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Viaje sin fronteras entre Rumania y Hungría
Ámsterdam se reinventa, una vez más



Viaje sin fronteras entre Rumania y Hungría
Descubrir ciudades señoriales, pequeños monasterios y paisajes intactos

ENRIQUE SANCHO

Cuando cada Comunidad, cada región, cada pueblito se muestra celoso de sí mismo y no quiere compartir sus encantos con nadie más, cuando políticos ridículos exaltan lo que les diferencia de los otros en lugar de valorar lo que les une, cuando, en fin, en los viajes organizados resulta imposible visitar un pueblo, a pocos quilómetros de otro, solo porque está en otra región y “no toca”, se agradecen iniciativas como la que han puesto en marcha la zona oeste de Rumania y el este de Hungría, a las que ocasionalmente se une la región autónoma de Vojvodina en Serbia, que no se han llevado muy bien precisamente a lo largo de la historia, pero que ahora están poniendo en marcha proyectos comunes, entre ellos la promoción turística de toda la región sin importar las fronteras. El proyecto, que recibe el nombre de los cuatro ríos que atraviesan la región, Danube-Kris-Mure?-Tisza, es tan bueno que cuenta con el patrocinio de la Unión Europea.

En realidad aunque la idea parece nueva, hay más de 75 eurorregiones similares, alguna desde 1972 y también alguna que afecta hasta a seis países. España participa con Francia en la llamada Eurorregión Pirineos Mediterráneo desde 2004, en la Eurorregión Galicia Norte, entre Galicia y el norte de Portugal, creada en 2008 y en la Eurorregión Espacio Atlántico, junto con Francia, Reino Unido, Irlanda y Portugal desde 1999.

El viaje por la zona sin fronteras entre Rumania y Hungría llevará a ciudades señoriales como Timisoara, Arad o Szeged, a pequeños y grandes monasterios ortodoxos, a recogidas bodegas que hacen deliciosos vinos o a lugares que unen tradición, naturaleza, artesanía y deportes, como el espectacular Ópusztaszer National Heritage Park.

La “Barcelona rumana”
Un buen lugar para comenzar el recorrido, sobre todo porque tiene aeropuerto internacional con vuelos directos desde España, es Timisoara, que algunos llaman la “Barcelona rumana” aunque poco de su fisonomía recuerda a la Ciudad Condal. Se trata, más bien, de su vocación industriosa, de su permanente pugna con la capital Bucarest y también de ciertos lazos históricos con un grupo de catalanes que se estableció aquí a comienzos del siglo XX dando un gran impulso a la ciudad.

Lo que sí tiene en común con Barcelona es su carácter cosmopolita. Su situación a pocos kilómetros de la frontera húngara y todavía más próxima de la vecina Serbia la han convertido en un hermoso ejemplo de convivencia entre distintas poblaciones. En su grandiosa plaza de la Victoria, rodeada de grandes y monumentales edificios de estilo Secesión y con un amplio espacio verde en el centro, destaca el Teatro Nacional que en realidad son tres: uno alemán, otro húngaro y, por supuesto, el rumano.

Justo enfrente se encuentra la Catedral Metropolitana, un alto edificio en ladrillo decorado con cúpulas y agujas con motivos geométricos que en su interior acoge el Museo de arte religioso con una bella colección de iconos de madera y cristal. Las escaleras que llevan al pórtico recuerdan cada día, con una pintura roja que se renueva con frecuencia, la masacre que cometieron las tropas de Ceauçescu contra la multitud tras el alzamiento que se inició aquí en diciembre de 1989 que provocó la caída del dictador. En la fachada de la iglesia están inscritos nombres y retratos de algunos mártires “desaparecidos” durante el movimiento popular.

En el centro de la plaza, entre las terrazas animadas hasta la madrugada y parterres de flores, se alza una columna que sustenta una reproducción de la Loba Capitolina, con Rómulo y Remo, regalo de la ciudad de Roma y recuerdo del nombre que lleva el país.

Otro lugar imprescindible en la ciudad es la Plaza de la Unión, una de las más hermosas de toda Rumania, una amplia superficie ajardinada y peatonal rodeada de edificios barrocos con fachadas en vivos colores y muy decorados. Como en muchas plazas de Europa, preside la zona central una columna de la Trinidad, monumento erigido en 1740 en agradecimiento por haberse salvado de la peste. Otros edificios recuerdan también aquí la vocación multicultural de Timisoara; apenas unos metros separan la vicaría y la catedral serbio-ortodoxa de la catedral romano-católica y no muy lejos, en una calle próxima, está la sinagoga.

Camino a Hungría
De camino hacia la zona húngara vale la pena hacer dos paradas, una en la pequeña ciudad de Lipova, a poco más de 30 kilómetros de Timisoara y otra en la aún más pequeña Jimbolia. En la primera sorprende la arquitectura del bazar de tiempos de la dominación otomana (siglo XVII) con grandes arcadas sustentadas por ocho poderosas pilastras cilíndricas y decorada con platos de cerámica esmaltada. El tiempo parece haberse detenido en las pequeñas tiendas que ahora ocupan el viejo bazar. Y los precios también, por poco más de medio euro venden las “litronas” de buena cerveza rumana, que, por cierto, aquí son de dos litros y medio.

El edificio más singular de la ciudad es, naturalmente, religioso. Se trata de la biserica catolicä, imponente iglesia de estilo barroco, con un bello altar de mármol de Carrara. Próximo a ella se encuentra un monasterio ortodoxo dedicado a la Dormición de la Virgen y construido en varias etapas desde 1338. Como en todas las iglesias ortodoxas son impresionantes sus numerosos iconos de todos los tamaños y motivos.

La visita a Jimbolia, a solo 5 kilómetros de la frontera con Serbia y núcleo de una zona colonizada por alemanes de Alsacia y el Palatinado, se centra en el museo en la casa natal del poeta Nikolaus Lenau, no muy conocido en Rumania, pero adorado en Alemania y, sobre todo, Austria, donde es considerado su principal representante lírico. Una de sus obras más conocidas es el Don Juan (1851), en el que se inspiró el poema sinfónico Don Juan (1888), del compositor alemán Richard Strauss. El museo no es gran cosa y es un poco triste, como probablemente fue en vida el autor –una enciclopedia define su obra como “belleza romántica sumida en la melancolía y la desesperación”–, aunque posee una curiosa colección etnográfica con grandes muñecos vestidos con trajes regionales.

Liberal e ilustrada Szeged
A apenas 20 kilómetros del vértice de las fronteras de Hungría, Rumania y Serbia, a orillas del río Tisza, ya en territorio húngaro, se encuentra Szeged, cuarta ciudad en importancia del país magiar, célebre por su espíritu ilustrado y su universidad liberal que se situó a la vanguardia del efímero Levantamiento de 1956 que fue aplastado por las tropas rusas de Nikita Jrushchov.

La ciudad fue destruida en un 95% debido a graves inundaciones en 1879 –la altura a que llegaron las aguas se muestra en distintos lugares– y un nuevo plan urbanístico la dotó de amplias avenidas, muchas plazas y bellos edificios de diversos estilos. Todavía hoy la gente se refiere a las fechas de antes o después de la gran riada y los nombres de los benefactores internacionales que ayudaron a su reconstrucción están en el gran anillo que une la dos orillas del Tisza.

La plaza más representativa es Széchenyi tér con estatuas dedicadas a diversos personajes destacados y una gran fuente alegórica al Tisza que trajo a la ciudad tanto el progreso como la destrucción. Aquí se encuentra el Ayuntamiento con dos cuerpos unidos por un puente, al estilo del de los Suspiros de Venecia. Otra plaza destacada es Dom tér, la mayor de la ciudad, donde está la torre de Demetrio que data del siglo XII y es el edificio más antiguo de la ciudad y la catedral de estilo neorromántico. La abundancia de mármol blanco, las estatuas de los ángeles, sus dorados y el grandioso altar dan a su interior una gran magnificencia. Un detalle típicamente húngaro es la estatua de la virgen de Szeged que preside el techo del coro, envuelta en una capa de estilo campesino y calzada con unas zapatillas bordadas al estilo de la ciudad. El órgano de la catedral, con cinco teclados y 11.000 tubos solo es superado en tamaño por el del Duomo de Milán.

No muy lejos está la iglesia ortodoxa serbia, un edificio de estilo barroco que cuenta con una preciosa colección de iconos y, también próxima, la iglesia Alsóvárosi, la más hermosa de la ciudad. La preside la “virgen negra”, una reproducción de la estatua de Santa María de Tschenstochau, de mediados del siglo XVIII, que es centro de diversas peregrinaciones y patrona del célebre festival de Alsóváros.

Szeged puede ser considerada la puerta de entrada hacia la Gran Llanura húngara, uno de los paisajes más singulares de Europa. Considerada como el alma del país –Budapest sería el corazón– y llamada “puszta” por los húngaros, que significa tierra desnuda, desierto o vacío que era a lo que parecía condenada a mediados del siglo XIX, después de que las invasiones turcas la dejasen asolada y diezmada. Un cierto espíritu nacionalista ha logrado recuperarla definitivamente. Los diques a lo largo del Tisza que regulan las devastadoras crecidas, han permitido desarrollar los regadíos. Arrozales, acacias y chopos logran retener la arena y cultivos de cereales, frutas y verduras la han dado nueva vida. Esta es hoy la gran despensa de Hungría, en la que crecen la mayoría de los cereales y hortalizas, además de la deliciosa fruta húngara, que debe sus cualidades de aroma a una tierra fértil y arenosa y a las numerosas horas de sol de que goza la región. También de aquí proceden algunas de las especialidades gastronómicas más conocidas de Hungría: la paprika, el gulash, la col rellena...

Toda Hungría en un parque
Cuentan las crónicas que cuando los tribus de magiares llegaron a la Gran Llanura Húngara, sus jefes proclamaron una reunión, durante la cual dividieron el país entre ellos, construyeron el primer código de leyes vigentes en su patria y proclamaron a Árpád como líder de todos ellos. El hecho sucedió en el año 896 en Ópusztaszer. Mil años después, en 1896, los húngaros lo conmemoraron construyendo en esta pequeña aldea un monumento gigantesco, alrededor del cual posteriormente creció el gran Ópusztaszer National Heritage Park.

A la izquierda del monumento se encuentra un pabellón redondo, dentro del cual hay quioscos, restaurantes, tiendas y puntos de información turística, pero el atractivo principal es un gigantesco cuadro panorámico de forma circular de 120 metros de largo con elementos en relieve, realizado por Árpád Feszty y una veintena de artistas. La pintura presenta al jefe de los magiares, Árpád, que lleva su pueblo a las tierras de la Gran Llanura.

Entre las distintas construcciones y elementos del parque de 55 hectáreas, la más interesante es la reconstrucción total de una aldea típica de los siglos XVIII y XIX. Los visitantes pueden conocer por dentro las casas rurales de los artesanos: alfareros, panaderos, canasteros, herbarios, etc. y presenciar su trabajo. En las tiendas se venden productos elaborados de forma artesanal con métodos históricos y en el caso de las comidas, las recetas que tienen 200 o 300 años de edad.

También se pueden presenciar demostraciones de hombres vestidos con las ropas tradicionales de los magiares del siglo IX que muestran sus habilidades de montar los caballos, métodos de lucha y tiro con arco mientras siguen galopeando en el caballo.

GUIA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR
El aeropuerto más cercano a esta zona es el de Timisoara. Tal como indica el avanzado buscador Jetcost (www.jetcost.es), la mejor combinación es llegar en vuelo directo de la compañía de bajo coste Wizz Air (www.wizzair.com) desde Madrid, Barcelona y Valencia, con precios que oscilan entre 80 y 120 euros, ida y vuelta, aunque según el día elegido pueden ser aún más baratos. También puede llegarse a esta región volando con la misma compañía a las capitales de los dos países: Budapest o Bucarest por unos 43 o 122 euros, respectivamente. Wizz Air es la mayor compañía de bajo coste en Europa Central y Oriental, vuela en España desde Madrid, Barcelona, Girona, Zaragoza, Málaga, Alicante, Valencia y Palma de Mallorca a distintas ciudades de Hungría, Bulgaria, Rumania, Polonia, Ucrania, República Checa y Lituania.

DONDE ALOJARSE
Tanto Timisoara como Szeged cuentan con buenos hoteles de tipo internacional con precios razonables. En la ciudad rumana una buena opción es el Hotel Timisoara**** (Str Marasesti nr 1-3, 300086 Timisoara, tel.: 0040 256 498 852 y <<http://hoteltimisoara.ro>>) el mayor de la ciudad con 191 habitaciones y 18 apartamentos. Está situado en el centro, junto a la plaza de la Libertad. Tiene una oferta especial para fines de semana que incluye el alojamiento y desayuno por dos noches, traslados desde/a aeropuerto y una cena por 80 euros por persona.

En Szeged una de las mejores opciones es el Hunguest Hotel Forrás****, Szent-Györgyi A.u.16-24, tel.: 0036 62 566-466 y www.hunguesthotels.hu) recientemente renovado, con 162 amplias habitaciones. Una de sus peculiaridades es que cuenta con un gigantesco spa y parque acuático con capacidad hasta para 3.000 personas que es de uso gratuito para los clientes del hotel. Su oferta de relax para fin de semana que incluye alojamiento de dos noches, media pensión y entrada al spa y centro de piscinas durante los dos días cuesta 154 euros por persona en habitación doble.

GASTRONOMÍA
La cocina rumana es muy variada y rica a base de productos naturales y mano artesana que todavía sigue dedicando mucho tiempo a su elaboración. Los platos de carne (“el mejor pescado es el cerdo”) predominan sobre los platos de pescado. Las verduras de temporada son ingredientes básicos en casi todas las comidas. Algunos de sus platos típicos son la tochitura moldoveneasca, un guiso de carne acompañado con mamaliga (polenta), el sarmale, plato típico de carne picada y envuelta en hojas de col y el kashkaval o cascaval pane, queso de oveja empanado. Como postre, nada como el clatitet, crepes servidos con chocolate caliente, mermelada y flambeados con vodka. Los vinos rumanos son excelentes, en esta región tiene fama especial los de Cramele Wine Princess en Paulis, cerca de Arad, otra de las ciudades destacables en la zona.

Respecto a la gastronomía húngara sin duda lo que más fama le ha dado es uno de sus ingredientes que aparece en casi todos los platos: la paprika, una especie de pimentón fuerte, un condimento en polvo de color rojo y sabor característico obtenido a partir del secado y molido de determinadas variedades de pimientos rojos. El plato más popular en todo el país es el es el gulash que reúne los sabores típicos de esta cocina. En el terreno de los embutidos está el famoso salami que se elabora en Hungría desde el año 1883 y es originario precisamente de Szeged. Posee unas cualidades únicas que lo diferencian bastante del originario italiano. También el foie de oca es excepcional, hasta el punto de que se exporta en grandes cantidades a Francia que, a su vez, lo vende como propio. En esta región también es popular la sopa de pescado procedente del lago Tizsa.

También Hungría tiene buenos vinos, donde destaca el Tokaj que se produce en el nordeste del país y cuya región ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Se dice que el rey Luis XIV de Francia lo llamó "Vinum Regum, Rex Vinorum" ("Vino de reyes, rey de los vinos").

GUÍA
Una recomendación muy particular es la utilización de una guía personal en Timisoara y también en otros lugares de la zona por parte de una joven rumana con larga estancia en España y que domina el idioma castellano y el catalán a la perfección. Puede organizar la visita al gusto del cliente recorriendo los lugares de más interés según el interés particular. Sus datos son: Alexandra Irimia, tel.: 0040 742 112 174, E-mail: alexandra.irimia@yahoo.co.uk, www.alexandrairimia.com

DIRECCIONES
Danube-Kris-Mures-Tisza: www.dkmt.net
Hungary-Romania Cross-Border: www.huro-cbc.eu
Oficina de Turismo de Rumania: www.rumaniatour.com
Oficina de Turismo de Hungría: www.hungriaturismo.com

Para solicitar fotos:
OPEN COMUNICACION
Tel.: 91 447 72 91 y 670 09 82 85
open@opencomunicacion.com
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Ámsterdam se reinventa, una vez más
Aniversarios e inauguraciones protagonistas de la nueva ciudad

ENRIQUE SANCHO

2013 será un año para recordar en la historia de Ámsterdam. La atractiva ciudad, que está en permanente renovación, ha concentrado este año una serie de aniversarios, inauguraciones y celebraciones que llenan su agenda mes a mes. Coincidiendo con el cambio de titularidad en su monarquía, los holandeses parecen haberse puesto de acuerdo para festejarlo a lo grande en todo el país, y de modo especial en su capital: Ámsterdam.

Todo el país, pero de modo especial la ciudad de La Haya está celebrando en 2013 los 200 años del Reino de Holanda y como la fiesta lo merece, lo harán dedicándole tiempo, ya que las diferentes fiestas, eventos y actos con este motivo se alargarán entre 2013 y 2015. Se ha creado un Comité Nacional responsable de la conmemoración bajo el lema “200 años juntos” que pretende que todo el mundo dentro del reino forme parte de estas festividades y que se pongan en valor los cinco logros fundamentales que son el foco central de las celebraciones: Los derechos personales y las libertades; Instituciones estables en un Estado de derecho; Orientación internacional; Espacio para una sociedad social activa y Unidad en la diversidad. Las celebraciones son de todo tipo: culturales, educativas, de carácter internacional, políticas y deportivas. Sin duda uno de los actos más espectaculares será la recreación en la playa de Scheveningen del desembarco de Federico Guillermo I de Orange exactamente el día en que lo hizo doscientos años más tarde, el 30 de noviembre.

Otra ciudad holandesa, Utrecht, celebra los 300 años del momento histórico en que fue centro del mundo cuando las naciones más importantes de Europa pusieron fin a dos siglos de guerras y conflictos religiosos con los célebres Tratados de Utrecht. El primero de ellos se firmó el 11 de abril de 1713. El programa de festejos incluye representaciones musicales, teatro, festivales, conferencias, exhibiciones y otros actos, bajo el título genérico “El arte de hacer la paz”. Se trata de un ensayo general con todo para presentar su candidatura como Capital Europea de la Cultura en 2018.

Canales con 400 años de historia
Pero sin duda los principales acontecimientos de este año tienen lugar en la capital, Ámsterdam, que contempla los 400 años de la construcción de sus célebres canales, que forman parte de la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2010, y, con este motivo, se quiere conectar la rica historia de la ciudad con las actividades de la moderna Ámsterdam de 2013. El evento coincide con varias inauguraciones, como la reapertura del Rijksmuseum, después de años de exhaustivas obras. Ahora se pueden admirar de nuevo los célebres ejemplos del arte holandés pero esta vez dentro de un renovado edificio obra de los arquitectos sevillanos Cruz y Ortiz que, tras más de diez años de esforzados trabajos, ha recuperado su antiguo esplendor pero con vanguardistas aportaciones museográficas.

Cualquiera que eche un vistazo a un plano de Ámsterdam, descubre enseguida que el centro histórico, que permanece casi inalterable desde el siglo XVII, se encuentra enmarcado, dominado por la presencia de decenas de canales que dan a esta ciudad su carácter único. Como en todo el país, estos canales sirvieron para desecar y ampliar la superficie edificable y crear una importante red de comunicaciones. Pero, además de sus aspectos prácticos, los canales de Ámsterdam tienen hoy un carácter simbólico. Ellos dan a la ciudad un aspecto singular. Las aguas que reflejan las estilizadas fachadas de las casas, que duplican la curva de los puentes, que acogen a cientos en embarcaciones y casas flotantes, crean una rara ciudad invertida y duplicada que multiplica los atractivos de la original.

Y ha sido también el agua y la particular morfología de los canales, lo que ha permitido que la ciudad se mantenga prácticamente inalterable desde hace cuatro siglos. Gracias a eso, el centro de Ámsterdam resulta muy cómodo de recorrer a pie y sus principales atractivos están separados por unos pocos cientos de metros.

Al recorrer la ciudad, se comprueba que sus habitantes no sólo viven al borde del agua, sino, literalmente, sobre ella. Hay más de 2.500 casas flotantes “aparcadas” en sus canales –una de ellas, en el Singel, frente a la antigua Iglesia Luterana, se llama el Barco de los Gatos y está habitada por más de un centenar de ellos–, un popular y enorme mercado de flores flotante, también sobre el Singel, y un Museo Marítimo que, como era lógico esperar, está rodeado por el agua. Un recorrido por los canales de Amsterdam en cualquiera de los barcos que realizan trayectos regulares o turísticos, a bordo de un “taxiboat”, o incluso en bicicletas acuáticas es una experiencia única. Lo último que ha llegado a la ciudad, y a otros lugares de Holanda, es el HotTug, el primer bote convertido en un jacuzzi flotante en el que se puede disfrutar de un baño caliente a la vez que se navega por un canal, puerto o lago holandés.

Más celebraciones en Ámsterdam
Para completar los aniversarios, en 2013 también se cumplen 125 años del Concertgebouw, la gran sala de conciertos situada en la Plaza de los Museos, que es visitada cada año por más de 700.000 amantes de la música. También la orquesta titular, que actualmente dirige el genial Mariss Jansons celebra su 125 aniversario con una gira internacional de 48 conciertos en 30 ciudades de los 5 continentes. Además se han fijado más de 70 conciertos dentro del país. La Royal Concertgebouw Orchestra será la encargada de actuar en el popular concierto que se celebra cada año en el canal de Prinsengracht el 24 de agosto.

El Artis Royal Zoo cumple igualmente un cifra redonda: 175 años. Artis no es solamente un zoo, es también un centro de reunión y un jardín para las familias de la ciudad. Con motivo de su aniversario el zoo luce un aspecto radiante y un colorido como nunca, y miles de flores adornan sus parques. Un aniversario emotivo son los 150 años de la abolición de la esclavitud en las antiguas colonias holandesas de Surinam y las Antillas Holandesas, que se celebra exactamente el 1 de julio de 2013. La Fundación en Memoria de la Esclavitud colabora con la ciudad de Ámsterdam para la conmemoración nacional de esta fecha. En el Museo Marítimo (Scheepvaartmuseum), que también acaba de reabrir sus puertas tras una completa renovación en la que se han perdido algunos de los encantos del viejo museo, se ofrece la muestra ‘The Dark Chapter’ que narra la historia de la esclavitud desde la óptica holandesa y en particular el triste protagonismo del barco Leusden que se hundió sin dejar rastro en Surinam, la antigua Guayana holandesa, en 1738, con cientos de esclavos atrapados a bordo.

En todo caso, se trata de uno de los mejores museos navales, con la mayor colección de maquetas de barcos del mundo. El edificio en que se encuentra es un antiguo almacén del siglo XVII, sujeto por 18.000 pilotes hundidos en el Oosterdok y que perteneció al Almirantazgo. Junto a él estaban los astilleros más importantes de la Compañía de las Indias Orientales en los que se construían los célebres barcos Indianos Orientales. Uno de ellos es el Ámsterdam, cuya réplica a tamaño real y “tripulado” por actores vestidos como en la época, puede verse en el muelle.

También el Museo Van Gogh ha reabierto sus puertas el 2 de mayo en la muy popular y concurrida Plaza de los Museos y celebra su 40 aniversario con una gran exposición, “Van Gogh at work”, con más de 200 obras que ofrecen una visión profunda sobre el proceso creativo del artista tras sus pinturas y dibujos. Otro de los grandes pintores holandeses cuya obra se muestra en el Museo Fran Hals que también cumple 100 años, será el protagonista de una exposición con 50 obras maestras del pintor y otras tantas de coetáneos suyos como Rembrandt, Rubens y Tiziano.

Una ciudad para vivirla
Una de las originales características de Ámsterdam, que le da un aspecto muy especial, es la casi total ausencia de grandes monumentos históricos, palacios o catedrales espectaculares, como en otras grandes ciudades. Sin embargo, hay miles de casas y edificios antiguos protegidos –hay catalogados exactamente 6.800– de exquisito gusto y con un sabor peculiar. En toda la ciudad no hay dos fachadas iguales, ni del mismo ancho o altura. Sus características estrechas fachadas, que fueron construidas así ya que en el siglo XVII se pagaban impuestos en función del ancho que diese a la calle y no de la superficie total, se duplican reflejadas en las aguas de los canales. El distinto tamaño de las ventanas –más grandes abajo y pequeñas arriba– se debe a que la zona noble de la casa, donde vivía la familia, era la baja, mientras que arriba vivía el servicio y estaban los almacenes.

Hay varias formas de disfrutar los canales de Ámsterdam en su aniversario, como reservar una habitación en alguno de los bellos hoteles en sus orillas, como The Grand. Este antiguo monasterio es una pequeña joya escondida entre Oudezijds Achterburgwal y Oudezijds Voorburgwal, transformado en un estiloso hotel de diseño, o el majestuoso Hotel L’Europe, un imponente edificio donde han dormido muchos famosos. Las callejuelas conocidas como Negen Straatjes son ideales para ir de tiendas o tomar algo, y perfectas para subir y bajar a los barcos que pasean por los canales. También se puede reservar una mesa en el Amsterdam Jewel Cruise, el único restaurante-crucero de la ciudad.

Uno de los refranes holandeses más populares dice: “Cuando Dios creó el mundo, se olvidó de Holanda. Holanda tuvieron que hacerla los holandeses”. Y, aunque ello se comprueba cuando se recorren estas tierras y se ve el titánico esfuerzo que ha habido que hacer para conquistarla al mar, en el caso de Ámsterdam, sería necesario completar la frase: Ámsterdam la hicieron además varias decenas de miles de ciudadanos de todo el mundo.

Porque, en efecto, buena parte de la fisonomía de esta ciudad, lo que le da ese carácter cosmopolita desde hace siglos que la distingue entre otras, es la presencia de gentes de cualquier raza y religión, de todos los idiomas, de las más variadas ideas y tendencias. Ámsterdam tiene a gala acoger más de 170 nacionalidades y esa es su mejor carta de presentación ante el mundo. Ello prueba que cualquiera se siente cómodo aquí, que la ciudad abre sus brazos al visitante.

Y la verdad es que el turista que la visita, no echa de menos nada. Los dependientes de las tiendas, restaurantes y bares, los conductores de taxis y tranvías, los porteros de los museos y los vendedores de los mercadillos hablan dos o tres idiomas; todos los productos de última hora están en sus escaparates y, desde luego, la cocina de los cinco continentes puede saborearse en sus 1.250 restaurantes y 1.200 bares y cafés.

Todos son bienvenidos
Ámsterdam es una ciudad abierta; en las últimas décadas, la ciudad se ha convertido en el lugar ideal de referencia cuando se habla de tolerancia, libertad y vanguardia. Tal vez uno de los mejores ejemplos de ello, fue la conocida experiencia de las bicicletas blancas. En los años sesenta, los “provos” de la ciudad consiguieron que el Ayuntamiento cediese miles de bicicletas blancas para uso público que cualquiera podía utilizar libremente para ir de un lado a otro, una idea que 50 años después han puesto en práctica otras ciudades europeas. La experiencia duró poco, como casi todas las propuestas revolucionarias, porque algunos prefirieron dar un uso “privado” a esas bicicletas, pero el hecho demostró la clara vocación de los habitantes de esta ciudad por defender la utopía frente a la razón, los buenos deseos frente a la dura realidad. En las décadas siguientes la ciudad ha seguido luchando por el derecho de las minorías, pese a la oposición de unos cuantos.

Algunos críticos, por ejemplo, no aceptan la política tolerante de Amsterdam respecto a temas conflictivos, como la prostitución, las drogas blandas y la homosexualidad, pero al menos reconocen que la ciudad ha aportado las mejores soluciones a estos casos y que siempre ha sido pionera en cuestiones sociales.
Es este particular carácter, esa tradicional apertura hacia las gentes de fuera, lo que da a Ámsterdam su peculiar ambiente. No es algo que esté en las terrazas, ni en las plazas, ni en los simpáticos “cafés marrones”. Es algo que se respira en toda la ciudad, que se descubre en los rostros de la gente, que hace que aquí, en la ciudad más abierta del mundo, donde cualquier sueño parece posible, nadie se sienta extraño.

Más información:
www.iamsterdam.com/es
www.holland.com

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