a Valencia por una interesante ruta cicloturista que discurre paralela al Ramal de la Defensa por el Sur, cuyos hitos principales, entre los que destaca la imprescindible Xátiva, aparecen remarcados en dicho ramal.





Un día en la vida de... Joyce
El mejor día del año para un tour de Joyce en Dublín es el 16 de junio, el Bloomsday, que recuerda aquel 16 de junio de 1904 en que comienza la acción del Ulises. Admiradores de Joyce de medio mundo se reúnen entonces en la capital irlandesa, para participar en los eventos que se extienden toda una semana. La tradición manda que ese día hay que salir a pasear y visitar los lugares de Dublín que sirven de escena al libro. Pero no hay en verdad un programa oficial, sino una serie heterogénea de actividades en torno del escritor y su obra. Muchos lugares de Dublín llevan la huella de Joyce y Leopold Bloom, protagonista del Ulises: cada uno puede armar su itinerario personal libro en mano, pero una visita literaria podría empezar en el James Joyce Cultural Centre, en la zona norte de la ciudad, instalado en una casona del siglo XVIII espléndidamente decorada. Allí se exhibe una muestra literaria que incluye las biografías de unos 50 personajes del Ulises, basadas en auténticos dublineses. A pocas manzanas, espera a los turistas una estatua de bronce instalada en 1990. En el número 7 de Eccles St, cerca de aquí, vivían Leopold y Molly Bloom, mientras en Great Denmark St. se encuentra el Belvedere College, un colegio jesuita donde estudió el escritor entre 1893 y 1898. El Retrato del artista adolescente evoca aquellos días. No muy lejos, Dublín honra a sus escritores con un museo especial, situado en 18 Parnell Square North. Tampoco hay que perderse la Biblioteca Nacional, sobre Kildare St., donde se debe pedir un pase para visitar la sala de lectura donde Joyce ambientó el Ulises. En el sudeste de la ciudad se encuentra Newman House, sede la Universidad Católica de Irlanda, que contó a Joyce entre sus estudiantes, en tanto hay que ir a las afueras para conocer la James Joyce Tower, sobre el pueblito de Sandycove. En esta torre, llamada originariamente Martello Tower, el escritor estuvo durante una semana como invitado de un poeta que inspiró el personaje de Back Mulligan en Ulises. Dentro de la torre hay un museo con cartas y objetos personajes de Joyce.





Cervantes y La Mancha
Dado que Cervantes fue voluntariamente impreciso al referirse a aquel lugar de La Mancha de cuyo nombre no quería acordarse, el trazado de la ruta que hoy sigue los pasos del Quijote no es verdad científica: más de un pueblo se disputa ser el sitio natal del caballero de la Triste Figura, y hay quienes han calculado cuántos kilómetros puede recorrer un caballo de paso cansino como Rocinante en un día para conjeturar los puntos de partida y destino de cada aventura. No hay que pensar además que la ruta del Quijote es cosa nueva: ya por 1700 se había realizado un primer trazado, con la bendición de la Real Academia. Según las últimas teorías, el primer tramo de la ruta quijotesca empieza en Toledo y termina en San Clemente: y en verdad saliendo de Toledo aparecen molinos de viento que bien podrían ser confundidos con gigantes. Se pasa también cerca del Toboso, cuna de Dulcinea, que tiene su propio Museo Cervantino, y hasta existe la Casa de Dulcinea, una casona campestre que bien pudo haber albergado la infancia de la joven moza Aldonza Lorenzo. El segundo tramo, de San Clemente a Villanueva de los Infantes, permite pasar por la Cueva de Montesinos, escenario de otra aventura caballeresca: se encuentra donde comienza el Parque Nacional de las Lagunas de Ruidera, antiguamente llamado espejos de la Mancha. En Villanueva de los Infantes se visita la casa de Don Diego de Miranda (convertido por Don Quijote en el Caballero del Verde Gabán), para seguir luego hacia Almagro y Calatrava La Nueva, una encantadora comarca de paisaje silvestre que también elegía don Alonso Quijano para sentarse solitariamente a pensar. La cuarta etapa atraviesa del Campo de Calatrava, rico en yacimientos arqueológicos, y la siguiente concluye en la Sierra de Alcaráz, hasta donde empieza la Sierra Morena. El sexto tramo de esta ruta llega hasta los campos de Montiel, refugio de pastores como los que Don Quijote encuentra en sus primeras aventuras, y luego se inicia una séptima parte que incluye Argamasilla de Alba y La Solana. Aquí quedan en pie varios molinos de viento, y sobre todo la casa del Bachiller Carrasco. Una etapa importante es la siguiente, que pasa en torno a Ciudad Real y Puerto Lápice (uno de los pocos lugares mencionados con nombre y apellido por Cervantes), donde el desequilibrado caballero andante veló sus armas toda una noche, y se puede ver incluso la Venta del Quijote, una posada con huéspedes de dudosa reputación que -muy quijotescamente- don Alonso Quijano confundió con damas elegantes. Los últimos puntos de la ruta del Quijote son Esquivias, donde se puede conocer la casa donde vivió Cervantes, y los pueblos del límite norte de Castilla-La Mancha. Este itinerario tiene su complemento ideal en una visita a Alcalá de Henares, que conserva la casa-museo de Cervantes, una típica casona burguesa de Castilla, con patio y aljibe, galerías y dormitorios. Aunque vivió en el lugar sólo entre su nacimiento, en 1547, y su mudanza a Valladolid, en 1551, aquí todo parece llevar el nombre de Cervantes.