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CURIOSIDADES

El origen del capirote o capuchón
La fecha de Semana Santa y la luna llena
Fiestas vinculadas: Corpus Chirsti y El Rocío
La procedencia de las saetas
¿Por qué se llama Pascua Florida?
Simbolismo en los huevos de Pascua
La tradición de los huevos de Pascua
La paloma de Pascua
El conejito de Pascua
La mona de Pascua



El origen del capirote o capuchón
Hay que remontarse hasta los comienzos de la Inquisición, cuando a las personas que estaban castigadas por motivos religiosos se les imponía la obligación de usar una prenda de tela que les cubriera el pecho y la espalda y un cucurucho de cartón en señal de penitencia. Esta costumbre fue adoptada por algunas cofradías de Semana Santa y dependiendo la zona son diferentes (en unos sitios se usa con antifaz y en otros sin él).




La fecha de Semana Santa y la luna llena
La Pascua tiene fecha variable. Desde el Concilio de Nicea, en el año 325, se decidió que la Pascua de Resurrección se celebrase "el domingo después a la primera luna llena que siguiera al equinoccio de primavera (21 de marzo)". Por eso, todos los años, se puede disfrutar de la luna llena en las procesiones.




Fiestas vinculadas a Semana Santa: Corpus Chirsti y El Rocío
La más importante celebración religiosa en Toledo es durante el Corpus Christi, que ocurre el Domingo de la novena semana después del Domingo de Resurrección. Forma parte de una tradición que viene desde hace mas de ocho siglos, y cuya procesión comienza en la Catedral, decorada con los mejores tapices, y describe un recorrido a través de las calles principales del casco histórico, regresando a la Catedral. Es el único día del año en el que el cáliz de plata de la catedral, que se expone en el Museo de la misma, es sacado afuera en procesión. Destacan la solemnidad de los uniformes de las distintas ordenes militares y el colorido de sus hermandades. Las calles se cubren de telas, y los balcones se decoran de flores. La Romeria de el Rocio, es sin duda la peregrinación que recibe mayor numero de visitantes cada año. Creyentes y no creyentes. Una vez todos ellos reunidos y tras recorrer sus caminos, se forma una única identidad, donde desaparecen las diferencias y se abren los corazones. Este es el milagro de la Virgen de El Rocio. La Virgen de el Rocio es la patrona de Almonte desde el siglo XV, cuando un cazador encontró la estatua en un árbol, cerca de las marismas. La devoción y el fervor popular a la virgen, así como la fé han hecho numerosas curaciones de fiebres, infertilidad y enfermedades mentales. La Virgen ha sido venerada en este aislado lugar desde entonces, y desde 1758 la Romería de El Rocio se viene celebrando 15 días después de la Semana santa. La celebración consta de dos partes, el festival en Almonte y la propia peregrinación que comienza unos días antes. Cientos de hermandades de distintas poblaciones cercanas y ciudades comienzan unos días antes su peregrinación en coches tirados por bueyes y caballos, o simplemente andando que finalizan en Almonte. Los coches no están permitidos. La mayor parte de los peregrinos visten sus ropas tradicionales de romeros: las mujeres sus trajes típicos andaluces y los hombres sus trajes camperos. Al acercarse a Almonte acampan al aire libre donde encienden sus hogueras y canta y bailan a la Virgen. Al llegar todos a Almonte celebran sus encuentros entre diferentes cofradías. Una carroza de plata que contiene la figura de la Virgen es llevada desde la Hermandad Matriz de Almonte hasta la Iglesia, recorriendo las diferentes hermandades.




La procedencia de las saetas
La palabra saeta proviene del latín "sagitta" -flecha-, por la similitud del cante, que se asemeja a una flecha que se lanza a la imagen. Las saetas se cantaban en el siglo XIX, aunque su apogeo fue a principios del siglo XX con voces como las de Manolo Caracol, Pastora Pavón, El Niño de Jérez o Mairena, entre otras.




¿Por qué se llama Pascua Florida?
Así llamaba el lenguaje popular a las fiestas pascuales. El antiguo catecismo había recogido la expresión cuando prescribía a los creyentes "comulgar por Pascua florida". Es un nombre plenamente justificado, porque la Pascua coincide con la estación en la que tras el letargo invernal, la naturaleza vive, de forma repentina y casi inesperada, la explosión de color, formas, perfumes, vida y belleza que denominamos primavera. "Pascua florida" une en perfecta armonía la fiesta cristiana, litúrgica, y la experiencia natural, profana, que subyace a ella. A mi me sugiere un problema que el clima de secularización de la cultura impone de forma cada vez más aguda a las comunidades cristianas y una pista -lo confieso, sólo incierta y germinal- para encontrarle respuesta. El problema es la tensión cada vez mayor entre el ideal litúrgico (¡la fiesta de las fiestas!); y la cruda realidad que la reduce para la mayor parte de sus miembros, por presión social, por necesidad real, o por las dos cosas a la vez, a unas breves vacaciones de primavera. Las respuestas que encuentran la mayor parte de las familias cristianas para no renunciar a los polos de esa fuerte tensión es incluir en el programa de las vacaciones fiestas y espectáculos tradicionales, generalmente procesiones, y asistir en condiciones mucho menos favorables que las de sus lugares de origen a la celebración de oficios religiosos masivos y muy poco participados. "Pascua florida" orienta hacia otra solución de esa tensión inevitable. La Pascua cristiana incorpora la conmemoración del Éxodo del pueblo de Israel, de las fiestas con que pastores y agricultores saludaban el renacimiento de la vida en las crías y en el brotar de las flores y sementeras, y la experiencia más general que supone para los seres vivos la primavera. Una invitación a hacer aflorar a la conciencia la necesidad de vida, de renovación que llevamos dentro de nosotros y que la Resurrección del Señor viene a confirmar y realizar en un nivel insospechadamente más profundo; una invitación a vivir la Pascua en esas experiencias humanas que son el encuentro con otros caminantes mientras volvemos a casa tal vez un poco desesperanzados, la escucha de palabras que ponen en ascuas nuestro corazón, la invitación a nuestra mesa a personas que pasan a nuestro lado, el compartir el pan que abre nuestros ojos, nos llena el corazón de alegría y nos hace decir con todo el convencimiento: "verdaderamente ha resucitado el Señor". La celebración sosegada, ya de vuelta en nuestras comunidades cristianas, de la cincuentena pascual nos permitirá después compartir con los hermanos y hermanas creyentes la fe y la esperanza pascuales y contarnos unos a otros cómo cada uno, a su modo, hemos reconocido o vamos reconociendo al Señor en nuestras vidas, de trabajo o de vacaciones, al compartir el pan.




Simbolismo en los huevos de Pascua
De todos los símbolos asociados con Pascua, el símbolo de fertilidad y nueva vida es el más identificable. Las costumbres y tradiciones de utilizar huevos han sido asociadas con Pascua por siglos. Originalmente los huevos se pintaban de colores luminosos y fuertes para representar la luz de primavera. Se utilizaban en concursos en los que se rodaban los huevos, o se intercambiaban como regalos. Amantes y admiradores se los regalaban entre sí como se hace con tarjetas de San Valentín en algunas partes del mundo. En la época medieval, tradicionalmente se regalaban huevos a los sirvientes. En Alemania, se les daban huevos a los niños acompañados de otros regalos de Pascua... Distintas culturas han desarrollado sus propias maneras de decorar los huevos. Huevos rojos se intercambian en Grecia en honor a la sangre de Cristo. En partes de Alemania y Austria, se utilizan huevos verdes para Jueves Maundy (Jueves Santo). Personas eslovacas decoran huevos con patrones delicados en dorado y plateado. Artistas austriacas hacen patrones pegando helechos y pequeñas plantas alrededor del huevo y después hirviéndolos. Al quitar las plantas queda un delicado patrón en un blanco reluciente. Los polacos y ucranianos utilizan diseños simples y colores fuertes, o decoran en el distintivo estilo pysanki (diseñar o escribir). Los huevos pysanki son obras maestras de habilidad y trabajo. Se le echa cera de abeja derretida al huevo blanco y después se baña en una serie de tintes sucesivamente. Después de cada baño se pinta con cera de nuevo. Eventualmente emerge un patrón complejo de líneas y colores. En Alemania y otros países se vacían los huevos en un plato hondo haciéndoles un agujero con una aguja y soplándolos para quitar su contenido. Las cáscaras se tiñen y se cuelgan en arbolitos y arbustos de Pascua durante Semana Santa. Los armenios decoraban huevos vaciados con imágenes de Cristo, la Virgen y diseños religiosos.




La tradición de los huevos de Pascua
Todo comienza en Semana Santa y culmina con el Domingo de Pascua, que se presenta como una de las más importantes fiestas religiosas. Las tradiciones en esta fiesta han ido variando con el correr de los siglos hasta llegar a convertirse, para la gran mayoría de la gente, en una semana donde no se trabaja y se comen los famosos huevos de Pascua. De hecho, el Domingo Santo es uno de los dos días del año en el que se consume más chocolates (el otro es la Navidad). Desde los comienzos de la humanidad, el huevo fue sinónimo de fertilidad, esperanza y renacimiento. El huevo adquirió importancia dentro de la mitología egipcia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo había nacido de un huevo. Los huevos de pascua en la antigüedad eran de gallina y de pato, y en la Edad Media les eran regalados a los chicos durante las celebraciones. Al tiempo, los cristianos comenzaron a obsequiarse huevos durante la Semana Santa con regalos y al principio el siglo 19, en Alemania, Italia y Francia, aparecieron los primeros huevos hechos con chocolate con pequeños regalos dentro. En cuanto a la decoración, los huevos de Pascua siempre han representado un desafío para los reposteros. Pero las diversas culturas fueron decorando de manera diferente los huevos. En sus comienzos, eran pintados a mano con colores estridentes que representaban la luz del sol. Los huevos se hacían uno a uno con un molde prefabricado, lo que dificultaba mucho su elaboración masiva. Los colores estridentes fueron apareciendo con las grandes producciones de huevos, por los años 20 y 30 del siglo pasado.




La paloma de Pascua
Si la gastronomía es excelente de por sí, en Italia todos los sentidos disfrutan de Pascua. Además del infaltable presente de los huevos de chocolate para los seres más queridos, una ocasional lágrima y un sentimiento inexplicable para aquellos que no tienen sangre peninsular, la "colomba pasquale" o paloma de Pascua es una tradición italiana. ¿Por qué paloma? Porque, de acuerdo con la destreza del cocinero, tiene la forma de una paloma en vuelo vista desde abajo.




El conejito de Pascua
El conejo de Pascua no es un invento moderno. Tiene su origen en las celebraciones anglo-sajonas pre-cristianas. El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. El conejo, como símbolo de Pascua, parece tener sus orígenes en Alemania donde es mencionado por primera vez en unos textos del siglo XVI. Los primeros conejos comestibles se fabricaron en Alemania en el siglo XIX de pastelería y azúcar. El conejo de Pascua fue introducido en EE.UU. por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. La llegada del "Oschter Haws" se consideraba uno de los grandes placeres de la infancia, equivalente a una visita de Papá Noel en Noche Buena. Los niños creían que si se portaban bien, el "Oschter Haws" pondría huevos de colores. Los niños construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín para que pusiera sus huevos el conejito. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.




La mona de Pascua
La tradición de la mona es típica de Catalunya y consiste en un pastel de harina, azúcar, huevos y mantequilla que el padrino o madrina regala a su ahijado o ahijada el lunes de Pascua, día festivo en Catalunya. La costumbre es muy antigua, ya que sale documentada en el siglo XV, aunque su primitiva elaboración era diferente de la que se conoce ahora. Antiguamente la mona era una torta de pan lógicamente circular, pero también podía tener diferentes formas: un cordero, una gallina, una luna, un barco, un molino ... pero en ninguna de ellas faltaba el huevo de chocolate. Aunque la tradición dice que la mona se regala hasta que el ahijado celebra la primera comunión, ésta no se cumple normalmente y el padrino, con toda la ilusión del mundo, sigue haciendo el presente, claro que ... cuando el niño ya "se hace grande", en vez de pedir el pastel lo que ya pide ¡es dinero!. A las monas actuales no les faltan los típicos huevos de chocolate, como tampoco muñecos que se ponen encima del pastel: pollitos y figuras famosas de la televisión o del cine.