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Valle de Benasque, el secreto mejor guardado del Pirineo
“Boccato di cardinale”
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Valle de Benasque, el secreto mejor guardado del Pirineo
Naturaleza, deporte, cultura y gastronomía en un entorno único

Enrique Sancho

Los lugareños del valle de Benasque, en el Pirineo de Huesca, son un tanto tímidos. Conscientes de que guardan una joya, no les gusta alardear de ella. Durante años su eslogan turístico fue “El valle escondido” aunque a muchos no les gustaba por lo de escondido, pero expresaba bastante claramente lo que define a este lugar. Lamentablemente, su valle, tan celosamente guardado, saltó a las primeras planas de los periódicos y a las portadas de los telediarios cuando el río Ésera que lo atraviesa recibió hasta 50 litros por metro cuadrado el pasado 18 de junio, que se unieron a las ya crecidas aguas por el deshielo primaveral y arrastraron puentes, carreteras, muros y parques infantiles. Cientos de personas fueron evacuadas pero no hubo víctimas. Eso sí, se pensó que la temporada turística quedaba arruinada.

Pues no, al menos no del todo. Junio fue malo, pero la rápida reacción del vecindario, el Ayuntamiento y los empresarios consiguió que en poco tiempo todo volviese a la normalidad y los meses de julio y agosto han sido incluso mejores que el año pasado. El esfuerzo ha sido premiado con la Placa al Mérito Turístico que otorgó el Consejo de Gobierno de Aragón a la Asociación Turística Valle de Benasque “por su importante contribución al desarrollo y difusión de los valores turísticos del Valle de Benasque, lo que ha originado un incremento en el número de visitantes a este valle, considerado como uno de los destinos turísticos de montaña más importantes a nivel nacional e internacional”.

Y es que, en efecto, Benasque y su valle ya no están tan escondidos y sus encantos se muestran abiertamente a quienes quieran descubrirlos. A poco más de cuatro horas desde Madrid (dos de AVE a Huesca y otras dos de autobús o coche hasta el centro de la población), esta villa y sus bellos alrededores son un privilegio para quien los visitan y una verdadera sorpresa por los recursos que ofrece, muchos de ellos de muy reciente creación. El valle de Benasque es el más abrupto y bello de cuantos conforman los Pirineos. Con sus más de 30 pueblos y villas, con su arquitectura altoaragonesa, sus iglesias románicas, sus costumbres, su lengua es, sin duda, un lugar de encuentro y reposo obligado en la visita a los Pirineos.

El valle de Benasque sabe mucho de esfuerzos y también de logros. Tierra de paso en una dura travesía de los republicanos que huían a Francia durante la Guerra Civil, de contrabandistas y de maquis en los tiempos duros, de emigrantes en los años 40 y 50 que acabaron en la Guinea Española y Fernando Poo, –como bien ha contado la actual alcaldesa, Luz Gabás, en su best seller “Palmeras en la nieve”–, de inviernos muy fríos y de pendientes eternas... Pero el resultado, hoy, compensa todos los sacrificios.

Benasque ofrece todo lo necesario para la práctica de casi cualquier deporte y para todos los niveles, desde el que desea iniciarse en alguno de ellos, hasta los veteranos que tratan de batir sus propios retos. Haciéndolo por libre o con la ayuda y asesoramiento de una empresa especializada. Bajar por aguas salvajes en kayak, lanzarse al vacío en parapente o montar en bicicleta (eléctrica para los más comodones) por escenarios idílicos son parte de la amplia oferta que define a los llamados deportes de aventura. La mayoría de ellos añaden un valor con el que no pueden competir otros deportes más populares y masificados: las inyecciones de adrenalina llevando a cabo estas prácticas son inigualables. Por tierra –pesca, montañismo, escalada, esquí de fondo y alpino, excursión en quad, espeleología, vías ferratas, excursiones a caballo...–; por aire –parapente, ultraligero, ala delta...–; o por agua –rafting, hidrospeed, kayak, descenso de barrancos, aguas tranquilas... todas las posibilidades están al alcance de la mano.

Naturaleza viva
En cualquier de las aventuras que se emprendan, la naturaleza sale al encuentro y se muestra en toda su grandiosidad. Uno de los paseos imprescindibles es el que atraviesa parte del Parque Natural Posets-Maladeta, con un impresionante conjunto de 13 glaciares, 95 lagos de origen glaciar y cascadas de gran belleza, para llegar al Forau d'Aiguallut donde se encuentran las aguas que, tras su viaje subterráneo, dan nacimiento al río Garona y la impresionante cumbre del Aneto que con sus 3.404 metros es la más alta de todos los Pirineos. Se trata de una caminata por un camino perfectamente señalizado de unas dos horas ida y vuelta, que los recios muchachotes del valle califican como “llano” y, aunque no hay que creerles, en realidad tampoco ofrece mucha dificultad. En el recorrido se vislumbran pastos, abetos, pinos y robles con boj. También turbas, setas y pequeñas plantas carnívoras. Sin buscarlos, salen al paso las cómicas marmotas y los elegantes armiños, no tan fáciles de ver el águila real, el quebrantahuesos, la nutria y el urogallo. Y a evitar totalmente, víboras y culebras...

Pero hay más posibilidades. Desde pequeñas escapadas de unas horas hasta travesías de varios días, pernoctando en alguno de los múltiples refugios de montaña, son innumerables las opciones que el valle ofrece para la práctica del senderismo.

Claro que cuando llega el invierno y senderos, valles y montañas se cubren de nieve, Benasque ofrece su otra cara, tal vez la más conocida y atractiva para muchos. Porque aquí, a un paso de Benasque se encuentran las propuestas del grupo Aramón que integra la mayor superficie esquiable de España y con una cifra de esquiadores y visitantes que le sitúa como líder del sector con más de un 20% de cuota de mercado. Este grupo integra y gestiona cinco estaciones: Cerler, Panticosa y Formigal, en el Pirineo aragonés, y Javalambre y Valdelinares, en el Sistema Ibérico turolense.

Cerler es la más próxima a Benasque y es la estación más alta del Pirineo aragonés. La belleza paisajística de la estación, rodeada de más de 60 picos que superan los 3.000 metros de altura hace de Cerler una estación con un extraordinario encanto natural. Sus pistas y remontes se reparten a lo largo de dos valles: Cerler y Ampriu en los que el esquiador encuentra todos los servicios necesarios para su comodidad en la estación: remontes que eliminan filas de espera, una amplia oferta gastronómica y un moderno sistema de nieve artificial, que aseguran el disfrute de la nieve durante toda la temporada de esquí.

En los últimos años han surgido muchos deportes relacionados con la nieve, que permiten disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Cada uno de ellos tiene aquí su espacio privilegiado. El esquí nórdico es el primer deporte de nieve que se empezó a practicar en nuestro país, pero desde luego no es el único. Fruto de la evolución de las técnicas que tradicionalmente utilizaban los habitantes de las montañas para desplazarse, o bien, de la importación de otros países, se han multiplicado las opciones para disfrutar de la nieve y de la montaña en invierno: esquí nórdico y de travesía, freestyle, snowboard, escalada en hielo, motos de nieve, raquetas de nieve, trineos...

Y también cultura
En el valle de Benasque todos los deportes son posibles, pero para los más tranquilos o los que después del ejercicio busquen algo más, también aquí hay posibilidades. Los espectaculares paisajes que regala a cada paso el valle de Benasque están jalonados por numerosas e interesantes muestras de arte románico. Junto a los templos, se alzan las viviendas del valle que fueron, durante siglos, unidad social y entidad básica de producción y autoconsumo. En las viviendas del valle se englobaban los establos y ganados, sus tierras, su pasado y el rango social que se desprendía de todo ello. Estas casas se construían principalmente con sillares de piedra, y sus forjados se realizaban de vigas de madera, mientras que los tejados se cubrían con lajas de piedra o pizarra. Las escasas ventanas solían tener un dintel de piedra o madera.

Benasque albergó la capitalidad del Condado de Ribagorza, por lo que, más allá de las casas tradicionales, cuenta con la presencia de edificios nobles en su atractivo casco urbano. El más llamativo es el Palacio de los Condes de Ribagorza o Casa Albar, totalmente restaurada y que constituye un bello ejemplo de arquitectura renacentista. También destacan otras construcciones como Casa Faure, Casa Juste o Casa Suprián, en Anciles. Naturalmente en Benasque y los otros pueblos del valle abundan los hoteles de todas las categorías, muchos de ellos dotados de balnearios y spas para encontrar el relajo adecuado tras las jornadas activas.

Sabores y aromas
Y, claro, después de una intensa jornada en la montaña, merece la pena saborear esos manjares que reconfortan el estómago y el espíritu trasladándonos a un tiempo en el que la comida se cocía y se disfrutaba sin prisa. Hoy se siguen haciendo las cosas como ayer, como las abuelas han ido enseñando a los nietos y éstos se muestran orgullosos de conservar. Las casas del valle de Benasque se autoabastecían, por lo que no es de extrañar que dispusieran de nutridas despensas repletas de las excelentes materias primas que obtenían de los ricos parajes pirenaicos que las circundaban.
Excelentes cárnicos como el cordero, la ternera o el cerdo; la trucha como emblema de la pesca en la zona; las verduras, hortalizas y legumbres, base de muchas recetas locales; los frutos secos, la miel, un amplio abanico de setas y las codiciadas trufas conforman, junto con la caza, el mapa de la variada y rica gastronomía del Valle de Benasque.

Los renombrados establecimientos de restauración del valle de Benasque preparan a diario una esmerada muestra de la gastronomía típica de la zona que permite sumergirse en el corazón de estas tierras a través de sus sabores y olores y siempre con la calidad que garantizan los productos locales. Encandilados por sus paisajes pirenaicos y respirando su rica historia a través de su patrimonio artístico, los sabores de antaño traídos hasta nuestros días son el complemento para un valle delicioso.

Entre sus especialidades destacan los “recaus”, platos de cuchara por excelencia y en los que conviven los más diversos productos. El de Villanova que, además de lentejas y chorizo, incorpora patatas y coles, es uno de los más conocidos. También es popular en el valle el guiso de garbanzos con patatas al que se añade longaniza, tocino, morcilla y costilla. En este mismo apartado figuran las judías en aceite, típicas de Castejón de Sos. Del cordero, se cocinan los “garrotets” o jarretes en localidades como Benasque, donde son un verdadero estandarte de la gastronomía local. En el mismo apartado cárnico, aunque de caza, destacan el “ixarso” o sarrio benasqués y el jabalí con chocolate. En cárnicos, junto a la deliciosa ternera del valle, se encuentran exquisitos productos derivados del cerdo como los embutidos, las chiretas o las tortetas.

De la huerta, patatas “al calibo”, cocinadas al amor de la lumbre, y platos como la ensalada benasquesa, más elaborada, en la que junto a las patatas, hay cebollas, sardinas de cubo y robellones en vinagre. La riqueza de los hongos de la zona –“robellons”, “muxardons”, y muchas otras variedades– ofrece, además, infinidad de recetas muy apetitosas. También producto de la naturaleza, en este caso de las cristalinas aguas que recorren el valle, las truchas se convierten en un manjar excepcional y desempeñan un papel fundamental en la cocina tradicional del valle de Benasque. Y para acompañarlo todo algunos de deliciosos vinos de la vecina Somontano.

Para saber más:
Asociación Turística Valle de Benasque: tel.: 974 55 28 80, www.benasque.com
Ayuntamiento de Benasque: www.benasque.es

Algunos hoteles:
Gran Hotel Benasque: www.hotelesvalero.com
Selba d´Ansils: www.hotelselbadansils.com
Ciria: www.hotelciria.com
Llanos del Hospital: www.llanosdelhospital.com

Buenos restaurantes:
La Solana, Casa Cornel: www.casacornel.com
La Llardana: tel.: 619 623 788
Restaurante Turpi: www.turpi.net

Algunos servicios:
Cerler: www.cerler.com
Grupo Aramón: www.aramon.com
Pirineo en ruta: www.pirineoenruta.com
Bikefriendly: www.bikefriendly.es
Verdebike: www.verdebike.es
Parapente Pirineos: www.parapentepirineos.com
Eseraventura: www.eseraventura.com
Autocares y taxis: tel.: 669 702 300
Quesos artesanos: www.elbenasques.com

Para solicitar fotos:
OPEN COMUNICACION
Tel.: 91 447 72 91 y 670 09 82 85
open@opencomunicacion.com
www.opencomunicacion.com


“Boccato di cardinale”
Un recorrido por diez de los mejores manjares para disfrutar

Enrique Sancho

Aunque en los últimos días el mundo ha estado pendiente de la decisión de un puñado de cardenales y de si añadían clorato de potasio, lactosa y colofonia a sus papeletas o no para conseguir la “fumata bianca”, el título que encabeza estas líneas no está relacionado con el Vaticano ni con la religión. O en todo caso lo está solo de forma colateral. Se llamaba, y todavía se sigue haciendo, “boccato di cardenale” a aquellos manjares selectos reservados a los privilegiados, a los que hacían de la gula una virtud en lugar de un pecado. Y entre ellos, claro, solían estar los cardenales.

En nuestros tiempos, afortunadamente, no hace falta ser primado, ni poderoso para disfrutar de algunos de los más sublimes placeres de la mesa; y la celebración en Valladolid de la 14 edición del Salón de la Alimentación permite descubrir algunos de ellos que están al alcance de la mano y de casi todos los bolsillos. Esta es una selección de diez que merecen caer en la tentación.


Jamón ibérico Beher. Considerado como uno de los mejores de la D.O. Guijuelo (Salamanca) y, sin duda, el más premiado (entre otros, reconocido como el “mejor jamón del mundo”), el jamón ibérico de esta empresa de Bernardo Hernández, está marcado por la selección generación a generación de las mejores madres reproductoras de raza ibérica, a lo que se añade una crianza en libertad y su alimentación natural culminado todo ello por un lento proceso de curación de 24 a 40 meses. Beher abarca el proceso productivo completo, desde la cría del cerdo en las fincas al corte manual del jamón, consiguiendo así una producción homogénea y reconocida en todo el espectro de fiambres y embutidos. El jamón ibérico de bellota Beher es de hueso muy fino, largo y bien perfilado, con el recorte justo de grasa color oro y de consistencia muy suave. Al corte presenta un atractivo color rojo cereza, buena infiltración y veteado, mínimas pintas blancas y un brillo, tanto en el magro como en la grasa, característico de su gran calidad. Su sabor resulta agradable, dulce y suave. También produce todo tipo de embutidos. Desde hace unos meses, todos sus jamones incluyen la Guía de Corte de Jamón de bolsillo y un DVD donde se explica la técnica de corte del jamón ibérico. Info: Tel.: 923 580 000, www.beher.es.


Platos preparados Euroambrosías. Aperitivos sofisticados, delicados hojaldres, pastas de primera calidad... pero también platos de cuchara, arroces, caza con guarnición, cochinillo, codero, salsas... y todo listo para calentar y comer. Estas son algunas de la novedades de Euroambrosías, una empresa que atiende a las necesidades de la gastronomía actual, aportando I+D+i a los distintos ámbitos de la hostelería, apostando siempre por la calidad y seguridad de todos sus productos. Sus creaciones son elaboradas con materias primas de primera calidad cuidadosamente seleccionadas dedicando a cada plato tiempos prolongados, bajas temperaturas y ausencia de colorantes y conservantes. Todo lo necesario para obtener una receta en su justo punto de cocción y que conserva el sabor natural. Info: Tel.: 91 689 51 00, www.euroambrosias.es


Morcilla de Burgos Cardeña. A primera vista no parece que la morcilla, ese producto nutritivo, sabroso y barato, deba ocupar un lugar de honor entre las delicatesen, y eso ha sido más o menos así, hasta que Roberto da Silva se propuso hacer morcilla. Además de hacer una de las mejores morcillas tradicionales, su espíritu de superación le ha llevado a desarrollar morcillas de autor: una cular, ciertamente gruesa, ancha y corta, y otra muy especial: en la que el arroz bomba, la cebolla horcal, la sangre... aparecen embuchadas en un calamar, que hace de sabrosa tripa... Gran parte del secreto de estas morcillas reside en su cebolla. “Hay que tener en cuenta –dice Roberto– que el 60% de la mezcla que preparamos para elaborar la morcilla se compone de cebolla, y la que utilizamos es de aquí, de Palenzuela, idónea porque tiene gran proporción de agua y no pica”. Pero además de esas morcillas selectas Cardeña se ha lanzado a la producción también de sutilezas como nachos de morcilla, que recuerdan, en cuanto a textura, a unas patatas fritas y, en cuanto al sabor, reproducen el churruscado de una morcilla frita; o su Tierra de Morcilla, pensada como un complemento para aliñar, condimentar o enriquecer platos, aportando una textura especial y un sabor muy definido. Info: Tel.: 947 290 166, www.morcilladeburgos.com


Ribera del Duero de Bodegas Pascual. La filosofía y el buen hacer de estos vinos comenzaron a forjarse en el siglo XIV en la bodega histórica perteneciente a la familia Pascual, situada en el pueblo burgalés de Fuentelcesped. Durante todos estos siglos, sus antepasados, de forma artesanal y haciendo gala de su gran sabiduría popular, dedicaron su esfuerzo y empeño a extraer el jugo de la viña y convertirlo en bebida de dioses. En 1986 comienza la andadura de Bodegas Pascual en Burgos, provincia perteneciente a la D.O. Ribera del Duero, donde se produce cerca del 85% de la uva amparada bajo esta denominación de origen. Entre sus marcas destacan “Heredad de Peñalosa”, “Buro de Peñalosa”, “Buro Seleccion”, “Leira Reyero”, “Castildiego” y culmina con la marca “Diodoro Autor” en reconocimiento a la labor del padre de los fundadores, elaborado con 100% de uva tempranilla. Un vino con un aroma de frutos rojos y negros compotados (moras, zarzamoras, arándanos, etc.) que se entremezclan con los aportes de maderas finas. Vainillas, cacaos, leves aromas y tonos minerales. En boca su entrada es redonda y aterciopelada. Infinidad de matices expresan una amalgama de sabores únicos, regalices negros, torrefactos, cacaos, chocolates amargos, tabacos negros y de pipa. Su complejidad y excelente volumen acarician el paladar que con taninos muy maduros y redondos hacen de Diodoro una delicia infinita. Info: Tel.: 947 55 73 51, www.bodegaspascual.com

Ternera de Aliste. La Marca de Garantía “Ternera de Aliste” ampara carne de vacuno procedente de las explotaciones situadas en la zona oeste de Zamora. El buen hacer de sus productores, dueños de pequeñas explotaciones familiares, que siguen unos métodos de producción basados en el aprovechamiento de los recursos naturales, respetuosos con el medio ambiente y heredados a través de los tiempos, unido a un estricto plan de control y toma de muestras y un riguroso proceso de certificación hacen de la Ternera de Aliste un producto único, completamente diferenciado del resto de carne existente en el mercado y de una calidad superior. Probar y comer Ternera de Aliste supone una explosión de sensaciones deliciosas por sus marcadas y diferenciadas características: un aroma delicado, una terneza suave y primorosa, una jugosidad explosiva y un sabor exquisito y personal que una vez paladeado, no se olvida. Info: Tel.: 980 680 333, www.terneradealiste.es


Quesos El Pastor de la Polvorosa. Con una producción actual de 10 millones de kilos al año, la empresa Hijos de Salvador Rodríguez S.A. fundada en 1947, se ha convertido en una de las fábricas de quesos más importantes de España, y la primera en producción de queso zamorano. A lo largo de más de medio siglo se mantiene el mismo cuidado y mimo que don Salvador, cuando elaboraba el queso con sus propias manos. La denominación de origen de queso de oveja de Zamora, se ha conseguido gracias ala unión de las fábricas de queso de la provincia y, a su vez, de las ganaderías zamoranas de las razas de oveja churra y castellana. Gracias a la transformación de una excelente materia prima, se obtiene un queso con un sabor único, una textura imborrable y una calidad excelente. Si hubiera que elegir uno, apostamos por el Queso de Oveja Curado, ideal para los amantes del buen queso, del queso fuerte, del queso que en su retrogusto le invita a repetir. Elaborado con leche cruda de oveja, es el resultado de unir la tradición con la tecnología más moderna. Curado durante doce meses, se convierte en “un capricho culinario”. Acompañándolo con un buen vino, se consigue un aperitivo insuperable. Info: Tel.: 639 837 823, www.elpastor.com


Las Caraballas, huellas de un gran vino. El proyecto Las Caraballas nace de la inquietud por desarrollar una actividad agrícola ecológica, basada en el respeto al medio ambiente, la mejora del ecosistema y en la obtención de productos de calidad. Bajo esta idea, se sustentan la filosofía y la forma de trabajar la finca: 100 hectáreas de tierra cultivable y pinar en el término de Medina del Campo (Valladolid). Se disponían de 140 hectáreas de terreno hostil donde la fertilidad de la tierra era ya muy reducida. Los trabajos de recuperación del suelo duraron meses antes de poder, por fin, realizar la primera plantación de 35 hectáreas de viñedo. La naturaleza es un sistema perfecto de vida donde fauna y flora conviven en perfecta armonía. Así que decidieron convertir este pequeño ecosistema en un espacio perfecto para la convivencia de distintas aves rapaces que a su vez, según su condición natural, colaborarían en la prevención de plagas de insectos y topillos. Tras años de trabajo, el viñedo tiene ya una extensión de 60 hectáreas y elabora el vino Caraballas, generoso y exquisito en todos los sentidos. El verdejo Caraballas es un vino de gran capacidad de expresión que refleja de manera fiel el viñedo en el que por primera vez se sueña un vino de seducción, con una indiscutible personalidad. Blanco de mucho recorrido, que armoniza con las mesas más exigentes y las barras más chispeantes. Info: www.lascaraballas.com

Mermeladas Fruto de Huerto. Se trata de un obrador de mermeladas ecológicas realizadas de forma artesanal, manualmente, en un pueblecito de la provincia de Zamora en Fariza de Sayago, en el corazón de los Arribes del Duero, lindando con Portugal. Elaboran numerosos tipos de mermeladas con fruta ecológica y azúcar de caña orgánica, sin espesantes, ni colorantes, ni conservantes artificiales. Todo el proceso es de forma artesanal y con el sistema tradicional de elaboración de mermeladas. Gracias a la gran calidad de la fruta y vegetales que utilizan para confeccionar estas mermeladas y el cariño y tranquilidad con que las hacen, se consiguen unos sabores especiales que recuerdan las mermeladas de las abuelas. Tienen unas 36 variedades actualmente utilizando melocotones, nectarinas, fresas, ciruelas, kiwis, cebollas, moras, higos, tomates, peras, pimientos, manzanas, naranjas, membrillos, mandarinas, albaricoques y frambuesas, combinadas con menta, hierba luisa, vainilla, cardamomo, etc. Como novedad ofrecen un producto especial que denominan “Dulce de Oveja” que es un dulce de leche elaborado con la leche de ovejas ecológicas de su mismo pueblo, pertenecientes a la granja familiar Quesos Fariza. Info: Tel.: 617 482 476, www.frutodelhuerto.es


Delicias de Cuéllar. Se trata de una delicada pasta elaborada con productos de la zona, formada por dos tapas de pasta de piñones con un relleno de crema de Achicoria imitando la forma de un ladrillo mudéjar que hay en algunas emblemáticas construcciones de Cuéllar y su región. Es una invención de Jesús Gómez y mereció el primer premio en el concurso que convocó el ayuntamiento para elegir el "Dulce típico de la Villa de Cuéllar". El objetivo de esta pastelería segoviana es ofrecer a sus clientes productos artesanos, como hojaldres, helados, masas abizcochadas o bombones, combinando siempre la tradición con la exquisitez de la moderna repostería. Info: Tel.: 921 142 473, www.deliciascuellar.com


Morujito de Panizo. Entre las novedades de la empresa zamorana Orujos Panizo destaca su nuevo cóctel de orujo, el denominado 'Morujito', con el que la firma pretende introducirse en otras franjas de consumo, entre ellas la de la noche y que fue presentado hace unos meses en el salón Gourmet de Madrid. El nuevo producto es una bebida suave, refrescante y diferente en la que el sabor y el aroma a lima y hierbabuena se entremezclan con el del orujo. Adaptado a los nuevos tiempos, el 'Morujito' lleva en su contraetiqueta un código QR que enlaza directamente, a través de cualquier móvil dotado con lectores de códigos QR, con la página web www.morujito.com. Allí se explica cómo elaborar el perfecto 'Morujito', para lo que solo hace falta media lima cortada en trocitos, hierbabuena fresca machada, hielo picado y la cantidad justa de Morujito. Info: Tel.: 980 64 91 95 y www.destileriaspanizo.com

Para más información:
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Cantabria en diez instantes
Un breve recorrido por los infinitos encantos de esta tierra

Enrique Sancho

Son diez, pero podrían ser cien o mil, o quizá solo uno: intenso, duradero, conmovedor... Cantabria, fiel a su eslogan, propone infinitas emociones, innumerables momentos para disfrutar, para saborear, para soñar. A cada hora del día y de la noche, en cualquier lugar de su concentrado territorio, solo o acompañado esta tierra no deja de sorprender. Aquí hemos seleccionado diez instantes que hay que vivir... cuanto antes.

UNO. Amanecer en la bahía.
La primera vez que uno observa el mar desde el bello Paseo de Pereda de Santander se siente un poco desconcertado, se piensa que ya que la ciudad está en la cornisa cantábrica, el mar que se ve está al norte, pero no es así. La bahía de Santander forma una gran ensenada y en esa parte la ciudad, y el mar, están orientados al sureste. Por eso produce cierta sorpresa ver amanecer sobre el mar y observar los primeros rayos del sol reflejarse sobre las fachadas del paseo, envolviendo a sus árboles o creando mil contraluces en los barcos del cercano Puerto Chico. Es un espectáculo apasionante sobre todo cuando hay las frecuentes nubes que crean infinitas tonalidades. La vista del mar es maravillosa, pero también la de la ciudad que va surgiendo entre las sombras hasta mostrarse en todo su esplendor. Una buena forma de comenzar el día.

DOS. Nadando con tiburones. Cantabria cuenta con numerosos museos, pero tal vez uno de los más originales, ilustrativos y situado en un marco excepcional, entre el promontorio de San Martín y la playa de los Peligros de Santander, es el Museo Marítimo del Cantábrico, que ofrece al visitante una de las más ricas y variadas propuestas museográficas, entre las dedicadas a la mar y a los hombres, de cuantas se ofrecen en España. En sus más de tres mil metros cuadrados de exposición, muestra la vida marina y todas las formas de relación del hombre con la mar a lo largo de su historia. En el museo se muestra cómo es la vida en el mar, cómo hacen su trabajo los pescadores, la historia marítima de Cantabria y la tecnología marítima. Historia natural, arqueología, etnografía, construcción naval, patrimonio marítimo, cartografía, instrumentos de navegación, embarcaciones, fotografía, documentación histórica y marítima... y un acuario marino que muestra las especies que habitan el Cantábrico y otras muchas. Al finalizar la visita hay que dejar un tiempo para subir a la cafetería y disfrutar de su espléndida terraza. www.museosdecantabria.com/maritimo

TRES. En tierra de reyes. Toda la fisonomía del litoral de Santander viene marcada por la Península de la Magdalena, uno de los espacios más bellos y significativos de la ciudad. El antiguo Campo de Polo (donde se han jugados también partidos de Copa Davis), el monumento a Félix Rodríguez de la Fuente, el Paraninfo, las Caballerizas Reales, la playa de Bikinis, el Embarcadero Real son el prólogo al espectacular Palacio de la Magdalena. Los habrá más bellos, más suntuosos, más ricos, pero no hay muchos que disfruten de una situación tan privilegiada como este. Desde la cumbre de la península se pueden contemplar impresionantes paisajes naturales y arquitectónicos. El Palacio Real, de influencias inglesas, fue inaugurado en 1912 y regalado por suscripción popular a los monarcas Alfonso XIII y Victoria Eugenia que lo disfrutaron como residencia de verano desde 1913 hasta 1930. Tras la restauración, este singular edificio se ha convertido en la sede de los prestigiosos cursos de la Universidad Internacional Menéndez-Pelayo. Es un lugar perfecto para un tranquilo paseo, descubriendo las carabelas que el marino cántabro Vital Alsar donó a Santander y un peculiar mini-zoo que alberga, en espacios naturales que reciben el agua directamente del mar, a un nutrido grupo de animales marinos. No hay que perderse la vista del palacio y de la isla y faro de Mouro desde el borde del mar. Lo último para visitar la península son los patinetes eléctricos Segway que se pueden alquilar junto al Campo de Polo y el Restaurante. www.centenariopalaciomagdalena.com/es

CUATRO. Ni santa ni llana... La primera frase que suele escucharse al visitar Santillana del Mar es el viejo chiste de que se trata de la ciudad de las tres mentiras, porque no es "ni santa, ni llana, ni tiene mar". Hay mucho que decir sobre ello, pero no deja de ser una anécdota frente a esta villa que deslumbra por su belleza, aunque la acumulación de turistas durante casi todo el año y los numerosos comercios de recuerdos y productos típicos la han convertido un poco en parque temático. Lo ideal sería visitarla en uno de los meses de invierno cuando muestra su cara auténtica, pero si se hace en otra fecha tampoco importa. Además de sus casas señoriales y palacios, la villa alberga como principal tesoro la Colegiata de Santa Juliana el edificio más representativo de Santillana del Mar y la joya más importante del románico en Cantabria. Pero Santillana no sigue anclada al pasado, aunque haya sido glorioso, la villa continúa la evolución que la ha traído hasta nuestros días y cuenta con una ferviente actividad cultural, que la convierte en uno de los referentes de Cantabria y el resto del territorio nacional. Una villa abierta a todos, cada día y cada hora del año, una villa moderna y actual, de ocio, de arte, de turismo y preparada para un futuro prometedor. Si te lo puedes permitir, alójate en el hotel cinco estrellas Casa del Marqués que fue la residencia del primer Marqués de Santillana del siglo XV (tel.: 942 81 88 88 y www.hotelcasadelmarques.com), precio de oferta 170 euros con dos entradas gratis al parque de Cabárceno (www.santillanadelmarturismo.com).

CINCO. No es la original pero... Mientras políticos, arqueólogos y científicos siguen discutiendo durante años (lleva 11 cerrada) si se puede abrir de manera limitada al público, la réplica de la cueva de Altamira y el museo junto a ella, que fueron inaugurados en 2001, son las mejores opciones para darse una idea de lo que es la "Capilla Sixtina del Paleolítico". Los últimos avances tecnológicos y una inversión en su día de más de 4.000 millones de pesetas permiten al público disfrutar de una reproducción exacta de la Cueva de Altamira, así como de uno de los museos más importantes de la prehistoria de España. Grandes cristaleras presentes en el edificio del arquitecto Juan Navarro Baldeweg simulan la entrada a la cueva tal y como era hace 15.000 años y junto a ellas una proyección virtual muestra cómo se desarrollaba la vida cotidiana de los habitantes de Altamira. A través de una pasarela el recorrido transcurre por una reproducción de la excavación arqueológica y el taller del pintor de Altamira, en el que varios vídeos muestran la técnica empleada para llegar finalmente a la sala de polícromos, que ha sido reproducida con las mismas dimensiones que tenían antes de que un derrumbe redujera su espacio en la Prehistoria. En el museo, vídeos interactivos, dibujos animados, objetos prehistóricos procedentes de numerosos museos, principalmente el de Prehistoria de Cantabria, y facsímiles de otras cuevas de la región son algunos de los contenidos del Museo, a través de cuyas diferentes secciones el visitante puede adentrarse en la prehistoria peninsular y los diferentes aspectos de la vida en ese periodo: el arte, la cultura, la vida cotidiana y las técnicas de caza. Una advertencia, aunque se trata de una reproducción, está terminantemente prohibido hacer fotos en el interior de la neocueva (www.cuevamuseoaltamira.com).

SEIS. De cueva en cueva. Cantabria atesora más de 6.500 cuevas en las que las primeras muestras del arte y la espiritualidad humana se combinan con los prodigios de la naturaleza, creando un oculto universo único. Buen ejemplo de ello son los más de 30 kilómetros de galerías que componen la Cueva del Soplao que, si bien fueron utilizados en tiempos recientes por los hombres para extraer su mineral, constituyendo también un excepcional patrimonio de arqueología minera, destacan sobre todo por su peculiar interés geológico. Las sensacionales formaciones que la cavidad alberga en su interior dan lugar a todo un juego de claroscuros, sensaciones, colores y formas que desafían las leyes de la lógica. En El Soplao hay cientos de estalactitas y estalagmitas, columnas y banderas de piedra, pero destacan especialmente los elementos con formas excéntricas que crecen componiendo todo tipo de círculos, espirales, tirabuzones, etc. incluso sin tener en cuenta la gravedad. La calidad, blancura y sobre todo la abundancia de sus formaciones en aragonito y calcita la convierten en una cavidad única que tendrá que ser declara Patrimonio de la Humanidad más pronto que tarde. El recorrido turístico de la cueva, o "de pasarela" es de unos 1.200 metros, puede hacerse incluso de silla de ruedas y hasta la cueva se accede en una réplica de tren minero. Hay otro tramo abierto al público con el nombre de Turismo-aventura en el que los visitantes podrán recorrer hasta 3 kilómetros dentro de la cueva, cuya longitud total es de 14 kilómetros. La visita requiere una indumentaria especial, casco con luz y botas de agua (www.elsoplao.es).

SIETE.Religión, naturaleza,paisaje... Aunque hasta 2017 no se celebrará el siguiente Año Santo Lebaniego, el Monasterio de Santo Toribio en plenos Picos de Europa, sigue siendo una parada obligada del viajero, incluso para los menos religiosos. Destaca su situación en uno de los valles más hermosos de Cantabria, de los valles, habría que decir, porque en realidad son cuatro los que se unen en este rincón cántabro custodiado por las montañas, la mayor parte dentro del Parque Nacional Picos de Europa, y cuyo eje central es Potes uno de los pueblos más pintorescos de la zona y el más concurrido. Sus calles, atravesadas por numerosos puentes, cuentan con edificios y monumentos con siglos de historia, como las torres del Infantado y la de Orejón de Lima (siglo XV). Su parte antigua está llena de callejuelas y caserones que son testigos del antiguo esplendor del lugar. En la Torre del Infantado, recientemente restaurada, se ha alojado el Centro de Estudios Lebaniegos. Potes y Liébana son el paso obligado en la ascensión hacia el punto más alto de los Picos y el teleférico de Fuente Dé (www.liebanaypicosdeeuropa.com).

OCHO. ...y la mejor gastronomía. También es esta buena zona (toda Cantabria lo es) para disfrutar de la gastronomía. Sin duda el plato más característico de la comarca es el cocido lebaniego a base de suculentos y variados ingredientes: carne, chorizo, cecina, tocino, repollo, patatas y otros condimentos, sobre la base de pequeños y finos garbanzos, cocinados a fuego lento, que logran una sustanciosa preparación difícil de igualar. Se sirve en primer lugar un caldo con fideos obtenido de la cocción de los ingredientes, y se continúa con los garbanzos, el relleno y el compango. No hay que confundirlo con el cocido montañés, también frecuente en la zona, que se hace con alubias y berzas, aunque los demás ingredientes son similares. El cerdo también está presente en la gastronomía lebaniega: boronos, embutidos, morcillas... El vacuno es un factor decisivo en la economía y la mesa local. Son carnes de calidad e incluso con denominación de origen. De Liébana proceden dos de las tres denominaciones de origen que poseen los quesos de Cantabria: el queso picón Bejes-Tresviso y los quesucos de Liébana. El queso picón típico de los Picos de Europa, cuya producción artesana se concreta en los pueblos de Tresviso y Bejes, se elabora con leche de vaca, oveja y cabra en diferentes proporciones, madurando en cuevas naturales a una altitud entre 500 y 2.000 m., donde se desarrolla el Penicillum Autóctono, lo que da lugar a su característica masa cremosa de sabor y olor fuerte, y mantecoso al paladar. Los denominados quesucos de Liébana son de pequeño tamaño y escaso peso. Se producen de forma artesana y sin sofisticaciones. Son muy apreciados por la diversidad de aromas, sabores y texturas, y entre ellos destacan los ahumados de Áliva y el fresco de Pido. Pero, además, como las distancias son cortas, también forman parte de la gastronomía de la zona, las deliciosas anchoas, los pescados y mariscos, la caza y las conservas. No hay grandes vinos en Cantabria, aunque empiezan a mejorar, pero sí excelentes orujos. Su lenta destilación provoca una graduación extraordinaria y se distingue por su sabor dulce y su refinado aroma a pepita de uva. Su producción artesanal controlada asegura su calidad y mantiene su bien merecido prestigio (www.cantabriajoven.com/gastronomia/itinerarios.htm).

NUEVE. Gorilas casi sin niebla. En el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, donde pocas veces hay niebla, viven cebras, osos, jirafas, leones, monos, linces, aves rapaces, leones marinos, jaguares, avestruces, bisontes, búfalos de agua, camellos, ciervos, dromedarios, elefantes, gacelas, gamos, hienas, hipopótamos, llamas, lobos, papiones, rinocerontes, tigres y todo tipo de reptiles. Y hasta vacas tudancas, naturales de la región. Así hasta 900 animales de un total de 120 especies. Pero las estrellas del parque desde hace años son los gorilas. También los que más noticias han generado, algunas de ellas tristes. Primero fueron Niki y Nadia que, al parecer no se entendían bien y no conseguían tener descendencia. Trajeron a Wima y su hija Chelewa y la joven pronto se quedó embarazada, todo fue alegría, nació la bebé y hubo aún más alegría. Pero duró poco, con apenas once días su madre la aplastó en una caída accidental. Una nueva gorila para Niki y otra vez ha habido suerte. Moja, la gorila procedente de República Checa, está gestante y tendrá a su bebé en marzo. El parque de animales de Cabárceno, con una media anual de 500.00 visitantes, es considerado por el Gobierno de Cantabria como "el mayor recurso turístico de la región". Entre las novedades que se anuncian está la 'Visita Salvaje a Cabárceno', en el que los visitantes podrán ver desde muy cerca (separados por una reja, claro está) a los animales y darles de comer. Además, en Cabárceno, el Gobierno pretende construir un teleférico con dos líneas de telecabinas y cuatro estaciones, que espera sea usado por 200.000 personas. Costaría doce millones de euros, de inversión privada, pero el parque lo merece porque tiene «gran repercusión a nivel nacional e internacional, como enclave único de la naturaleza», se afirma desde el Gobierno regional (www.cantur.com).

Y DIEZ. De nuevo el mar. Aunque, como se ha visto, en Cantabria hay valles y montañas, pueblos, museos, cuevas y santuarios, es sobre todo el mar quien marca todos los recorridos. Pero elegir un solo lugar para este último “instante” no es tarea fácil, no en vano esta pequeña Comunidad cuenta con 220 kilómetros de costa y no menos de 90 playas de todo tipo: grandes, pequeñas, urbanas, agrestes, recogidas y tranquilas o abiertas al mar Cantábrico. Las playas de El Sardinero, ubicadas en el núcleo urbano de la ciudad de Santander destacan por su belleza además de ser unas de las más visitadas. Totalmente distinta es la playa de Oyambre, situada en la costa occidental, junto a la desembocadura de la ría de La Rabia y en pleno parque natural que lleva su nombre, se caracteriza por ser una de las mejor conservadas de la región. Destacan sus impresionantes dunas, cita obligada para aquellos que disfrutan de los paisajes naturales. Y como ejemplo en la costa oriental, se encuentra la playa La Salvé, en la localidad de Laredo. Se trata del arenal más extenso de todo el litoral cantábrico. Y, naturalmente, junto a ellas pueblos y villas llenos de encanto y sabor (nunca mejor dicho porque en ellos se come de maravilla): San Vicente de la Barquera, Comillas, Suances, Noja, Santoña, Laredo, Castro Urdiales...

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Turismo de Cantabria
Teléfono Vacaciones: 901 111 112
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Recorriendo la ruta del champán, el oro líquido
Un recorrido por los tesoros artísticos y vitivinícolas donde se elabora el oro líquido

Texto y fotos: Enrique Sancho


Al este de París, la región de Champagne-Ardennes es una amalgama de paisajes e historia. Una región sabrosa y chispeante en la que la historia de Francia ha dejado un buen número de testimonios y en la que la naturaleza sabe ofrecerse cálida y grandiosa. Todo, bajo el signo del más grande de los vinos que, como cada año, se hace protagonista de la Navidad.

Hay dos tumbas muy visitadas en la región francesa de Champagne-Ardenne al este de París. Una está en Colombey-les-deux-Eglises, en su cementerio municipal, y pertenece a uno de los hombres que mayor gloria dio a Francia: el general Charles de Gaulle. La otra está un tanto escondida en la remota abadía de Hautvillers, cerca de Reims, y hace compañía a Santa Helena, la madre de Constantino el Grande que descubrió la Santa Cruz en Jerusalén. Es la sepultura de Dom Pierre Perignon, un abad benedictino que no se distinguió por su santidad, sino por haber descubierto "por casualidad" el que muchos consideran el rey de los vinos: el champán, sinónimo de celebración, de bienestar, de placer.

Recorrer esta región no muy conocida supone desde luego penetrar en los secretos de elaboración del oro líquido, en unos paisajes ondulantes repletos de vides que se desparraman bajo el peso de sus frutos; pero también viajar a la Edad Media y descubrir ciudades ancladas en el tiempo, vislumbrar agujas góticas que suben verticales hacia el cielo como las burbujas del champán.

Entre Reims y Troyes discurre la Ruta Turística del Champán, atravesando ciudades enclavadas en tierras cubiertas de viñedos. Durante todo el año hay más de 50 productores que acogen al visitante y le muestran los secretos de la elaboración. Todos ellos relatan, con pequeñas variantes, la anécdota en la que el abate Dom Pierre Perignon avisaba a sus cofrades de que había descubierto accidentalmente un vino con espuma. "Bajad hermanos -gritó alborozado- hay un vino que tiene estrellitas", al ver en la cava botellas rotas producidas por una segunda fermentación ocurrida en la primavera.

Aquí se puede descubrir la mágica alquimia del vino de los reyes en las bodegas de Moët & Chandon, Mercier, Drappier, G.H Mumm & Cie, Piper-Heidsieck, Vranken Pommery, Veuve-Clicquot Ponsardin... -gigantescas catedrales subterráneas- y degustar los caldos de la región (no sólo champán) que asombran el paladar y todos los sentidos. Los viticultores, que actúan como guías espontáneos, cuentan todos los secretos de las tres cepas mejor adaptadas al suelo y al clima: el Pinot Noir, famoso por dar cuerpo a los vinos; el Pinot Meunier, buscado por su sabor afrutado y su aptitud a acelerar el proceso de maduración, y el Chardonnay con racimos blancos y una finura excepcional.

Como el champán, la estancia en Champagne-Ardenne tiene siempre la alegría de sus burbujas, el placer de sus sabores y el disfrute de sus aromas. Pero Champagne-Ardenne ofrece mucho más que viñedos y bodegas de reconocido nombre. La historia, el arte, la cultura y un entorno natural repleto de ríos, lagos, bosques y canales esperan al viajero.

El patrimonio cultural y artístico de Champagne-Ardenne es inmenso: castillos, catedrales, iglesias, ciudades medievales como Troyes que aún conservan sus fachadas con entramado de madera y fortalezas, tan impresionantes como imponentes, o la ciudad fortificada de Langres, patria de Diderot el fundador de la Enciclopedia, que mantiene bellas casas renacentistas ceñidas por cuatro kilómetros de murallas. Y si el champagne corre por las venas de la tierra -kilómetros de bodegas excavadas en el subsuelo- el agua lo hace por la piel de sus verdes y boscosos paisajes.

Ríos navegables y más de 10.000 hectáreas de lagos y embalses poblados por multitud de aves y rodeados por paisajes espectaculares, son el singular entorno donde cada uno podrá disfrutar del placer de un crucero fluvial, practicar todo tipo de deportes acuáticos, saborear la vida natural observando la fauna o dedicarse al turismo rural paseando por alguna de las numerosas rutas de la zona...

La ciudad de los reyes
Parece como si esta región estuviese acostumbrada a los milagros. Bastante antes de que el vino se transformase en estrellas, el poder divino se estableció en Reims. Ocurrió en 496, durante el bautismo de Clovis, Rey de los Francos. Este hecho ha marcado a la ciudad, que se ha convertido en el lugar de coronación de los reyes de Francia. Basta con observar la majestuosidad de la catedral de Notre-Dame para entender la importancia de esta elección. Esculturas finamente cinceladas, ventanas altas y rosetones adornados con impresionantes vidrieras. Todo aquí incita al respeto.

Y, a pesar de que Reims fue en gran parte destruida durante la Primera Guerra Mundial, ha sabido mantener la grandiosidad de aquellos tiempos gloriosos. No en vano, la UNESCO ha inscrito cuatro monumentos a su lista del patrimonio mundial: la Catedral, el Palacio del Tau, la Basílica y la antigua Abadía Románica de Saint-Rémi, reconvertida en museo de arte y arqueología.

Una belleza bien distinta en la capital de la Champaña se muestra en el Rond-Point Pommery, entrada a un mundo subterráneo excavado por los bodegueros que extiende sus tentáculos por cientos de túneles. Es el mejor lugar para hacer la primera cata e introducirse en el sabor característico de esta rica provincia.

Abandonando Reims se penetra en las tierras vinícolas del cercano Valle del Marne, donde parece brotar el champán por todas partes. Las lujosas mansiones y las iglesias de la zona han crecido al ritmo de las burbujas. La localidad de Epernay se considera la capital del champaña, ya que en su avenida principal se alinean las sedes de las compañías más importantes. Un museo dedicado a la elaboración del célebre espumoso aporta los datos históricos más destacados.

Para tener un punto de vista diferente, vale la pena realizar un breve crucero por el río Marne. Las cepas que tapizan los viñedos se deslizan dulcemente a ambas orillas del río. En las alturas, la fortaleza de Boursault deja ver sus torreones. Vista desde arriba, la región también es extraordinaria. Las parcelas estriadas de los viñedos aparecen más claramente y los castillos ocultos en los bosques hacen por fin su aparición. Algunos afortunados los espían a bordo de globos aerostáticos que realizan una ruta singular.

El camino hacia Châlons-en-Champagne, capital de toda la región, está marcado por la dolorosa historia de estas tierras amplias que contemplaron encarnizadas batallas en las dos Guerras Mundiales. Cráteres de obús, vestigios de trincheras, memoriales y cementerios recuerdan este triste pasado. Châlons-en-Champagne ha conservado el encanto discreto de una ciudad de provincia. Las casas de entramado de madera se codean con viviendas más burguesas hechas de yeso y ladrillos rojos.

La ciudad medieval de Troyes es la perla de la región. La antigua muralla que la limitaba tenía la curiosa forma de un tapón de champán, lo que fue toda una premonición, ya que todavía no se había inventado. La urbe ha conservado sus casas del siglo XVI, una arquitectura de entramado de madera típica de la campiña champanesa. Las restauraciones que se están haciendo dejan a la vista esta original estructura, rellenada con ladrillos. La Torre del Orfebre y la Casa del Panadero, que conservan las pequeñas poleas con las que se subían las mercancías, son los mejores exponentes de esta original arquitectura. En Troyes hay nueve iglesias, cada una de ellas de un estilo diferente, y varios interesantes museos: Arte Moderno, Farmacia, la Casa de la Herramienta...

Un proceso muy esmerado

Al sur de Troyes se encuentra Côte des Bar que debe su reputación al champán que aquí se produce. Los viñedos cubren las laderas de relieve accidentado. Los visitantes descubren esta tierra de aldeas floridas a lo largo de la Ruta del Champagne. Sea cual sea la estación del año, siempre hay una lección que aprender que los viticultores ofrecen con gusto. Una visita a la bodega, seguida de la correspondiente cata, es por tanto ineludible.

En esta zona, unas 25.000 hectáreas de viñedos producen la uva más selecta, la requerida para no saltarse la estricta reglamentación de la denominación de origen de Champaña. Ningún otro espumoso de Francia y del resto del mundo puede llamarse así. Solo a duras penas pueden mencionar que utilizan el método champagnoise. Del suelo calcáreo brotan las famosas cepas que necesitan para sobrevivir una temperatura media anual de 10 grados como mínimo. Por eso, no hay que extrañarse de que en el paisaje sobresalgan gigantescas aspas de ventiladores que impiden que las viñas se hielen cuando llegan las nevadas.

Dentro de la bodega, lo primero que se comenta es que gran parte de la uva empleada es negra, Pinot Noir concretamente, que es prensada en los anchos lagares con suma delicadeza para obtener un mosto blanco, sin teñirse del rojo de la piel. Las completas explicaciones continúan por la vieja bodega, donde se siguen los procesos de elaboración hasta que las botellas llegan a depositarse en un laberinto de túneles. El milagro de las burbujas forma parte de un proceso natural, debido al clima fresco de la Champagne y la corta temporada de crecimiento de la vid. La cosecha se realiza a fines del otoño, con lo cual se obtienen uvas repletas de azúcar, que las levaduras no llegan a convertir totalmente en alcohol. Durante la primavera, el proceso se realiza dentro de la botella, creando burbujas de dióxido de carbono que quedan atrapadas en ella. Luego, en el oscuro frescor el champán adquiere un envejecimiento que suele ser de tres a ocho años.

Al salir de la bodega los extensos paisajes esperan al viajero. En toda la región la historia y la naturaleza se entremezclan, el arte de vivir y la gastronomía conforman una filosofía en la que el champán no es ajeno. Como las burbujas que suben por la copa, un recorrido por estas tierras es siempre sabroso y chispeante.

Una idea original:
Para recorrer la Ruta del Champán, lo mejor es hacerlo en coche partiendo de París. Una buena idea puede ser combinar la ruta con la estancia en París de cuatro días/tres noches, alojándose en uno de los románticos barcos fluiviales de Croisi Europe atracados en el Sena, en el corazón de la ciudad, en cabina doble exterior y con todas las comidas incluidas, además de excursiones en la ciudad y un crucero "París by night". El precio es desde 310 euros por persona. Información en agencias de viaje y www.croisieurope.travel



Más información:
ATOUT FRANCE España
C/ Serrano, 16 - 3º Izq. - 28001 Madrid
C/ Fontanella, 21-23 - 4º 3ª - 08010 Barcelona
www.franceguide.com
www.tourisme-champagne-ardenne.com

Todo sobre el champán
El champán es una de las bebidas más famosas y consumidas por todos los ciudadanos del mundo. Se venden alrededor de 300 millones de botellas al año, cantidad suficiente para llenar aproximadamente 2.000 millones de copas de champán. Cada dos segundos se descorcha una botella en algún lugar del mundo.

Es el vino por excelencia de las celebraciones, tanto en bodas, bautizos y comuniones, como en nacimientos, cumpleaños y botaduras de barcos. Es señal de mal augurio que no se rompa la botella al chocar contra el casco, como ocurrió con la del Titanic que permaneció intacta después del violento choque.

Es promiscuo por naturaleza, lo mismo se deja beber "a morro" por un piloto de carreras, que es tragado sin respeto (y casi siempre en vaso de plástico) por los agraciados en las loterías.

El nombre de su inventor, Dom Perignon, ha bautizado la reserva más famosa y cara de la casa Moët et Chandon, dueña desde 1822 de la abadía que vio nacer el invento y parada obligatoria, hoy, en cualquier visita turística a la región.

La botella empleada para los vinos espumosos está diseñada especialmente (Eugene Digby) para resistir la presión generada por el gas carbónico que desprenden las levaduras en su segunda fermentación por lo que las paredes de estas botellas son mucho más gruesas.

El período de reposo de una botella de champán varía desde los 15 meses (periodo mínimo reglamentado para los champagnes más jóvenes) hasta casi una década en los Krug. Durante meses se da el 'golpe de puño' (para despegar los posos) y son colocadas sobre unos pupitres agujereados, con el tapón inclinado hacia el suelo. En esta nueva ubicación reciben un removido en el sentido de las agujas del reloj y en el inverso de forma alterna, a la vez que van inclinando su posición, este proceso dura unos 21 días en España, y casi el doble en la Champagne. Un buen especialista puede girar unas 14.000 botellas al día.

Antes de abrir una botella, hay que sujetarla con un trapo limpio, para evitar que resbale. Primero se quita el papel o aluminio que cubre el cuello de la botella; y luego la "malla" o alambre que recubre el corcho. Se sujeta el corcho y se va girando lentamente sin cambiar la dirección de giro, para evitar que el corcho se rompa. Nunca debe dejarse salir solo.

Como es una bebida que se toma muy fría (entre 5º-8º), no se llenan demasiado las copas para evitar que pierda este grado de frescura. La copa deberá ser tipo flauta, descartando las copas planas y anchas.



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Enrique Sancho
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Hungria, un paraíso para la caza y la pesca
Y también, por supuesto, para el arte, la cultura, los balnearios, la gastronomía...

Enrique Sancho

Sobre Hungría y su espectacular capital, Budapest, parece haberse dicho todo. Con una historia de 2.000 años tiene monumentos de la época de los romanos, iglesias románicas, herencia de la dominación turca, antiguos castillos altivos y magníficos palacios. En todo el país, pero sobre todo en Budapest -la “perla del Danubio”, ciudad Patrimonio de la Humanidad-, existe la mayor oferta termal y de balnearios del mundo. Los paisajes húngaros pasan de la frondosidad del gran lago Balaton a la interminable extensión de la célebre Puszta, la Gran Llanura húngara, sin olvidar sus valles de viñedos o las montañas volcánicas Mátra en el norte del país.

Hungría ofrece, además, una intensa vida cultural durante todo el año, tiene cientos de museos, galerías y salas de concierto, además de una animada vida nocturna, sobre todo en Budapest. Mención aparte merece su gastronomía que representa un sabroso punto de encuentro entre la cocina de los antiguos jinetes nómadas procedentes de Asia y los exquisitos logros de la Europa occidental.

Grandes trofeos
Además de lo mencionado, y mucho más, los aficionados a la caza encontrarán en Hungría un verdadero paraíso. La historia de la caza en este país se remonta a tiempos romanos, dado que la abundante vida salvaje de la provincia de Panonia era ya entonces una importante fuente de alimentos. Hoy la caza forma parte de una economía consciente de su riqueza natural. En este entorno natural e impoluto, las jornadas de caza que se organizan a lo largo de todo el año según el calendario de vedas atraen a Hungría a más turistas que nunca para participar en esta inolvidable experiencia.

Las grandes extensiones y una correcta gestión cinegética permiten a los cazadores más exigentes obtener trofeos de record mundial. El secreto está en la extensión de las reservas, las condiciones naturales y la gran cantidad de pasto y agua, que permiten un impresionante desarrollo de las reses en plena libertad, todo bajo una legislación que fomenta y protege este gran paraíso de caza , que es Hungría.

Las posibilidades son enormes. Entre la caza mayor, hay ciervos rojos, ciervos dama, corzos, jabalíes y muflones, por citar sólo una parte de la gran cantidad de presas que se pueden encontrar, algunas de ellas con trofeos de récord mundial. Por ejemplo, el corzo húngaro es un verdadero "unicum", con mucha fama en todo el mundo. En la planicie y las llanuras se localizan sobre todo presas de caza menor, como faisanes, becadas, conejos, liebres, gansos y patos salvajes. En Bakony, en los alrededores del Lago Balaton, una conocida zona vacacional de verano, se practica la caza mayor; Hanság es rica en presas acuáticas, siendo la más común el ánade silvestre, mientras que Szalonka es un auténtico regalo para los cazadores. Los que se animen con prácticas menos comunes, descubrirán que Hungría está también bien preparada para acoger halconeros o cazadores con arco.

La temporada de caza en Hungría dura todo el año, de modo que cada estación tiene sus propias especialidades. Ciervo y muflón (del 1 de septiembre al 31 de enero); corzo (1 de mayo a 31 de septiembre); gamo (1 de octubre a 31 de enero); jabalí (todo el año). A los extranjeros se les autoriza a cazar en Hungría con un permiso de caza válido emitido por las autoridades húngaras. Las condiciones que se exigen para solicitar ese permiso son un contrato válido de caza, una carta de invitación, una licencia de armas y un permiso para introducir el arma en el país.

Donde siempre pican
Los pescadores aficionados de todo el mundo suelen decir que Hungría es la tierra de las carpas, pues cuenta con una abundancia de ejemplares que garantiza una buena captura en prácticamente todas sus aguas, un récord tanto en tamaño como en cantidad de capturas. Pero también hay otras especies de peces muy apreciadas por los pescadores, hasta completar más de 50 especies diferentes de peces, como el pez gato, la lucioperca o la perca, junto con esturiones, barbos y anguilas. Los anzuelos más hábiles también suelen obtener peces carnívoros, e incluso enormes carpas herbívoras que alcanzan pesos de 25 kilos, capturas tan valoradas como frecuentes.

La superficie de agua total en la que se puede pescar en Hungría supera las 130.000 hectáreas, y la captura total en el país está en torno a las cinco mil toneladas. Hungría cuenta con una riqueza de lagos naturales de todos los tamaños, junto con embalses, lagos cantera, abrevaderos, canales de irrigación y pintorescos ríos, de modo que los cerca de 400.000 pescadores que componen la comunidad pesquera de Hungría y las decenas de miles de pescadores extranjeros que acuden anualmente pueden escoger entre una amplia selección de posibilidades.

Merece la pena probar suerte en sus lagos -el Balaton, el Velence, el lago Fert?, o el lago Tisza- y las 6.000 hectáreas de embalse creadas gracias al río Tisza que conforman una zona de abundante agua natural, son una oferta diversa de pesca y ocio. También en las ramificaciones del Danubio, en Soroskár y Tass, los alrededores de Györ, Asványráró y las zonas de Baja y Mohács.

Más información:
Oficina Nacional de Turismo de Hungría
Tel.: 91 556 93 48
Facebook: Hungría sorprendente
hungria@hungriaturismo.com

www.hungriaturismo.com


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Otoño en Bretaña, tierra de hadas y castillos... sin príncipe
Acantilados, bosques encantados, menhires y canales navegables en una tierra donde naturaleza y mano del hombre conviven en armonía. Texto y fotos: Carmen Cespedosa

Apartándose de las rutas convencionales, pero a corta distancia de nuestro país, pueden encontrarse paraísos naturales, espectaculares monumentos, templos del buen comer y beber. Bretaña, la punta más occidental de Francia, allí donde también hay un Finisterre, muestra un mundo de contrastes y armonías que conviven a la perfección y asombran al visitante.

Cualquier momento es bueno para recorrer esta región, pero tal vez el otoño ofrezca experiencias diferentes, lejos de aglomeraciones turísticas y un clima suave y soleado. El otoño con su dosis de calma y serenidad es un buen momento para disfrutar el magnífico espectáculo del Golfo de Morbihan, una las mejores bahías del mundo con sus 42 islas de paisajes encantadores. Si te va la aventura y te apetece sentir la libertad, la velocidad, el viento, el yodo, opta por el carro de vela, con el que se puede correr a la velocidad del rayo por las grandes playas de arena con vistas a las bahías bretonas más bonitas. Claro que si buscas algo más tranquilo, un paseo por las orillas del río Rance es un recorrido bucólico salpicado de ciudades de arte y pueblos encantadores como Léhon, Dinan o Dinard.

Otoño es también la época de la recolección de la manzana, lo que significa que es tiempo de elaborar la famosa sidra bretona. La reina de los campos frutales también se declina en esta época hasta el infinito en las recetas de la cocina bretona, la manzana aparece en “todas las salsas” cruda o cocinada, en compota, en una crepe flameada, en los kouing-amann, acompañando la andouille de Guéméne... En otoño la migración es un espectáculo en la isla de Ouessant, una de las mejores zonas de Francia para la observación ornitológica otoñal. Es excepcional el número de aves procedentes de Siberia y otras especies exóticas que se detienen aquí. Y, hablando de islas, a diez minutos en barco desde la punta de Arcouest, Bréhat seduce por su microclima, un atractivo turístico importante fuera de temporada. Está prohibida la circulación de coches por la isla, lo que la convierte en un auténtico paraíso para paseantes y ciclistas. El cambio de ritmo y el relax es soberbio y para sentirlo no hay más que pasearse por sus caminos de vegetación mediterránea y por las callejuelas de sus pueblos.

Cuando el otoño muestra sus primeros tonos lánguidos, hay que salir a pasear a Brocelandia, bordeando sus estanques y recogiendo de camino setas y castañas. Con un poco de suerte saldrán al paso las hadas, los dragones y los korrigans. Pero si se prefiere el contacto con el mar, nada como hacer la ruta de los faros. De Brest al País de los Abers, veintitrés colosos solitarios se enfrentan a los elementos y jalonan este recorrido legendario. El faro de Saint Mathieu se yergue entre las ruinas de su abadía; el Créac’h con su pijama a rayas blancas y negras; el Stiff, el Horno, el Piedras Negras... Hay que arrastrar por la belleza de estas construcciones con nombres míticos y por esos parajes fabulosos barridos por los vientos y castigados por el mar.

Un buen comienzo
Podría iniciarse el recorrido de Bretaña evocando sus ciudades de arte e historia, descubriendo los palacios y casas señoriales que crecieron en la época de mayor esplendor, gracias a la madera para barcos o el comercio de las velas. Podría comenzarse atendiendo a su naturaleza y paisaje, con impresionantes acantilados, bosques misteriosos, canales navegables, vías verdes... También podría apelarse a su “art de vivre”, a los placeres de distinto tipo que ofrece al cuerpo: centros de talasoterapia y spas, ostras y mantequilla salada, sidra y magníficos vinos...

Pero otra forma de comenzar es aludiendo a su historia.

No es, exactamente, un lugar turístico, pero tal vez la primera visita que hay que hacer antes de penetrar en el mundo cambiante y sorprendente de Bretaña, sea Carnac. Frente a este monumento prehistórico que hoy como ayer sigue despertando teorías y apuestas sobre su razón de existir, la mente se prepara para lo que luego debe venir.

Se ha dicho que era un observatorio astronómico, un centro de ritos funerarios, un raro reloj solar, pero nadie ha encontrado la respuesta exacta a esos 1.099 menhires, perfectamente repartidos en once hileras de más de un kilómetro. La penúltima teoría indica que se trataba de una especie de lugar místico para hombres de mar.

Nada hay de extraño en ello porque en Carnac, como en toda la región de Morbihan en que se encuentra y en toda Bretaña, el mar es el gran protagonista. En el recorrido por esta zona se le ve, se le huele, se le siente en cada instante. A veces en forma de forma de suave y rítmico oleaje y otras veces con desatada furia, violento, salvaje.

Muy cerca de Carnac está Quimberón, en la punta de una península que nunca pasa de unos cientos de metros de ancho y que, a veces, cuando sube la marea, parece desaparecer uniendo los dos mares. A un lado de esta península se agrupan los puertos donde los barcos buscan refugio del potente mar que, al otro lado, se muestra en todo su esplendor. Es la llamada Costa Salvaje, un lugar de extraordinaria belleza en el que se suceden los islotes, arcos de piedra y acantilados que son esculpidos día a día con increíble fuerza por el mar.

Incluso en los días serenos está terminantemente prohibido bañarse en sus solitarias playas. Nombres como el Pasaje del Miedo, la Bahía de los Muertos o el Infierno de Plogoff definen algunos de sus accidentes geográficos y la impresión que, desde siempre, han causado en las gentes.

Mar medicinal
Pero es mismo mar que estremece, que asusta, que mata, se convierte un poco más allá en fuente de salud. Toda la zona está llena de centros de talasoterapia, uno de los mejores tratamientos contra el estrés, las enfermedades de los huesos y las circulatorias, pero también eficaz en las terapias antitabaco, las curas después de la maternidad y los cuidados de la piel. Cada año acuden miles de viajeros de distintos lugares de Europa a los centros de talasoterapia de Bretaña. Buscan salud, claro, pero también un estilo de vida que conviene a todos: tranquilidad, buenas comidas, lectura, reposo, sol...

Una preciosa leyenda cuenta que las hadas encantadas del cercano bosque de Brocéliande derramaron tantas lágrimas que formaron el golfo de Morbihan. Las coronas de flores que arrojaron sobre sus aguas formaron cientos de pequeños islotes y algunos de los pétalos, que se alejaron mar adentro, dieron lugar al rosario de islas que bordean la costa de Bretaña, que reciben el nombre genérico de islas de Poniente.

Al viajero que se quedó extasiado frente a los menhires de Carnac no le cuesta nada aceptar esta explicación. Aceptaría también cualquier otra, porque todo parece posible en estas tierras. Tierras de contrastes, donde los castillos medievales conviven con la “nouvelle cuisine”, las veloces autopistas con recorridos para bicicletas o pausados paseos en barco y las suaves campiñas con costas salvajes y ríos caudalosos.

En la costa norte
El norte de Bretaña difiere bastante de la costa sur. Aquí la fuerza del Atlántico se muestra en todo su poderío y ha tallado relieves y formas que crean imágenes fantasmagóricas. Un buen ejemplo es la llamada costa de granito rosa, con imponentes concreciones de piedra esculpidas por el mar y el viento que ofrecen al visitante una visión casi irreal. El color rosa, a veces rojo, es excepcional. Está compuesto por cristal de feldespato, cuarzo y mica, aunque ese tono singular lo aporta el hierro. Es un paraje natural de excepcional belleza. Se estima que se formaron hace 300 millones de años y se extienden a lo largo de más de 25 hectáreas. Han sido clasificados patrimonio nacional francés y son propiedad del Conservatorio del Litoral. Los acantilados reciben cada año más de un millón de visitantes y, sin duda, es una etapa imprescindible de Bretaña. El sendero de los aduaneros es el camino ideal para descubrir la punta de Ploumanac’h y sus impresionantes bloques esculpidos por la naturaleza. Con la puesta de sol, el granito rosa adquiere un colorido anaranjado que deja boquiabierto hasta al menos sensible.

Aunque no faltan los espectáculos sorprendentes en esta parte de Bretaña. Entre ellos, sin duda, la bahía del Mont Saint-Michel donde las arenas, la vegetación, el mar y el cielo comparten el horizonte. La luz juega con los elementos en un paisaje mutante donde se reflejan el Monte Saint-Michel y las alineaciones de mejillones bouchots. Según cuentan los habitantes de la zona, “el río Couesnon, en su locura, emplazó el Mont Saint-Michel en Normandía”, pero eso no impide que la bahía esté en Bretaña. Este lugar excepcional se halla en la puerta norte de la región y ha sido clasificado patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco. Varios fenómenos admirables han quedado reconocidos así: un paisaje marítimo excepcional, mareas que baten el record de Francia con 14 metros de amplitud, alineaciones de mejillones y mariscos y una joya arquitectónica mítica que se refleja sobre la inmensidad yodada.

El Mont Saint Michel, es el tercer monumento religioso más visitado de Francia, tan solo por detrás de Notre Dame y del Sagrado Corazón de París, y es también, sin duda, uno de los parajes más bellos y visitados de todo el país. En esta pequeña isla unida al continente por una carretera que en ocasiones es cubierto por las aguas cuando sube la marea, se levanta una pequeña ciudadela medieval que conserva el mismo aspecto que hace siglos sobre la que se eleva una impresionante abadía donde conviven el románico y el gótico en perfecta armonía.

Cuesta trabajo alejarse de este lugar que desprende un magnetismo especial, pero esperan nuevas sorpresas al viajero. Casi al lado está Saint-Malo, deseada durante siglos por los corsarios aunque supo preservar sus tesoros tras las murallas junto a la playa y el puerto. Las fachadas y torres que emergen de las fortificaciones confieren a la ciudad una silueta característica. Pero nunca ha sido Saint-Malo una ciudad cerrada, antes al contrario, sus gentes han tenido un espíritu aventurero que llevó, por ejemplo, a Jacques Cartier en el siglo XVI a descubrir Canadá, y a numerosos barcos pesqueros que llegaron a Terranova. Los armadores hicieron fortuna y la ciudad prosperó con bellos edificios. Resulta difícil creer que la mayoría de ellos fueron reconstruidos tras los bombardeos de 1944. En el siglo XVIII, los corsarios Duguay-Trouin y Surcouf reafirmaron el prestigio de Saint-Malo, cuyo estandarte flota por encima de la bandera francesa. Entre los bastiones de Saint-Louis y Saint-Philippe, la vista se abre al estuario y a Dinard. Las playas se suceden a los pies de las murallas hasta alcanzar la torre Bidouane. En el Grand Blé hay que hacer una visita póstuma al más famoso escritor de Saint-Malo: Chateaubriand. «Durante las horas de reflujo, el puerto queda seco y, en las orillas este y norte del mar, se descubre una playa de la más hermosa arena. Es posible dar la vuelta entonces a mi nido paterno. Al lado y a lo lejos, hay diseminados peñascos, fuertes, islotes deshabitados: el Fort-Royal, la Conchée, Cézembre y el Grand-Bé, donde estará mi tumba», escribió.

Forzando uno de esos contrastes que con tanta insistencia se dan en Bretaña, vale la pena tomar un barco en la punta de Arcouest y cruzar el brazo de mar que la separa de la isla de Bréhat apodada “isla de las flores”. Durante todo el año, la corriente del golfo garantiza a este lugar magnífico un microclima especial. Hay que dedicar el día a visitar sus casas encantadoras y sus calitas salvajes, olvidándose del coche, ya que sólo se circula en bici o a pie. Hortensias, mimosas, moreras, eucaliptos, aloes, camelias... el apodo de esta isla no es casual. Y si hablamos de pájaros: hay más de 120 especies censadas en la isla, entre ellos carboneros, petirrojos, pinzones, golondrinas y zorzales.

Del agua salada a la dulce
El agua también crea situaciones especiales en el interior. De Nantes a Brest, de Saint-Malo a Arzal y de Lorient a Pontivy se extienden más de 600 km de canales interrumpidos por esclusas y acompañados por paisajes naturales de gran variedad, Pequeñas ciudades con carácter y castillos pintorescos. Siguiendo el canal, a bordo de una barcaza o de un kayak, a pie o en bici por los caminos de tierra se puede conocer todos estos espacios verdes protegidos que hacen las delicias de pescadores y amantes de la naturaleza.

Navegar por el canal, con la familia y los amigos es fácil y muy agradable. No requiere ningún conocimiento de navegación. Cualquier adulto puede alquilar un barco habitable sin título de navegación durante un fin de semana o durante toda una semana. También existen barcos eléctricos que se alquilan por un día.

Pero aunque en Bretaña domina la naturaleza, hay también un rico patrimonio a veces repartido en pequeños pueblitos. Pero sobre todo concentrado en las grandes ciudades. Vale la pena descubrir el triángulo auténtico y audaz con Angers, famosa por su suavidad de vivir, Nantes, cuya industria se convirtió en espacios culturales, y Rennes, dinámica capital de Bretaña.

Situada en el corazón del Valle del Loira, incluida en el patrimonio mundial de la UNESCO, Angers, es famosa por su calidad de vida y su rico patrimonio. Ciudad de arte y de historia, dotada de espléndidos jardines y ampliamente comprometida en el desarrollo sostenible, Angers es también la base ideal para visitar los castillos y los viñedos del Valle del Loira y para el turismo fluvial.

Nantes, la ciudad preferida de los franceses invita a descubrir sus últimas proezas: un castillo transformado, un elefante gigante, un recorrido artístico de 60 Km. a lo largo de las orillas del Loira... Rennes, capital de la región de Bretaña, ofrece la riqueza de sus 2.000 años de historia y de su patrimonio preservado y restaurado y muestra plenamente su modernidad a través de sus últimas realizaciones: los Champs Libres, la Alineación del siglo XXI.

Bretaña, adentrándose en el Atlántico como un desafío, es un país envuelto en leyendas saladas. Los menhires y dólmenes que aparecen a cada paso, los palacios y castillos nos hablan de su rico pasado y confirman que en este lugar real se ha vivido mucho tiempo de lo fantástico, lo místico, lo imposible, lo irreal.

Bretaña ha sido modulada lejos de las grandes corrientes culturales, pero en el centro de las corrientes naturales. Así ha podido conservar su identidad celta y, a la vez, abrirse a otras dimensiones. A merced de los caprichos del clima y la historia, los bretones comparten una lengua verde que estimula la complicidad, los vincula al territorio y les confiere un carácter y una forma de entender la vida especiales. ¡Toda una originalidad que hay que saber disfrutar con alegría y sin complejos!

Cómo ir:
El potente buscador de vuelos Skyscanner (www.skyscanner.es) ha encontrado vuelos directos a Nantes, capital de Bretaña, desde Madrid y Barcelona con las compañías Air Nostrum y Vueling, por 101 euros desde Barcelona y 221 desde Madrid.

Más información:
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Tel.: Tel: 91 458 98 42 y (+33) 2 99 36 15 15
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Dorado tiempo de vendimia en el Duero portugués
Un recorrido por los paisajes del norte de Portugal en la mejor época del año

ENRIQUE SANCHO


Dicen las malas lenguas que entre Gaia y Oporto hay una rivalidad secular que nadie ha logrado superar. Dicen que entre la orilla sur y norte del viejo río Duero a su paso por Oporto -dos municipios, dos estilos de vida, dos enfrentados intereses- hay mucha más distancia que los escasos doscientos metros que las separan. Algunos, incluso, cuentan que las bodegas de Gaia (Vila Nova de Gaia, en realidad), con más de 50 compañías, no deberían utilizar la denominación Porto para sus vinos, pese a que la llevan usando desde hace más de 250 años y que es uno de los nombres que ha situado a la ciudad y a todo el país en el mundo.

Pero pese a las habladurías, la sangre -nunca mejor dicho- no llega al río. En realidad, no cabría entender y disfrutar de esta deliciosa ciudad sin la complicidad de ambas orillas. Como ocurre en otros lugares, por ejemplo Budapest, la esencia y la armonía de Oporto se entiende desde la orilla de Gaia. Desde allí se descubren sus casas amontonadas, sus fachadas barrocas, sus paredes desconchadas, sus ropas tendidas al sol que han contribuido, sin duda, a que todo el conjunto sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Y desde la orilla de Oporto se tiene la mejor imagen de los puentes de hierro, obras maestras de Eiffel y sus discípulos, que unen, a pesar de todo, las dos orillas, y se aprecia la sucesión de marcas de vinos -Sandeman, Calem, Ferreira...- que han paseado el nombre de la ciudad por todo el mundo.

Por eso, nada como una travesía por el Duero partiendo de Oporto para descubrir la realidad de esta ciudad y de este otro pedazo de Portugal que conecta con España y extasiarse ante la suave cadencia de escenas que circulan ante los ojos. En el centro histórico de la ciudad, los rabelos, réplicas de las antiguas embarcaciones que realizaban el transporte de mercancías por el Duero, se acercan a la desembocadura del río y a su manso abrazo con el Atlántico y luego remontan la corriente. A su paso, cien metros más arriba, se descubren los puentes de hierro de Maria Pia y de Dom Luis I, que construyeron Gustavo Eiffel y su aventajado discípulo, Teófilo Seyrig, declarados monumentos nacionales y sin más finalidad actual que la estética, o el impresionante puente de la Arrábida, de Edgar Cardoso que, con un vano de 270 metros, fue durante algún tiempo record mundial de puentes con arco de hormigón armado.

Situada junto al río, la Ribeira era en el siglo XV un puerto muy animado, en el que atracaban centenares de naves y carabelas que llevaban a Francia, Inglaterra y Flandes los productos de la tierra, entre ellos los vinos del Alto Duero. Hoy conserva un aire melancólico con multitud de restaurantes y terrazas frecuentadas por los no muy numerosos turistas que visitan la segunda ciudad más importante de Portugal -y la que le dio nombre: Porto Cale o Portus Calle como la llamaron los romanos- y que antes de venir aquí se sienten atraídos por la siempre poética Lisboa, la elegancia de Estoril, las soleadas playas del sur en el Algarve, o la piadosa visita a Fátima.

Mientras los dorados tonos de las casas, que dieron nombre al Douro, se reflejan en sus aguas, en el cielo se destacan las pesadas torres de la catedral fortaleza, símbolo del poder de los obispos al que se oponían los portuenses. De la silueta de la ciudad sobresale la alta Torre de los Clérigos, de atrevida belleza y de un barroco muy singular. En esta ciudad en la que conviven en rara armonía el románico, el gótico, el barroco, el neoclásico, la llamada arquitectura del hierro, y el atrevido cariz contemporáneo de la Escuela de Arquitectura de Oporto, presidido por Alvaro Siza, no es fácil encontrar elementos suntuosos, palacios o grandes residencias. La propia ciudad mantuvo a distancia a la nobleza, ya desde la Edad Media, que tenía prohibido vivir allí.

Vale la pena dedicar un cierto tiempo a pasear por su zona portuaria, donde perduran las típicas casas de estilo luso, de arquitectura estrecha y alargada. Unos edificios con carácter propio, muchos humildes y decadentes, en los que destaca su revestimiento con azulejos de estridentes colores y balcones con barandillas forjadas, en las que se cuelga la ropa a secar. Estos viejos muelles fluviales, ubicados en este barrio del Barredo, o Cais da Ribeira, nos transportan al auténtico sabor de otros tiempos. El antiguo barrio, a pesar de conservar su vieja estampa, se ha ido adaptando al atractivo turístico que despierta. Las viejas dependencias portuarias se han transformado en tascas y tabernas con encanto, donde poder tomar un tentempié y, naturalmente, saborear un vinho de Porto.

Navegando el Duero
Habría mil razones para quedarse en Oporto y disfrutar de su encanto y su ambiente, pero en esta ocasión nos hemos propuesto descubrir los colores y la vitalidad de las riberas del Duero en los días previos a la cosecha y para ello lo mejor es embarcarse en uno de los barcos de crucero que hacen este recorrido, con su paso lento, apreciando los paisajes que circulan a ambos lados del barco y disfrutando de todas las comodidades a bordo. Una de las compañías más especializadas en este tipo de cruceros es Croisi Europe (www.croisieurope.com) que propone cruceros de seis u ocho días que permiten apreciar en toda su belleza la región.

La aventura es apasionante y el espectáculo inquietante y grandioso. Unos doscientos millones de cepas de vid, sostenidas por espalderas y alineadas en estrechas terrazas, han ido sustituyendo a los antiguos bosques de alcornoques, chaparros, acebuches y encinas. Y siguen aún colonizando inverosímiles laderas, trepando en ordenadas filas por arduas pendientes. Cierto es que aquí y allá quedan grandes espacios boscosos, particularmente en las zonas menos accesibles, pero las altas riberas del río y sus proximidades son dominio de la vid sobre las ásperas pizarras.

Más de 167 kilómetros de tierras portuguesas cultivan más de cien variedades de uva, entre ellas la gloriosa touriga nacional y la tinta roriz, la misma que en España se llama tempranillo o tinta fina en la Ribera del Duero español. Es la denominación más antigua del mundo, la instituyó el gran Pombal en 1756.

Hasta hace menos de veinte años, esas viñas tan delicadamente cuidadas se dedicaban casi en exclusiva a los afamados vinos porto o de Oporto, aquellos a los que se frena la maceración y se enriquece con aguardiente (con brandy en tiempos pasados), con lo que resultan más dulces y con superior grado alcohólico.

Pero más tarde, desaparecidas las antiguas normas, se empezaron a elaborar vinos tintos de mesa que están hoy a la cabeza de los grandes caldos europeos. Hermanos de los de la ribera española del Duero, los de Toro y los de la vecina Fermoselle, recién recuperados: una larga letanía de placenteras glorias. Desde que en 1960 se realizara el último transporte de barricas por el río -dominados los antiguos rápidos por presas y esclusas-, el vino no suele ya reposar en la ciudad de Oporto, mejor dicho, en la ciudad de la ribera izquierda, Vila Nova de Gaia; se despacha directamente desde un enjambre de quintas (fincas con casa y bodegas) que puntean el paisaje.

Una red de antiguas familias, muchas emparentadas entre sí, mantiene vivo y brillante ese mundo orgulloso, tradicional y gentil. Palacetes con muros ocres, grandes estancias llenas de muebles clásicos, hermosas capillas o ermitas campestres se enhebran mediante modestas carreteras y estrechos caminos colgados literalmente de los abismos. Hay quintas con dos siglos y medio de historia y muchas aceptan a los visitantes. En el crucero propuesta por Croisi Europe, y tras pasar por la mayor esclusa de Europa, la de Carrapatelo con 35 metros de desnivel, se puede visitar la finca Solar de Mateus en Vila Real, precioso caserón y magníficos jardines construidos en el siglo XVI, propiedad de una familia de la nobleza portuguesa.

Mientras el barco avanza, cientos de quintas ubicadas en las márgenes del río, se despliegan ante el visitante a través de la belleza de sus impactantes paisajes, donde se aprecian las terrazas, que llegan hasta los 700 metros de altura, trazadas en las laderas de las montañas y en el terreno inclinado que termina junto al río. Es en ese espacio donde se alzan los viñedos cuyas uvas esperan ya a ser recogidas. En las márgenes del río se encuentran las poblaciones que históricamente preparaban los rabelos, como Pinhão, un pueblo tranquilo que florece en otoño, con la llegada de recolectores de uva de todo el país. Históricamente, desde Pinhão se transportaba el vino en barco o en tren. En su estación ferroviaria, de gran belleza como su hermana mayor de Oporto, una serie de azulejos recuerda los viejos y muy duros trabajos de la vid en los que mujeres, niños y hombres compartían esfuerzos. Con grandes cestos de mimbre portados sobre los hombros y en hileras que encabezaba una orquestina con acordeón, tambor y triángulo, los vendimiadores transitaban sin descanso por las feroces pendientes de granito y pizarra.

Y durante todo el recorrido uno se pregunta cómo hicieron estos hombres para plantar las vides en esos relieves imposibles de los bancales escalonados en las montañas que muchas veces no admiten más que dos líneas de viñas contenidas por muros de pizarra seca, una roca homogénea de grano muy fino, opaca y tenaz como el sueño de los que hace siglos trabajan en las cosechas. Pero aunque los viñedos son, sin duda, los protagonistas, también vale la pena apreciar el otro paisaje interminable de castaños, olivos, eucaliptos, aguas claras de riachuelos, aldeas tranquilas, gente laboriosa y sosegada y, a veces, la aparición de construcciones (iglesias o palacetes) con estilo renacentista o barroco que testimonian épocas de gloria del pasado portugués.

El norte de Portugal
Y si del pasado portugués se trata, estamos en el lugar ideal, porque todo el norte de Portugal es una región cargada de historia, monumentos, paisajes y culturas que dieron origen al país. Zona de montañas y declives acentuados, cubierta de frondosa vegetación, ríos y parques naturales. Con el granito de sus montañas se erigirían los muchos monumentos, de fe y de historia de la región. De fe, en las sobrias ermitas románicas y templos barrocos; de historia, en los castillos o en los incontables pazos y casas blasonadas, donde se recibe al visitante en la más aristocrática hospitalidad.

De camino hacia Braga, hay que hacer una escala en el Santuario de Bom Jesús. Lo mejor es salvar los 300 metros de desnivel utilizando el ingenioso funicular que funciona con agua y que fue el primero en instalarse en Portugal en 1882. Otra opción -mejor hacerlo de bajada- es la escalinata que lleva a lo alto y está formada por 17 rellanos decorados con fuentes simbólicas, estatuas alegóricas y otra decoración barroca dedicada a diversas temáticas: la vía Sacra, los Cinco Sentidos, las Virtudes, el Terreiro de Moisés y, en lo alto, las ocho figuras bíblicas que participaron en la Condenación de Jesús. No hay que perderse la perspectiva al fondo de la Escalinata. Mirando hacia arriba, las fuentes trabajadas en granito en los diversos rellanos se destacan del blanco formando un cáliz, sobre el cual se ubica la iglesia propiamente dicha.

Todo el que se precie, debe entrar en Braga como un ciudadano del Renacimiento, por el Arco de la Puerta Nueva, donde se hacía la entrega de las llaves de la ciudad. Esta llave simbólica abre las puertas de una ciudad milenaria, que guarda en sus monumentos el brillo del poder que ostentaban sus obispos. Su catedral, la más antigua del país, fue la mayor referencia religiosa de Portugal. El dicho popular portugués "más viejo que la Catedral de Braga" se refiere a algo con muchos años y es ilustrativo de su antigüedad. Su poder eclesiástico, tantas veces asociado en tiempos medievales al poder de la espada, se extendió por los reinos de España y Portugal. De todas estas épocas, la ciudad guarda recuerdos inesperados, grandes y pequeños, como una torre medieval en plena calle, ventanas y celosías que encubrían rostros de mujeres o un palacio "rocaille" que recuerda a una cómoda estilo Luis XV. Ya en tiempos más recientes, la fundación de la Universidad y la calidad de su arquitectura contemporánea dieron un impulso de juventud que la llenó de luz, color y de una imprevista modernidad.

El final del camino lleva, curiosamente, a donde todo empezó. Guimarães tiene un significado muy especial en el corazón de los portugueses. Dentro del castillo medieval fue donde nació Afonso Henriques y en sus altas torres y murallas venció a los ejércitos de su madre, en 1128. Reconocido como heredero del Condado Portucalense por los guerreros del Miño, este Príncipe que, según dicen las crónicas, era muy atractivo, llegó a ser el primer rey de Portugal.

Después de saber esta historia, resulta aún más interesante pasear por el centro histórico de la ciudad, recogida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y que en 2012 será Capital Europea de la Cultura. Hay un carácter auténtico en los armoniosos balcones de hierro, en las barandillas y soportales de granito, en los perfiles de las torres almenadas de las casas señoriales, en los arcos que unen las calles estrechas, en las losas del suelo alisadas por los siglos y en la frescura de los claustros. Por momentos podemos imaginarnos en un escenario medieval, donde la nobleza fue construyendo espléndidos palacetes como la casa Mota Prego, el Palacio de Vila Flor, del Toural y tantos otros que confieren esa atmósfera única a Guimarães.

GUIA PRACTICA
CÓMO IR:
La forma más cómoda, y más barata, de llegar desde España a Oporto, según el buscador de vuelos Skyscanner (www.skyscanner.es) es utilizando los vuelos de la compañía de bajo coste Ryanair (www.ryanair.com) que enlazan Madrid, Barcelona, Valencia, Las Palmas y Tenerife con la ciudad. Precios a partir de unos 30 euros por trayecto.

EN BARCO:
El viaje que propone CROISIEUROPE comienza en Oporto con un cóctel de bienvenida a bordo y presentación de la tripulación. Por la noche posibilidad de realizar una excursión opcional del iluminado casco antiguo de Oporto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Al día siguiente salida del barco hacia Regua. Navegación por delante de la esclusa de Carrapatello, la más alta de Europa con 35 metros de desnivel. El tercer día hay también una excursión opcional al Solar de Matheus en Villa Real, precioso caserón construido en el siglo XVI y propiedad de una familia de la nobleza portuguesa. Por la tarde navegación a través de los más famosos viñedos de Oporto, plantados en disposición de escaleras hasta una altura de 700 metros. Este paisaje también es Patrimonio de la Humanidad. Los dos últimos días se tiene la oportunidad de disfrutar de nuevo de Oporto o realizar una excursión facultativa a Guimarães, primera capital portuguesa que en 2012 será Capital Europea de la Cultura, y Braga. El precio del viaje de 6 días en pensión completa cuesta a partir de 557 euros. También hay cruceros de más duración, que incluye todo el valle del Duero y una visita a Salamanca, desde 740 a 1.092 euros. Salidas hasta finales de octubre. Más información en agencias de viajes y www.croisieurope.com.

ALOJAMIENTO:
La mejor opción para el alojamiento en la zona es la de la red de hoteles y pousadas que ofrece el Grupo Pestana-Pousadas. En Oporto es muy recomendable la nueva pousada inaugurada en 2009 Palacio do Freixo (Tel.: 902 44 43 40 y www.pousadas.pt). La propiedad consta de dos edificios separados, pero relacionados entre sí: el Palacio, que alberga el restaurante, bar, salones y salas de reuniones, y la antigua Fábrica de Harinas Harmonia, donde se encuentran las habitaciones, algunas con una magnífica vista sobre el río. En la región Norte de Portugal, hay 11 pousadas de distinto tipo: históricas, con encanto, de naturaleza... todas ellas muy recomendables.


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Enrique Sancho
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Cinco secretos en tierras de cátaros
Texto. Enrique Sancho
Fotos: Carmen Cespedosa


La zona central del sur de Francia, el Midi-Pyrenees, es rica en historia y leyendas, en arte y paisajes, en actividades deportivas y en el gusto por la buena vida. Es tierra de herejías y vinos, de descubrimientos y tradiciones. Una tierra para perderse, para explorar, para descubrir con calma sus secretos. Estos son algunos:

Cordes-sur Ciel la bastida más bella de Francia
En la Edad Media, hace 900 años, surgieron estas construcciones que básicamente, son pueblos amurallados que tenían un claro fin defensivo. En ocasiones surgían de los restos de antiguos pueblos, pero otras se enclavaban en medio de la nada en función de las necesidades del señor feudal. Por su organización marcan una especie de edad dorada arquitectónica, con todas las calles cruzándose en ángulo recto en torno a una plaza central, la plaza del mercado.

Tal vez el pueblo-bastida más bello y más visitado de Francia sea Cordes-sur-Ciel, a 25 kilómetros de Albi, la capital de Tarn. Fue fundado en 1222 por el conde de Toulouse, Raimond VII, que deseaba erigir un bastión contra los avances de las tropas enviadas desde el norte de Francia para acabar con los cátaros. Se agrupa en torno a su promontorio rocoso semejando una madeja de piedra. En su época de mayor prosperidad llegó a tener 6.000 habitantes que trabajaban el cuero, tejían las telas y sedas y fabricaban cuerdas. Los más ricos construyeron sus casas burguesas de estilo gótico que todavía hoy son uno de los tesoros arquitectónicos más preciados: Maison du Grand Ecuyer, Maison du Grand Veneur, Maison du Grand Fauconnier y otros palacios protegidos por la infranqueable red de fortalezas que rodeaba la ciudad. En las fachadas de gres ocre del pueblo, repletas de blasones, cobran vida dragones, animales y personajes extranjeros, todo un lenguaje cuyo misterioso significado hace que reine un clima de leyenda.

Hoy Cordes-sur-Ciel es lugar de residencia y encuentro de los artistas y artesanos que dan fama y vida a la ciudad. Pintura, escultura, cerámica, pieles... se muestran en sus talleres y tiendas, repletos de conocimientos y auténticos talentos. Así, no es de extrañar que, pese a sus reducidas dimensiones, cuente con cinco museos dedicados a diversos artistas y técnicas artísticas y a cosas tan variopintas como el azúcar.

El desaparecido castillo de Castres
Poco queda, en efecto, del antiguo castillo de Castres que jugó un papel fundamental dentro del movimiento cátaro. Castres no conserva su castillo ni sus murallas, al ser derruidas totalmente por obra y gracia del eterno enemigo de los cátaros, Simón de Montfort. En el edificio del Palacio Episcopal del siglo XIV, actual sede del Ayuntamiento, tan solo se conserva, en su patio interior una torre románica, de la antigua abadía benedictina.

Pero no está de más una visita a Castres, ya no solo por su preponderante papel en la lucha anti cátara, sino por sus muchos encantos. A orillas del río Agout que la atraviesa, pueden disfrutarse antiguas casas colgadas sobre su curso, también sus bellas calles medievales de la vieja ciudad cátara, donde tenían sus talleres los tejedores, tintoreros y curtidores. Son admirables igualmente los jardines del mencionado Palacio Episcopal de Castres, llamados “Jardins de Le Nôtre” por estar diseñados por André Le Nôtre, el mismo que configuró los famosísimos jardines del Palacio de Versalles.

También aquí se encuentra, y resulta una sorpresa, el Museo de Arte Hispánico (Museo Goya), que fue engrandecido en 1894 cuando Marcel Briguiboul, artista y coleccionista francés admirador de los grandes maestros españoles, donó a la ciudad las numerosas obras de calidad que había reunido, entre ellas tres de Goya. El museo cuenta también con obras de Velázquez, Murillo, Ribera, Zurbarán, Sorolla y Picasso, entre otros.

En las cercanías, junto al pueblo La Rozier y cerca de Millau, están las Gargantas del Tarn, verdadero arte natural que el río Tarn ha ido labrando en la roca, y que puede visitarse por una serpenteante carretera junto al precipicio o por el mismo río en una embarcación, situado todo este hermoso paraje en el Parque Nacional de Alto Langedoc, en cuyo entorno se encuentra el Mirador Point Sublime con unas vistas que sobrecogen.

Albi “la roja” y herética, Patrimonio de la Humanidad
La secta herética de los albigenses, desarrollada en los siglos XII-XIII toma su nombre de esta ciudad. Esta secta religiosa, dotada de una profunda religiosidad, fue muy avanzada para su época, sostenía que todo lo carnal procede del mal, trataban como iguales a las mujeres y aceptaban las diferencias de credo, a la vez que defendían que el infierno no existe. Sólo los puros, los cátaros, ponían en práctica este principio. Los adeptos se agrupaban en comunidades que se vieron favorecidas frente a la inmoralidad imperante, obteniendo el apoyo de los nobles, la burguesía local y la población en la comarca del Languedoc, en el sureste francés, donde se respiraban aires de mayor libertad frente a la presión de la Iglesia católica. La cruzada impulsada por el Papa Inocencio III, por el rey de Francia Felipe II Augusto, por los cistercienses y dirigida por Simón de Montfort, condujo en 1209 a la masacre de Beziers (pasando a cuchillo a más de 20.000 ciudadanos), a la expulsión de los ciudadanos de Carcasona y a la persecución de los principales nobles implicados.

La capital de Tarn, llamada ‘Albi la rouge’ por el color de sus ladrillos, está teñida de un sutil tono rosado y alberga extraordinarios tesoros que mostrar al visitante. Pero antes de enumerarlos tal vez sea conveniente hacer un recorrido por su casco antiguo, con sus callejuelas empedradas, casas medievales con entramados de madera y voladizos. Al paso salen lugares como el palacete de Reynès y su extraordinaria loggia, o el claustro de Saint-Salvi del siglo XIII con su blanco jardín, o los palacios donde nacieron dos de sus más ilustres ciudadanos, el pintor Henri de Toulouse Lautrec y el navegante Jean-François Galaup de Lapérouse.

Pero sin duda la joya de Albi es la catedral de Sainte-Cécile, una de las catedrales de ladrillo más grandes del mundo. Se trata de una verdadera catedral-fortaleza que sirvió como singular testimonio monumental del triunfo de la Iglesia de Roma sobre la herejía albigense. Es la mayor catedral pintada de Europa, gracias a las pinturas renacentistas de la bóveda. El recargado interior contrasta con la austeridad del exterior. En 2010 todo el centro de la ciudad fue declarado Patrimonio de la Humanidad, incluyendo la catedral Sainte-Cécile, el palacio de la Berbie, la iglesia Saint-Salvi y su claustro, el Puente viejo y las riberas del Tarn situadas entre el Puente Viejo y el puente ferroviario.

El palacio-museo del genial Toulouse Lautrec
En la segunda mitad del siglo XIII, los obispos de Albi emprendieron la construcción del Palacio de la Berbie, en las proximidades de la catedral Sainte-Cécile y de las orillas del río Tarn. Esta arquitectura medieval, dotada de muros de altura y grosor extraordinarios, se organizó alrededor de un patio principal y del torreón. Los prelados que se sucedieron del Renacimiento al siglo XVIII lo transformaron y ampliaron en un palacio de recreo con salones de gala y espectaculares jardines a la francesa con soberbias vistas sobre el río y ambas orillas de la ciudad.

Situado en el corazón del centro histórico de la ciudad, el Palacio de la Berbie, declarado Monumento Histórico, constituye uno de los conjuntos episcopales mejor conservados de Francia. Desde 1922 el Palacio de la Berbie alberga el Museo Toulouse-Lautrec, con la mayor colección pública en el mundo dedicada a este famoso pintor. El museo ha sido renovado y presenta la visión del artista a lo largo de su vida. La colección muestra sus obras de juventud, del mundo del espectáculo, del teatro y del café concierto. Hay más de mil obras, entre ellas 31 de sus famosos carteles, siendo la mayor colección pública en el mundo dedicada al pintor.

Ajos, pimentón, salazones y, por supuesto, buenos vinos.
Además de la elaborada gastronomía francesa, que también acaba de ser declarada en su conjunto Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en toda la región de Tarn presumen de su delicioso ajo rosa de Lautrec, tan delicioso que se come crudo, de su pimentón, de sus salazones: jamones, salchichas, salchichones, melsat (butifarra), bougnette (especie de albóndiga), morcilla... y de los excelentes vinos de Gaillac.

El área vinícola de la denominación Gaillac, que ocupa 2500 hectáreas, reagrupa en 73 municipios unos 130 viticultores y tres bodegas cooperativas que producen más de 125.000 hectolitros de Denominaciones de Origen Controlada.

Las cepas de origen antiguo han ido evolucionando bajo tres influencias climáticas: la mediterránea (el Tarn está a 150 km del mar), la continental (la región está rodeada por los macizos montañosos de la Montagne Noire y de los montes de Lacaune) y la oceánica, puesto que el Tarn forma parte de la cuenca aquitana. También crecen sobre cinco tipos distintos de suelos: guijarrosos, arcillosos, calcáreos, sedimentarios y montañosos. El resultado de esta riqueza climática y geológica es una formidable diversidad de vinos blancos secos y dulces, tintos, rosados, de aguja y hasta efervescentes. Los viticultores de Gaillac afirman que el famoso método para crear vinos con burbujas habría nacido en el Tarn antes que en la Champagne... Seguramente el monje benedictino Dom Pierre Pérignon, que descubrió la doble fermentación, no estaría de acuerdo.

En la zona hay varios castillos dedicados a la elaboración de vinos que admiten visitas y catas a los viajeros. Uno de los más recomendables es el Château de Saurs, una inmensa propiedad muy cuidada que también tiene una casa para alojar huéspedes por un precio moderado. Hay otros lugares especiales donde alojarse, por ejemplo el castillo de Mauriac, un lugar especial, casa y museo del pintor francés Bernard Bistes, que se considera heredero de Toulouse-Lautrec. Todo el château del siglo XV está lleno de obras del artista y con la venta de sus cuadros, este pintor y su hijo lo van restaurando, conservando la estructura original del castillo.


Información:
Departamento del Tarn
Tel : 00 33 (0)563773210

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Crean una atracción temática de la mayor bolsa de basura del mundo
Futuroscope quiere concienciar sobre el “Octavo continente”, una masa de residuos de plástico y desechos equivalente a un tercio de Europa. Por: Enrique Sancho. Cuando en 1997, el navegante británico Charles Moore se topó en medio del Pacífico con una gran masa de residuos de plástico fundida con micro-organismos marinos no podía dar crédito a sus ojos. ¿Qué hacía toda esa basura allí, a miles de kilómetros de la costa de California y de las islas Hawaï? Pero cuando trató de sortearla, después de una semana de navegación sin dejar de ver botellas, tapones, bolsas, fragmentos y los más insólitos elementos plásticos, desde un tubo de rayos catódicos de un televisor de diecinueve pulgadas a un neumático de camión inflado, estimó que allí había más de tres millones de toneladas y descubrió que su superficie era como un tercio de Europa (cuatro veces la de España), su sorpresa se transformó en horror.

En efecto, la que se denominó Gran Placa del Pacífico o el Octavo Continente (tras América del Norte y del Sur, Europa, África, Asia, Oceanía y la Antártica) es el mayor basurero del mundo y ha ido a parar allí como consecuencia de la acción combinada de los vientos, las mareas y las corrientes marinas, pero, sobre todo, por la suciedad de los humanos del litoral y de los miles de barcos que surcan cada día las aguas. La placa de residuos apenas sobresale unos centímetros de la superficie del mar, y no es casi detectable por los satélites, aunque es mucho más profunda bajo las aguas. En ella han hecho una rara simbiosis microorganismos marinos, crustáceos y algunas especies vegetales que, con frecuencia, sirven de alimento a los mamíferos, tortugas y aves que lo confunden con plácton, lo absorben y dañan irreparablemente su sistema digestivo.

Desde entonces se han puesto en marcha diferentes iniciativas para tratar de limpiar el Pacífico y otros mares y océanos de toda esta basura, pero el trabajo es gigantesco y los recursos escasos. Y, sobre todo, nada se conseguirá si no se conciencia a las sociedades de los riesgos del plástico para los seres vivos. En esa tarea está, entre otros, Maud Fontenoy, la extraordinaria navegante francesa que el pasado año dio la vuelta al mundo en solitario y a contracorriente, enfrentándose sola a las gélidas temperaturas antárticas, al violento oleaje del Índico, al Cabo de Buena Esperanza y al peligroso Cabo de Hornos en las agitadas aguas que separan el Pacífico y el Atlántico. La Fundación que lleva su nombre (http://maudfontenoyfondation.com) tiene como vocación la educación, la protección de los océanos y la preservación del litoral, con especial dedicación a los niños que, según sus palabras “serán los embajadores del futuro en defensa del mar”.

Un juego para salvar los océanos
Precisamente Maud Fontenoy ha sido la madrina de la inauguración el pasado 2 de abril de la nueva atracción de Futuroscope, el vanguardista parque de atracciones francés situado a 300 kilómetros al sur de París, junto a la ciudad de Poitiers, que lleva el nombre de Octavo Continente y que trata de transmitir de una manera lúdica un mensaje ecológico, simulando ayudar a los científicos en su peligrosa misión de eliminar los residuos marinos y convertirlos en aire puro con una pistola que contiene fluido antirresiduos. Durante la aventura el jugador conduce por encima del mar hasta el fondo marino apuntando a los residuos que aparecen en pantalla. A veces, los animales marinos parecen monstruos, están tan llenos de residuos que se han mutado y han cambiado de aspecto.

No es la única atracción de este parque que muestra su interés por la ciencia. Hace tres años se inauguró Los animales del futuro, en la que, inmerso en decorados reales que reproducen los futuros hábitats de nuestro planeta, se observan mediante unas gafas especiales los sorprendentes animales que podrían poblar la Tierra dentro de 5, 100 y 200 millones de años. Gracias a un sensor colocado en la muñeca, cada visitante puede dar de comer a los baburakis, jugar con el pulpo-mono, iluminar los fondos marinos para atraer a los argéntidos y vivir el futuro... ¡hoy mismo!

Difusión cultural
Y del futuro al pasado. Otra de las novedades de 2011 es Monstruos marinos, una sofisticada proyección en 3D producida por National Geographic sobre una pantalla hemisférica de 800 m2 que permite recrear la época de los dinosaurios, las aguas cálidas que sumergían la Tierra y estaban pobladas por criaturas tan sorprendentes como terroríficas. En Colisiones cósmicas se realiza un viaje apasionante a través del espacio y del tiempo permitiendo descubrir a gran escala los impactos cósmicos que modelan el universo y los orígenes de nuestro sistema. Las imágenes, de un realismo impresionante, se proyectan en una pantalla hemisférica de 800 m2. y se aprecian mediante unas gafas con ópticas de cristales líquidos, que hacen que durante la proyección cada uno de los cristales se opaca al recibir una señal infrarroja procedente del proyector y que cada ojo percibe únicamente la imagen que le está destinada.

También fiel a su divulgación cultural y fines sociales es Ojos que no ven..., un recorrido sensorial en la oscuridad a través de distintos espacios reconstruidos con materias, olores y sonidos que permite descubrir cómo es el mundo de los ciegos. En la misma línea educativa están Pinceladas de Van Gogh, que facilita seguir los pasos de este pintor impresionista a través de las emociones plasmadas en sus cartas y sus cuadros o Luisiana, un espectacular documental proyectado en una pantalla alta como un edificio de siete plantas, que muestra como, debido a la erosión masiva de sus costas, las zonas húmedas de Luisiana ya no pueden protegerla más, frente a los huracanes.

Diversión para todas las edades
Naturalmente Futuroscope también tiene espacio para la diversión de niños y adultos. Utilizando siempre tecnología futurista y asientos en movimientos y con efectos especiales se puede asistir a las aventuras de Arthur y los Minimoy, elegida como una de las diez mejores atracciones mundiales, a través de experiencias interactivas y un simulador de movimientos sincronizados, todo ello con efectos sensoriales 4D, o Las astromoscas, la increíble aventura en 3D de tres moscas, pasajeras clandestinas del mítico primer vuelo a la Luna, el Apolo 11. En Baila con los robots, diez robots gigantes bailan al ritmo de salsa, disco o hip-hop y humanos y máquinas participan en un ballet inaudito. El espectador puede elegir formar parte de la danza o contemplar el espectáculo.

Para reponer fuerzas, Futuroscope dispone de cuatro restaurantes y varios bares y kioscos. Su propuesta estrella es la llamada Cocina molecular; creada por algunos chefs y fundada sobre el conocimiento científico, es el arte de utilizar las propiedades naturales de los alimentos que componen una receta, consiguiendo los platos más refinados y asombrosos con texturas y gustos inéditos: caviar virtual, granizado espumoso... La cocina molecular surge de las reacciones químicas entre los ingredientes de una receta o entre el modelo de cocción de un alimento, es así como se obtiene una cocina distinta de sabores y de texturas.

Una de las diferencias entre la cocina molecular y la cocina tradicional son sus efectos espumosos, gelatinosos y crujientes que adquieren los alimentos de base natural y biológica. La cocina molecular permite conocer las interacciones naturales entre las sustancias y las temperaturas de cocción para poder mejorar los aromas. Aglutinando novedad culinaria y emoción visual y gustativa, la cocina molecular se integra de forma natural en el abanico de experiencias en Futuroscope.

Cómo ir:
En avión:
El buscador de vuelos Skyscanner.es propone las mejores opciones para volar desde cualquier ciudad española hasta París, para luego coger un TGV que lleva directamente a Poitiers.
En tren: Hay salidas desde Madrid-Chamartin con el Trenhotel nocturno Francisco de Goya directo Madrid-Poitiers (desde 148 euros). Desde Barcelona: El Trenhotel Joan Miró Barcelona-París (desde 141 euros). Luego TGV París-Poitiers. Información: 902 24 02 02 o www.elipsos.com. Desde Hendaya: TGV directos: Hendaya-Poitiers en unas 4 horas (desde 22 euros). Información: 902 10 10 91 o www.tgv-europe.com.

Información y Reservas:
La entrada al parque para adultos cuesta 36 euros, pero hay ofertas, por ejemplo, que incluyen la entrada para dos días más una noche de alojamiento a partir de 98 euros. Tel.: 902.40.12.12 http://es.futuroscope.com/

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Budapest celebra el año de la música con Franz Liszt
El invierno ofrece una excelente oportunidad para disfrutarla

Texto y fotos: ENRIQUE SANCHO

En 2011 se cumplen 200 años del nacimiento de Franz Liszt, o mejor Ferenc Liszt (o aún mejor Liszt Ferenc, ya que los húngaros suelen poner primero el apellido y luego el nombre), sin duda el músico más importante que ha dado este país. Y lo va a celebrar por todo lo alto con conciertos, recitales de piano, exposiciones y conferencias. Coincide, además, que desde el 1 de enero Hungría asume la Presidencia de turno de la Unión Europea, lo que le dará la posibilidad de presentar la obra de Liszt y a través de ella su identidad húngara por toda Europa. Madrid acogerá uno de los primeros conciertos en honor de Liszt, y para conmemorar la presidencia de turno de la UE por parte de Hungría, en el Auditorio Nacional de Madrid el 13 de enero de 2011, con la Orquesta de Cámara Franz Liszt, en el que se interpretarán la Rapsodia Húngara y las Danzas Húngaras. El acto contará con la presidencia de honor de los Reyes de España y el presidente de Hungría, Pál Schmitt, y señora. Numerosos lugares de la capital húngara están vinculados a su vida o dedicados a él. Las calles Váci y Pesti Ciñas, la popular plaza Vörösmarty, la plaza con su nombre y con su estatua en el centro y la antigua Academia de Música, con el Museo Memorial Liszt Ferenc son algunos de ellos.

Una visita a su casa-museo
Vale la pena dedicar un tiempo a visitar este museo, en el número 35 de la popular calle Vörösmarty, haciendo esquina con la no menos famosa avenida Andrassy, que ha sido declarada patrimonio de la humanidad por la suntuosidad de sus edificios. El museo está ubicado en las habitaciones que Liszt ocupó durante su última estancia en Budapest entre 1881 y 1886, e intenta recrear, mezclando objetos y muebles originales del compositor y otras piezas de la época, el aspecto que éstas tenían en vida del músico. En la puerta hay que ponerse unas curiosas zapatillas para proteger el suelo y las alfombras, que acentúan la sensación de entrar en un lugar especial. Una de las piezas principales es un piano Chickering usado por el compositor en diferentes ocasiones, y también destacan un curioso escritorio con un pequeño teclado incorporado, regalo de la marca Bosendorfer al artista, un pequeño reclinatorio para las oraciones, sobre el que se encuentra el “crucifijo de viaje” del compositor. En diversas vitrinas están expuestas múltiples curiosidades del gran genio, como parte de su biblioteca personal (en la que abundan sobre todo libros de música y de teología), una mascarilla mortuoria, partituras autógrafas, un molde de su mano y diversos efectos personales como vajillas, ropa o mechones de cabello. En otras habitaciones hay retratos y bustos del compositor, diversos muebles del artista, dos pianos de cola, objetos y partituras de Liszt y un curioso teclado mudo que usaba para ejercitarse en los largos viajes que realizó por toda Europa. La cercana Ópera, cuyo edificio es hermano del de Viena, las numerosas salas de concierto, las iglesias y las calles se llenan en este 2011 de la música de Ferenc Liszt, un músico de una personalidad asombrosamente colorida y de vida activa de la Europa del siglo XIX. A través de los programas del bicentenario se puede conocer a la vez su personalidad húngara y su perspectiva europea, su profundidad artística, su elegancia de hombre de mundo, su celebrado virtuosismo y su devoción íntima. El embajador del Año Liszt en Hungría es el pianista, compositor y director húngaro Zoltán Kocsis, la máxima figura actual de la música clásica en el país.

Gran músico y mejor persona
Liszt, que nació el 22 de octubre de 1811 en Raiding, al oeste de Hungría (que desde el final de la Primera Guerra Mundial pertenece a Austria), fue un cosmopolita europeo iluminado y culto que se movió con familiaridad en todos los rincones del mundo. Además de ser compositor fue profesor de música en su piso de Pest. Más tarde el músico se volvió hacia el catolicismo, y se puso como objetivo la nueva reforma de la música sacra de la iglesia romana, enriqueciendo este género con grandiosos oratorios y misas, y en 1865 tomó el hábito de abate. Liszt se hizo famoso en toda Europa durante el siglo XIX por su gran habilidad como intérprete. Sus contemporáneos afirmaban que él era el pianista técnicamente más avanzado de su época y quizás el pianista más grande de todos los tiempos. También fue un importante e influyente compositor, un profesor de piano notable, un director de orquesta que contribuyó significativamente al desarrollo moderno de la técnica y un benefactor de otros compositores y artistas intérpretes o ejecutantes, en particular Richard Wagner, que se casó con una hija suya, Hector Berlioz, Camille Saint-Saëns, Edvard Grieg y Aleksandr Borodín. Compuso una extensa y variada cantidad de obras para piano (rapsodias, estudios, transcripciones, etc.), en estilo concertante para piano y orquesta y también de una extensa producción orquestal. Sus obras de piano están consideradas entre las obras cumbre de este instrumento. Influyó a sus contemporáneos y sucesores y anticipó algunas ideas y tendencias del siglo XX.  Liszt fue una de las personalidades más importantes de su tiempo. Aparte de sus logros como pianista y director, dio clases a más de cuatrocientos alumnos, compuso unas 350 obras y escribió o colaboró en ocho volúmenes en prosa, sin contar su correspondencia. Además realizó más de 200 paráfrasis y transcripciones de otros compositores para piano. Como ser humano fue humilde y generoso, ayudando a otros y haciendo aportaciones económicas y realizando conciertos benéficos. El patrocinio de los artistas en situación difícil venía de su convicción de que ellos servían el mismo fin que él mismo y que eran “miembros de la misma familia”.

Un programa ambicioso
Los programas del año conmemorativo de 2011 pretenden dar a conocer la figura humana y artística de Ferenc Liszt para acercarnos así al compositor y al entorno social, material y espiritual de su actividad con ocasión de su bicentenario y permitirán comprobar que Hungría, con justa razón, está en la primera fila de la música clásica desde hace siglos. Los preparativos de las fiestas se están organizando desde hace años por todo el mundo.  En el marco del World Liszt Day, que sin duda será el acontecimiento más destacado del año Liszt, el 22 de octubre de 2011 que conmemora su nacimiento, en numerosas salas de conciertos de todo el mundo se representarán su grandioso Oratorio de Cristo. Más información sobre el Año Liszt: www.liszt-2011.hu/

Cálido Budapest en invierno
En cualquier época del año Budapest cuenta con atractivos suficientes para el viajero que puede pasar en la ciudad cuatro o cinco días sin llegar a aburrirse ni dejar de encontrar sorpresas. Para hacerlo más fácil la Oficina de Turismo de la ciudad, en colaboración con hoteles y balnearios ofrece durante el invierno, una noche gratis al reservar dos o tres noches de hotel y entrada también gratuita a cualquiera de los tres balnearios históricos de Budapest, además de otras ventajas y descuentos. Más información en www.budapestwinter.com/es . Al recorrer la capital húngara se descubre que está plagada de restos romanos, baños turcos y arquitectura gótica y barroca, así como elaboradas fachadas secesionistas (el equivalente húngaro al Art Nouveau). Pero visitar Budapest no es solo descubrir el pasado, sino tener la oportunidad de ser testigos de su futuro brillante. La forma más obvia de comenzar a explorar la extraordinaria diversidad de Budapest es verla desde la Ciudadela del Monte Gellért, o desde el famoso Bastión de los Pescadores del ecléctico distrito del Castillo de Buda. Un viaje en barco, un paseo o un recorrido en el tranvía número 2 a lo largo de las orillas del Danubio situado en el lado de Pest es una buena manera de admirar los montes de Buda y el gigantesco edificio del Parlamento. Después viene la auténtica visita turística de los puntos más destacados, como la Sinagoga más grande de Europa, la Basílica de Szent István, la Iglesia Mathias y el Palacio Real de Buda, sin olvidar, claro está, el célebre Puente de las Cadenas y la majestuosa avenida Andrássy, Patrimonio de la Humanidad, que finaliza en la Plaza de los Héroes, un extravagante monumento a las figuras históricas clave de Hungría. Más información: www.budapestinfo.hu/es

Mágicas aguas termales
Una de las cosas que hace única a Budapest, y que la revaloriza especialmente en invierno, es que es la única metrópoli del mundo, rica en aguas termales. Nada menos que 118 fuentes termales hay en la ciudad, con aguas que brotan a temperaturas de 21 a 78 °C, con un caudal que supera los 70 millones de litros diarios. La cultura del baño forma parte de la vida de los húngaros desde hace siglos. Es a la vez emocionante y relajante, moderno y tradicional, cotidiano y especial. Desde primera hora de la mañana, una docena de baños termales tientan con sus aguas a 38º, masajes y hedonismo en estado puro. Hay tantos balnearios y baños y tan distintos que es aconsejable probar varios. El más famoso es el Gellert, construido en 1918 en estilo Art Nouveau, y célebre por sus muchas fotografías turísticas y por haber servido como decorado de aquellos envidiados “cuerpos Danone”, anuncio todavía recordado pese a que se rodó en 1991. La piscina principal ha perdido cierto ambiente a causa de una exhaustiva restauración y cierta saturación de visitantes, pero sigue conservando su encanto rodeada de coloridos mosaicos, columnas de mármol, vidrieras y estatuas. A uno y otro lado, separados hombres y mujeres, están los baños turcos, las saunas y las piscinas de aguas termales y también los mosaicos más bellos y el ambiente más decadente y atractivo. Sin duda una de las experiencias más insólitas la puede brindar el Széchenyi, uno de los complejos de baño más grande de Europa y el único balneario antiguo activo de Pest, que permite disfrutar de sus aguas a 38 grados en el exterior mientras cae la nieve que se funde al contacto con el vapor de agua. Como si nada pasara, muchos hombres aprovechan para jugar al ajedrez. El complejo tiene tres grandes piscinas exteriores, doce interiores y numerosos servicios de saunas, baños turcos, masajes, etc. Pero si el cuerpo pide más sensualidad, y tal vez más autenticidad, lo mejor es probar alguno de los baños turcos que dejaron los otomanos durante su periodo de ocupación, allá por el siglo XVI. Uno de los más auténticos es el Rudas, ubicado en la estrecha franja entre el Monte Gellért y el Danubio. En el interior, por debajo de la cúpula de 10 metros de diámetro, sostenida por 8 columnas, hay una piscina en forma octogonal. Este auténtico baño turco está destinado a los hombres, aunque desde 2005 las mujeres lo pueden utilizar los martes y los fines de semana en que el baño es mixto. Finalmente, el Király, también de la época turca, aunque fue modificado en 1796, mezclando lo viejo con lo nuevo, pero conservando su carácter de monumento histórico y con una inmensa cúpula con docenas de lucernarios que recuerdan un cielo repleto de estrellas. También tiene días reservados solo para hombres o solo para mujeres y miércoles y domingos mixtos.

Reponer fuerzas
El paseo por la ciudad y las sesiones termales animan el apetito. Si se quiere algo ligero, servirá alguno de los más de cien cafés de Budapest y su irresistible oferta de pasteles y dulces en los que abunda el chocolate, la nuez y las semillas de amapola, como el célebre Gerbeaud, de 1858 o el aún más antiguo Ruszwurm, que lleva abierto desde 1827 y es aún más coqueto. También el espectacular New York. En plan intelectual, el clásico de toda la vida es el Central, recientemente renovado, y en plan menos formal está Eckermann, frecuentado por estudiantes. Si se buscan platos más contundentes, la gastronomía húngara no decepciona, con su variedad de aromas y sabores picantes, el plato más conocido es el gulash, un guiso de carne y patata bien sazonado con su popular páprika. El hígado de oca es uno de los platos más sabrosos de todo el mundo. Se toma frío con pan o recién frito, y bien acompañado con vino dulce de Tokaj. También es célebre su salami. En invierno se suele tomar Töki pompos, una torta recién frita directamente del horno de adobe con requesón y crema de leche y con trocitos de beicon, a veces acompañada del típico vino caliente aromático. También la carpa rebozada, un pescado de los lagos de Hungría que se corta en tajadas de forma de herradura, se rebozan y se fríen en aceite. Es un plato festivo típico en las familias que se puede tomar con ensalada de patata y cebolla a la mayonesa. Una de los dulces más originales, sobre todo durante las fiestas es el Kürto´´s kalács, una pasta fermentada extendida que enroscan en un rodillo de madera. La asan a la brasa con un poco de mantequilla y azúcar y la revuelven en nuez picada, ralladura de coco o en chocolate. Para la noche Budapest ofrece muchas tentaciones, desde conciertos de música clásica o jazz a bares y discotecas de todo tipo. Lo último son los llamados “ruin-pubs” situados, como su nombre indica, en locales ruinosos con una decoración ecléctica y cutre pero con mucho ambiente y las copas a dos o tres euros; en ocasiones ocupan edificios completos con decenas de ambientes a cual más chocante. Buenos ejemplos con Szimpla Kert, Mumus o Instant.

Cómo ir: El buscador Skyscanner.es puede encontrar los mejores vuelos directos o indirectos desde cualquier ciudad española. Por ejemplo las compañías Wizz Air y Malev tienen vuelos desde Barcelona a partir de 45 euros, y saliendo de Madrid, desde 106 euros.



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Los infinitos secretos de los Valles Pasiegos
Naturaleza intacta, costumbres ancestrales, termas, cuevas prehistóricas, rica gastronomía...

Enrique Sancho

Una naturaleza bien conservada, una forma de vida ancestral, cuevas prehistóricas Patrimonio de la Humanidad, un parque con más de mil animales que parecen vivir en libertad, antiguos balnearios y modernos spas, una gastronomía contundente y sofisticada, iglesia románicas y paseos románticos... Cuando se inventó eso de “Cantabria infinita”, uno de los mejores eslogan turísticos de los últimos tiempos, probablemente se estaba pensando en algunas de muchas posibilidades que ofrecen los Valles Pasiegos esta pequeña comarca escondida entre la cordillera y la meseta deslizándose suavemente hacia La Marina. Los Valles Pasiegos son para muchos la encarnación de Cantabria, su más pura esencia, y sin embargo es una zona en realidad poco conocida, el secreto mejor guardado de Cantabria. En esta tierra se creó de manera peculiar el tradicional modo de vida ganadero de los pasiegos, ante una tierra que en general no ofrecía demasiadas alegrías para el cultivo, con una orografía dura, desabrida, de elevada pendiente donde no se ofrecían muchas facilidades para la agricultura ni resultaba cómoda para la ganadería. Por eso el tipo de vida de los habitantes de estos valles ha sido siempre duro, solitario, en una permanente relación de amor-odio con la naturaleza. Los Valles Pasiegos son una invitación para el viajero curioso, ávido por conocer lugares en los que "lo auténtico" no sea un mero reclamo turístico que cobija el mismo aburrido abanico de tipismos que el valle vecino. Quien quiera autenticidad de postal, pulcra y esterilizada, mejor que no se acerque a los Valles Pasiegos. Ahora bien, quien quiera sumergirse en un universo de hierba recién segada, de áspera caliza que desgastará nuestras botas de montaña, de ríos de montaña de aguas frías provenientes del deshielo, de cabañas que se usan a diario y de las que emana el olor del ganado... será siempre bienvenido en los Valles Pasiegos.

Tres valles hermanos
La comarca de los Valles Pasiegos la componen tres valles, que aunque comparten muchas cosas, poseen su propia personalidad. Son el Miera, el Pas y el Pisueña, que roban sus nombres a los tres ríos que vertebran el territorio, cada uno ofrece algo particular, complementándose de una manera deliciosa. El más oriental de los tres valles es el del Miera, el valle de la naturaleza. Con una menor presencia humana que en el resto de la comarca, aquí el interés se centra en los dones que la naturaleza ha tenido a bien otorgarle. Con una orografía arisca, el Miera guarda en sus zonas altas vestigios del pasado glaciar de la comarca, como se puede apreciar en el trazado en "U" de su zona superior, o en las morrenas glaciares que tapizan el ascenso en el camino que a través de sus montes nos lleva a Castilla. Pero el interés no está sólo en el terreno, también en las especies vivas que lo habitan. Un programa de recuperación ha permitido que el rebeco, especie ausente durante más de un siglo, haya vuelto a poblar las altas peñas de la zona de Mirones. A pesar de la deforestación en tiempos pasados, en zonas inaccesibles perviven algunos buenos ejemplares de hayedos, como el de La Zamina, o bosques de ribera a lo largo de todo el recorrido del río Miera. San Roque, Merilla o Miera son pueblos que el visitante no puede perderse. Aquí la quietud y la tranquilidad no son un reclamo turístico, son el día a día de unos pueblos que pierden población, pero que luchan por ganar su futuro. Bajando por el valle, a modo de transición, se encuentra Liérganes, conjunto histórico-artístico que merece una parada para ver su puente "romano", sus calles con enormes muros que rodean cuidados jardines y su balneario del siglo XIX, que se convirtió en lugar de reposo para los reyes que subían al norte, en pos de las aguas y olas de Santander. En alguna de sus tabernas podremos conocer la leyenda del hombre-pez, un vecino de la localidad que, un día, cayó en las aguas del Cantábrico para aparecer, poco después, en las costas de Cádiz, con el cuerpo cubierto de escamas y emitiendo sonidos muy poco humanos... En todo caso, le han hecho un monumento junto al río.

La huella del hombre
El Pisueña supone un cambio con respecto al Miera. De naturaleza mucho más abierta, el valle tiene un carácter más humanizado. Valle en el que buscar la huella del hombre y sus construcciones más imperecederas. El Pisueña cuenta con un riquísimo patrimonio construido, tanto civil como religioso. Tras el baño de naturaleza, en el Pisueña entramos en contacto con la Historia con mayúsculas. Una historia no construida en esta comarca a base de grandes batallas y míticas gestas, sino en el quehacer cotidiano. Para poder disfrutar de esas pequeñas historias, qué mejor que un paseo por las calles de Esles, uno de los mejores conjuntos arquitectónicos de Cantabria. Sus fincas albergan muchos de los ejemplares listados en el catálogo de árboles singulares de Cantabria, y sus callejas invitan a tomarse la cosa con calma, con mucha calma... En Villacarriedo nos aguarda el espectacular y barroco Palacio de Soñanes, como una espectacular aparición en piedra en medio de tanto verde. Aunque es el románico el que alcanza mayor esplendor en la comarca. A dicho estilo pertenece la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda (S. XII) que en la Edad Media fue un próspero enclave muy apreciado por los peregrinos que hacían el camino de Santiago y está perfectamente conservada. Junto con la de Santillana del Mar son de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa del norte de España. No se puede abandonar el valle sin una visita a la pequeña iglesia de Nuestra Señora de Valvanuz (Selaya), patrona de los pasiegos, y donde el 15 de agosto se celebra una gran romería. El templo esconde en su interior una talla de la Virgen del siglo XIII que se apareció a un pastorcillo siglos atrás. Muy cerca del Santuario puede hallarse la fuente de agua que, cuenta la leyenda mariana, hizo brotar la Virgen para vencer el escepticismo del pasiego. Justo enfrente, se encuentra el Museo Etnográfico, dedicado a las ”Amas de Cría Pasiegas” esas magníficas mujeres que dejaban pueblo, hogar, familia y, sobre todo, a sus hijos recién nacidos para ir a criar a los de otros más potentados en lejanas ciudades y así poder ganar el sustento de los suyos. Dejando ya el Pisueña, la parada obligada es el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, que en sus más de 750 hectáreas alberga a más de mil animales de los cinco continentes, en un terreno erizado por agujas calcáreas sacadas a la superficie por una intensa explotación minera que comenzó ya en época romana, otorgando al paisaje una calidad lunar, no reñida con los mejores y más modernos servicios.

El valle de Pas
Y para el final, el valle que da nombre al conjunto. Si el Miera era naturaleza, y el Pisueña historia, el Pas es una maravillosa simbiosis de ambas. Sus paisajes de laderas tapizadas por verdes prados con cabañas techadas de lastras es quizá la mejor metáfora de ello. Siglos de actividades agrícolas y ganaderas han hecho que el paisaje se humanizara, hasta el punto de que a muchos les parece "natural" esos prados verdes, que no sino obra del trabajo de generaciones. Pero también están aquí sus casonas y palacios, símbolo de un esplendor lejano preservado por sus gentes como legado para el futuro. Es cuna de un curioso modo de vida (que también tiene su reflejo en los otros valles) cuyo mayor exponente es "la muda". El pasiego, a lo largo del año, va cambiando su lugar de morada, en un sempiterno acompañar al ganado en busca de los mejores pastos. En verano ocupa las zonas altas, para ir bajando progresivamente según el tiempo se enfría y los días acortan... Para conocer un poco más acerca de este modo de vida, podemos acercarnos al Museo etnográfico de las Villas Pasiegas, en Vega de Pas. Aunque quizá lo mejor sea vagabundear por los innumerables cabañales que son mudos testigos de una secular forma de vida que aún pervive... Fue el primer valle habitado de los tres, al menos por los restos que conocemos, algunos de hace 120.000 años. Buena muestra de ello se encuentra en el conjunto de cuevas de El Castillo, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Su visita permitirá contemplar mamuts, bisontes, ciervas, manos humanas en negativo... que los pobladores del Paleolítico Superior plasmaron en sus paredes hace miles de años, por razones que sólo podemos atisbar. Una de las colecciones de arte rupestre más importantes de aquella época que compite en belleza con las de Altamira. Y si tanta actividad ha consumido nuestras energías, qué mejor que una visitar alguno de los balnearios de la comarca, como el de Puente Viesgo, Alceda o Liérganes. Un poco de reposo y una visita a algunos de sus buenos restaurantes y a continuar indagando en los Valles Pasiegos, pues todo lo anterior no es sino la punta del iceberg del mayor "secreto de Cantabria".

Más información: www.vallespasiegos.org y www.turismodecantabria.com


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Chipre, al encuentro de Afrodita
Una isla con muchas sorpresas, ahora con vuelo directo desde España

Texto y fotos: ENRIQUE SANCHO

Cuenta la leyenda que, de entre todos los lugares del Mediterráneo donde Afrodita, la diosa más querida del Olimpo, pudo elegir para tentar a los hombres, fue Chipre el elegido. Tenía todo lo que la diosa del amor, la belleza y la fertilidad podía pedir: un mar transparente, una naturaleza virgen, unas gentes familiarizadas con las aventuras terrenales de los dioses...Y en efecto hoy, milenios después, la isla más oriental del Mare Nostrum, la tercera más grande, la única dividida en dos naciones, está llena de lugares que rememoran el paso de la diosa. Aquí está, en medio del tramo más bello del litoral de Chipre entre Pafos y Limasol, la Roca de Afrodita, el punto exacto donde la diosa emergió de las aguas en una concha tirada por delfines. Es un conjunto de tres extrañas rocas, de naturaleza inhabitual en la zona, próxima a una playa con guijarros. En invierno apenas se acerca hasta ella un pescador solitario que busca un pez despistado. Pero en primavera y en verano el lugar se llena de grupos de turistas que fotografían incansables las tres míticas rocas. Y durante todo el año se acercan mujeres infértiles o solitarias que atan lazos en un matorral, confiando en superar, gracias a Afrodita, su problema. Los más atrevidos dan una o varias vueltas nadando alrededor de la roca confiando en que, según la tradición, rejuvenecerán un año por cada vuelta. Pero también están por aquí los Baños de Afrodita, junto a la bahía de Lara, varios templos dedicados a ella como el de Palepafos (Pafos) y a algunos de sus variados amantes (Ares, Adonis...) o hijos (Eros, Hermafrodita, Príapo, Eneas...).

Visitantes ilustres
Si uno cree en la presencia de dioses y héroes del Olimpo, no puede dudar de la de otros ilustres visitantes, haya o no pruebas de ello. Como Santa Elena, la madre del emperador Constantino, que se trajo “por error” porque creía que estaba en Grecia, un pedazo del lignum crucis, que se venera en la iglesia de la Santa Cruz, en el pintoresco pueblo de Lefkara que también, al parecer, fue visitado por el mismísimo Leonardo da Vinci en 1481 para encargar un mantel de encaje para el altar del Duomo de Milán donde aún se encuentra y, de paso, diseñar un dibujo de encaje que casi todas las habitantes de la villa se afanan en reproducir para venderlo a los turistas. Aquí llegó también Ricardo Corazón de León un tanto molesto porque habían hecho prisioneras a su hermana y su prometida cuando iban acompañándolo camino de las Cruzadas y el barco en que navegaban naufragó. Encarceló al príncipe bizantino Isaac Kemnecos que cometió la infamia, destrozó a su ejército y ocupó Chipre. Luego, más calmado, se casó con Berenguela de Navarra, la hizo reina de Inglaterra y, cuando se cansó, vendió la isla a los caballeros templarios. La lista de ilustres ocupa buena parte del santoral, no en vano se ha llamado a Chipre “la isla de los santos”. Uno de los grandes, Pablo, fue quien introdujo el cristianismo en el siglo I; San Lázaro murió, y esta vez no fue resucitado por Cristo, en Kition, donde fue obispo y está enterrado, aunque algunas de sus reliquias fueron a parar a Constantinopla y hoy se veneran en la catedral de Marsella. Los santos Antonio, Bernabé, Hilarión, Jaime, Jorge, Juan, Miguel, Neófito, Nicolás y Teodor, entre otros, tienen sus respectivas iglesias a lo largo y ancho de Chipre. Y muchas de esas iglesias, en su mayoría bizantinas y consagradas al rito ortodoxo, son algunas de las maravillas que pueden descubrirse en la isla. En los valles umbríos y boscosos de la cordillera de Troodos, en el centro de la isla, se esconden pequeñas iglesias bizantinas que son auténticos tesoros por sus pinturas e iconos. Diez de ellas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Aunque cada una es diferentes, todas siguen un cierto canon ortodoxo y se dividen según un orden teológico. La cúpula simboliza el Cielo, presidido por la imagen de Cristo pantocrátor, Rey del Mundo, rodeado de arcángeles y profestas. Debajo se suceden las principales escenas del Nuevo Testamento, con los santos y los padres de la Iglesia. El ábside situado tras el altar es el lugar reservado para la imagen de la Virgen con el Niño. En el pórtico, sobre la salida, se describe el Juicio Final. Tal vez una de las más bellas, que bien podría se calificada como “la capilla Sextina chipriota”, es la de Agios Nikolaos tis Stegis (San Nicolás del Tejado) con un curioso tejado doble que le da nombre. Su estructura original es del siglo XI y en su interior, totalmente recubierto de imágenes, están algunas de las pinturas más antiguas de toda la región de Troodos. Se pintaron entre los siglos XI y XV y muestran la evolución del arte religioso ortodoxo. Destacan los retratos de los santos guerreros Jorge y Teodoro con toda su panoplia de armas. Llama mucho la atención una impactante pintura que que muestra a los 40 mártires de Sebaste, soldados romanos que se convirtieron al cristianismo y fueron asesinados por ello, empujados desnudos por soldados romanos a las gélidas aguas de un lago de Anatolia.

Contrastes muy concentrados
Con una superficie de 9.250 kilómetros cuadrados (algo más que la Comunidad de Madrid y algo menos que Navarra o Asturias), Chipre ofrece numerosos contrastes en muy poca distancia. En lo histórico y arquitectónico se pasa de las ruinas de antiguas ciudades griegas y romanas como Pafos (Patrimonio de la Humanidad), Kourion, Amathous, Kition, Soli o Salamina con restos de templos, basílicas, termas, palestras y palacios, a buenos ejemplos de arquitectura colonial, como el bello Museo de la Fundación Pierides en Lárnaca, que es en sí mismo un buen escaparate de la historia de la isla desde el período neolítico a la Edad Media. Y pasando, claro está, por la arquitectura medieval, como las catedrales y los anillos defensivos de Famagusta y Nicosia, cuyas poderosas fortificaciones repelieron los ataques otomanos durante casi un año, o por la islámica y bizantina que han permitido que hoy se disfruten mezquitas y caravasares como Hala Sultan Tekke donde reposa una tía de Mahoma o el Büyük Han, y ermitas y monasterios como el espectacular Kykkos o el de Panagia Chrysorrogiatissa que conserva un icono pintado, al parecer, por el evangelista san Lucas. Chipre es también tierra de contrastes en su orografía y naturaleza. En apenas unas horas se puede pasar del litoral con bonitas y cuidadas playas como las de Makronisos, Landa y Nissi o las que se encuentran en la bahía de Famagusta y en la península de Afamas, entre las más bellas y salvajes de la isla, al paisaje agreste de la península de Karpas o los bosques de pinos y cedros del macizo volcánico de Troodos. Incluso en la cara noreste del monte Olimpo, en la zona más alta de la isla, hay una modesta estación de esquí. Y ya que hablamos de contrastes, un breve repaso a la gastronomía de Chipre permitirá apreciar que también en este aspecto existen. La cocina chipriota es una mezcla de las cocinas griega y turca con algunas influencias británicas. Casi todas las comidas suelen empezar, y a veces también terminar, con el meze, una selección de aperitivos y platos que incluye aceitunas, berenjenas, alcaparras, pimientos fritos, tomates, loukanika (salchicha ahumada), tzatziki (pasta de yogur y pepinos), humus de distintos tipos y muchas cosas más, hasta completar 15 o 20 variedades. En la costa preparan algo parecido a base de pescados y mariscos. Se suele acompañar con la rica cerveza local (en botellas de 2/3 de litro) y algunos vinos aceptables y terminar con el contundente aguardiente zivania y el típico café chipriota, con los posos en el fondo.

GUÍA PRÁCTICA
Cómo ir. La compañía de bajo costo Ryanair (www.ryanair.com) es la única que une España, desde Girona, con Lárnaca en el sur de Chipre, con vuelos los miércoles y domingos y precios a partir de unos 45 euros por trayecto. Hay vuelos a Girona de la misma compañía desde seis ciudades españolas, a partir de 15 euros.

Dormir. Lo más práctico es elegir un hotel en alguna de las ciudades más importantes de Chipre, especialmente en el sur, y realizar excursiones o recorridos desde ellas. En Lárnaca una buena opción es Lordos Beach (tel.: +357 24647444 y www.lordosbeach.com.cy) que ofrece un paquete especial de siete noches, desayunos, traslados al aeropuerto y varias atenciones desde 590 euros la habitación doble. En Pafos, el excelente y moderno hotel Almyra (tel: + 357 26 888 700 y www.almyra.com), el precio de la habitación doble con desayuno a partir de 110 euros. Si se quiere una opción en el interior, es aconsejable el hotel Rodon en Agros (tel: +357-25521201 y www.rodonhotel.com), en la región de Troodos, con habitación doble a partir de 35 euros).

Información. Por ahora no hay Oficina de Turismo de Chipre en España, puede conseguirse información en su Embajada en Madrid (tel.: 91 578 3114) y en la web de la Organización de Turismo de Chipre: www.visitcyprus.com


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Enrique Sancho
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Disfruta la Navidad o despide el año en Dubrovnik
En la llamada "Perla del Adriático", Dubrovnik, el arte y la cultura envuelven uno de los cascos históricos más bellos de la costa adriática, un escenario único para celebrar estas fiestas, descubrir su patrimonio, tradiciones culturales y disfrutar de los famosos espectáculos que tienen lugar en estas fechas así como de todos los eventos que se suceden durante la temporada invernal, como el Carnaval o la Fiesta de San Blas. La época invernal es un buen momento para descubrir un Dubrovnik que se presenta más puro y encantador y ofrece la posibilidad de disfrutar de una manera más relajada esta ciudad rebosante de arte y cultura sin tantas aglomeraciones como en verano.

La Feria de Navidad tendrá lugar en el Palacio de Sponza, la apertura está prevista para el 13 de diciembre, en el día de la fiesta de Santa Lucía, uno de los santos favoritos y la patrona de la vista. En esa ocasión, el encendido de velas de un enorme árbol de Navidad en el Palacio de Sponza, simbólicamente anunciará una serie de programas en la Ciudad Vieja, titulado Navidad en la ciudad. La artesanía tradicional se presentará bajo las arcadas de este Palacio y los adornos navideños, velas, juguetes, artículos de vidrio, bordados, cerámica, porcelana elaborados por las manos de los artistas artesanos especialmente para la Navidad.

Skyscanner te recomienda probar en la feria las típicas galletas de Navidad, delicias dulces, vino caliente, brustulani mjenduli (almendras confitadas) y los tradicionales manjares dulces de Dubrovnik como el kontonjata (membrillo), mantala (queso), prikle (rosquillas), hrostule (galletas fritas) y otras delicias preparadas para este tiempo de vacaciones. El día de Navidad y el Día de San Esteban, la feria estará cerrada puesto que estas fiestas se viven de manera tradicional celebrándolas en familia. Otra de las costumbres especiales de la gente de Dubrovnik, son los belenes que se pueden visitar en las distintas iglesias.

En la programación especial de Navidad tienen un gran protagonismo los conjuntos profesionales, coros infantiles, grupos de danza y conjuntos vocales e instrumentales, cuyas actuaciones tienen lugar durante el periodo de Adviento. Los visitantes podrán disfrutar en las callejuelas de la ciudad de los villancicos de todas partes de Croacia, en especial en la víspera de Navidad a cargo del Conjunto Folclórico y el Coro Lindo Libertas en Stradun.


Fin de Año en Dubrovnik
Un gran escenario cubierto con diferentes efectos de luz, hace que los monumentos parezcan cascadas de luz que desbordan la calle principal Stradun hasta el campanario. Este año se anuncia un espectacular Año Nuevo en la Iglesia de San Blas en el centro de la ciudad y la calle principal Stradun, una fiesta que durará hasta bien entrada la noche. Skyscanner recomienda que no te pierdas la fiesta "Dubrovnik Night" que llevará la música de estrellas croatas, grupos vocales instrumentales y bandas de rock que ambientarán una de las noches más mágicas del año. También los hoteles y los restaurantes de Dubrovnik ofrecen programas especiales para celebrar el Fin de Año. El Año Nuevo se recibe con el tradicional concierto especial de Año Nuevo en Stradun a cargo de la Orquesta Sinfónica de Dubrovnik.

La "Winter Card", tarjeta de descuentos invernal, que se puede obtener en los hoteles o en las oficinas de turismo, ofrece descuentos en restaurantes, tiendas, instituciones culturales, centros wellness y permite deleitarse en los acogedores cafés en Stradun y en el centro histórico, descubrir la auténtica gastronomía croata o dejarse envolver por la historia y la herencia cultural en sus museos y galerías.


Skyscanner ha encontrado diversas combinaciones de vuelos a Dubrovnik en diciembre desde distintas ciudades españolas. Por ejemplo, desde Barcelona por 239 euros, Madrid por 280, Málaga desde 314, Sevilla por 352 o Bilbao a partir de 381. También ha encontrado 99 hoteles en esta ciudad a partir de 40 euros.


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Descubre el Túnez más auténtico en los festivales del desierto
El Sahara y los oasis protagonistas en Tozeur y Douz

Por ENRIQUE SANCHO

Palmeras cuajadas de dátiles, tablas de surf volando sobre un lago de sal, construcciones futuristas en medio del desierto, viviendas trogloditas perdidas en la arena... ¿Espejismos? No, son algunas de las sorpresas que el sur de Túnez ofrece al viajero. Y, además, en diciembre, se unen dos de sus más importantes festivales que muestran la cultura, la artesanía, la música, el arte y las destrezas de este pueblo, en las puertas del Sahara.

Ningún espejismo es capaz de generar tantas efímeras bellezas como la pura realidad que puede contemplarse en la zona más profunda de Túnez, allá donde las inmensas arenas siluetean el mayor desierto del mundo, que con sus nueve millones de kilómetros cuadrados es compartido por once países africanos.

La capital de este espectacular paisaje es Tozeur, situada en el mayor de los oasis tunecinos y una de las ciudades con más encanto del país, un lugar presidido por la arena y el agua, donde el horizonte desaparece para dejar espacio a tres desiertos entremezclados, el de arena, el erg, donde el viento esculpe incansablemente dunas móviles, el de los chott, serir, de cristales brillantes que devuelven sorprendentes espejismos y el de roca, el hamada, inmensidad pedregosa donde se pierde la mirada. Un mundo por descubrir, para dejarse conquistar o para fundirse con él, en un viaje fuera del tiempo, lleno de sensaciones, donde se mezclan cultura, tradiciones y la hospitalidad se practica como el valor más enraizado y verdadero.

Su palmeral único, regado por más de doscientos manantiales que suministran casi 60 millones de litros por día, y donde se cultivan los mejores dátiles del mundo y su insólita arquitectura de ladrillos compactos de originales dibujos geométricos de origen misterioso, le dan un encanto particular. Aquí se celebra del 26 al 29 de diciembre el Festival Internacional de los Oasis, organizado por el Ministerio de la Cultura y la Salvaguarda del Patrimonio, una fiesta de origen nómada que se remonta a 1938 y en la que actualmente participan diez países invitados, donde no faltan carreras y luchas de camellos y caballos, desfiles, catas y degustaciones culinarias, mesas redondas, exposiciones de pintura, encuentros con artistas locales, proyecciones de cine, obras de teatro, declamación de poemas... e incluso escenificaciones reales de cómo es la vida en los oasis.

Otros festivales
Túnez ofrece varios festivales de distinto tipo cada mes, entre los más conocidos están el de Ulises en la isla de Djerba, el Internacional de Hammamet, con obras de teatro y danzas folclóricas de todo tipo, el de Teatro de Cartago, el de Jazz de Tabarra... Coincidiendo casi en las mismas fechas, y muy cerca de Tozeur, tiene lugar el Festival del Sahara en Douz que este año cumple su primer centenario.

Hay dudas sobre si el nombre de Douz tiene orígenes beréberes, romanos o árabes. En todo caso, lo esencial es que Douz es la puerta del gran Sahara, por la que entraban los viajeros, los nómadas, los colonos y los conquistadores. Douz fue fundada hace decenas de siglos, conociendo sucesivas y diferentes culturas, pero ha sido la civilización árabe-musulmana la que finalmente ha imperado, ya que era una parada obligatoria para los conquistadores árabes en ruta hacia Sbeitla y Kairouan, que continuaban hacia el interior del continente africano. Esta ciudad y las arenas que la rodean son el escenario del llamado Festival del Sahara.

Fundado en 1910 como “La Fiesta del Camello”, esta fascinante celebración de la cultura beduina sahariana tiene lugar durante cuatro días a finales de diciembre de cada año, este año del 26 al 31, y participan representantes de Túnez, Libia, Argelia y Egipto, que ofrecen muestras de artesanía, música y baile, sin faltar la tradicional danza del vientre, además de pruebas deportivas e impresionantes demostraciones de maestría de caballos y de camellos. El festival cuenta con muchos eventos y espectáculos que están en armonía con la cultura y la vida en el desierto de Túnez.

Rumbo a la aventura
Desde Tozeur y Douz pueden emprenderse numerosas excursiones a cual más apasionante. Una de las inevitables es hacer la ruta que cubre el trayecto entre Tozeur y Kebili. Una llanura blanca, brillante e infinita, interrumpida sólo por la carretera que se pierde en el horizonte, constituye una visión onírica con los cristales de sal formando brillantes reflejos azules, blancos y verdosos. Hasta mediados del siglo XIX este camino era recorrido por las caravanas de esclavos que se dirigían al mercado de Kebili. El lago salado de Chott el-Djerid cubre unos 5.000 km2 y la mayor parte del año está seco, por lo que es posible andar sobre su superficie. Los más osados pueden animarse a utilizar un medio de locomoción mucho más original: velas de windsurf unidas a un curioso cochecito o a una tabla con ruedas en los que volar a 20 kilómetros por hora.

Otro recorrido habitual es el que lleva a los oasis de montaña de Chebika, Tamerza y Midès, casi en la frontera con Argelia. Estas tres poblaciones, construidas originariamente por los romanos como sistema defensivo contra las tribus bárbaras que habitaban en el Sahara y lugares de paso habitual en la ruta de las caravanas, deben su actual aspecto fantasmal a una catástrofe natural. En 1969, fuertes lluvias torrenciales devastaron muchas de las casas de barro construidas sobre las colinas y sus habitantes se desplazaron a las zonas menos elevadas para construir de nuevo sus viviendas en piedra. Hoy el casco viejo de estas poblaciones tiene un aspecto fascinante y un tanto fantasmal, sus callejones deshabitados sólo se ven alterados por pequeñas alimañas y algún que otro vendedor ambulante.

Suele llegarse hasta aquí en vehículos 4*4, pero haciendo previamente un breve recorrido en el legendario Lézard Rouge (Lagarto Rojo), un tren de vía estrecha inaugurado por el bey de Túnez en 1899 que llevaba a los principales lavaderos de mineral de fosfato. Atraviesa la garganta de Seldja, de 15 kilómetros de largo. Desde sus vagones de principios del siglo XX con asientos de cuero rojo se contempla un paisaje deslumbrante, un camino espectacular abierto a las leyendas.

Oasis de montaña
El tren, los oasis de montaña y otros lugares de Túnez fueron los decorados elegidos para muchas de las escenas de la película El paciente ingles de Anthony Minghella que consiguió nueve oscars. Aunque otros muchos directores han encontrado en Túnez el escenario ideal para sus historias. Además de la mencionada Guerra de las galaxias y El paciente ingles, por aquí se rodaron En busca del arca perdida, La vida de Brian, Piratas del Caribe, Quo Vadis, Jesús de Nazaret y hasta se logró recrear ambientes japoneses para Madame Butterfly.

En Chebika vale la pena acercarse a su pintoresco manantial con un pequeño palmeral y una cascada alimentada por pequeños arroyos serranos subterráneos. Aquí se cultivan, sorprendentemente, albaricoques, melocotones, granadas, cítricos y plátanos en un terreno totalmente árido. Incluso tabaco a la sombra de las palmeras. Las casas abandonadas y las ruinas de la antigua Tamerza conservan su aspecto misterioso y ofrecen una visión imponente al atardecer. Por la noche se organizan cenas a la luz de miles de velas realmente espectaculares.

Una cena beduina
No se puede abandonar el sur de Túnez sin haber disfrutado la hospitalidad y la originalidad de una cena beduina. Aunque muchas de ellas tienen un cierto tufillo turístico, vale la pena cumplir el rito. Uno de los ingredientes imprescindibles es la harissa, una parta tradicional bereber de guindilla, ajo, tomate concentrado y aceite de oliva, que está presente en todos los platos. Dicen que abre el apetito y que refuerza y desinfecta el organismo, incluido el aparato respiratorio. Se sirve a veces con pequeños pedazos de atún y aceitunas.

El plato tradicional en el desierto es el cordero asado en un cántaro de barro a la manera del sur, que se acompaña con ensaladas de tomate, cebolla, pepino, pimiento y ajo y, naturalmente, con el delicioso Jobz el Mella, pan cocido bajo la arena del desierto. Además puede haber mirmiz -un picante guiso de cordero con judías blancas-,y el kabkabu -otro guiso, con pescado, alcaparras, aceitunas, tomate y cebolla-. Por supuesto de postre dátiles y para rematar la comida, nada como saborear sin prisas un narguile o pipa de agua con tabaco de distintos sabores.

COMO IR
La compañía Tunisair (www.tunisair.com) ofrece vuelos directos desde Madrid a Tozeur al menos hasta finales de marzo de 2010, operando los jueves y domingos lo que permite un estupendo largo fin de semana en el Gran Sur tunecino. Por su parte, Iberojet (en agencia y www.iberojet.es) que copa más de 60% del mercado español a Túnez, propone una escapada de cuatro días, del 26 al 30 de diciembre, incluyendo vuelos, traslados, seguro y alojamiento en buenos hoteles de Tozeur por unos 450 euros por persona.

Más información:
Oficina Nacional de Turismo de Túnez
Alberto Aguilera, 11 – 1º C
28015 MADRID
Tel. 91 548 14 35 – Fax. 915 48 37 05
info@turismodetunez.com
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La Haya despide el año como lo empezó: con arte
Dos magníficas exposiciones cierran el Holland Art Cities

Por ENRIQUE SANCHO

Desde noviembre de 2008 la propuesta Holland Art Cities, está siendo el gran evento que protagoniza la agenda artística y cultural de Holanda. Las cuatro grandes ciudades del país -Ámsterdam, Rótterdam, La Haya y Utrecht- y los diez grandes museos de estas urbes han presentado lo mejor de sus colecciones y han acogido otras internacionales. Ahora, cuando el proyecto se acerca a su fin, quieren despedirlo a lo grande.

En La Haya, el museo Maurithuis (www.mauritshuis.nl), que conserva en su colección permanente como icono principal el pequeño cuadro de Johannes Vermeer “La joven de la perla” (aunque en realidad su título original es “Muchacha con turbante”) acoge desde el 4 de noviembre y hasta el 30 de enero, una colección que sería la envidia de cualquier amante del arte. Se trata de la colección privada de Eijk y Rose-Marie de Mol van Otterloo, unos holandeses residentes en Estados Unidos, que han reunido, en poco más de siete años, un conjunto de cuadros de los antiguos maestros holandeses donde no faltan, claro, Rembrandt, Frans Hals, Jan Oteen, Aelbert Cuyp y Hendrick Avercamp. Curiosamente, la estrella de la muestra es un minúsculo cuadro de 17x22 cms. original de Gerrit Dou, que representa un perro dormido en el que pueden contarse cada uno de sus pelos.

Es una hermosa colección de paisajes, retratos, escenas de género, marinas, floreros y naturalezas muertas que se exhibe por primera vez en La Haya, con 44 obras maestras de los grandes pintores holandeses durante su Edad de Oro que ocupa un piso del museo durante tres meses y que permite apreciar obras que no se encuentran en los museos.

Muy cerca del Maurithuis, y dependiente de él, se ha reinaugurado en septiembre pasado la Galería Príncipe William V, considerada como el museo más antiguo de Holanda. Se trata de una pequeña galería, emplazada en una casa de estilo Luis XIV y que alberga obras de artistas del XVII que ilustran la vida cotidiana de Holanda en esa época. La galería es una reconstrucción de una del siglo XIX, y como ocurría entonces, las paredes están abarrotadas con 150 pinturas de distinto tamaño y calidad, del techo al suelo.

Cuando el museo es la obra de arte
El Gemeentemuseum (www.gemeentemuseum.nl), o Museo Municipal de La Haya, reabierto en 1998, alberga una rara colección donde no faltan los trajes de época, los instrumentos musicales, los vidrios romanos, la porcelana de Delft ni, desde luego, obras maestras de Monet, Van Gogh o Jongkind. Pero tal vez lo más interesante de este museo es él mismo, el edificio, una muestra de la arquitectura de vanguardia de los años 30 del siglo XX cuando imperaba en toda Europa en Art Nouveau.

Se trata de la tardía creación del arquitecto H.P. Berlage (1863-1934). El museo es una obra de arte en sí misma, diseñada con sabiduría y ojo para los detalles. Su ladrillo amarillo y el volumen de la construcción ofrece una apariencia relajada y alegre. El interior está decorado con coloridas baldosas, preciosas vistas y una luz especial que es la envidia de cualquier museo.

Berlage hizo todo lo que pudo para acomodar al público, creando un museo conveniente donde la gente puede disfrutar a gusto del arte. Entrando en un largo pasillo con paredes de cristal, los visitantes llegan a un impresionante bar. Las salas de las exposiciones no son demasiado grandes y donde ha sido posible están apartadas de los pasillos para evitar la distracción. Además cada galería tiene una luz natural espléndida.

El 27 de noviembre, el Gemeentemuseum inaugura una exposición sobre el arquitecto que lo creó donde se muestras sus diseños para muebles, modelos a escala de edificios, diseños de azulejos, etc.

Mucho que ver en La Haya
Al salir de los museos se muestra la ciudad. La Haya es una urbe elegante, con parques y plazas muy amplias, cuya forma de vida seria y tradicional está en consonancia con su papel de capital diplomática, sede de la corona y con el de centro mundial de paz y justicia. El corazón de la ciudad y su principal monumento es el Binnenhof, sede del parlamento de Holanda, donde cada año en otoño tiene lugar la ceremonia de apertura del año político con las carrozas de oro y toda la parafernalia de la corte real.

El complejo actual cuenta con un lago, el Hofvijver, en el que se refleja la fachada creando un ambiente bucólico en pleno centro de la ciudad, la Ridderzaal (Sala de los Caballeros), un edificio de esbeltos torreones. El complejo, cuenta además con edificios utilizados por la Primera y Segunda Cámaras de los Estados Generales. En una esquina de la parte de atrás del Parlamento se alza un pequeño palacio del siglo XVII, el Mauritshuis, ya mencionado, conocido como la Real Galería de Pintura, que está en proceso de ampliación.

Alejándose un poco del centro se puede contemplar el Panorama Mesdag, pintado por Hendrik Mesdag en 1881, una curiosa obra circular de 120 x 114 metros, la mayor de Holanda, que representa el mar, las dunas y el pueblo de Scheveningen en una figuración naturalista a la que contribuye ciertos elementos naturales, como arena, conchas marinas, maderas y vegetales. Por supuesto, la siguiente visita es la propia playa de Scheveningen, con su viejo casino y su aire decadente en la que se pueden ver todavía a mujeres que llevan el traje tradicional a diario.

En el camino se encuentra el Vredespaleis o Palacio de la Paz, que alberga el Tribunal Internacional de Justicia. El palacio lo inició el zar Nicolás II de Rusia que invitó a 26 naciones a constituir un tribunal mundial de arbitraje; pero, en realidad, el edificio actual fue construido en 1903, gracias al donativo de un empresario americano.

La visita a La Haya no puede terminar sin acercarse a la ciudad Miniatura de Madurodam que es una representación en maqueta de los principales monumentos holandeses antiguos y modernos a escala 1:25 y en movimiento. Los molinos de viento dan vueltas, los barcos de excursiones navegan por los canales de Ámsterdam, se apaga un fuego en el puerto, los trenes más modernos cruzan toda la ciudad por las vías de ferrocarril en miniatura más grandes del mundo.
Y al anochecer adquiere una impresión de cuento de hadas debido a las 50.000 lucecitas que lo iluminan.

Cómo ir: La Haya no tiene aeropuerto, el buscador de vuelos Skyscanner.es propone volar a Ámsterdam, con precios a partir de unos 30 euros en compañías de bajo coste y luego tomar un tren en el propio aeropuerto hasta el centro de La Haya, por 10 euros. Como alojamiento, una buena opción es el Mercure Den Haag Central (tel.: (+31)70/3636700 y www.accorhotels.com/), muy céntrico, limpio y funcional con un magnífico buffet y precios a partir de 85 euros la habitación doble.

Información: www.holland.com

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Enrique Sancho
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Edimburgo, la ciudad de los muertos vivientes
Skyscanner te anima a descubrir esta ciudad fantástica y fantasmagórica

Texto y fotos: Enrique Sancho

Es una de las ciudades más bellas y armoniosas de Europa, su construcción sobre siete colinas ofrece perspectivas admirables desde cualquier lugar, su calle principal, la llamada Milla Real, situada entre el palacio de Holyroodhouse y el Castillo, bordeada de iglesias y casas señoriales, resulta impresionante. Además es una ciudad verde con magníficos jardines y sus museos reúnen obras de Tiziano, Rembrandt y El Greco, de Monet, Turner y Van Gogh. Toda ella es Patrimonio de la Humanidad, pero los principales protagonistas turísticos en estos días son sus muertos y, en muchos casos, la terrorífica forma en que llegaron a serlo... y cómo aún se quejan de ello.

La capital de Escocia, Edimburgo, parece predestinada a las historias fantásticas. No muy lejos de ella se esconde desde hace casi 1.500 años, Nessie, para algunos el terrible monstruo del lago Ness y para otros un posible superviviente de los plesiosauros, de proporciones inimaginables, que ha hecho que miles de personas digan haber escuchado gemidos y gruñidos procedentes de estas aguas dulces. Y tampoco está lejos Rosslyn Chapel, la famosísima capilla protagonista del Código da Vinci de Dan Brown, que siempre ha estado rodeada de un halo de misterios, mitos y leyendas.

En una ciudad así, tenía que nacer el mago Harry Potter; su autora J. K. Rowling no tenía más que mirar a su alrededor y apreciar la atmósfera, a veces sobrenatural y mística, para encontrar inspiración; de hecho, varios de sus libros los escribió en un café de Nicolson Street, cerca de Canongate, una de las calles que forman la Royal Mile.

Personajes siniestros
Éste es un buen sitio para comenzar la visita de la ciudad de la mano de Skyscanner, de hecho buena parte de las excursiones a pie por el casco antiguo salen de aquí. La novedad, y no sólo de estos días vísperas de la conmemoración de los difuntos en todo el mundo, es que hay mayoría de recorridos acompañados por un guía siniestramente disfrazado, que las visitas comienzan al caer la tarde y tienen como objetivo las historias y los personajes truculentos que habitaron ¿y todavía habitan? esta ciudad.

En cualquier momento del recorrido puede aparecer el espectro gaitero, el pianista invisible de Charlotte Square, el hombre de rostro lívido y sombrero rojo de Jamaica Street o la dama gris de Ann Street. Y desde que el Parlamento escocés se reúne en su nueva sede, en el ultramoderno edificio frente a la residencia de la reina en sus visitas a Edimburgo, el palacio de Holyrood, no hay que descartar la aparición de ciertos fenómenos, pues en sus dependencias se encuentra otro lugar encantado: Queensberry Lodge. En la época en que Queensberry Lodge era un hospital, no era raro ver a una mujer llorando sentada al pie de una cama.

Enfrente, en el palacio, fue donde lord Darnley asesinó a David Rizzio, supuesto amante de su esposa, María Estuardo. Durante siglos, las manchas de sangre del suelo de su habitación, testimonio de la tragedia que se había desarrollado, se negaban a desaparecer a pesar de constantes esfuerzos por eliminarlas. Todavía hoy parecen surgir de vez en cuando.

Sin embargo, es al otro extremo de la Milla Real, en el castillo de Edimburgo donde hay más posibilidades de encontrarse frente a una aparición. Se dice que en este lugar, considerado el más fantasmagórico de la ciudad, habita un tamborilero sin cabeza, entre otros espectros. En 1650, la primera aparición de fantasmas fue nada menos que todo un ejército inglés invisible cuyos pasos acompasados y tambores podían oírse.

La ciudad rebosa de anécdotas de autenticidad histórica que pueden helar la sangre. St Cuthbert´s y Cannongate Kirk, donde se alza una iglesia y un cementerio también en la Milla Real, eran los barrios favoritos de los profanadores de tumbas y fueron frecuentados por los señores Burke y Hare, por ejemplo, que proporcionaban cadáveres a los estudiantes de anatomía a principios del siglo XIX. La demanda, en efecto, nunca escaseaba. Pero mientras que otros se tomaban el trabajo de desenterrar los cuerpos del cementerio, Burke y Hare aplicaban un método más expeditivo, ya que estrangularon al menos a 16 clientes de su taberna.

Sin olvidar a Deacon Brodie, respetable ebanista durante el día y ladrón y asesino sin escrúpulos de noche, ahorcado en 1788, cuya vida inspiró a Robert Louis Stevenson su novela El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Al parecer, el padre de Stevenson tenía muebles de Brodie. Hoy Deacon Brodie es uno de los pubs más populares en la Royal Mile.

Escalofríos a la carta
Todos los «Ghost Tours» (recorridos fantasmagóricos guiados) permiten conocer celebridades del más allá. De este modo, es posible encontrarse frente a frente con el monje loco de Cowgate, con brujas gimientes, o incluso con salteadores o ladrones de caminos ejecutados siglos atrás... Si se es amante de las sensaciones fuertes, no hay que dejar de descender bajo las antiguas calles adoquinadas de Edimburgo, una visita que perdurará en la memoria.

Sin duda la atracción turística más misteriosa y frecuentada es Mary King's Close o el callejón de Mary King, con base histórica, que ha creado un pequeño parque temático en torno a su tragedia e infinidad de recuerdos alegóricos, desde chocolates a muñecas. Este modesto barrio fue arrasado durante el siglo XVII por la temible peste bubónica; al parecer, las autoridades, por miedo a un contagio general de toda la población, adoptaron la tremenda decisión de tapiar la zona para impedir la salida de los enfermos, condenando así a toda la población, contagiada o no, a una muerte inexorable. Pasado el tiempo, los muros y los edificios del barrio fueron derrumbados para construir nuevas viviendas. Sin embargo, pese a quedar enterrada bajo el suelo la amarga vivencia de sus habitantes, Mary King ha sido desde entonces protagonista de innumerables misterios, de apariciones de niños enfermos, de madres gritando en busca de sus hijos, de bebés llorando desgarradamente, de sombras extrañas... Un pasado cruel que para muchos todavía sigue vivo bajo la Royal Mile.

Una médium japonesa acompañó hace pocos años a un equipo de televisión a rodar un reportaje a Mary King's Close. No conocía la tragedia que había tenido lugar en aquellas callejuelas. Al entrar en una de las habitaciones notó un ambiente perturbador y profundamente triste. Al salir sintió un tirón en el pantalón, volvió a la habitación y descubrió a una niña, vestida con harapos y muy pálida, sentada en un rincón. La niña le contó que había muerto en 1645, y que se encontraba muy triste porque había perdido su muñeca. El equipo de televisión le llevó una muñeca nueva. Desde entonces, juguetes de todo tipo, dejados allí por los visitantes, se amontonan en un rincón de la habitación. Y, desde luego, nadie está dispuesto a retirarlos.

Edinburgh Dungeon (la mazmorra de Edimburgo), que evoca los aspectos más negros de la historia de la ciudad, también es fuente de emociones fuertes. Por suerte, todas las historias de miedo se presentan siempre con abundantes dosis de humor para la que las sensaciones sobrecogedoras se disipen rápidamente.

Para recuperar energías tras estas evocaciones trágicas, nada como acercarse a Witchery by the Castle, en el sótano del Scotch Whisky Heritage Centre a unos metros del Castillo de Edimburgo, donde se podrá degustar una comida diabólicamente deliciosa sin tener que abandonar este ambiente sobrenatural. Este restaurante era antaño un lugar destacado de la hechicería escocesa, y sus mesas y sillas provienen de diversas iglesias de la región.

Cómo ir:
El buscador de vuelos Skyscanner, con una de sus herramientas más útiles, propone diversas combinaciones de vuelos directos desde España a Edimburgo, sin necesidad de especificar fecha. Por ejemplo, desde Barcelona operan Ryanair y Spanair a partir de 43 euros; desde Madrid lo hace easyJet desde 60 euros. También hay vuelos directos desde Fuerteventura, Málaga, Alicante, Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife, Reus y Gerona con precios entre 65 y 144 euros.

Dónde dormir:
Si no se quiere gastar mucho dinero, la mejor opción son los diversos hoteles Travelodge que hay en la ciudad, varios de ellos muy céntricos, con precios a partir de 25 euros la habitación. Especialmente recomendable es el Travelodge Edinburgh Central (33 St Mary's Street, a 50 metros de la Royal Mile), reservas desde España Tel.: 91 405 73 93, www.travelodge.es. Las habitaciones son amplias (con capacidad hasta cuatro personas), sencillas y limpias, tienen aire acondicionado/calefacción, mesa de trabajo, TV color, teléfono, baño completo y wi-fi. Este hotel ofrece además desayuno buffet y restaurante.

Skyscanner
Skyscanner es el buscador de viajes más potente y flexible de Europa. Permite comparar precios actualizados para vuelos de más de 600 compañías aéreas y alrededor de 670.000 rutas. Por ejemplo, puedes buscar vuelos a París o vuelos a Madrid sin necesidad de especificar fechas concretos.

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Todo cambia en el norte de Portugal
Con varias ciudades como Patrimonio de la Humanidad al igual que buena parte del cauce del Duero y sus vides, y con Guimarães como Capital Europea de la Cultura en 2012, el Norte de Portugal ofrece hoy su mejor cara.

ENRIQUE SANCHO

Dicen las malas lenguas que entre Gaia y Oporto hay una rivalidad secular que nadie ha logrado superar. Dicen que entre la orilla sur y norte del viejo río Duero a su paso por Oporto -dos municipios, dos estilos de vida, dos enfrentados intereses- hay mucha más distancia que los escasos doscientos metros que las separan. Algunos, incluso, cuentan que las bodegas de Gaia (Vila Nova de Gaia, en realidad), con más de 50 compañías, no deberían utilizar la denominación Porto para sus vinos, pese a que la llevan usando desde hace más de 250 años y que es uno de los nombres que ha situado a la ciudad y a todo el país en el mundo.

Pero pese a las habladurías, la sangre -nunca mejor dicho- no llega al río. En realidad, no cabría entender y disfrutar de esta deliciosa ciudad sin la complicidad de ambas orillas. Como ocurre en otros lugares, por ejemplo Budapest, la esencia y la armonía de Oporto se entiende desde la orilla de Gaia. Desde allí se descubren sus casas amontonadas, sus fachadas barrocas, sus paredes desconchadas, sus ropas tendidas al sol que han contribuido, sin duda, a que todo el conjunto sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Y desde la orilla de Oporto se tiene la mejor imagen de los puentes de hierro, obras maestras de Eiffel y sus discípulos, que unen, a pesar de todo, las dos orillas, y se aprecia la sucesión de marcas de vinos -Sandeman, Calem, Ferreira...- que han paseado el nombre de la ciudad por todo el mundo.

Por eso, una de las primeras cosas que hay que hacer en Oporto es una breve travesía por su río, embarcando en una orilla y desembarcando en la otra, y extasiarse ante la suave cadencia de escenas que circulan ante los ojos. Los
rabelos, réplicas de las antiguas embarcaciones que realizaban el transporte de mercancías por el Duero, se acercan a la desembocadura del río y a su manso abrazo con el Atlántico y luego remontan la corriente. A su paso, cien metros más arriba, se descubren los puentes de hierro de Maria Pia y de Dom Luis I, que construyeron Gustavo Eiffel y su aventajado discípulo, Teófilo Seyrig, declarados monumentos nacionales y sin más finalidad actual que la estética, o el impresionante puente de la Arrábida, de Edgar Cardoso que, con un vano de 270 metros, fue durante algún tiempo record mundial de puentes con arco de hormigón armado.

El origen de Portugal
Situada junto al río, la Ribeira era en el siglo XV un puerto muy animado, en el que atracaban centenares de naves y carabelas que llevaban a Francia, Inglaterra y Flandes los productos de la tierra, entre ellos los vinos del Alto Duero. Hoy conserva un aire melancólico con multitud de restaurantes y terrazas frecuentadas por los no muy numerosos turistas que visitan la segunda ciudad más importante de Portugal -y la que le dio nombre: Porto Cale o Portus Calle como la llamaron los romanos- y que antes de venir aquí se sienten atraídos por la siempre poética Lisboa, la elegancia de Estoril, las soleadas playas del sur en el Algarve, o la piadosa visita a Fátima.

Mientras los dorados tonos de las casas, que dieron nombre al Douro, se reflejan en sus aguas, en el cielo se destacan las pesadas torres de la catedral fortaleza, símbolo del poder de los obispos al que se oponían los portuenses. De la silueta de la ciudad sobresale la alta Torre de los Clérigos, de atrevida belleza y de un barroco muy singular. En esta ciudad en la que conviven en rara armonía el románico, el gótico, el barroco, el neoclásico, la llamada arquitectura del hierro, y el atrevido cariz contemporáneo de la Escuela de Arquitectura de Oporto, presidido por Alvaro Siza, no es fácil encontrar elementos suntuosos, palacios o grandes residencias. La propia ciudad mantuvo a distancia a la nobleza, ya desde la Edad Media, que tenía prohibido vivir allí.

Al desembarcar, vale la pena dedicar un tiempo a pasear por su zona portuaria, donde perduran las típicas casas de estilo luso, de arquitectura estrecha y alargada. Unos edificios con carácter propio, muchos humildes y decadentes, en los que destaca su revestimiento con azulejos de estridentes colores y balcones con barandillas forjadas, en las que se cuelga la ropa a secar. Estos viejos muelles fluviales, ubicados en este barrio del Barredo, o Cais da Ribeira, nos transportan al auténtico sabor de otros tiempos. El antiguo barrio, a pesar de conservar su vieja estampa, se ha ido adaptando al atractivo turístico que despierta. Las viejas dependencias portuarias se han transformado en tascas y tabernas con encanto, donde poder tomar un tentempié y, naturalmente, saborear un vinho de Porto.

Lugares de interés
Aunque cueste trabajo alejarse de este placentero enclave, otros lugares de Oporto reclaman atención, como la famosa iglesia de San Francisco, cuyo interior destaca por el impresionante revestimiento de oro en sus tallas barrocas. Una exhibición de riqueza que produjo la indignación de los propios franciscanos, que incluso prohibieron el culto por incumplir el voto de pobreza que pregona esta hermandad.
Otro de los lugares más visitados está en la misma plaza: es un enorme edificio conocido como Palacio de la Bolsa, construido en 1834, viejo recuerdo de la vocación mercantil que desde siempre ha tenido la ciudad, y sede de la Asociación Comercial de Oporto y que se puede acceder como si fuera un museo. En su interior destaca su pintoresco Salón Árabe, una amplia sala inspirada en nuestra Alhambra de Granada y que sirve para recepciones de grandes mandatarios.

Por el centro, hay otras visitas inevitables, como la famosísima Torre de los Clérigos, que se dice que es el campanario más alto de Portugal, con 76 metros de altura. Diseñada en el siglo XVIII propone una penitencia adelantada si se quiere disfrutar de la mejor vista de la ciudad: 225 peldaños que trepar. En la misma plaza hay un rincón con personalidad: la librería Lello&Irmao, abierta desde 1906. En su interior destaca su exuberante decoración en madera y vistosas escaleras de caracol. Para los portugueses es la librería más bella del mundo. No muy lejos está otro establecimiento con encanto, el viejo café Majestic, con un estilo de Belle Epoque y que transmite ese aire elegante de época dorada, un toque romántico que recuerda aquellos lugares de tertulia de artistas e intelectuales.

Cerca del café, más comercios sacados de otros tiempos, como la tienda de ultramarinos, conocida como la Peroa do Bolhao, con una fachada modernista de 1917, que expone en sus vidrieras los productos más típicos de Portugal, y, más adelante el mercado del Bolhao, una vuelta al pasado donde vendedoras del campo ofrecen productos fresquísimos que despiertan los sentidos; pescados, frutas, vinos, carnes, pan artesano, bacalao...

Pero los habitantes de Oporto se muestran especialmente orgullosos de su modernidad y de las obras maestras de arquitectura contemporánea que surgen aquí y allá en la ciudad. La Capitalidad Europea de la Cultura que la ciudad ostentó en 2001 permitió revitalizar su arquitectura, aunque algunas de sus obras más emblemáticas, como la Casa da Música, del holandés Kem Colas, no se inauguraran hasta dos años después. En cualquier caso, en la ciudad se encuentran algunas de las obras más representativas de su principal arquitecto vivo, Álvaro Siza, como la Casa Manuel Magalhaes, en la Avenida dos Combatentes, y la Facultad de Arquitectura, un armonioso conjunto de muros opacos y vanos por los que se filtra la luz, que son exponentes supremos del arte del arquitecto. Otros quince edificios en Oporto llevan la firma de Álvaro Siza, como algunas tiendas que salpican las grandes avenidas de la ciudad o la Fundación Serralves, cuyas líneas arquitectónicas dan todavía más esplendor a las bellas pinturas que cobijan sus muros. Todas las construcciones de Siza se caracterizan por el minimalismo constructivo, siempre acompañadas por la luz, que tiene que ser capaz de iluminar los espacios más pequeños que se puedan imaginar.

Camino al Norte de Portugal
Oporto es también el punto de partida para descubrir el norte de Portugal, una región cargada de historia, monumentos, paisajes y culturas que dieron origen al país. Zona de montañas y declives acentuados, cubierta de frondosa vegetación, ríos y parques naturales. Con el granito de sus montañas se erigirían los muchos monumentos, de fe y de historia de la región. De fe, en las sobrias ermitas románicas y templos barrocos; de historia, en los castillos o en los incontables pazos y casas blasonadas, donde se recibe al visitante en la más aristocrática hospitalidad.

Bordeando el litoral atlántico se llena a la desembocadura del río Lima que nos recibe con sus aguas derramadas en el bravío Atlántico y con la belleza de Viana do Castelo, erigida sobre la foz del río y conocida como "La Princesa del Lima". Es difícil resistirse a su encanto, cuando la luz crea sombras geométricas por entre los majestosos edificios históricos, en los que predominan estilos como el manuelino, el barroco o art-déco. Las calles y callejuelas del centro histórico, uno de los más bellos y bien conservados del país, llaman la atención por sus bellas fachadas armónicas, sus paneles de azulejos de bello trazado y color, que son un auténtico compendio de la historia de la arquitectura en Portugal.

De camino hacia Braga, segunda punta del triángulo de ciudades esenciales e el note de Portugal, hay que hacer una escala en el Santuario de Bom Jesús. Lo mejor es salvar los 300 metros de desnivel utilizando el ingenioso funicular que funciona con agua y que fue el primero en instalarse en Portugal en 1882. Otra opción -mejor hacerlo de bajada- es la escalinata que lleva a lo alto y está formada por 17 rellanos decorados con fuentes simbólicas, estatuas alegóricas y otra decoración barroca dedicada a diversas temáticas: la vía Sacra, los Cinco Sentidos, las Virtudes, el Terreiro de Moisés y, en lo alto, las ocho figuras bíblicas que participaron en la Condenación de Jesús. No hay que perderse la perspectiva al fondo de la Escalinata. Mirando hacia arriba, las fuentes trabajadas en granito en los diversos rellanos se destacan del blanco formando un cáliz, sobre el cual se ubica la iglesia propiamente dicha.

Todo el que se precie, debe entrar en Braga como un ciudadano del Renacimiento, por el Arco de la Puerta Nueva, donde se hacía la entrega de las llaves de la ciudad. Esta llave simbólica abre las puertas de una ciudad milenaria, que guarda en sus monumentos el brillo del poder que ostentaban sus obispos. Su catedral, la más antigua del país, fue la mayor referencia religiosa de Portugal. El dicho popular portugués "más viejo que la Catedral de Braga" se refiere a algo con muchos años y es ilustrativo de su antigüedad. Su poder eclesiástico, tantas veces asociado en tiempos medievales al poder de la espada, se extendió por los reinos de España y Portugal.

En el siglo XVI el arzobispo D. Diogo de Sousa, deslumbrado con la Roma del Papa Julio II, le dio el brillo y la gracia decorativa del Renacimiento. Más tarde, la exuberancia del arte barroco se añadiría a otros edificios de gran magnificencia. De todas estas épocas, la ciudad guarda recuerdos inesperados, grandes y pequeños, como una torre medieval en plena calle, ventanas y celosías que encubrían rostros de mujeres o un palacio "rocaille" que recuerda a una cómoda estilo Luis XV. Ya en tiempos más recientes, la fundación de la Universidad y la calidad de su arquitectura contemporánea dieron un impulso de juventud que la llenó de luz, color y de una imprevista modernidad.

Donde todo empezó
El final del camino lleva, curiosamente, a donde todo empezó. Guimarães tiene un significado muy especial en el corazón de los portugueses. Dentro del castillo medieval fue donde nació Afonso Henriques y en sus altas torres y murallas venció a los ejércitos de su madre, en 1128. Reconocido como heredero del Condado Portucalense por los guerreros del Miño, este Príncipe que, según dicen las crónicas, era muy atractivo, llegó a ser el primer rey de Portugal.

Después de saber esta historia, resulta aún más interesante pasear por el centro histórico de la ciudad, recogida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Hay un carácter auténtico en los armoniosos balcones de hierro, en las barandillas y soportales de granito, en los perfiles de las torres almenadas de las casas señoriales, en los arcos que unen las calles estrechas, en las losas del suelo alisadas por los siglos y en la frescura de los claustros. Por momentos podemos imaginarnos en un escenario medieval, donde la nobleza fue construyendo espléndidos palacetes como la casa Mota Prego, el Palacio de Vila Flor, del Toural y tantos otros que confieren esa atmósfera única a Guimarães.

Un buen punto de partida para callejear por el corazón de la ciudad es el Largo de Nossa Senhora da Oliveira. Aquí se alza la impresionante iglesia de la Colegiata de Guimarães desde la que partió hacia Roma Pedro Hispano que, con el nombre de João XXI, sería el único papa portugués de la Historia de la Iglesia.

GUIA PRACTICA
CÓMO IR:
La forma más cómoda, y más barata, de llegar desde España a Oporto es utilizando los vuelos de la compañía de bajo coste Ryanair (www.ryanair.com) que enlazan Madrid, Gerona, Las Palmas y Tenerife con la ciudad. Precios A partir de unos 30 euros por trayecto.

ALOJAMIENTO:
La mejor opción es la de la red de hoteles y pousadas que ofrece el Grupo Pestana-Pousadas. En Oporto es muy recomendable el hotel Pestana Porto (tel: 902 33 63 63 y www.pestana.com), situado en la Plaza de la Ribeira, en pleno corazón del casco viejo de la ciudad, y sobre la muralla medieval, ocupa parte de una manzana de edificios que se remontan a los siglos XVI, XVII y XVIII. En octubre de 2009 se ha inaugurado la nueva pousada de Oporto (www.pousadas.pt). Diseñado por el arquitecto Nasoni y construido en los mediados del siglo XVIII, el Palacio do Freixo es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura civil portuguesa de la época barroca. La Pousada preserva toda la fachada de los edificios del palacio, que se convirtió en un Monumento Nacional en 1910. La propiedad consta de dos edificios separados, pero relacionados entre sí: el Palacio, que alberga el restaurante, bar, salones y salas de reuniones, y la antigua Fábrica de Harinas Harmonia, donde se encuentran las habitaciones, algunas con una magnífica vista sobre el río. El establecimiento con encanto y la cocina estupenda tienen la capacidad de hacer de éste el sitio ideal no sólo para aquellos que buscan actividades de ocio, sino también como lugar de celebración de grandes eventos, encuentros y reuniones.

En la región Norte de Portugal, hay 11 pousadas de distinto tipo: históricas, con encanto, de naturaleza... En Viana do Castelo se encuentra la Pousada del mismo nombre, sobre el Monte de Santa Luzia, desde donde se puede disfrutar de uno de los más extensos y bellos paisajes de Portugal: la ciudad de Viana do Castelo y el Río Lima. La Pousada es fruto del excelente trabajo de remodelación de un Hotel construido en 1918. Los jardines y los bosques que la rodean, la magnífica piscina y lo apartado de su ubicación, permiten un descanso estimulante.

En el camino entre Braga a Gerês, está la Pousada de Santa Maria do Bouro, Pousada de Amares, un hotel histórico de lujo, resultado de la restauración de un Monasterio Cisterciense del siglo XII, una de las piezas más relevantes de toda la arquitectura portuguesa. Conservando la severidad de un Monasterio, pero con una decoración moderna y confortable, la Pousada de Amares es el punto de partida para recorridos culturales por toda la región del Miño.

Muy cerca del centro histórico de Guimarães, en la subida a la ciudad, se levanta la Pousada de Santa Marinha (Premio Nacional de Arquitectura en 1985), resultado de la restauración del hermoso Monasterio de los Agustinos del siglo XII. El Parque de Penha, el Jardín del Monasterio, los jardines y rincones interiores con fuentes de granito, los ricos mosaicos de azulejos, los claustros y los múltiples balcones y terrazas con vistas a la ciudad, así como una magnífica carta de sabores y vinos, invitan a prolongar la estancia.
Situada en pleno centro histórico medieval de Guimarães la Pousada Casa Señorial forma parte del alma viva de la ciudad, ayudándola a proyectarse a través de sus tradiciones seculares. Pernoctar en esta Pousada y desde allí recorrer a pie las estrechas callejuelas que conducen al Castillo de D. Afonso Henriques y al Palacio Ducal, observando los bellos detalles que encontramos a cada paso, es descubrir la Historia de Portugal (tel.: 902 33 63 63 y www.pousadas.pt).

Información:
TURISMO DO PORTO E NORTE DE PORTUGAL, E.R.
Castelo Santiago da Barra
4900-360 Viana do Castelo
Tel.: (+351) 258 820 270
turismo@portoenorte.pt
www.portoenorte.pt


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Marsella, punto de encuentro del mundo
La ciudad más antigua de Francia se prepara como Capital Europea de la Cultura en 2013

ENRIQUE SANCHO

Alejandro Dumas, que la conoció bien y que ambientó aquí su más célebre novela, la definió como "el punto de encuentro de todo el mundo". Su vocación marinera y su situación en el Mediterráneo hicieron de Marsella una ciudad de acogida y de fusión. Con 26 siglos de historia a sus espaldas, mira abiertamente hacia el futuro.

Puede que la imagen que el mítico Edmond Dantès tuviera al enfilar la bocana del puerto de Marsella, convertido ya en Conde de Montecristo, fuera muy diferente a la de hoy, casi 200 años más tarde, pero sin duda sus emociones al contemplar las dos magníficas fortalezas que la resguardan serían similares a las que experimenta el viajero que entra a bordo de un típico barco marsellés en el Vieux Port de esta ciudad, la más antigua de Francia. Y la segunda más poblada.

Y es que las imponentes siluetas del fuerte San Juan a babor y de San Nicolás a estribor dan una idea del turbulento pasado de esta ciudad donde no han sido extraños griegos y romanos y donde han dejado sus huellas construcciones religiosas medievales, fortificaciones del siglo XVI, lujosas residencias de los siglos XVII y XVIII y los numerosos edificios prestigiosos construidos en el siglo XIX. Por supuesto, Marsella también es moderna y futurista. Ahí está la Unité d´Habitation del visionario Le Corbusier y los vanguardistas proyectos que verán la luz en 2013 cuando esta ciudad mediterránea se convierta en Capital Europea de la Cultura.

El fuerte de San Juan será en 2013 uno de los símbolos de la ciudad ya que acogerá, junto a varios modernos edificios, el MUCEM, Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo. Pero también lo es ahora, como lo viene siendo desde el siglo XIII cuando la orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén (la futura Orden de los Caballeros de Malta) se instaló allí y dio nombre al barrio. Curiosamente tiene un foso que lo aísla de la ciudad, y sus cañones, como los del fuerte San Nicolás, apuntan a la rebelde Marsella y no al mar. Se ve que había más peligro dentro que fuera en aquellos años. Asedios, explosiones y una terrible epidemia de gripe en 1720 marcaron la historia del lugar y todavía hoy parecen estar demasiado presentes.

La ciudadela de San Nicolás, "un fuerte de opereta", parece concebida para calmar la furia de los marselleses y para asentar la autoridad de un monarca, consciente de su falta de popularidad en una ciudad cuya relación con la corona de Francia databa de menos de dos siglos. Y esa relativamente mala disposición frente al poder central y la rivalidad con París siguen todavía hoy. Ni siquiera el gesto heroico de enviar 500 voluntarios para defender la capital en 1792 cantando una nueva y pegadiza marcha compuesta por Rouget de Lisle en Estrasburgo y bautizada desde ese momento como "La Marsellesa" ha podido borrar las rencillas.

Detrás del fuerte de San Juan se encuentra el pintoresco barrio de Panier, uno de los más antiguos, hoy poblado de pequeños cafés y comercios tradicionales, entre los que no faltan las típicas tiendas de jabón, que lo presentan de mil formas, colores y olores. En el centro del barrio está la antigua Charité, un lugar creado en 1640 tras la petición real de "encerrar en un lugar limpio y escogido a los pobres nativos de Marsella". Desde 1986 es un centro multidisciplinar de vocación científica y cultural, que alberga museos y que recibe exposiciones itinerantes.

Ambiente portuario
Aunque la utilidad y el ambiente del puerto han cambiado en los últimos años y hoy abundan los apartamentos y hoteles de lujo y los yates de recreo, todavía conserva algunos aromas de su vieja actividad pesquera. Por ejemplo, todas las mañanas se levanta un
mercadillo de pescado en el muelle de los Belgas, al fondo del Viejo Puerto, y allí entre brillantes piezas recién capturadas, aún moviéndose en medio palmo de agua, se venden los llamados ojos de Santa Lucía de brillantes colores. En realidad es una parte del caparazón del caracol, pero en esta tierra de la Provenza se considera que dan buena suerte, y se compran con la misma naturalidad que un periódico o un paquete de cigarrillos. Al lado de los puestos de venta, los barcos de los pescadores se mezclan con los que llevan a los turistas de paseo por la costa o de excursión a las islas cercanas, con ese bullicio de pequeña fiesta de día soleado. Hasta el mediodía, el mercado es uno de los lugares más concurridos, animados y bulliciosos de esta ciudad marinera y milenaria.

El Puerto Viejo es sin duda el lugar más animado de Marsella. Poblado de veleros, protegido por fortalezas y rodeado de terrazas donde dejar pasar el tiempo con un café, una copa de vino o, la bebida típica aquí, un pastís, una especie de anís que se sirve aguado. Mención aparte, merece otra de las bebidas típicas, la absenta, con casi 90 grados de alcohol, que popularizaron artistas y escritores como Wilde, Van Gogh, Baudelaire, Manet, Picasso, Degas y Hemingway, entre otros, con la que encontraban la inspiración. En 1888 Van Gogh, según el mito, ebrio de absenta, se cortó el lóbulo de la oreja y se lo dio a una joven meretriz.

La bebida, que estuvo prohibida durante años y aún lo está en ciertos países, hay que tomarla siguiendo un rito especial: se sirve en un vaso con forma de campana, se coloca una cucharilla con agujeros y encima un terrón de azúcar y se vierte agua muy fría lentamente para que el azucarillo se disuelva y se mezcle con el alcohol y el agua. Hay que beberlo de un trago.

En torno al puerto hay muchos restaurantes y no hay que perder la oportunidad de disfrutar las especialidades marsellesas: la célebre bullabesa, una sopa de pescado que se come dos veces, primero la sopa y luego de nuevo sopa con el pescado y los mariscos con que se ha cocinado, los «pieds et paquets» (carne picada con especias y bacon) y las «navettes» (bizcocho en forma de barco con sabor a naranja).

Recorriendo la ciudad
Desde el puerto se abren caminos para explorar. No es Marsella ciudad de grandes monumentos, pero sus dos iglesias principales, que se observan desde casi cualquier punto de la urbe merecen una visita. La Mayor Vieja (declarada Monumento Histórico en 1840)
data de mediados del siglo XII, aunque ya había edificaciones aquí desde el V. Se trata de un bello ejemplo de arquitectura románica provenzal, que fue construido en piedra rosa de las canteras de la Corona. La Mayor Nueva (declarada Monumento Histórico en 1906) es de estilo románico bizantino, tiene forma de cruz latina, con un deambulatorio. Es de resaltar la fachada adornada con estatuas de Cristo, de los apóstoles San Pedro y San Pablo y los Santos de la Provenza.

La Canebière es la avenida más famosa del Midi francés, con detalles que unas veces recuerdan a la Gran Vía madrileña y otras a las Ramblas de la Ciudad Condal, pero con un ambiente muy cosmopolita, tiendas árabes, restaurantes turcos, pequeños bazares.... Por otro lado, abundan los barrios antiguos apenas alterados por la guerra, con plazas pobladas de restaurantes, cafés y librerías y un puñado de calles estrechas que luego dan paso a grandes avenidas. Hay rincones, como los alrededores de la Vielle Charité o el espacio donde se encontraban los antiguos arsenales, que surgen como descubrimientos y en los que vale la pena detenerse.

Hay que pasear también por el homogéneo bulevar Longchamp, bordeado de plátanos bellos edificios y palacetes. Según la riqueza y los deseos de cada propietario, el inmueble está más o menos ornamentado, sobre todo en la parte superior de las puertas de entrada y en los marcos de las ventanas. La mayor parte de estos edificios poseen un jardín orientado al sur.

Longchamp da nombre también al más lujoso palacio de Marsella, que pretende reflejar el poder de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX. El monumento, que se inauguró en 1869, conmemoraba la llegada de las aguas del canal de la Durance a Marsella. Reunía en un mismo lugar el Museo de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, un parque botánico y zoológico. La rica decoración del edificio evoca la abundancia y la fertilidad que traen consigo las aguas del canal.Sus colecciones le han valido ser clasificado en la primera categoría de museos, entre otros nueve grandes museos de Francia.

En la parte más alta de la ciudad siempre se localiza la silueta de Notre Dame de la Garde, donde hay que subir preferentemente a la puesta de sol para contemplar el espectáculo de esta ciudad sureña desparramada, con la presencia constante del Mediterráneo. Porque para sentir Marsella también es imprescindible asomarse al mar, recorrer la gran avenida, la "corniche" del Presidente Kennedy, que luego continúa hacia ese espectáculo de roca y mar que son las Calanques.

Al borde del mar
A lo largo de este bonito paseo que domina el mar desde la ensenada de los Catalanes hasta el Parque Balneario del Prado se pueden descubrir vistas magníficas de las islas del Frioul y el castillo de If. En el siglo XIX, los ricos comerciantes se construían casas magníficas de las cuales aún quedan muy buenos ejemplos. Están escondidas, protegidas de las miradas de los curiosos, en parques con una frondosa vegetación. Los ejemplos más notables son el Château Berger y la Villa Valmer.

Entre Callelongue y Port Pin, a lo largo de 20 kilómetros suntuosos acantilados blancos se desploman sobre el mar. Son las Calanques, esos dedos de esmeralda sumergidos en la roca que se formaron hace 12.000 años, cuando el nivel del mar subió hasta invadir los valles, tras un lento recalentamiento que siguió a los periodos glaciares. Las condiciones de fuerte sol, de viento y de sequedad, dieron nacimiento a una flora rica de unas 900 especies vegetales, de entre las cuales unas cincuenta están protegidas por la ley. También en sus acantilados anidan algunas especies de pájaros poco frecuentes y muy destacables: el águila de Bonelli, el halcón peregrino, el búho real....

Cómo ir:
Las compañías Air Nostrum (www.iberia.com) y Ryanair (www.ryanair.com) tienen vuelos directos diarios desde Madrid y Barcelona.

Más información:
www.marseille-tourisme.com
www.franceguide.com



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Enrique Sancho
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El Camino a Santiago pasa por Cantabria
ENRIQUE SANCHO

Mucho antes de que nobles y plebeyos, peregrinos y mendigos, artistas, pícaros y comerciantes fueran al encuentro de Santiago recorriendo el Camino Francés, llamado así en buena parte porque su trazado fue elaborado por los monjes de la abadía benedictina de Cluny que en aquel momento era el más importante centro del cristianismo europeo, la vía más transitada, la que seguía el Campus Stellae o Campo de Estrellas que indicaba la Vía Láctea, era la que bordeaba el mar Cantábrico, la ruta que, con el tiempo, se llamó Camino del Norte, que tenía algunas de sus etapas más destacadas en Cantabria.

En los primeros siglos y tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol en 813, apenas estos territorios del norte de la península estaban libres de la dominación de los musulmanes, además, para muchos reyes y nobles de la Europa cristiana de la Edad Media, principales impulsores de la peregrinación, era más fácil y menos peligroso el recorrido a Santiago desde cualquiera de los puertos del Cantábrico a los que podían llegar por mar desde Inglaterra, Flandes, Alemania o Escandinavia.

El itinerario del Norte disfrutó de una gran vitalidad durante décadas, hasta que en los siglos XI-XII los monarcas hispanos potenciaron el Camino Francés como itinerario privilegiado, vertebrando los reinos cristianos del norte peninsular.

Hoy, hacer el Camino de la Costa es disfrutar de uno de los más bellos, atractivos y emocionantes Caminos de Santiago. En su mayor parte discurre entre la montaña y el mar Cantábrico. Las espectaculares vistas, que frecuentemente se pierden en la azul lejanía de las aguas del mar; el intenso verdor de las montañas adornadas con un sinfín de caseríos; las pequeñas aldeas, que parecen sacadas de un cuento; los pueblos y localidades marineras, las hermosas ciudades, la gastronomía y la hospitalidad de sus gentes, convierten este maravilloso Camino en una experiencia inolvidable para el peregrino.

En el Camino del Norte se encuentra un rico patrimonio cultural, histórico y artístico, que ha llevado a los gobiernos de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, a solicitar a la Unesco la declaración de este itinerario como Patrimonio de la Humanidad como una ampliación de la declaración que en 1993 otorgó esa consideración al Camino Francés, al que ahora se añadirían los 1.065 kilómetros que suman los Caminos del Norte.

El Camino por Cantabria
El paso de peregrinos por tierras de Cantabria se mantuvo preferentemente a través de los puertos de mar, después de que las grandes guerras europeas interrumpiesen el flujo de peregrinos desde Francia. Así, los puertos de las villas marineras alcanzaron gran importancia: Castro Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera que todavía hoy marcan las paradas imprescindibles en el recorrido, a las que se han unido otras localidades de relevancia histórica y monumental, tales como Santoña, Santillana del Mar o Comillas. Aunque la documentación existente es escasa, y los años han borrado o difuminado muchas de las huellas jacobeas, esta ruta cántabra resulta hoy en día una alternativa muy sugerente para quienes busquen un recorrido verde y fresco, no exento de escalas culturales.

Ya desde los primeros tiempos se tapizó la región de ermitas e iglesias dedicadas a Santiago Matamoros, y se levantaron a lo largo de los caminos un gran número de hospitales, normalmente sostenidos por los concejos, donde los peregrinos pudieran encontrar cobijo nocturno, sanar de sus enfermedades o morir para recibir cristiana sepultura.

En este contexto jacobeo, abundan las escondidas y misteriosas iglesias rupestres, las encantadoras prerrománicas, románicas y góticas, así como las espléndidas renacentistas y barrocas, en una gama que abarca desde la humilde ermita, en ocasiones ubicada en lugares increíbles, hasta los hermosos monasterios y colegiatas; las torres medievales y los castillos roqueros, las casonas y los palacios de los siglos modernos, suman un magnífico y recoleto patrimonio que dan sentido y acompañan a los caminos milenarios por donde se iba y se volvía de Santiago de Compostela.

De esta arteria principal salen caminos más secundarios que enlazan con el camino de la Meseta, o Camino Francés, entre los que destaca el camino del Besaya y que sigue en gran parte el primitivo trazado de la calzada romana. Une las villas de Santander y Santillana con Aguilar de Campoo, donde se bifurca hacia Burgos o Palencia. Todo él está jalonado de pequeñas iglesias y colegiatas románicas. Se une con el Camino Francés en Carrión de los Condes. Desde las otras villas también nacen caminos que llevan al Francés y siempre se han creado ramales que se acercan hasta Santo Toribio de Liébana para gozar de las indulgencias que otorga la visita del monasterio, ubicado en un entorno natural impresionante y en el que se guarda y se venera el trozo más grande de la cruz donde Cristo murió. Liébana, junto con Santiago, Roma y Jerusalén son los principales centro de peregrinación jubilar.

Paisaje e historia
"Cantabria -recordaba recientemente su Consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Francisco Javier López Marcano- atesora un patrimonio paisajístico e histórico único. Esta combinación de cultura y naturaleza acompaña al peregrino que se adentra en esta tierra de acogida guiado por motivos espirituales o por la sencilla y hermosa devoción de descubrir sendas de pluralidad y cultura. Descubrir la encrucijada de caminos que despliega la geografía cántabra supone encontrar un paisaje único, cargado de arte, patrimonio histórico, naturaleza en estado puro, sorpresas gastronómicas e historias humanas".

"Historias como las que han forjado a lo largo de los siglos los caminantes y peregrinos que han recorrido las sendas del Camino de Santiago por la costa y los que descubren la grandeza del Camino Lebaniego hacia Santo Toribio de Liébana. Ambas rutas representan el nexo de Cantabria con los Caminos de Europa, símbolos de cultura y concordia".

Desde Castro Urdiales a San Vicente de la Barquera, el viajero descubrirá grandes tesoros, empezando en el propio Castro con su Puebla Vieja y el castillo y la iglesia gótica de La Asunción o la Puebla Nueva, declarada Conjunto Histórico Artístico. En la cercana Santoña, además de saborear las afamadísimas conservas de anchoas y bonito y apreciarr el lugar natal de Juan de la Cosa, vale la pena una visita a la iglesia de Sta. María del Puerto (s. XIII-XVI). Y no muy lejos está la capital, Santander, donde es imprescindible conocer la Catedral e iglesia del Santo Cristo (s. XVIII).

Antiguamente tenían un papel fundamental los pasos de barca para que los viajeros pudieran transitar por las rutas cántabras paralelas a la costa. La desembocadura del Pas se cruzaba por la barca de Mogro, y la de los ríos Saja y Besaya, por la de Santo Domingo. Ambas eran mantenidas por los vecinos y gratuitas para los peregrinos.

Tras cruzar Suances, el Portus Blendium de los romanos y hoy uno de los más importantes centros vacacionales de Cantabria, se llega a Santillana del Mar, visita obligada en cualquier recorrido por Cantabra y uno de los pueblos más bellos de España. Su casco urbano se conserva exactamente igual que hace trescientos años. Fue una importante capital histórica y conserva palacios y casas bellísimas de las familias nobles más significativas. Casi todas sus calles empedradas conducen a la colegiata de Santa Juliana (s. XII), nudo en el que se encuentran las dos principales rutas jacobeas por Cantabria.

Al salir de Santillana, uno se encuentra de nuevo en plena naturaleza, en un camino que se acerca enseguida a la costa y las playas. En dirección a Comillas la ruta discurre por amplias praderías tradicionalmente agrícolas y ganaderas, en un contorno de colinas suaves. Una de las más hermosas etapas del camino es la que discurre a través del Parque Natural de Oyambre, un paseo por un paisaje protegido que sin duda no hacían los antiguos peregrinos, pero que alegrará al viajero de hoy.

Tras visitar Comillas y su conjunto histórico que incluye el palacio de Sobrellano, el Capricho de Gaudí y la Universidad Pontificia, el final del camino de la costa en Cantabria es San Vicente de la Barquera adonde se entra por el puente de la Maza, de 32 arcos, considerado en su día el más largo del reino. La imagen más difundida de San Vicente de la Barquera es la de la silueta de su castillo y su iglesia medieval recortada sobre las blancas nieves de los Picos de Europa, mientras una barca de pescadores faena en las tranquilas aguas de su ría. Esa imagen, en buena parte, es la que ha dado pie al inspirado eslogan "Cantabria infinita".

En el patrimonio arquitectónico de San Vicente de la Barquera destaca su Puebla Alta, declarada Conjunto Histórico Artístico, y entre cuyos edificios más significativos se encuentra el castillo del s XIV, uno de los pocos que se conservan en la cornisa cantábrica, la iglesia de Santa María de los Ángeles, de estilo gótico, el hospital de la Concepción o la casa del inquisidor -actual ayuntamiento -. Muchos de los edificios antiguos de San Vicente de la Barquera fueron construidos para acoger a los peregrinos que hacían el Camino de Santiago por la costa.

El peregrino o el viajero que recorra Cantabria encontrarán una cuidada y adecuada red de más de 20 albergues y numerosas casas rurales en las que descansar y reponer fuerzas disfrutando con la bien acreditada gastronomía cántabra. Y a su paso descubrirá una tierra que, desde el hombre de Altamira a nuestros días, se caracteriza por su hospitalidad y por su vocación como lugar de encuentro de culturas.

Más información:
Tel.: 902 999 222
www.cantabriajubilar.com
www.jubileolebaniego.com
www.caminodelnorte.org
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Enrique Sancho
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Descubre los secretos de Washington de la mano de Dan Brown

Texto y fotos: ENRIQUE SANCHO

El autor de "El código da Vinci" penetra en lo más oculto de la capital norteamericana en su millonaria novela "El símbolo perdido"

Los guías turísticos de la ciudad de Washington han tenido que modificar sus itinerarios, buscar nuevos símbolos y alterar su discurso cuando realizan el recorrido de la capital llevando tras de sí miles de turistas entusiasmados. El objetivo hasta hace poco era la Casa Blanca donde su nuevo inquilino estaba marcando su estilo particular. Desde hace unas semanas, y durante los próximos dos años, al menos, los objetivos de la visita vienen marcados por los lugares "secretos" que Dan Brown acaba de señalar en su última novela.

Como ocurriera con el París de "El código da Vinci" y, en menor medida, con la Roma de "Angeles y demonios", los puntos esenciales que hay que ver en Washington están indicados por "El símbolo perdido" una obra de la que se vendió un millón de ejemplares en inglés el primer día (en España se ha lanzado una primera edición record de 1.500.000 copias). La Oficina de Turismo de la capital ha creado una página informativa especial dedicada a la obra y sus escenarios en Washington: www.washington.org/lostsymbol

Salvo algunas excepciones, los lugares de la novela de Brown son los habituales de la capital americana, aunque, eso sí, se contemplan con nuevos ojos y en todos ellos se trata de descubrir la simbología masónica que es el eje central del libro. Y también algunas sorpresas no muy conocidas.

Una nueva visión de la ciudad
Por ejemplo: rematando la monumental cúpula del Capitolio se encuentra una estatua de la Libertad de seis metros de altura y realizada en bronce que, curiosamente, fue transportada hasta allí por esclavos, y en el interior del edificio, en algunas de sus 541 habitaciones, se encuentra la "bañera asesina" responsable del neumónico asesinato del vicepresidente Henry Wilson en 1875 o la cámara en la que se encontró el caballo disecado del general John Alexander Logan. Aunque el interés de muchos visitantes seguramente se centrará en toparse de frente con alguno de los trece fantasmas que pululan por ele edificio, incluido el del arquitecto que lo diseñó, masón por cierto, Pierre l´Enfant quien busca, doscientos años después, alguien que le pague la factura.

Pero los lugares imprescindibles en la visita al Capitolio, tras acceder por el nuevo centro de visitantes subterráneo lleno de luz, que recuerda la célebre pirámide de entrada al Louvre, son el Salón Estatuario con 38 esculturas atamaño natural de otros tantos grandes norteamericanos o la Rotonda del Capitolio, junto a la entrada norte, donde comienza la intriga de la novela.

Un paseo por el Washington de Brown puede continuar por la Casa del Templo, en la calle 16, que desemboca en la Casa Blanca. Este templo masónico es una réplica de un templo precristiano, el templo del Rey Mausulus, el mausoleo original, un lugar "al que ser llevado después de muerto". Es un templo singular en un barrio de transición entre el Washington blanco y el negro. En el patio trasero del templo hay un huerto y, en un descampado adyacente, un busto de George Washington, el primer presidente que, como otros sucesores suyos, era masón. De hecho, un famoso mural representa al padre de la Patria, con un mandil típico masón, un trípode y una grúa colocando la piedra angular del Capitolio el 18 de septiembre de 1793, entre las once y cuarto y las doce y media, en el preciso instante en que Caput Draconis estaba en Virgo.

Las referencias astrológicas son frecuentes entre los masones y, desde luego, abundan en Washington. De hecho las piedras angulares de la Casa Blanca, del Monumento a Washington, además de el Capitolio fueron colocadas en distintas fechas, pero siempre en la misma condición astrológica.

Museos y bibliotecas
No muy lejos se encuentra la Librería del Congreso, establecida en 1800 y abierta al público en 1897, es el edificio federal más antiguo del país. Incluye 29 millones de libros catalogados y otros materiales en 460 lenguas y más de 58 millones de manuscritos. En su colección, destaca un borrador de la «Declaración de la Independencia», una «Biblia de Gutenberg», un millón de publicaciones del Gobierno de Estados Unidos, un millón de periódicos de todo el mundo de los últimos tres siglos y seis mil libros de cómic, entre otros materiales.

Claro que en elementos archivados le gana el Museo Smithsonian, otro de los escenarios de la novela, en las afueras de Washington, el museo más grande y tecnológicamente más avanzado del mundo, que alberga más obras que el Hermitage, los Museos Vaticanos y el Metropolitan de Nueva York... juntos.

Naturalmente, en la trama de Brown, no puede faltar el monumento a Washington, el obelisco de mármol, que con sus ciento setenta metros es el más alto del mundo, o Alejandría, a la otra orilla del río Potomac, donde se alza el Memorial Nacional Masónico a George Washington y la Casa del Templo Masónico, guardada por dos esfinges. En su día considerado como uno de los edificios más hermosos del mundo, esta imitación del Mausoleo de Halicarnaso alberga el cuartel general del rito masónico escocés para la jurisdicción sur de Estados Unidos, país donde la masonería cuenta con un censo estimado en casi dos millones de miembros. A lo largo de la Casa del Templo no faltan continuas referencias al número 33, cifra clave para los masones. Empezando por 33 columnas y 33 sillas ceremoniales. Por cierto, que la suma de la fecha de publicación de "El símbolo perdido" (15-9-09) en Estados Unidos también ofrece como resultado el número 33 para deleite de todo el público que empieza a contemplar la ciudad de Washington bajo un prisma de oculta premeditación.

Pero la gran protagonista es toda la ciudad en sí misma. La capital está repleta de edificios, estatuas y símbolos masones que pasan desapercibidos. La ciudad fue concebida desde cero de acuerdo con los ideales de la Ilustración, que en gran parte son los ideales de los padres fundadores. Algunos adivinan incluso símbolos masónicos en el diseño de las calles de Washington, realizado por Pierre l'Enfant. Las líneas que unen las principales plazas del centro de la capital con la Casa Blanca forman una estrella de cinco puntas.

Otras visitas en la ciudad
Naturalmente en la visita a Washington no pueden faltar otras visitas, masónicas o no, como la dirección más famosa del mundo, 1600 de la avenida Pennsylvania, donde se ubica la Casa Blanca, residencia de los presidentes de EEUU desde 1800. Cada uno hizo añadidos y cambios a esta mansión neoclásica para adaptarla a sus gustos. Desde el 11-S, las visitas a la Casa Blanca están muy restringidas..

El Lincoln Memorial es más que un homenaje al asesinado presidente con una gran estatua sentada de él, sino también todo un símbolo de la lucha por los derechos civiles. En su escalinata pronunció en 1963 el pastor Martin Luther King su famoso discurso 'He tenido un sueño'. No es éste, sin embargo, el memorial más visitado en Washington, sino el de los Veteranos de Vietnam, dos muros de mármol negro en forma de V que tiene inscritos los nombres de todos los soldados que perdieron la vida en ese conflicto.

También, otro escenario de la novela, la catedral de Washington, la sexta más grande del mundo, cuya altura supera un rascacielos de treinta pisos. En el interior hay más de doscientas vidrieras y un órgano con, exactamente, 10.647 tubos.

Cómo ir:
Lo más aconsejable para viajar a Washington es buscar los vuelos y los hoteles más adecuados en un buscador como Skyscanner (http://www.skyscanner.es), líder en este tipo de búsquedas, que maneja todo tipo de compañías y hoteles. Por ejemplo ofrece vuelos de Madrid a la capital de Estados Unidos a partir de 442 euros y hoteles en Washington desde 85 euros. Si se quiere, además, un coche de alquiler, Skyscanner lo ofrece a partir de 40 euros por dos días.


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Ibiza en cuerpo y alma
Lo más auténtico de la isla se descubre fuera de temporada y del bullicio. El hotel Hacienda Na Xamena lanza propuestas originales para descubrir "momentos mágicos"


Por ENRIQUE SANCHO

Como todos los humanos, como casi todos los destinos, Ibiza tiene un cuerpo y un alma. El cuerpo es de sobra conocido. Es la Ibiza marchosa del verano interminable, la que recibe mil vuelos en un solo fin de semana, la que contempla los bailes frenéticos durante toda la noche. El cuerpo de Ibiza presenta, claro, cuerpos. Cuerpos esculturales que se muestran casi desnudos en las plataformas de Amnesia, Privilege, Pachá, Heaven o El Divino, que se confunden en las zonas oscuras de esas mismas discotecas o que se exhiben, esta vez sin el casi, en las playas naturistas de Punta de Sa Galera, Cala Tarida, Migjorn, o en S'Aigua Blanca. Pero Ibiza tiene también un alma, que hay que buscar en verano y que se encuentra sin esfuerzo el resto del año. Es la Ibiza del sosiego, de la belleza, de las calas solitarias, de la naturaleza en armonía... Es la Ibiza culta que se muestra en exposiciones y museos, la ibiza familiar y segura, la Ibiza de las compras tranquilas, de la artesanía hecha con amor. Es la Ibiza monumental con sus imponentes murallas del siglo XVI que encierran su casco antiguo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO...La Ibiza auténtica que puede encontrarse, por ejemplo, en pueblos como Sant Mateu, en el centro silencioso de la isla, con su preciosa ermita y donde se celebra cerca la anual ballada de Pou, llena de juegos y bailes populares. Un poco más lejos está la cala Salada, atestada en verano de gente, pero ahora silenciosa y tranquila con una hilera de casetas de pescadores a modo de cuevas.

Un hotel con alma
El alma de Ibiza puede descubrirse también en lugares privilegiados como el hotel Hacienda Na Xamena, cerca de San Miguel, el único establecimiento español seleccionado por la exigente guía Quintaessentially Reserve 2008, entre los hoteles más lujosos de todo el mundo. Un establecimiento que cada año acoge a personajes famosos del mundo del espectáculo, poderosos de la banca o gente de la nobleza internacional que buscan intimidad y confort, pero que también recibe a anónimos huéspedes que saben apreciar el buen gusto, el trato personal, el exquisito servicio y la dimensión humana de este lugar. Todos ellos disfrutarán, claro, de unas vistas absolutamente soberbias, una de las mejores de todas las Baleares. El hotel está espectacularmente situado al borde de un abrupto acantilado de 200 metros de altura sobre el nivel del mar, perfectamente integrado en la naturaleza, en una propiedad de 7 hectáreas y rodeado de un bosque de pinos mediterráneos. La zona es uno de los últimos espacios intactos del mapa ecológico de Europa, al noroeste de Ibiza, en el corazón de un amplio parque natural preservado, con una fauna y flora excepcionales. Cada una de sus 65 habitaciones dispone de su propia terraza, jardín o balcón con vistas al mar y a sus impresionantes precipicios, donde dejarse sorprender por la naturaleza: el mar esmeralda pincelado de blanco, el acantilado salvaje, la naturaleza envolvente y unas puestas de sol inolvidables. Y aunque resulte difícil apartar los ojos de esas vistas exteriores, cuando se mira hacia dentro, se descubre una decoración elegante y exótica, unos espacios exuberantemente amueblados con estilos hindú, tailandés e indonesio y multitud de bonitos objetos orientales. Como les gusta definirse, se trata del lujo del mañana, un lujo de experiencias y de momentos mágicos que seduce al 70% de sus clientes, que deciden regresar una y otra vez.

Un lujo compartido
Los propietarios y directores del hotel, el matrimonio Lipszyc, lejos de practicar la inaccesibilidad característica de algunos lugares de gran lujo, han llevado a cabo la idea de convertirlo en un espacio abierto a todos aquellos interesados en conocer y compartir las intensas emociones que se crean en el establecimiento, ya sea en sus tonificantes piscinas en cascada,  en su spa o en sus restaurantes. En este sentido, Alvar Lipszyc, hace realidad la frase que su padre le dijo cuando descubrió este sitio por primera vez, allá por el año 1965: «Alvar, tenemos la responsabilidad de compartir la emoción que se siente en este lugar». Con ese objetivo, Hacienda Na Xamena ha ideado los 'Magic Moments', una serie de propuestas cuyo principal fin es compartir emociones y momentos de felicidad, que pueden ir desde disfrutar de cincuenta minutos en su spa Cascadas Suspendidas, donde a los placeres de agua salada acariciando las distintas partes del cuerpo, se une la relajación de la mirada perdida en una imagen de ensueño, a los servicios faciales y corporales de La Posidonia, con sus instalaciones de alta tecnología y su equipo de profesionales que ofrecen un mundo de sensaciones para el cuerpo y la mente. Como complemento puede añadirse el denominado Sueño Gastronómico, un viaje a través de las especias del Mediterráneo en el restaurante Sueño de Estrellas o aprovechar el programa especial de Noche Glamurosa, que combina algunos de los servicios antes mencionados con una noche en el hotel. También existe la posibilidad de regalar estos 'Magic Moments' a quien se desee.

GUIA PRACTICA
Spanair (www.spanair.com y 902 13 14 15) tiene vuelos desde Madrid y Barcelona por unos 100 euros ida y vuelta.
Descubrir esta especial alma de Ibiza tiene distintos precios en el hotel Hacienda Na Xamena (www.hotelhacienda-ibiza.com y 971 33 45 00). El recorrido de Cascadas Suspendidas más snack cuesta 52 euros, con almuerzo 73 y con cena 84 euros. Un tratamiento en el spa La Posidonia, incluyendo sauna, masaje facial, almuerzo en el Restaurante Edén, recorrido en Cascadas Suspendidas y aperitivo por la tarde, sale por 245 euros (todo el día). Los menús del Sueño Gastronómico van desde 68 euros (4 platos) a 102 euros (6 platos). La Noche Glamurosa para dos personas incluye Cascadas Suspendidas, cena romántica y alojamiento y desayuno en habitación doble standard con vista al mar, por 390 euros.


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Secretas entrañas de la tierra
Un recorrido por algunas de las 6.500 cuevas de Cantabria
que esconden la espiritualidad humana y los prodigios de la naturaleza

Nueve cuevas situadas en Cantabria se han unido este año a Altamira y a otras ocho más de Asturias y País Vasco para constituir el mayor Patrimonio de la Humanidad de arte prehistórico reconocido por la UNESCO. Pero, con ser importantes la cifra y la categoría, representan apenas una mínima parte del tesoro subterráneo que atesora Cantabria en sus más de 6.500 cuevas en las que las primeras muestras del arte y la espiritualidad humana, se combinan con los prodigios de la naturaleza, creando un oculto universo único.

Texto: ENRIQUE SANCHO

Cuando el entusiasta presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, trata de explicar por qué Cantabria es "infinita", como reza su popular slogan turístico, suele poner como ejemplo el paisaje que rodea a San Vicente de la Barquera, uno de lo pueblos más bellos de la Comunidad. Sobre el inmenso azul de cielo --acostumbra decir- destacan las escarpadas cumbres de los Picos de Europa; delante los montes y bosques que son buena representación de esas 215.000 hectáreas de superficie arbolada, el 40 por ciento de la región, en donde abundan el fresno, tilo, laurel, avellano, arce, roble, pino, álamo, abedul, encina, haya, acebo... Aún más cerca se distingue la silueta de la Puebla Vieja, declarada Conjunto Histórico Artístico y donde se mezclan murallas medievales y joyas renacentistas, historias de Carlos V y del inquisidor Corro... Y en primer plano la ría, las marismas, el mar y sus inmaculadas playas. Clima, geología, flora y fauna, historia, cultura y naturaleza en planos superpuestos. En efecto, infinitas imágenes, infinitas propuestas.

Pero el presidente Revilla no suele incluir en esta primera visión (es sólo cuestión de darle unos minutos más), lo que no se ve. Ese extraordinario patrimonio de miles de cavidades que Cantabria atesora en el vientre de su tierra y que ahora la UNESCO acaba de reconocer como Patrimonio de la Humanidad en una mínima parte.

Tras la estela de Altamira

Este trascendental reconocimiento se produce 23 años después de que la Cueva de Altamira fuese incluida en esta prestigiosa lista, como obra maestra del arte universal de todos los tiempos, que constituye un testimonio excepcional de una civilización desaparecida. El descubrimiento de las pinturas de la Cueva de Altamira en 1879 por Marcelino Sanz de Sautuola significó la salida a la luz del arte rupestre paleolítico y de su manifestación más espectacular. El hallazgo fue de tal calibre que tuvieron que pasar más de quince años, con su autor ya fallecido, para que la comunidad científica internacional apreciara su auténtico valor.

Bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos, pintados y grabados, son la expresión de los habitantes de la cueva hace 15.000 años durante el Paleolítico Superior. Su perfección y la calidad de los dibujos y colores ha hecho que sea llamada "Capilla Sixtina del Arte Cuaternario". Desde su descubrimiento la Cueva de Altamira fue considerada como algo especial y frágil, adoptándose medidas para garantizar su conservación. Sin embargo, su propio atractivo ha sido su mayor riesgo. En los años 60 y 70 se produjeron visitas masivas de hasta 175.000 personas al año que pusieron en peligro su pervivencia y que obligaron, primero, a limitar las visitas a 20 personas diarias durante 20 minutos y, más tarde, a clausurarla en 2002 y que solo pueda ser visitada por los científicos que se encargan de su estudio y conservación.

Recientemente se ha abierto el debate y hay voces que claman por hacer compatible su preservación con el acceso público, aunque necesariamente restringido a un bien cultural común y patrimonio de todos. En todo caso, la decisión no se tomará antes de 2009, cuando concluya el estudio que llevan a cabo los especialistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Desde el año 2001, junto a la cueva se levanta el Museo nacional y centro de investigación de Altamira, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg. Destaca en su interior la llamada Neocueva de Altamira, la reproducción más fiel que existe de la original y muy similar a como se conocía hace 15.000 años. La Neocueva de Altamira brinda al visitante la posibilidad de conocer la belleza de su arte rupestre y el hábitat de sus pobladores. Es una reproducción rigurosa y exacta de la cueva y de sus pinturas, basada en el conocimiento científico y realizada con la más moderna tecnología. En las salas del museo se ofrece una amplia exposición atractiva y sugerente sobre la vida cotidiana y el arte durante el Paleolítco Superior, la época de Altamira. Cada año la visitan 250.000 personas. (Info: tel.: 942 818 005 y http://museodealtamira.mcu.es).

Otras cuevas prehistóricas

La peculiar orografía de Cantabria, repleta de cavernas, próxima al mar, con abundante caza y con un clima relativamente agradable en aquellos tiempos propició el asentamiento hace miles de años de hombres primitivos que expresaron su arte representado figuras de animales y hombres con una técnica y coloridos extraordinarios. Hoy en día podemos disfrutar de este arte, en magnífico estado, lo que le ha valido el reconocimiento internacional a Cantabria.

Las cuevas cántabras que ahora han sido catalogadas como Patrimonio de la Humanidad son la de Chufín, Hornos de la Peña, Las Monedas, El Castillo, Las Chimeneas, La Pasiega, El Pendo, Covalanas y La Garma. A ellas se unen Peña de Candamo, Tito Bustillo, Covaciella, Llonín y El Pindal, en Asturias y Santimamiñe, Altxerri y Ekain, en el País Vasco.

En un paraje singular del Valle del Nansa, en un acantilado del embalse de la Palombera, se abre la cueva de Chufín. La cavidad tiene una boca amplia y un vestíbulo espacioso que da paso a una galería ancha y baja. En el fondo de la cueva hay una sala amplia donde se forma un curioso lago interior. El arte de Chufín se puede dividir en dos grandes conjuntos: las representaciones del vestíbulo y las del interior de la cueva. En el vestíbulo, aparecen paneles con grabados de trazo profundo. En el más interesante de los paneles aparecen grabados que representan un bisonte y varias ciervas. Además hay peces, signos, etc. En la sala interior, las figuras se distribuyen por ambas paredes y hay tanto pinturas como grabados. En la pared derecha hay un "macarrón" abstracto, el grabado de una zancuda y un gran panel de pinturas rojas, con un uro y un caballo, puntuaciones y signos complejos. En la pared izquierda hay un antropomorfo grabado en trazo grueso, entre otras figuras de caballos, cérvidos.

En la localidad de San Felices de Buelna se encuentra la cueva de Horno de la Peña. Las primeras figuras que se encuentran durante la visita es un caballo, pocos son los vestigios que se conservan en esta parte de la cueva ya que debido a la insolación y las condiciones climáticas éstos han ido desapareciendo a lo largo de los años. Sin embargo, en el interior de la cueva, se encuentran varios motivos artísticos que conforman uno de los conjuntos de grabados más completos de la región. Una de las figuras más destacadas de la cueva de Hornos de la Peña es un antropomorfo con un brazo levantado y larga cola. Asimismo, acompaña a esta figura un auténtico bestiario prehistórico conformado por figuras de tamaño grande y concepción naturalista que representan caballos, bisontes, uros, cabras, ciervos e, incluso, lo que podría ser un reno.

El conjunto de cuevas de Monte Castillo, junto a Puente Viesgo, constituye uno de los referentes más significativos de la riqueza arqueológica de Cantabria y es, junto a Altamira, uno de los yacimientos prehistóricos más conocidos a nivel mundial, dada su importancia científica y artística. Además de la Cueva El Castillo, el conjunto arqueológico cuenta con otras tres cavidades de gran valor que también han sido declaradas como Patrimonio de la Humanidad en esta convocatoria. Éstas son las cuevas de Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas.

El interior de la cueva de El Castillo contiene uno de los conjuntos más singulares e importantes de la Prehistoria de Europa. Sus más de 275 figuras, todas ellas correspondientes a los albores de la presencia del homo sapiens en Europa, representan un paseo subterráneo por los orígenes del pensamiento simbólico, la mente abstracta y la expresión artística. Caballos, bisontes, ciervas, uros, ciervos, cabras, un mamut, etc, forman el elenco figurativo animal, un bestiario variado que representa una parte de los animales que cohabitaron con el hombre. Las referencias a la figura humana son numerosas pero abreviadas, expresadas mediante la mano, un motivo especial en esta cueva debido a su elevado número, más de 50 (info: tel.: 942 59 84 25).

La cueva de la Pasiega, situada a escasa distancia, contiene una importante acumulación de animales pintados y signos, realizados en varias técnicas y estilos. Las Chimeneas, perteneciente al mismo grupo, contiene pinturas en negro y grabados en arcilla y muchas de ellas representan animales con un estilo muy expresivo. Las Monedas, la cuarta cueva situada en el monte Castillo, es la más espectacular por las formaciones geológicas y el colorido natural de sus cascadas estalactíticas. Sus pinturas, realizadas en negro y con pocas indicaciones de volumen, son más monótonas y concentradas que las del resto de las cuevas. Hay representados caballos, renos, cabras, bisontes, ciervos y uno oso incompleto.

La Cueva de El Pendo (Escobedo de Camargo) fue descubierta en 1878 (un año antes que Altamira) por Marcelino Sanz de Sautuola y desde entonces hasta nuestros días esta cavidad ha sido fuente constante de información y una joya única para investigadores y estudiosos. El Pendo es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la región. Cuenta con una especial formación geológica y registros humanos de hace más de 80.000 años. En 1997 fue descubierto el "friso de las pinturas", un gran panel de 25 metros de longitud, con 16 representaciones de animales, además de algunos signos, a los que se atribuye una antigüedad de alrededor de 20.000 años atrás.

El monte de La Garma en la localidad de Omoño, en Ribamontán al Monte, guarda en su interior uno de los conjuntos prehistóricos más importantes del Paleolítico. Se trata de uno de los yacimientos más complejos y más curiosos de Cantabria ya que en su interior se han hallado, incluso, varias inhumaciones de la época medieval, así como grabados y pinturas del magdaleniense. Este patrimonio, dada su complejidad y el gran número de yacimientos que se han encontrado, se encuentra en proceso de catalogación y documentación.

La cueva de Las Covalanas está localizada a escasos kilómetros de Ramales de la Victoria. En una zona profunda encontramos una galería en la que se localiza el conjunto de representaciones más numeroso de la cueva, con 22 figuras de las cuales 18 son ciervas, animal característico de las cuevas decoradas de Cantabria, un caballo, un reno (animal escasamente representado en la región cántabra), un uro y un animal difícil de identificar. Dispersos por toda la cueva existen trazos negros y en la zona terminal se ven algunos restos de pintura roja indescifrables (info: tel.: 9425984 25,www.culturadecantabria.com,reservascuevas@culturadecantabria.es)

Una maravilla geológica

Como se ve, muchas de estas cuevas cántabras, abiertas gracias a la acción insistente de las aguas subterráneas sobre la roca caliza, fueron hogar y santuario de las personas que poblaban las montañas del Cantábrico hace miles de años. Pero también muchas de estas cuevas permanecieron durante milenios ocultas a los ojos de los hombres, pero no a la acción de la naturaleza.

Buen ejemplo de ello son los más de 30 kilómetros de galerías que componen la Cueva del Soplao que, si bien fueron utilizados en tiempos recientes por los hombres para extraer su mineral, constituyendo también un excepcional patrimonio de arqueología minera, destacan sobre todo por su peculiar interés geológico. Las sensacionales formaciones que la cavidad alberga en su interior dan lugar a todo un juego de claroscuros, sensaciones, colores y formas que desafían las leyes de la lógica.

En El Soplao hay cientos de estalactitas y estalagmitas, columnas y banderas de piedra, pero destacan especialmente los elementos con formas excéntricas o helictítas, que crecen componiendo todo tipo de círculos, espirales, tirabuzones, etc. incluso sin tener en cuenta la gravedad. La calidad, blancura y sobre todo la abundancia de sus formaciones en aragonito y calcita la convierten en una cavidad única que tendrá que ser igualmente declara Patrimonio de la Humanidad más pronto que tarde.

El Soplao es una cueva única e irrepetible, una referencia para la espeleología mundial, de la misma manera que Altamira lo es para el arte prehistórico. Su interior constituye una maravilla geológica y espeleológica a nivel internacional. Adentrarse en este universo interior no fue tarea fácil y, precisamente por ello, sus encantos han permanecido ocultos en el tiempo para la mayoría.

La cueva El Soplao tiene verdadera significación universal, pues al alto valor medioambiental que posee hay que añadirle sobre todo su altísimo valor estético, representado por la abundante y compleja diversidad de formaciones excéntricas que atesora, sin parangón en el mundo subterráneo. Dentro de este apartado hay que destacar el "falso suelo", una zona considerada por todos los espeleólogos como la "Capilla Sixtina" del mundo subterráneo, por su grandiosidad, disposición y conservación.

Junto a las excéntricas conviven en perfecta armonía, un particular universo de formaciones verticales (estalactitas y estalagmitas) y coladas de múltiples colores. Son también destacables las pisolitas, más conocidas como perlas de las cavernas. Estas curiosas formaciones deben su nombre a su similitud con las perlas de las ostras. Están producidas por el depósito de finas capas de calcita alrededor de un núcleo constituido por cualquier materia (partícula de cuarzo, calcita, bolita de arcilla o incluso hueso). Por lo general son esféricas, lisas y con apariencia de porcelana, tan perfectas como la de las ostras. En la cavidad se presentan como "mantos" cubriendo una superficie de varios metros, o a modo de nidos, pero nunca aisladas.

El recorrido turístico de la cueva, o "de pasarela" es de unos 1.200 metros, puede hacerse incluso de silla de ruedas y hasta la cueva se accede en una réplica de tren minero. Hay otro tramo abierto al público con el nombre de Turismo-aventura en el que los visitantes podrán recorrer hasta 3 kilómetros dentro de la cueva, cuya longitud total es de 14 kilómetros. La visita requiere una indumentaria especial, caso con luz y botas de agua (info: tel.: 902 82 02 82 y www.elsoplao.es).

Más información:
Turismo de Cantabria
Tel.: 901 111 112
www.turismodecantabria.com

Para más información a Prensa y fotos
Enrique Sancho
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La gastronomía de Cantabria vive su mejor momento

La coincidencia de la III Feria Gastronómica en Santander y la Fiesta del Orujo en Potes pone de actualidad su oferta

Texto: ENRIQUE SANCHO

Cantabria acaba de vivir su gran semana gastronómica, aunque en esta tierra el buen comer y beber es una fiesta permanente. La coincidencia de la III Feria Gastronómica en Santander y la Fiesta del Orujo en Potes, capital de los Picos de Europa, han puesto aún más de actualidad su amplia y variada oferta.

Una de las características singulares de la muestra "Cantabria Gastronómica", en la que han participado 150 empresas y ha sido visitada por más de 16.000 personas, es que reúne en el mismo marco los productos de mayor calidad y los mejores profesionales, algunos de los cuales dieron clases magistrales de cocina, hicieron demostraciones o comentaron catas de diversos productos, mientras otros fueron premiados por su buen hacer como maitres, baristas, camareros o barman. En los más de 1.000 metros cuadrados de superficie expositiva participaron también un total de quince restaurantes, de los que siete poseen la Estrella Michelín. Entre éstos, destacan los establecimientos cántabros de Los Avellanos, El Solar de Puebla, El Cenador de Amós y Serbal. Como dijo en la inauguración el Consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Francisco Javier López Marcano, "están los nombres más afamados de la gastronomía cántabra y española y restauradores de lujo".

Una de las novedades de este año ha sido el "Taller de los Sentidos", donde se realizaron todo tipo de catas en las que poder diferenciar los productos de calidad amparados bajo la marca de Cantabria con respecto al resto de productos que se pueden encontrar en un supermercado y que citan su localización como cántabra. Frente a la proliferación de propuestas "fast food", el movimiento "Slow Food", también presente en la muestra, representa una interesante oferta para el fin de semana, cuando puede disponerse de más tiempo para saborear la Cantabria gastronómica. Puede establecerse un recorrido por la cocina de Cantabria a través de las diferentes comarcas, cada una con sus propios platos y productos típicos.

Una gigantesca oferta
El mar y la montaña que definen esta tierra son también el origen de su variada oferta de productos que varía a lo largo y ancho de su geografía. Empezando por la capital, la hermosa bahía de Santander, una de las más bellas del mundo, posee una importante riqueza en especies marinas que dan prestigio a la buena mesa regional: amayuelas y morgueras entre los mariscos, panchos, salmonetes, bocartes, lubinas y sardinas entre los pescados, así como calamares y cachones. La cocina de Santander es netamente pesquera, destacando las almejas a la marinera y las populares rabas.

La franja costera de Cantabria abarca cerca de 150 kilómetros de recorrido por espacios naturales privilegiados, salpicados de playas, montañas y valles. Un auténtico paraíso donde se hayan ancladas las villas marineras, parada obligada para degustar mariscos y pescados frescos, extraídos del Cantábrico. El recorrido pasa por Castro Urdiales (famoso por el besugo y los caracoles de tierra así como por sus tascas y bares, repletos de pinchos de todo tipo), Laredo (con una peculiar forma de preparar el bonito, famosa por sus respigos y por sus multitudinarios concursos veraniegos de marmita en el día de San Roque) y Santoña (universal por sus conservas de anchoa, ventresca y bonito).

En Isla se puede degustar una langosta o un ollocántaro (bogavante) a la plancha, en Pedreña las extraordinarias almejas de la zona y en San Vicente de la Barquera el sorropotún (variante de la marmita) y las ostras. En lugares como Noja, Ajo, Loredo, Somo, Mogro, Suances y Comillas es posible disfrutar en verano de las parrillas al aire libre, donde degustar los autóctonos bonito, bocarte y sardina.

Fiesta del Orujo

Una de las comarcas más atractivas por el entorno natural montañoso que conforman los Picos de Europa y los encantadores pueblos rurales es Liébana con su capital en Potes. La especial orografía y microclima de la zona permiten cultivar con sorprendente éxito verduras, frutas y legumbres. Se dan generosamente las setas y los caracoles y existe una importante industria artesana de producción de quesos de gran calidad con denominación de origen (como el queso picón Bejes-Tresviso o los quesucos).

Son también conocidos sus jamones curados al frío y sus embutidos. Los protagonistas de la mesa lebaniega son sin duda los quesos y el cocido lebaniego que, pese a su contundencia, tiene seguidores durante todo el año. Como postres conviene probar la miel y los dlces caseros de la zona. Y para comidas indigestas el té de los puertos de Aliva con orujo. Todos estos productos pueden adquirirse en el tradicional mercado de Potes de los lunes, así como en las tiendas y bares del valle.

Mención aparte merece al aguardiente de orujo y sus muchas variantes que han dado lugar a una de las celebraciones más atractivas de la región, la Fiesta del Orujo, que tiene lugar el segundo fin de semana de noviembre en Potes. Esta festividad consiste en la degustación del orujo que se produce en la comarca, acompañado de música tradicional, mercados populares, participación de famosos y concursos. La producción de orujo lebaniego se remonta a la cosecha de viñedos en los monasterios en la Alta Edad Media. Cada año se galardonan a uno o varios personajes como "orujeros mayores", encargados de leer el pregón y participar activamente en el festival con charlas y sobre todo con el encendido de las alquitaras. Además, se otorga la "Alquitara de Oro" a la marca que ha producido mejor orujo del año. Este año los "orujeros mayores" han sido Javier Castillo (Poty de "Mira quien baila") y la incombustible Carmen Sevilla.

La música, el folclore, las tradiciones, el buen comer y beber, se convierten en una disculpa perfecta para la convivencia, en este entorno de incomparable belleza. Este evento atrae cada año a miles de personas para revivir la tradición centenaria de la destilación del orujo en las tradicionales alquitaras de cobre. La fiesta del orujo se instauró en 1984, aunque durante nueve años (entre 1985 y 1994) estuvo prohibida, al igual que la destilación casera o con alquitaras móviles. Así, todas las alquitaras fueron precintadas y sólo podían fabricar licor aquellos orujeros legalmente inscritos como fabricantes. En 1994, esta prohibición se abolió únicamente para la Fiesta del Orujo. Todos los años, los inspectores se trasladan a Potes donde proceden al desprecintado de las alquitaras que participan en el evento y su posterior precintado una vez finalizada la fiesta. Todo el orujo que se obtiene durante la Fiesta debe ser consumido en el momento y no se puede comercializar.

Gastronomía de los valles
Entre la montaña y el mar se encuentran los fértiles y bellos valles de Cantabria y también una gastronomía peculiar que vale la pena descubrir. Entre las cuencas de los ríos Saja y Nansa, en la zona occidental de Cantabria, un lugar de altísimo valor ecológico, está el Parque Natural Saja-Besaya. Es la zona del cocido montañés, con su generoso compango, el guiso más popular de la región que se puede degustar en tabernas y mesones de Bárcena Mayor, Tudanca, Valle, Ruente, Ucieda, Carmona, Cos... Siempre acompañado de alubias rojas estofadas, de buenas viandas de la zona, en particular carne de vaca Tudanca y, en época adecuada, de buenas piezas de caza.

Campoo y Valderredible, en la parte sur de la región, limítrofe con Burgos y Palencia, se puede dar buena cuenta de la cocina campurriana, cuyas estrellas son la olla ferroviaria, el chuletón de rechao, la miel de brezo y las setas. También a destacar su excepcional ganado vacuno de montaña, su exquisito potro y cabrito, un fino hojaldre (pantortillas) y la mejor miel de Cantabria. Otro punto importante es Campoo de Suso, con buenos artesanos del queso y de la miel, de las mermeladas y las confituras silvestres. Por estos campos se recoge la exquisita seta de primavera. En Valdeolea y Valdeprado de Río ofrecen buenas carnes de vacuno, lechazo, cordero y cabrito, así como miel de brezo y un estupendo pan, el de Olea, cocido en horno de leña. En las Rozas y Campoo de Yuso, la especialidad es el pollo de corral o "picasuelos". De Valderredible destaca la patata, considerada la mejor de Cantabria, además de buena miel, como en toda la zona y un sabroso queso que se elabora en Guerrero, el valluco, artesano puro de oveja.

Los Valles Pasiegos forman una tierra dotada de una riqueza extraordinaria de pastos. No es de extrañar que la vaca pasiega, hoy casi extinguida, diera la mejor leche y sus derivados, particularmente la mantequilla, sirvieran para elaborar una gran repostería, sobre todo sobaos y quesadas, productos que han logrado ser los mejores embajadores de la cultura pasiega. El itinerario contempla las tres villas pasiegas: San Roque de Riomiera, Vega de Pas y San Pedro del Romeral. Se recomienda adquirir los sobaos grandes, que llevan auténtica mantequilla pasiega. Otro centro importante de sobaos y quesadas es Selaya cuyos sobaos son similares, pero las quesadas tienen sabores y texturas diferentes. Aparte de los dulces, también es de resaltar la ya mencionada olla ferroviaria, la carne de vacuno, el guiso de cabrito, las alubias estofadas, los productos de la huerta y los quesos (el fresco de Vega de Pas y los quesucos de nata pasiegos, ambos elaborados con leche de vaca).

Para terminar el recorrido por la Cantabria más sabrosa, falta una visita a los valles de Asón y Soba, en la costa oriental de Cantabria, escasamente poblada y con una belleza paisajística notable. El Asón, junto al Pas, es el río salmonero por excelencia en Cantabria. Su cocina, como no podía ser de otra forma, incluye salmón, trucha y angulas. El itinerario gastronómico comenzaría en Colindres, que cuenta con puerto pesquero y es zona de bares y tabernas donde se sirve buen marisco y pescado. En Limpias son famosos los picatostes con chocolate y en Ampuero las jornadas de las angulas y la caza, que atraen a multitud de comensales de todas partes. En el valle de Soba se recogen buenas setas y se preparan recios asados de cordero. Arredondo, conocida como la capital del mundo, presume de tener excelentes cotos de trucha y buena mano para los guisos de cordero y cabrito.

Más información y recetas:

www.turismodecantabria.com/cantabria/restauracion.asp

www.cantabriajoven.com/gastronomia/itinerarios.html




Aguas benditas de Cantabria

Tras el éxito del Año Santo Lebaniego, Cantabria relanza otra de sus bendiciones: sus aguas termales

Texto: ENRIQUE SANCHO

El 23 de abril de 2007 el monasterio de Santo Toribio, en Liébana, cerró su Puerta del Perdón y con ella el Año Santo que durante doce meses ha llevado a este precioso valle a más de un millón de peregrinos y turistas. Esa puerta que, de modo similar a la de Santiago de Compostela, sólo se abre cuando el día de Santo Toribio cae en domingo, tardará en esta ocasión once años en señalar el inicio de otro Año Santo.

Pero a Cantabria no le faltan atractivos para seguir seduciendo a millones de visitantes. En su corto espacio de terreno se congregan infinitas -como dice su slogan- posibilidades. Entre ese mar Cantábrico que baña sus doscientos kilómetros de litoral acariciando sus playas o sus acantilados y los descomunales Picos de Europa que eran la primera referencia a lo lejos que marcaba la llegada al viejo continente a los antiguos marinos, se desparraman verdes valles salpicados de pueblitos anclados en el tiempo, antiguos monumentos y casonas señoriales, villas marineras que conservan sus hábitos artesanales, miles de cuevas en las que el hombre o la naturaleza han creado obras de arte, parques naturales que dan cobijo a la fauna autóctona o que han sabido acoger los más exóticos ejemplares de los cinco continentes…

También están, claro, sus aguas. Cantabria, como buena parte de España es heredera de una tradición termal que griegos, romanos y árabes ya practicaban hace milenios en nuestro suelo. La inmensa mayoría de nuestros centros termales con aguas mineromedicinales de capacidad curativa se encuentran situados en parajes naturales de inusual belleza, entre montes, playas y bosques. Existen registrados en todo el país más de 2.000 manantiales que, por calidad y cantidad, convierten a España en el gran balneario de Europa. Y así lo entendieron los europeos que veraneaban, a principios del siglo pasado, en balnearios como el de Liérganes, el más veterano de Cantabria y uno de los más antiguos de España.

España cuenta en la actualidad con más de 120 estaciones termales. Son establecimientos de gran calidad en los que disfrutar del placer y la acción curativa de los masajes y los baños termales y, por otra parte, de la paz, tranquilidad y confort proporcionados por instalaciones diseñadas para colmar todas las necesidades: piscinas de aguas termales al aire libre o cubiertas, instalaciones deportivas y servicios médicos exclusivos. Sus aguas -ricas en azufre, cloro, sodio y calcio- dan un magnífico resultado en el tratamiento de muchos trastornos crónicos y en la convalecencia de otros agudos. Son, pues, centros de terapia y esparcimiento a la altura de los mejores del mundo, a los que acudir para recuperar la energía perdida durante todo el año y encontrar la tranquilidad deseada.

En los últimos meses, Cantabria ha incorporado a su oferta tradicional -el mencionado Liérganes, construido en 1913 y ubicado en la población del mismo nombre, declarada Conjunto Histórico Artístico, Alceda, en el valle de Toranzo a orillas del Río Pas, Caldas de Besaya con sus siete manantiales que ya eran conocidos hace dos mil años…- tres nuevas instalaciones a la vanguardia de la balneoterapia y el termalismo en Europa. Junto a sus posibilidades curativas, están las lúdicas y las gastronómicas, que han hecho que, en los últimos tiempos, una escapada a balnearios o centros de spa en Cantabria, sea una opción turística y de ocio en auge.

El templo del agua
Situado en el Valle de Toranzo, en un paisaje de montaña, a orillas del río Pas, el balneario de Puente Viesgo, a sólo 28 kilómetros de Santander, es el lugar ideal para alejarse del estrés y las prisas, para dejarse cuidar y reponer fuerzas. Las bondades del agua que emerge de su manantial eran conocidas desde hace tiempo. Ya desde finales del siglo XVIII eran muchos los que se beneficiaban de su poder terapéutico en las antiguas casas de baños. Claro que hablar de antiguo en estas tierras es siempre relativo. A diez minutos de Puente Viesgo se encuentra uno de los grandes atractivos turísticos y culturales de la zona: el conjunto paleolítico de Monte Castillo, uno de los más importantes que se conocen (El Castillo, Las Monedas, La Pasiega y Las Chimeneas) y cuyas pinturas rupestres son un catálogo artístico que abarca un período de 120.000 años.

Aunque sus aguas han beneficiado a muchas personas durante más de dos siglos, desde hace quince años, Puente Riesgo se ha puesto de moda entre los deportistas como lugar de concentración y puesta a punto para sus competiciones. La Selección Nacional de Fútbol y equipos de Primera División, ciclistas, nadadores y tenistas lo han elegido en numerosas ocasiones.

Las aguas del balneario, que brotan a orillas del río Pas, son bicarbonatadas, cálcicas, cloruradas y sódicas y están especialmente indicadas para tratamientos antiestrés, circulatorios, reumatológicos… para combatir las afecciones del aparato circulatorio y respiratorio, problemas de traumatología, obesidad y ansiedad. Las técnicas de tratamiento se llevan a cabo mediante chorros-duchas, ducha circular, ducha filiforme de piernas, baños termales, masajes, sauna finlandesa, pulverizaciones, inhalaciones, ducha vichy, fangoterapia, piscina termal, gimnasia, hidromasaje subacuático, sauna de vapor y lavado nasal.

Pero como en la actualidad, los balnearios además de centros de salud son lugares lúdicos y de ocio, Puente Riesgo ha apostado también por ofrecer a sus clientes, desde diciembre de 2006, unas instalaciones termolúdicas de más de 2.000 metros cuadrados, denominadas "El Templo del Agua", que unen al poder curativo de sus aguas el atractivo de diferentes piscinas, jacuzzis, cascadas, ríos contracorriente, chorros y cuellos de cisne, camas de agua que aplican su fuerza en diferentes zonas del cuerpo. A ello se unen sauna finlandesa, baño de vapor, baño turco y cabina de hielo.

Aguas de Solares
Conocidas desde siempre como aguas minerales para beber, carbonatadas o sin burbujas, las aguas de Solares han ocupado uno de los primeros lugares entre las preferencias de los expertos. Pero el agua de Solares no sólo tiene propiedades y sabor únicos, también ofrece otras características que la hacen ideal para el tratamiento de enfermedades y la puesta a punto.

Hace poco más de un año abría sus puertas el Hotel Balneario de Solares convertido en un auténtico paraíso termal, del masaje y la belleza. El complejo, con unas de las instalaciones hidrotermales más modernas del sector y un extenso parque de árboles centenarios, recupera la tradición de uno de los balnearios clásicos del norte. Su arquitectura evoca el estilo romántico de su antecesor e incluso reconstruye fielmente uno de los antiguos pabellones.

Las aguas de Solares son bicarbonatadas, cloruradas, cálcicas y sódicas y resultan perfectas para tratamientos digestivos, metabólicos, antiácidos, anti-inflamatorios, diuréticos y del sistema nervioso. Para su aplicación se utilizan baños termales, hidromasajes, duchas (afusión, chorro, circular y vichy), barros, lodos y tratamientos de belleza, presoterapia y masajes.

En el área lúdica hay una gran piscina termal de casi 900 metros cuadrados, con zona de rehabilitación y de puesta en forma, el Aquarium que imita un balneario romano con recorrido por distintas estancias con diferentes temperaturas y humedades y, como novedad, un balneario infantil con masajes específicos desde 3 meses a 2 años, ejercicios o juegos en agua con monitor y asistencia de uno de los padres o sin necesidad de padres a partir de los 3 años y con programa de animación infantil.

Además hay diferentes zonas en las que se realizan distintos tratamientos corporales. En las zonas húmedas se hacen tratamientos de hidroterapia, baños termales clásicos, baños de burbujas, duchas circulares, chorro general y duchas Vichy. También hay 12 acogedoras cabinas, un auténtico paraíso del masaje y la belleza, donde, arrullados por el continuo sonido del agua en movimiento, los visitantes se verán transportados a una profunda sensación de bienestar.

La Hermida: entre valles y montañas
El tercero de los centros termales que en menos de un año ha sido abierto en Cantabria es el balneario de La Hermida, a los pies de los Picos de Europa y al comienzo del desfiladero del mismo nombre con los montes de Peñarubia a un lado y el río Deva al otro. El desarrollo de este centro es, a medias, fruto del azar y de un cierto enamoramiento súbito.

Cuentan sus propietarios actuales que de modo casual descubrieron las cálidas aguas que surgen de la montaña a más de 60 grados y decidieron adquirir lo que entonces eran las ruinas de un viejo hotel abandonado desde 1936 para rehabilitarlo y crear un singular balneario en uno de los parajes más bellos de la región. La aventura no fue fácil pero el resultado compensó con creces los esfuerzos. La Hermida es hoy uno de los balnearios más modernos y bellos de España, con instalaciones de primera línea y con una oferta hotelera y gastronómica de alta calidad.

La zona de balneario está dividida en tres apartados claramente diferenciados. Hay una zona de termalismo tradicional de tratamientos individualizados con agua termal que recuerda las antiguas termas y que, por tanto, respeta la más rancia tradición balnearia europea. Aquí se han instalado nueve bañeras de hidromasaje con ozonoterapia y cromoterapia, bañeras Niágara, bañeras Jamaica y otras, dos chorros termales, dos duchas circulares, dos duchas Vichy para masaje bajo agua, 3 salas de envolvimiento en lodo y algas, una sala con pediluvios y maniluvios y una sala con aerosoles e inhaladores para tratamiento de patología respiratoria.

Hay otra zona de termalismo más moderno, más grupal, más lúdico, quizás de apariencia más informal, más acorde con la demanda actual de colectivos amantes de los balnearios, donde las técnicas termales se disponen queriendo expresar un circuito "termolúdico", en el que es muy importante la combinación con fines terapéuticos del juego de temperaturas del agua: caliente, templada o fría. En ese espacio está la piscina termal dinámica con hidromasaje a diferentes alturas, cortinas de agua, cascadas, camas de masaje, puestos de hidromasaje a diferentes alturas, masaje en cuello de cisne, jardín de burbujas, zona de natación contracorriente y otros efectos. Hay una zona abierta al aire libre y junto a una de las paredes salvajes del desfiladero por la que cae una cascada. Un amplio jacuzzi colectivo, una batería de cinco duchas diferentes, a temperaturas y presión diferentes, baño de piernas bitérmico, un baño frío, sauna, terma romana y baño de vapor.

Mención aparte merece el que sin duda es el más original recinto de la Hermida, un rincón que tiene algo de espiritual, sublime y absolutamente mágico. Es el propio manantial, la antigua cueva recuperada después de 140 años, con el agua brotando a 60 grados. Allí se contempla y se aprecian las cualidades del agua en su estado más puro, su calor, el vapor que produce, los gases que emanan naturalmente del agua, y que son un regalo para la piel, para el sistema respiratorio, para las articulaciones desgastadas e incluso para los sentidos, siempre ávidos de gozar con nuevas sensaciones.

Naturalmente, los tres nuevos balnearios mencionados disponen de una oferta hotelera adecuada con alojamientos de cuatro estrellas y perfectamente equipados. Siempre hay, claro, la posibilidad de alternar el tiempo dedicado al disfrute de las aguas con visitas culturales en los pueblos de los alrededores, excursiones en una naturaleza intacta o paseos por las playas próximas.

Propuestas más clásicas

La oferta de aguas mágicas de Cantabria se complementa con otros balnearios más clásicos, en los que encontrar todo el encanto de lo tradicional y donde disfrutar del paso del tiempo a cámara lenta. El balneario de Caldas, en la localidad de Las Caldas de Besaya posee aguas cloruro-bicarbonatadas que están especialmente recomendadas para el sistema respiratorio y las articulaciones. En el balneario de Alceda, a 33 kilómetros de Santillana del Mar, se encuentra el manantial de aguas sulfurosas más caudaloso de Europa, ideal para todo lo relacionado con la piel. Otra posibilidad está en Liérganes, a 24 kilómetros de Santander. La oferta de su balneario incluye tratamientos para la piel y para el reumatismo, así como programas infantiles sobre termalismo.

Más información y reservas:

Puente Viesgo
Tel.: 942 59 80 61
www.balneariodepuenteviesgo.com

Solares
Tel.: 942 52 06 80
www.hotelbalneariosolares.com

La Hermida
Tel.: 942 73 36 25
www.balneariolahermida.com

Turismo de Cantabria
Tel.: 901 111 112
www.turismodecantabria.com




Dorados reflejos del Duero
Oporto, con sus casas superpuestas, es el punto de partida ideal para descubrir el norte de Portugal



Texto ENRIQUE SANCHO

Dicen las malas lenguas que entre Gaia y Oporto hay una rivalidad secular que nadie ha logrado superar. Dicen que entre la orilla sur y norte del viejo río Duero a su paso por Oporto -dos municipios, dos estilos de vida, dos enfrentados intereses- hay mucha más distancia que los escasos doscientos metros que las separan. Algunos, incluso, cuentan que las bodegas de Gaia (Vila Nova de Gaia, en realidad), con más de 50 compañías, no deberían utilizar la denominación Porto para sus vinos, pese a que la llevan usando desde hace más de 250 años y que es uno de los nombres que ha situado a la ciudad y a todo el país en el mundo.

Pero pese a las habladurías, la sangre -nunca mejor dicho- no llega al río. En realidad, no cabría entender y disfrutar de esta deliciosa ciudad sin la complicidad de ambas orillas. Como ocurre en otros lugares, por ejemplo Budapest, la esencia y la armonía de Oporto se entiende desde la orilla de Gaia. Desde allí se descubren sus casas amontonadas, sus fachadas barrocas, sus paredes desconchadas, sus ropas tendidas al sol que han contribuido, sin duda, a que todo el conjunto sea declarado Patrimonio de la Humanidad. Y desde la orilla de Oporto se tiene la mejor imagen de los puentes de hierro, obras maestras de Eiffel y sus discípulos, que unen, a pesar de todo, las dos orillas, y se aprecia la sucesión de marcas de vinos -Sandeman, Calem, Ferreira...- que han paseado el nombre de la ciudad por todo el mundo.

Por eso, una de las primeras cosas que hay que hacer en Oporto es una breve travesía por su río, embarcando en una orilla y desembarcando en la otra, y extasiarse ante la suave cadencia de escenas que circulan ante los ojos. Los rabelos, réplicas de las antiguas embarcaciones que realizaban el transporte de mercancías por el Duero, se acercan a la desembocadura del río y a su manso abrazo con el Atlántico y luego remontan la corriente. A su paso, cien metros más arriba, se descubren los puentes de hierro de Maria Pia y de Dom Luis I, que construyeron Gustavo Eiffel y su aventajado discípulo, Teófilo Seyrig, declarados monumentos nacionales y sin más finalidad actual que la estética, o el impresionante puente de la Arrábida, de Edgar Cardoso que, con un vano de 270 metros, fue durante algún tiempo record mundial de puentes con arco de hormigón armado.

El origen de Portugal
Situada junto al río, la Ribeira era en el siglo XV un puerto muy animado, en el que atracaban centenares de naves y carabelas que llevaban a Francia, Inglaterra y Flandes los productos de la tierra, entre ellos los vinos del Alto Duero. Hoy conserva un aire melancólico con multitud de restaurantes y terrazas frecuentadas por los no muy numerosos turistas que visitan la segunda ciudad más importante de Portugal -y la que le dio nombre: Porto Cale o Portus Calle como la llamaron los romanos- y que antes de venir aquí se sienten atraídos por la siempre poética Lisboa, la elegancia de Estoril, las soleadas playas del sur en el Algarve, o la piadosa visita a Fátima.

Mientras los dorados tonos de las casas, que dieron nombre al Douro, se reflejan en sus aguas, en el cielo se destacan las pesadas torres de la catedral fortaleza, símbolo del poder de los obispos al que se oponían los portuenses. De la silueta de la ciudad sobresale la alta Torre de los Clérigos, de atrevida belleza y de un barroco muy singular. En esta ciudad en la que conviven en rara armonía el románico, el gótico, el barroco, el neoclásico, la llamada arquitectura del hierro, y el atrevido cariz contemporáneo de la Escuela de Arquitectura de Oporto, presidido por Alvaro Siza, no es fácil encontrar elementos suntuosos, palacios o grandes residencias. La propia ciudad mantuvo a distancia a la nobleza, ya desde la Edad Media, que tenía prohibido vivir allí.

Al desembarcar, vale la pena dedicar un tiempo a pasear por su zona portuaria, donde perduran las típicas casas de estilo luso, de arquitectura estrecha y alargada. Unos edificios con carácter propio, muchos humildes y decadentes, en los que destaca su revestimiento con azulejos de estridentes colores y balcones con barandillas forjadas, en las que se cuelga la ropa a secar. Estos viejos muelles fluviales, ubicados en este barrio del Barredo, o Cais da Ribeira, nos transportan al auténtico sabor de otros tiempos. El antiguo barrio, a pesar de conservar su vieja estampa, se ha ido adaptando al atractivo turístico que despierta. Las viejas dependencias portuarias se han transformado en tascas y tabernas con encanto, donde poder tomar un tentempié y, naturalmente, saborear un vinho de Porto.

Lugares de interés
Aunque cueste trabajo alejarse de este placentero enclave, otros lugares de Oporto reclaman atención, como la famosa iglesia de San Francisco, cuyo interior destaca por el impresionante revestimiento de oro en sus tallas barrocas. Una exhibición de riqueza que produjo la indignación de los propios franciscanos, que incluso prohibieron el culto por incumplir el voto de pobreza que pregona esta hermandad. Otro de los lugares más visitados está en la misma plaza: es un enorme edificio conocido como Palacio de la Bolsa, construido en 1834, viejo recuerdo de la vocación mercantil que desde siempre ha tenido la ciudad, y sede de la Asociación Comercial de Oporto y que se puede acceder como si fuera un museo. En su interior destaca su pintoresco Salón Árabe, una amplia sala inspirada en nuestra Alhambra de Granada y que sirve para recepciones de grandes mandatarios.

Por el centro, hay otras visitas inevitables, como la famosísima Torre de los Clérigos, que se dice que es el campanario más alto de Portugal, con 76 metros de altura. Diseñada en el siglo XVIII propone una penitencia adelantada si se quiere disfrutar de la mejor vista de la ciudad: 225 peldaños que trepar. En la misma plaza hay un rincón con personalidad: la librería Lello&Irmao, abierta desde 1906. En su interior destaca su exuberante decoración en madera y vistosas escaleras de caracol. Para los portugueses es la librería más bella del mundo. No muy lejos está otro establecimiento con encanto, el viejo café Majestic, con un estilo de Belle Epoque y que transmite ese aire elegante de época dorada, un toque romántico que recuerda aquellos lugares de tertulia de artistas e intelectuales.

Cerca del café, más comercios sacados de otros tiempos, como la tienda de ultramarinos, conocida como la Peroa do Bolhao, con una fachada modernista de 1917, que expone en sus vidrieras los productos más típicos de Portugal, y, más adelante el mercado del Bolhao, una vuelta al pasado donde vendedoras del campo ofrecen productos fresquísimos que despiertan los sentidos; pescados, frutas, vinos, carnes, pan artesano, bacalao...

Pero los habitantes de Oporto se muestran especialmente orgullosos de su modernidad y de las obras maestras de arquitectura contemporánea que surgen aquí y allá en la ciudad. La Capitalidad Europea de la Cultura que la ciudad ostentó en 2001 permitió revitalizar su arquitectura, aunque algunas de sus obras más emblemáticas, como la Casa da Música, del holandés Kem Colas, no se inauguraran hasta dos años después. En cualquier caso, en la ciudad se encuentran algunas de las obras más representativas de su principal arquitecto vivo, Álvaro Siza, como la Casa Manuel Magalhaes, en la Avenida dos Combatentes, y la Facultad de Arquitectura, un armonioso conjunto de muros opacos y vanos por los que se filtra la luz, que son exponentes supremos del arte del arquitecto. Otros quince edificios en Oporto llevan la firma de Álvaro Siza, como algunas tiendas que salpican las grandes avenidas de la ciudad o la Fundación Serralves, cuyas líneas arquitectónicas dan todavía más esplendor a las bellas pinturas que cobijan sus muros. Todas las construcciones de Siza se caracterizan por el minimalismo constructivo, siempre acompañadas por la luz, que tiene que ser capaz de iluminar los espacios más pequeños que se puedan imaginar.

Camino al Norte de Portugal
Oporto es también el punto de partida para descubrir el norte de Portugal, una región cargada de historia, monumentos, paisajes y culturas que dieron origen al país. Zona de montañas y declives acentuados, cubierta de frondosa vegetación, ríos y parques naturales. Con el granito de sus montañas se erigirían los muchos monumentos, de fe y de historia de la región. De fe, en las sobrias ermitas románicas y templos barrocos; de historia, en los castillos o en los incontables pazos y casas blasonadas, donde se recibe al visitante en la más aristocrática hospitalidad.

Bordeando el litoral atlántico se llena a la desembocadura del río Lima que nos recibe con sus aguas derramadas en el bravío Atlántico y con la belleza de Viana do Castelo, erigida sobre la foz del río y conocida como "La Princesa del Lima". Es difícil resistirse a su encanto, cuando la luz crea sombras geométricas por entre los majestosos edificios históricos, en los que predominan estilos como el manuelino, el barroco o art-déco. Las calles y callejuelas del centro histórico, uno de los más bellos y bien conservados del país, llaman la atención por sus bellas fachadas armónicas, sus paneles de azulejos de bello trazado y color, que son un auténtico compendio de la historia de la arquitectura en Portugal.

De camino hacia Braga, segunda punta del triángulo de ciudades esenciales e el note de Portugal, hay que hacer una escala en el Santuario de Bom Jesús. Lo mejor es salvar los 300 metros de desnivel utilizando el ingenioso funicular que funciona con agua y que fue el primero en instalarse en Portugal en 1882. Otra opción -mejor hacerlo de bajada- es la escalinata que lleva a lo alto y está formada por 17 rellanos decorados con fuentes simbólicas, estatuas alegóricas y otra decoración barroca dedicada a diversas temáticas: la vía Sacra, los Cinco Sentidos, las Virtudes, el Terreiro de Moisés y, en lo alto, las ocho figuras bíblicas que participaron en la Condenación de Jesús. No hay que perderse la perspectiva al fondo de la Escalinata. Mirando hacia arriba, las fuentes trabajadas en granito en los diversos rellanos se destacan del blanco formando un cáliz, sobre el cual se ubica la iglesia propiamente dicha.

Todo el que se precie, debe entrar en Braga como un ciudadano del Renacimiento, por el Arco de la Puerta Nueva, donde se hacía la entrega de las llaves de la ciudad. Esta llave simbólica abre las puertas de una ciudad milenaria, que guarda en sus monumentos el brillo del poder que ostentaban sus obispos. Su catedral, la más antigua del país, fue la mayor referencia religiosa de Portugal. El dicho popular portugués "más viejo que la Catedral de Braga" se refiere a algo con muchos años y es ilustrativo de su antigüedad. Su poder eclesiástico, tantas veces asociado en tiempos medievales al poder de la espada, se extendió por los reinos de España y Portugal.

En el siglo XVI el arzobispo D. Diogo de Sousa, deslumbrado con la Roma del Papa Julio II, le dio el brillo y la gracia decorativa del Renacimiento. Más tarde, la exuberancia del arte barroco se añadiría a otros edificios de gran magnificencia. De todas estas épocas, la ciudad guarda recuerdos inesperados, grandes y pequeños, como una torre medieval en plena calle, ventanas y celosías que encubrían rostros de mujeres o un palacio "rocaille" que recuerda a una cómoda estilo Luis XV. Ya en tiempos más recientes, la fundación de la Universidad y la calidad de su arquitectura contemporánea dieron un impulso de juventud que la llenó de luz, color y de una imprevista modernidad.

Donde todo empezó
El final del camino lleva, curiosamente, a donde todo empezó. Guimarães tiene un significado muy especial en el corazón de los portugueses. Dentro del castillo medieval fue donde nació Afonso Henriques y en sus altas torres y murallas venció a los ejércitos de su madre, en 1128. Reconocido como heredero del Condado Portucalense por los guerreros del Miño, este Príncipe que, según dicen las crónicas, era muy atractivo, llegó a ser el primer rey de Portugal.

Después de saber esta historia, resulta aún más interesante pasear por el centro histórico de la ciudad, recogida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Hay un carácter auténtico en los armoniosos balcones de hierro, en las barandillas y soportales de granito, en los perfiles de las torres almenadas de las casas señoriales, en los arcos que unen las calles estrechas, en las losas del suelo alisadas por los siglos y en la frescura de los claustros. Por momentos podemos imaginarnos en un escenario medieval, donde la nobleza fue construyendo espléndidos palacetes como la casa Mota Prego, el Palacio de Vila Flor, del Toural y tantos otros que confieren esa atmósfera única a Guimarães.

Un buen punto de partida para callejear por el corazón de la ciudad es el Largo de Nossa Senhora da Oliveira. Aquí se alza la impresionante iglesia de la Colegiata de Guimarães desde la que partió hacia Roma Pedro Hispano que, con el nombre de João XXI, sería el único papa portugués de la Historia de la Iglesia.

GUIA PRACTICA
CÓMO IR:
La forma más cómoda, y más barata, de llegar desde España a Oporto es utilizando los vuelos de la compañía de bajo coste Ryanair (www.ryanair.com) que enlazan Madrid y Gerona con la ciudad.

 

ALOJAMIENTO:
La mejor opción es la de la red de hoteles y pousadas que ofrece el Grupo Pestana-Pousadas. En Oporto es muy recomendable el hotel Pestana Porto (tel: 902 33 63 63 y www.pestana.com), situado en la Plaza de la Ribeira, en pleno corazón del casco viejo de la ciudad, y sobre la muralla medieval, ocupa parte de una manzana de edificios que se remontan a los siglos XVI, XVII y XVIII. En la región Norte de Portugal, hay 11 pousadas de distinto tipo: históricas, con encanto, de naturaleza... En Viana do Castelo se encuentra la Pousada del mismo nombre, sobre el Monte de Santa Luzia, desde donde se puede disfrutar de uno de los más extensos y bellos paisajes de Portugal: la ciudad de Viana do Castelo y el Río Lima. La Pousada es fruto del excelente trabajo de remodelación de un Hotel construido en 1918. Los jardines y los bosques que la rodean, la magnífica piscina y lo apartado de su ubicación, permiten un descanso estimulante.

Muy cerca del centro histórico de Guimarães, en la subida a la ciudad, se levanta la Pousada de Santa Marinha (Premio Nacional de Arquitectura en 1985), resultado de la restauración del hermoso Monasterio de los Agustinos del siglo XII. El Parque de Penha, el Jardín del Monasterio, los jardines y rincones interiores con fuentes de granito, los ricos mosaicos de azulejos, los claustros y los múltiples balcones y terrazas con vistas a la ciudad, así como una magnífica carta de sabores y vinos, invitan a prolongar la estancia.

Situada en pleno centro histórico medieval de Guimarães la Pousada Casa Señorial forma parte del alma viva de la ciudad, ayudándola a proyectarse a través de sus tradiciones seculares. Pernoctar en esta Pousada y desde allí recorrer a pie las estrechas callejuelas que conducen al Castillo de D. Afonso Henriques y al Palacio Ducal, observando los bellos detalles que encontramos a cada paso, es descubrir la Historia de Portugal (tel.: 902 33 63 63 y www.pousadas.pt).

INFORMACION:
ADETURN - Turismo Norte de Portugal
Praça D. João I, 25. 4º dto
4000-295 Porto
Tel +351 22 339 35 50 / Fax +351 22 339 35 59
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